14 | ¡Huye, Jimin!
Namjoon entró a su cuarto enardecido de rabia, iba dispuesto a darle un escarmiento a su desobediente hermano. Estaba furioso, la guardia le había informado que el Omega había llegado del exterior al amanecer, somnoliento y sin su collar.
¡Lo iba a escuchar!
Pero todo impulso quedó en la nada cuando no encontró a Jimin en la cama, su mente se había preparado para encontrarlo dormido después de andar de bandido toda la noche.
¡Quién sabe por dónde!
Pero cuando lo vio acuclillado sobre la cornisa del balcón haciendo un peligroso equilibrio, sintió pánico.
Le habló despacio para no asustarlo y evitar que perdiera el equilibrio.
—Jimin, hermano, baja de ahí.
El no respondió, miraba el horizonte con una mirada perdida, ausente.
Cuando estuvo suficientemente cerca, lo rodeó con los brazos y lo atrajo hacia él.
—¿Qué hacías allí, Jimin? Pudiste caer.
Si Nam supiera las ciento de veces que él se ha descolgado de ese balcón y volado hacia afuera con las mismas habilidades de un pájaro.
Sus pies aún tenían rastros de barro seco, su ropa sucia y el cabello con pasto seco, fuera donde fuera qué había estado, le había dejado huellas y necesitaba un baño urgente.
—Ve a darte un baño, después hablaremos.
Jimin seguía sin emitir sonido y sin ningún intento de hacer conexión con él.
—¿Jimin, qué te ocurre?
Descorrió la bata que llevaba con solo objetivo de observar su cuello y verificar que allí no había mordida alguna pero con gran angustia notó que su corazón púrpura ya no podía verse a través de su pecho translúcido. El brillo interior del Omega se había apagado de la noche a la mañana y era indispensable saber por qué.
Jimin no sobreviviría mucho tiempo más si su florido corazón no volvía a encender.
—¿Qué te pasó allí afuera hermano, por qué estás así? Por favor, hablemos, confía en mí…
—¿Revisaste mi cuello? —Fue lo primero que dijo después de tanto silencio.
Nam no sabía exactamente a qué se refería pero la realidad era que sí había visto su cuello con la intención de controlar que en él no había marcas por las que preocuparse. Contestó entonces con un sí.
—Fue lo primero que hiciste antes de saber siquiera si yo estaba bien. Te preocupa más una maldita marca en mi garganta que mi propia felicidad.
—¡Por supuesto que lo hice, saliste sin tu collar!
—Y regresé sin deseos de seguir vivo, Namjoon. No voy a seguir con esta vida de esclavo. No puedo más.
—Jimin, hermanito, yo te amo, pero bien sabes que esa no es tu decisión.
—Me amas pero no me respetas.
—¿Por qué estás juzgándome tan duro? ¿Qué pasó afuera?
—Me di cuenta que “esto que vivo”, no es vida, solo transito por ella como alma en pena, enjaulada y empobrecida.
—No es así…
—Sí lo es y tú eres parte de ese plan, Nam. Lo que sientes por mí no es amor, hermano. Tú eres servil al clan, solo deseas, al igual que ellos que yo les dé un cachorro fértil que los salve de la extinción.
Jimin y el lila apagado de sus ojos hablaban con tanta tristeza que Nam casi podía tocar el desconsuelo que se desprendía de su aura.
—¿Pero sabes qué es lo más triste de haber vivido esta vida de esclavitud? Qué eso nunca ocurrirá, Nam. Jamas les daré un cachorro, porque allí afuera no existe un Alfa que sea mi destinado.
—Eso no lo sabes, aún no ha llegado.
—Ya llegó, Nam, mi destinado llegó a mí. Mi lobo ya lo reconoció.
—¿De qué hablas?
—Ya lo conocí, sé quién es y lo amo.
—Pero… ¿Por qué lo cuentas con esa amargura, cuál es el problema, no es un Alfa puro?
—Puro sí es… pero no es Alfa. Es un Épsilon.
Nam se tapó la boca para reprimir el grito.
Jimin se sumergió en un llanto gutural que asustó a Nam y corrió a abrazarlo. Su pecho se tornó oscuro y ahora sí, el Alfa sintió miedo por su hermanito.
