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13 | La Verdad Revelada


—Hazme el amor.

—Jimin…

Jimin se quitó toda la ropa y quedó desnudo, igual que él, lo abrazó por la cintura y besó sus tetillas. Escuchó a Jungkook maldecir, sus gemidos daban cuenta de que estaba gozando con lo que le hacía con su lengua pero el Épsilon ni siquiera lo tocaba.
Se comió esos pezones como quiso y se deleitó entre sus pectorales marcados, el olor de su macho comenzaba a embriagarlo y desear que Jungkook bajara las barreras que se había auto impuesto y lo sometiera a sus más bajos instintos.
Dejó un sendero de baba desde el pecho al ombligo y cuando quiso bajar más, JK se lo impidió.

—Jungkook, tócame, no soy de cristal, no voy a romperme.

Jimin se tocó, llevó a su boca su mano húmeda de lubricante omega que olía a flores y sabía a inmoralidad y chupó su secreción con descaro.

Jungkook le comió la boca, se frotó contra su cuerpo, sus manos se fueron directo a sus piernas y abrió sus carnes para meter sus dedos en la entrada lubricada de Jimin.

—Estás mojado, bebé.

Se llevó las manos húmedas a la boca y se comió el flujo del Omega como si fuera manjar de dioses. Lo recostó sobre la hierba, abrió sus piernas y se quedó mirándolo. Amaba lo que veía, Jimin desnudo, rodillas abiertas, mojado y entregado a él era demasiado para su pobre corazón de lobo solitario.

Le habló sucio, le mordió la mandíbula y metió su lengua por todos los resquicios que quiso, él quería que su amor se sintiera bien en su primera vez, pero le estaba costando dominar a su potro salvaje que quería montarlo como un animal y partirlo en dos…
De algún lado sacó voluntad e introdujo solo el pulgar y sintió su entrada palpitar ansiosa.

—Puta madre, qué delicia eres.

—Entra en mí…

Casi a punto de perder la cordura y romperlo en mil metiéndose en su cuerpo sin piedad, Jimin jadeó la única palabra capaz de romper el hechizo.

—Alfa…

Todo, todo se volvió oscuro y su olor cambió, se separó de Jimin y le dio gracias a la luna no haber sido tan estúpido como para quitarle la virginidad al Omega sagrado.
Ahora sí que Jimin creyó que esto se trataba de una broma del destino.
¿La vida lo odiaba al punto de ni siquiera poder coger en paz…?

—¿Jungkook, qué pasó? ¿Qué hice? ¿Qué dije?

—Tú no hiciste nada, Jimin, tú eres perfecto.

—No me trates como una cosa frágil, Jungkook, no lo soy, ¿por qué cortaste todo así? Te… te… —tartamudeó— ¿te di asco?

—No, mi amor… ¿qué dices..?

—¿Entonces qué pasó?

—No puedo, Jimin, no puedo hacerte esto, te amo, no te lo mereces.

—¿Hacerme qué?

—No puedo quitarte tu virtud, no quiero quitarte tu virginidad sin que sepas todo sobre mí.

La última frase la arrastró porque a esa altura, él lloraba como un niño.
Jimin se sentó a su lado e intentó abrazarlo

—Jimin, no soy quién crees.

—¿No eres Jeon Jungkook?

Jungkook sonrió sin ganas... qué hermosa e inocente era esta criatura.

—Ese soy yo… —Los dos sonrieron una mueca de angustia.

—No soy el Alfa que estás esperando, Jimin, ni siquiera soy un Alfa.

—¿Qué dices? No es verdad.

—Sí lo es…

—Pero, pero, yo siento cosas —llevó sus manos de cachorro a su pecho— este corazón púrpura que ha sido mi carcelero y mi condena desde el día que abrí los ojos a este puto mundo, él me dice que eres tú…

Jungkook quería abrazarlo y que su dolor se lo pasara todo a él. No entendía cómo el maldito destino había hecho que ellos se enamoraran si no iba a permitirles estar juntos.

—¿Tu olor no es de Alfa?

—No, Jimin.

—¿Qué eres? —hipó.

—Soy un Épsilon.

—No es posible, los Épsilon se extinguieron hace décadas.

—Dos, para ser exactos, mi edad, Jimin, soy el último Épsilon de la manada de las Runas Azules.

