12 | Confío en ti
La noche cayó cerrada, Jungkook escuchó que el Omega llegaba saltando, corriendo, esquivando malezas y pedregales, la imagen que estaba viendo no se parecía en nada al chico t
riste que había visto en la jaula, este era un Jimin alado, ante cada salto parecía suspenderse en el aire y descender como si no tuviera peso.
Lo vio dar un salto perfecto hasta el altar de sacrificios y sintió un escalofrío de pensar que esa era la piedra donde Yoongi pensaba marcarlo y quién sabe qué otras cosas horribles le habría hecho si él no lo hubiera seguido y después ahuyentado.
Jimin en cuclillas sobre el altar gozaba de una vista privilegiada de todo a su alrededor girando sobre sus pies y observando cada rincón circundante. Estaba buscando a Yoongi.
El Épsilon lo vio abrir y cerrar las fosas nasales de su pequeña nariz en búsqueda de algún olor que le diera indicios para establecer dónde se encontraba el Alfa, y aunque él se hubiera escondido en la complicidad de las sombras sus ojos rojos lo delataron.
—Sal de ahí, Yoongi, ya te vi.
Escuchar ese nombre en la boca que desea fue alarmante. Y allí habían llegado de nuevo los celos ¡otra vez esa maldita emoción! ya se le estaba haciendo carne, todo el día los había sentido y no era nada agradable.
Salió de la penumbra, caminó directo hacia él, apoyó sus dos manos sobre la piedra de sacrificios y Jimin aún en cuclillas quedó entre medio de sus dos brazos. Jungkook se acercó demasiado a su rostro, Jimin se mantuvo quieto, mirando su boca. Ese simple acto por parte del Omega, desestabilizaba de tal manera a Jungkook que hasta su respiración se volvía arrítmica.
—Jungkook —sonrió tímido.
—Ese soy yo…
Jimin empezaba a amar que él le contestara con esas obviedades, le hacían tener ganas de besarlo cuando lo hacía. En realidad no necesitaba que él hiciera nada para tener ganas de besarlo, siempre tenía ganas.
Volvió sus ojos a los labios del lobo y relamió los propios.
Jungkook acercó su rostro un poco más.
—¿Esperabas a otro?
—Sí, claro, estoy aquí para cumplir su demanda de mierda…
—Te amenazó.
—Por supuesto si no no estaría aquí…
—¿Dónde estarías, Jimin?
—Lejos de aquí, exactamente del lado opuesto a este páramo, buscando al dueño de mi primer beso.
Jimin se sentó y quedó con el cuerpo de su Alfa entre las piernas.
Jungkook se acercó aún más, él rozaba sus labios con su boca, Jimin intentó besarlo y él retiró su cara hacia atrás, y regresó a rozar sus labios de damascos maduros, pero no lo besó.
Jimin entendió el juego. A la tercera vez que Jungkook se hizo para atrás y regresó para rozar su boca, Jimin dio vuelta la cara evitado sus labios, la afrenta pareció enloquecer de deseo a Jungkook que tomó su rostro con la mano de tintas, lo giró al frente para que lo mirara y lo besó profundo y con hambre.
¡Qué deleite, qué manjar de boca!
Estaba loco por el Omega, por su sabor, por su aroma.
Jimin se dejó besar, se dejó mimar, ante cada beso él caía y caía cada vez más a sus pies.
Jungkook abrazó su cintura y lo atrajo más a su cuerpo, Jimin abrió más las piernas y sintió por primera vez en su vida, la exquisitez de frotarse contra la erección de otro hombre. Movió sus caderas por instinto, no sabía nada de las artes amatorias, no sabía si estaba bien o no lo que hacía pero su pelvis parecía estar gozando de lo que sucedía allí abajo y se dejó llevar.
Jungkook ardía, sabía que Jimin era todo lo que él quería en este mundo, esto que él estaba sintiendo ahora mismo no lo había sentido jamás en su vida, su lobo le confirmaba cada segundo que Jimin era su elegido.
Los jadeos del omega eran música para sus oídos, acarició la erección del chico por encima de su ropa y cuando Jimin gimió como un bebé él supo que estaba enamorado, retiró su rostro para observarlo, quería que sus pupilas se llenaran de su belleza blanca y etérea. Jimin también lo miró, sus miradas se conectaron, ellos se decían las más sagradas obscenidades con los ojos.
