Capítulo 05
El tiempo se congeló al escuchar de sus labios pronunciar mi nombre. Su voz nombrándome, su tibio aliento en aquel susurro hacia que mi muerto corazón reviviera cálidamente. Tenía tantas ganas de decirle que era yo... Su amado de tiempo pasado. Su alma, su destino. Que nos conocimos hace más de un siglo y que nos conocemos mejor de lo que nadie podía llegar a conocer a alguien.
Yo, amor soy yo. Yo soy ese al que nombras y haz olvidado.
Miré su rostro y luego a, Hyuna. Sabía que podría llegar a escucharme y por eso deseché mi pensamiento. Sonreí en cambio e intenté dejar el tema sin importancia.
— Yoon, ella es, Hyuna. —me levanté para presentarla. Ella también lo hizo coquetamente. Pero para ese instante ya no me preocupaba. Era cosa de vampiros exudar esa aura. Además sabía que no se metería con mi... "Presa".
— Mucho gusto. Min YoonGi. —dijo amable.
— Es un placer, YoonGi. —respondió. Ella nos miró y a mi me guiñó el ojo discretamente. — Bueno, no los distraigo. Nos vemos luego cariño. —ella acarició mi mejilla y mi hombro antes de retirarse.
— Perece que soy un maldito suertudo. —murmuró atrayendo mi atención.
— ¿Por qué?
— Porque tendré que cuidarte si no quiero que te roben. —dijo con una sonrisa ladina.
No mentiré, tuve que morder fuerte mi lengua para no reír y contener mi emoción de adolescente ante sus declaraciones. Me hacia inmensamente feliz saber que podría llegar a sentir sus antiguos celos hacia mi. Llevé mis brazos alrededor de su cuello y él me rodeó la cintura.
— Yo debería cuidarte. Aquellas omegas de la esquina no han dejado de verte desde que llegamos. —hice un gesto con mis ojos. Para que las viera. — Son bellas. Yo podría temer que me dejaras. —le expresé. Él las miró un segundo y asintió.
— Tienes razón, son muy bellas... Quizás... —dijo sarcástico, aún así me molesto.
— ¡Oye! —le volteé el rostro para que me mirara. Fruncí el ceño ante la posibilidad. Él rió con humor. Y me apretó con más fuerza cuando intenté zafarme de sus brazos.
— Sólo jugaba. No era en serio. —dijo. Giré para seguir fingiendo indignación y me crucé de brazos. El me apretó contra su pecho y recargó su cabeza en mi hombro. — ¿Ésta celoso mi chico malcriado? —susurró trayéndome recuerdos. Su chico malcriado.
— Mejor vamos a bailar. —propuse. Tomando sus manos entrelazadas en mi vientre y halándolo hasta las escaleras.
Bajamos a la primera planta, caminando entre las personas y sus roces al bailar. La pista estaba casi llena y las luces intermitentes daban un halo de intimidad, a pesar de haber tantos extraños a nuestro alrededor. Llegamos a un pequeño espacio entre el tumulto, disfrutando de la cercanía y suavidad de la melodía al ritmo de I feel it coming de The weeknd. Por algún motivo se sentía como si sólo estuviéramos los dos y mi cuerpo se dejo llevar. Sus manos se enredaron a mi cintura y pegué mi espalda a su pecho moviéndome lento. Sentí un escalofrío cuando su nariz se paseó por mi cuello embebiéndose de mi aroma. Eché la cabeza a un lado en rendición, para dejarlo besarme. Mis caderas se movieron con delicadeza, restregándome suavemente contra las suyas, con el lento vaivén de la música.
Se sentía tan bien, tan íntimo. Era como si mi dormido instinto, mi animal interno despertara de su largo sueño y de pronto quisiera tomar el control, seducir a mi alfa. Ofrecerme a él, danzar para él. Jamás había disfrutado tanto bailar, ni siquiera cuando estaba vivo. Pero esto era diferente, deseaba hacerlo. Intensamente. Como parte del acto, como una presentación. Un cortejo. Su mano tibia se coló por mi camisa, acariciando mi piel, tentándome, mientras sus labios, su aliento, y su nariz viajaban esparciendo caricias y besos por mi cuello, mi nuca y el lóbulo de mi oreja. La sensualidad de su gentileza me hacia arder. Moví mi cadera contra su creciente erección, podía sentirla rozando mi trasero y mi excitación era alimentada. Una de sus grandes manos bajo por mi muslo, masajeando sobre la tela, haciéndome sentir un mar sensaciones. Distrayéndome de su otra mano que subía por debajo de mi brazo hasta alcanzar mi barbilla y acariciar mis labios con su pulgar.
