18 | Se odió tanto...
Como si fuera una desgraciada burla del destino, en el Convento de la Vida, dos Omegas habían encontrado la muerte a muy temprana edad.
Dos.
El asesino se hacía cada vez más prolífico y letal. Ya nada quedaba de la atmósfera de arte macabro de los primeros crímenes, no había escena montada ni labios color uva, solo había una señal de furia que no se había visto en los anteriores. Casi se diría que se trataba de otro asesino, pero no, no era otro, era el mismo, detrás de ellos estaba la mano mortífera de Yoongi.
Él estaba tan enfurecido de que Jimin hubiera huido que descargó su ira contra dos inocentes. Sabía perfectamente que Jimin estaba con Jungkook, no necesitaba verlo para afirmar lo que pensaba. De una día para el otro, su amigo y el Omega que Jungkook ha buscado por años habían desaparecido e imaginó todo lo que había ocurrido detrás de esas ausencias. Él recreó un escenario que nunca ocurrió, porque su retorcida mente pensaba que Jungkook, de seguro debía haber marcado al Omega e indudablemente, debía ser un maldito Épsilon eterno tras haber comido el deseado corazón púrpura.
—¡Maldita puta vida! —Le gritó a los cuatros puntos cardinales como si estos pudieran escucharlo.
Había decidido marcharse tan lejos que nunca más nadie, supiera de él. Ni en el pueblo de los Omelas ni en ningún otro sitio donde él hubiera dejado a un padre sin su hijo.
Deseó haber matado a Jungkook cuando pudo para quedarse con el corazón de flores y la vida eterna.
Pero deseó aún con más ahínco que Jungkook no se hubiera enamorado de Jimin…
Se odió por haber sido él quién lo trajo hasta el clan de los Omelas, se odió por no tener en claro lo que sentía por su amigo, se odió por haber quitado tantas vidas sin sentido… se odió tanto que pensó que lo mejor sería terminar con su patética existencia.
Enrolló su cabeza en el nudo de la soga que había sujetado de la rama del árbol y contó hasta tres antes de saltar y acabar con todo pero en lugar de sentir su cuello quebrarse tras el impacto, sintió que alguien por detrás de él lo sostuvo de la cintura, cortó la soga y lo estrechó contra sí.
—¿Qué haces Yoongi? ¿Estás loco, amigo?
—Jungkook…
Jungkook le sacó la soga del cuello y le friccionó la zona enrojecida.
—Dos Omegas muertos, Yoongi ¿Por ellos es esta soga?
—¿Cómo crees? No, no es por ellos, es por mí. No quiero seguir Jungkook, no puedo detenerme. Esta es la única forma.
—Claro que no es la única. Hay otras.
Miró a Jungkook con los ojos al borde del llanto.
—¿Y tú qué haces aquí? te ves espléndido, la inmoralidad te sienta bien, Jungkook —Ahí estaba el Yoongi sarcástico y cruel— ¿Ya te comiste al Omega?
Jungkook sonrió ladino frente a la frase que interpretó con doble sentido.
—Hice mucho más que eso, pero no como tú crees. Y no, no soy inmortal, ni lo seré. Marqué a Jimin, es mi Omega, es mi destinado.
Ahora sí Yoongi quería morir y que alguien lo sacara de ese sufrimiento. Acababa de perder para siempre a su amigo, a su única familia, por el que él tenía sentimientos confusos, no resueltos. Se sintió tan desdichado que no podía emitir ni un solo sonido.
Jungkook sintió esa angustia y lo abrazó.
—Yoo, Jimin nunca podría haber sido tuyo, no llores por él —Le dijo un JK tan alejado de lo que Yoongi realmente sentía— Además querías dañarlo…
—No lloro por él, Jungkook, no seas estúpido…
—¿Por qué lloras, entonces?
Jungkook temió haber metido el dedo en la llaga, algo en su interior le decía que estaba por enterarse de algo que no sabía si sería capaz de manejar.
—Voy a decirte algo y esta será la primera y última vez que tocaremos el tema.
Jungkook afirmó con su cabeza.
—Yo no sé qué siento por ti. A veces te odio, a veces te amo.
—Yo también.
—No, tú no me amas, pero no me interrumpas, déjame hablar. Siento muchos celos de que estés con Jimin, de qué te hayas enamorado y que eso nos separe.
—Yo igual iba a dejarte, Yoongi, no podía seguir avalando tus crímenes.
—Eres mi único amigo, Jungkook, mi única familia, y ahora me quedaré solo, enfurecido, aterrado y con la culpa de ser un monstruo.
—Yoongi…
—No puedo agradecerte que hoy me salvaras, Jungkook, realmente necesito salir de este cuerpo, tú mejor que nadie sabe por lo que he pasado. No doy más.
Se limpió las lágrimas, levantó la soga y la arrojó lo más lejos que pudo.
—No será hoy ese día… —emprendió retirada pero regresó— Cuida a Jimin, amigo, escuché de buena fuente que lo están buscando para cruzarlo con un Alfa .
—Ese eres tú, contigo quieren que se aparée.
—No, no soy yo. Tal vez yo haya sido su primera opción, pero llegó un tipo a Omelas, ese sí es un Alfa puro.
—No me importa, Jimin lleva mi marca.
—Mira amigo, yo sé que soy el hijo de puta más grande que existe y que a ojos de cualquiera, nadie es peor que yo —Jungkook lo escuchaba con un dejo de terror porque intuía que lo que yoongi iba a decir, era malo —pero jamás vi gente tan de mierda como esta manada.
Van a cazar a Jimin como si fuera un animal que les pertenece y lo harán tener cachorros con ese imbécil que ha llegado. Tú no cuentas para nada, Jungkook, ellos van a darte muerte…
—¿Cómo sabes tanto?
—Un Omelas enorme me lo contó orgulloso. El idiota se jactaba de que saldrían buscar a Jimin y a matarte a ti. En venganza, yo le maté los dos hijos.
Jungkook retrocedió alarmado.
—Huyan Jungkook, saca a Jimin de aquí.
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