—Jimin, Jimin, me encantas, me voy a morir.
Acercó su cabeza al cuello y lo respiró, lamió y …
... Se separó de golpe y cortó todo lo que hacían…
—¿Jungkook, qué pasa?
—Tu collar.
Jimin manoteó sus cuello y se dió cuenta que había olvidado colocarse el collar antimordidas.
Jungkook no podía frenar lo que sentía, sus ojos se oscurecieron.
—Viniste a ver a Yoongi sin tu collar…
No era una pregunta, él lo estaba afirmando.
—¡Contesta! ¿Viniste sin tu puto collar a ver a ese Alfa?
Toda magia, toda sensualidad se acababa de ir a la basura. JK caminaba en círculos sin dejar de mirarlo de manera acusadora, con furia, los celos iban a matarlo. Sus feromonas cambiaron tan drásticamente que Jimin se asustó.
—Me olvidé, ya te dije que me olvidé.
—¿Quería que él te marcara? ¿Eso querías Jimin?
—¡No! Y deja de gritarme que no me gusta.
Jungkook lo tomó del cuello y hundió su nariz allí, en ese espacio prohibido respiró profundo y se separó en el acto. Ese era el cuello que él amaba, la garganta que quería marcar con un mordisco brutal y eterno. Pero no de esa manera, no por un descuido. Jimin no había llevado su collar sabiendo que se vería con un Alfa peligroso y eso lo volvió loco, los celos lo enceguecieron.
—Vete de aquí, Jimin.
—Jungkook, yo…
—Vete. Si tanto quieres estar con él, le diré que aquí puede encontrar a un Omega con su cuello disponible.
—Eres tan cruel…
—¡Dije que te fueras!
El Omega bajó de la piedra y se fue llorando. Una vez más, Jimin lloraba después de un encuentro con Jungkook.
No lo podía creer.
Comenzó a correr y a deslizarse entre las piedras con un llanto desesperanzado sin notar que Jungkook venía tras de él.
Jungkook cambió de forma porque era la única forma de alcanzar al Omega veloz.
Su lobo negro saltó y quedó delante de Jimin que respiraba agitado tras la carrera y asombrado frente a esa bestia enorme, era la segunda vez que veía a JK en su forma animal y lejos de sentir miedo se preparó para un enfrentamiento porque pensó que el lobo quería lastimarlo. A punto de cambiar él también para darle pelea, Jungkook volvió a cambiar, se acercó a él y acarició su rostro para limpiar sus lágrimas, lo atrajo a su torso desnudo y lo abrazó.
—Perdóname, Jimin, no te vayas.
Jimin abrazó su cuerpo desnudo y lloró.
—No quiero que otro me marque, cometí un error, soy un idiota
—Shhh, no, no, no te llames así. No eres idiota, pero esto —Tocó su cuello— esto es mío, Jimin, ¿si tú no lo cuidas, quién lo hará?
—Es tuyo —susurró Jimin— siempre supe que tú eres yo.
—Entonces júrame que nunca más saldrás sin tu collar.
—Lo juro. Pero cuando esté contigo, ya no lo llevaré.
Medialunó* sus ojitos.
—No, conmigo también lo llevarás. El día que yo te quite esa mierda del cuello, será porque, los dos, ante la luna haremos la promesa más sagrada de unirnos para siempre.
El beso fue el beso con amor más hermoso que hayan dado cualquiera de ellos dos. El corazón violeta de Jimin latió con fuerza y el olor a flores envolvió a los lobos en esa noche única y mágica de confesiones.
—Jimin, creo que…
—¿Qué crees?
—Que estoy enamorado de ti.
Jimin besó sus manos y se acarició su cara con ellas.
—Vamos, mi lobito blanco, te llevaré a tu casa.
—No quiero ir a casa, hazme el amor.
—Jimin, no, no tienes tu collar.
—¿No puedes controlarte?
—No sé si podré controlarme, no soy un lobo común, Jimin, yo soy un Éps--s
No lo dejó terminar lo que quería confesarle, se quitó la ropa y Jungkook acaricio el corazón violeta en su pecho blanco, Jimin guió esas manos a sus labios y como aquel primer encuentro entre ellos, se metió los dedos tatuados en la boca y los mamó.
—Confío en ti, hazme el amor… mi amor.
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