La atmósfera comenzó a subir de temperatura obligándome a abrir los ojos. Podía escuchar el latido fuerte de su corazón, como adrenalina tronando por su sistema nervioso y sus deliciosas feromonas envolviéndome, los signos de su celo volvían a hacerse presentes y amenazaban con hacerme enloquecer como esta mañana. Era imposible no notarlo. Su cuerpo comenzó a ponerse caliente mientras se restregaba contra mí. Nuestra danza era mutua ahora. No me importó estar en público, todos allí estaban en sus asuntos muy parecidos a los nuestros con candentes movimientos y devorándose las bocas. Una erótica escena sin duda. Giré en torno a sus brazos y enrosqué los míos alrededor de su cuello antes de besarlo. Sus manos bajaron hasta mi trasero y acariciaron suavemente, mientras su lengua invadía y saqueaba mi boca con desesperación. Sabía que necesitaba respirar así que tomé distancia con una sonrisa. Amaba tanto estar así. Sólo nosotros dos. Amaba despertar su deseo, pero sobretodo, amaba ver su hermosa sonrisa sólo para mi. Un simple baile era una experiencia adictiva y satisfactoria. Como lo era todo. Sonrió antes de soltarme un poco y seguir bailando tranquilamente mientras la música terminaba.
Mi felicidad se vio mosqueada cuando sentí otra mano tocarme y un tipo se restregó contra mi cuerpo. Me alejé frunciendo el ceño y YoonGi se tensó visiblemente.
— Sigue bailando precioso... —habló el tipo mordiéndose los labios y observándome como si me desnudara con la mirada. Estaba ebrio hasta la médula. Incluso su sangre apestaba a alcohol. Era asqueroso.
— ¡¿Qué mierda te pasa imbécil?! —YoonGi intentó enfrentarse a él pero me atravesé y lo detuve.
— Ignoralo. Está ebrio. —le dije.
— Ebrio de tu sexy aroma bebé... Mueve ese trasero para mi... ¿O qué? ¿Te sientes muy importante? Chiquillo alborotador... —hipó y barrió las palabras al hablar. El tipo intentó sujetarme de la cintura. YoonGi me hizo a un lado y le propinó un golpe a la boca.
— ¡SI LO VUELVES A TOCAR TE JURO QUE TE MATO! —gritó.
Ni siquiera yo entendí de donde salió eso. Hace sólo un minuto estaba tranquilo, y ahora su presión estaba elevada. Su respiración era acelerada y las venas de su cuello estaba saltadas mientras señalaba el idiota ebrio tirado en el suelo. Lo admito, me sorprendió y me excitó al mismo tiempo. Puse mis manos sobre sus hombros para tratar de calmarlo. De un momento a otro la música había terminado y muchos nos miraban por el escándalo.
— Yoon... Dejalo. Vamos a otro lado. —le pedí.
Él tipo estaba sangrando de la boca. No quería que nos arruinara la noche y nos sacaran del lugar. Unos tipos le ayudaron a levantarse y lo que más temía era que quisieran lastimarlo. Mis alarmas se encendieron cuando el tipo intentó acercarse de nuevo con la intención de devolverle el golpe. Sin embargo nunca imaginé que, Hyuna apareciera frente a él.
— ¿A caso no entiendes cuando te dicen que no, maldito cerdo? —espetó furibunda, empujándolo tan fuerte que volvió a perder el equilibrio y cayó. Su aura era realmente sombría y temible. Incluso para mi. — ¡Largo! —le gritó. Tanto él como sus patéticos amigos se perdieron entre la gente. Me sentí un idiota por no poder reaccionar debidamente. Hyuna se acerco a nosotros con una sonrisa. — ¿Están bien? —nos preguntó.
— Si, gracias. —susurré. Ella sonrió.
— Lo que sea por ti, pastelito. No se metan en problemas, ¿quieren? —ella se despidió y me dio la impresión de que no la volvería a ver en algún tiempo.
Aún no tenía en claro que era lo que realmente buscaba, Hyuna. Me quedaba claro que no tardaría en averiguarlo. No tengo idea para que le serviría encontrarme. En todo este tiempo ni siquiera me había interesado saber si había más de nosotros. Quizá debería pedirle algo de asesoría a, Mingyu. Él seguro sabe todo de todos. No quise seguir más en aquel bar. Así que le propuse irnos.
...
Afuera del lugar las calles se habían vuelto frías y solitarias. El camino al hotel fue lleno de besos y manos sueltas. Me recordaba aquella vez del festival, escapandonos de la gente para cometer una y mil indiscreciones. Me pegó a la pared de ladrillo y besó mis labios con pasión, era insaciable, y eso me encantaba. Deseaba que nunca tuviera suficiente de mi. No hasta que pudiera recordar quien era yo, si para eso teníamos follar como conejos, no le ponía el menor pretexto. Mordí por milésima vez su deliciosa boca. De fondo, sólo se escuchaba el canto de los grillos, algo poco común de la ciudad. Cuando nos separamos, algo sucedió. No sé explicarlo, tal vez él también lo sintió y por eso nos quedamos allí abrazados a mitad del callejón. Sus ojos oscuros y profundos me examinaron detenidamente bajo la tenue luz de la farola en la esquina. Sus manos subieron hasta mi cabeza, movió gentilmente el cabello de mi frente, llevándolo hacia atrás para poder verme mejor. Su expresión era seria a pesar de que hace un rato reía gracias al vodka. Su mano libre delineó rostro, su dedo índice se paseó por el puente de mi nariz, y poco después mis labios. No entendía por que me miraba de aquella forma, pero era asombroso.