Entre llantos Jimin le contó todo, solo dejó de llorar y sonrió cuando pronunció el nombre de su Épsilon, Jeon Jungkook, y lo imaginó diciendo ... "Ese soy yo".
No guardó ni un solo detalle, incluido los crímenes a manos de Yoongi y la horripilante alianza entre ellos antes de los crímenes. Le contó todo, no se guardó nada y como un desgarrador vómito verbal ese relato sellaría un pacto entre hermanos que ambos se llevarían a la tumba. Nadie debía saber del Épsilon o la manada saldría a cazarlo para evitar que mordiera a su sagrado Omega.
Las puertas del cuarto se abrieron de golpe e ingresó el maquiavélico quinteto de sacerdotes más sagrados, esos que deciden sobre la vida y la muerte de cada miembro de la manada como si ellos fueran dioses con derecho a dictaminar sobre el destino de los lobos el Clan.
Ellos, desde que Jimin nació y vieron en su pecho transparente el latir de las flores, decidieron que el Omega les pertenecía.
Con ellos venía la comitiva de tres lobos sanadores que sin pedir permiso llegaron hasta el Omega y revisaron su tórax. La ausencia de brillo fue determinante.
El cuchicheo entre los cinco le hizo sentir pánico a Nam, él no lo sabía con certeza pero sospechaba que detrás de eso, algo malo vendría para su hermano.
Llamaron a Janna, a su hija y al séquito que desde un tiempo atrás, por orden de Namjoon, ya no sé ocupaba del aseo de Jimin.
—Preparen al Omega para la ceremonia de unión. Unten aceite para la ceremonia de apareamiento…
—¡Un momento! ¡Basta! —gritó Nam— ¿De qué están hablando?
—Los cinco sagrados hemos recibido las órdenes de la Diosa luna. Jimin debe ser entregado a su Alfa puro para salvar su corazón.
—¿Qué alfa?
—Min Yoongi es su Alfa. La luna lo ordenó.
—¿Ahora resulta que la luna les habla?
—Una palabra más, general Namjoon y será encarcelado.
Namjoon entendió que si no se serenaba no sería escuchado.
—Un momento por favor, necesito que me escuchen —tartamudeaba de los nervios— ustedes deben saber algo. Yoongi es el asesino de Omegas, él es quien ha estado cometiendo esos crímenes. No pueden enlazar a Jimin con ese monstruo.
—Eso no nos incumbe, General, está fuera de nuestro alcance. En este momento lo único que importa es que ese corazón violeta vuelva a brillar y solamente lo hará cuándo se enlace con su Alfa.
—¡Yoongi no es mi alfa! —gritó, Jimin, pero por supuesto fue ignorado.
Nam observó a Jimin e intuyó que iba a escapar a los saltos y por el balcón. Él lo tomó de la mano y la apretó fuerte intentando enviarle una señal de que no lo hiciera, de que esperara un poco más, él tenía algo que decirle cuando los cinco malditos se retiraran.
—Como ustedes ordenen, padres —Nam hizo una reverencia de noventa grados— Jimin estará listo en unas horas.
Cuando ellos quedaron solos, Namjoon lo abrazó tan fuerte que Jimin pudo sentir el latido embravecido del corazón de su hermano.
—Vete Jimin, corre lo más rápido que puedas, busca a Jungkook, vete con él.
Por primera vez en su vida, Jimin tuvo una esperanza. Contaba ahora con la aprobación de su hermano y eso era demasiado importante para él, ahora podía visualizar un futuro con un Épsilon.
Aquel funesto estigma que había signado toda su existencia de que solo podía unirse con un Alfa, se levantó de su cuello y desapareció para dar paso a la hermosa ilusión de un futuro distinto.
Nam le alcanzó ropa, sus botas y su collar.
—No salgas sin él, es importante, solo tu Épsilon puede marcarte. Corre al establo, busca a Pecosa, huye hermanito. Yo intentaré detener a estos imbéciles.
Tras un último abrazo con su hermano, Jimin saltó a la cornisa y voló, desplegó sus brazos como alas y se deslizó cuál gacela por los campos.
En la carrera observó que en su pecho, su corazón púrpura latía más desbocado que él.
Volvería a ver a Jungkook, a su amado, amado Épsilon.
Ahhhh, chillo....
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