Jimin negaba con la cabeza y los ojos encendidos en llanto. Se arrodillo a su lado a buscar la marca de sangre detrás de las orejas, corrió los cabellos negros y la maldita oscuridad nocturna no le dejó distinguir bien, pero él palpó una cicatriz. Igual que la suya, que la de Nam y que la de todos los puros.

—Tienes una marca de sangre…

—Soy puro, Jimin. Soy un Épsilon puro de la más noble estirpe, pero no soy un Alfa, amor, no soy lo que tu corazón púrpura necesita para preservar tu manada.
Tú corazón, es mi maldición

—¿Qué quieres decir?

Durante un largo rato, Jimin escuchó sin poder creer que Jungkook había hecho su primer contacto con él con la firme intención o con las horribles intenciones de seducirlo para comer su corazón y cumplir con aquella promesa que hizo a su padre en su lecho de muerte… no lo podía creer simple y llanamente era demasiado para entenderlo, comprenderlo y aceptarlo.
Demasiado.
Iba a estallarle la cabeza.

—No puede ser… —Lloraba— Me quiero morir.

—No digas eso… por favor.

Jungkook lo acunó en su pecho tratando de darle consuelo con su olor a brisa marina, celeste, calma y lo logró, cuando pudo tranquilizarse un poco, Jimin secó sus mocos con la manga de la camiseta de Jungkook con la que JK durmió abrazado el resto de los días como si fuera su mayor tesoro.

—Gracias.

—¿De qué?

—Por contarme la verdad. Por detenerte y no... Ya sabes... No llevarte mi estúpida virtud.

—Todavía no sabes todo..

—Por los Dioses... ¿Hay más?

—Sí. Y es algo que creo que no vas a perdonarlo y voy a entender si quieres que me marche para siempre…

—Entonces no lo digas, no quiero saber, ya basta…

Se levantó e intentó irse pero JK lo sentó de nuevo trayéndolo de la muñeca a su regazo.

—Jimin, si crees que nuestro amor vale la pena, tienes que saber todo de mí…
¿Crees que vale la pena?

—Sí.

Jungkook no escatimó en detalles al contarle que él y Yoongi eran culpables de los asesinatos de los Omegas. Si bien él nunca lastimó a nadie, sí fue parte del ritual de seducirlos y tener relaciones antes de que Yoongi terminara con sus vidas.

Listo, ahora sí estaba todo dicho, estaban todas las cartas sobre la mesa.
Reinaba el más profundo de los silencios.
Jungkook comenzó a vestirlo y el Omega se dejó porque había perdido toda las fuerzas, se sentía una muñeca de trapo ultrajada por los cielos, como si su alma hubiera sido arrancada de su cuerpo, dejándolo vacío y desolado.
Él había soportado de todo en esta vida, encierros, vejaciones, humillaciones, jaulas, cadenas, collares…  tan solo porque el sector selecto del clan, lo había condenado a ser el responsable de salvar la trascendencia de la manada a costa de su sufrimiento.

Él no tenía herramientas emocionales para soportar lo que Jungkook le había confesado. No entendía nada, cada palabra había aplastado su espíritu salvaje y le había pisoteado el alma.  Quiso morir, sintió su corazón de flores sangrar gota a gota, herido, lastimado.

Hacía frío, en cualquier momento iba a amanecer, Jimin debía regresar y meterse en su claustro antes de que las primeras luces del alba delataran su ausencia.

Jungkook lo llevó en andas y lo dejó a metros del muro que Jimin conquistaba con un par de saltos. Pero hoy no tenía ni ánimo ni fuerza para trepar ni saltar, sencillamente caminó hasta las puertas de la abadía, las golpeó con los puños cerrados y esperó a que la guardia le abriera.

Volteó a ver al Épsilon, cerró los ojos y le sonrió triste. Jungkook supo que Jimin se estaba despidiendo.

Las puertas se abrieron, él entró y le importó muy poco lo que sucediera después. Esperaría los gritos y el sermón de su hermano y se echaría a dormir por lo que le restaba de vida…

Hola... Otro capítulo porque la historia me pica en las manos y no puedo dejar de escribir.

Por fin están las cosas dichas. Por fin ya no hay mentiras ni secretos que aunque duelan es preferible saberlos.

Confieso haber llorado mientras escribía.

Es tiempo que se definan las cosas y que el pobre Omega tenga un poco de paz...

Se acerca el final...

Lola Caracola



 

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