— ¿Qué es? —pregunté en un susurro.
— No lo sé... —expresó sinceramente. Parecía contrariando. — Siento, que no eres real, que si te suelto, te irás de mis manos. —musitó, acariciándome la mejilla. Su mirada se llenó de dulzura y mi corazón volvió a latir. — Siento que te he perdido antes, y no quiero volverlo a hacer. —confesó. Mis ojos cristalizaron.
— Un deja vu quizás.
— Quizás.
Incliné mi cabeza hacia la palma de su mano disfrutando de su caricia, hasta que un ruido me alertó.
Pasos.
Pasos acercándose, puse atención y reconocí tres pulsos diferentes. Mierda.
— ¿Estás bien? —indagó al notar mi reticencia. Parpadee y lo miré.
— Debemos irnos. —le indiqué. Tomé su mano y jale de él.
Pero era demasiado tarde. El mismo tipo de antes y su par de idiotas venían con él.
— ¿Se van tan pronto? Pero si mis amigos y yo queríamos unirnos. —dijo, haciendo un puchero falso y desagradable. — Hey tú... —movió su cabeza en dirección a, YoonGi. — ¿Por que no nos compartes ese lindo chico. Se ve que esta deseoso. Entre los cuatro podríamos satisfacerlo, ¿que dices, eh? Si resentimientos por lo de hace rato. —dijo, avanzando hacia nosotros. Su boca aún lucía hinchada, pero ahora no solo era el alcohol lo que corría por sus venas.
— Qué te parece si mejor te largas. —espetó, YoonGi petulante. Él tipo sonrió burlón.
— ¿Quieres probar tu suerte? —farfulló, él y su par de amigos nos rodearon, sacando navajas de sus bolsillos. Pude sentir como el miedo se coló en el sistema de YoonGi, no por si mismo, sino por mi. Me mantuvo atrás en todo momento si dudarlo.
Si las cosas se salían de control, temía perder los estribos y que mi segunda naturaleza saliera frente a él. YoonGi me sostuvo de la mano he intentamos huir, pero otro de ellos nos tapó el camino.
— ¿Por qué la prisa? —masculló. Apuntando con su navaja como si se tratara de tan solo rebaño perdido.
— Las cosas serán así. —dijo el primero. Acercándose. Sus movimientos ya no eran tan torpes como hace unas horas. — No quedamos con esta lindura y te dejamos irte.
El tercer sujeto me jaló del brazo en un rápido movimiento, alejándome.
— ¡Dejenlo! —gritó, YoonGi. Sin embargo, antes de poder hacer algo, el otro sujeto lo tomó por la espalda y su brazo lo inmovilizó, poniendo su navaja a la altura de su cintura mientras que el primero se acercará a golpearlo.
— ¡No! —grité. Salí del agarré del tipo pero no logre evitar que ese desgraciado lo noqueara. ¡Ese estúpido lo pagaría caro!
Ardí en furia y salté encima de ese bastardo por la espalda.
— ¡SUELTAME! ¡BAJATE! —gritó. Tratando de quitarme. Enterré sin remordimiento alguno mis colmillos en su yugular.
Inmediatamente una sensación eufórica me llenó el cuerpo al beber de su sangre. Era tan distinta a la de animal. Tan ligera y tibia. Para nada espesa. Mi sistema entró en frenesí y no pude detenerme. Seguí bebiendo hasta dejarlo casi vacío en unos segundos. Los otros dos intentaron hacerme soltarlo y pude sentir como uno de ellos se atrevió a incrustrarme la navaja en cintura. Desencajé mis colmillos del cuerpo y le miré tal cual una insignificante presa. Esta asombrado por como el artefacto seguía clavado en mi sin afectarme, se dejó caer al suelo, alejándose perplejo. Se arrastró retrocediendo con ayuda de sus manos por la acera mientras me acercaba. Él otro tipo salió corriendo tras el alboroto.
Miré mi reflejo en el cristal de un auto estacionado a un lado, y no pude creer lo que vi. Mis ojos estaba blancos, con apenas un pequeñisimo punto negro en el centro y manchas oscuras alrededor. Mis colmillos estaban tan grandes que impedían que cerrase bien la boca. Fue un impactante verme de esa manera. Jamás había cedido a tal nivel de inconsciencia. Mis labios estaban manchados por la sangre de aquel hombre. No... Yo no quería hacerlo. Mis manos temblaron mientras intentaba limpiarme. Lo maté...
Me dejé caer de rodillas frente al rostro horrorizado del otro tipo.
— ¡No me mates por favor! ¡Por favor! —gritó histérico.
— ¡LARGO!
No sabía que hacer. El tipo se levantó a trompicones mientras huía de mí. En todo este tiempo, mis instintos habían estado bajo control, jamás había atacado a alguien, sin importar lo intensa que pudiera ser la tentación. ¿Por que ahora?
— ¿Jihoon? —le escuché hablar a mis espaldas. Traté de tranquilizarme. YoonGi no debía verme así... No podía enterarse así... Todavía no. — ¿Qué... Qué pasó? —su voz se llenó de sorpresa.
No quise voltear, mis colmillos aún no se iban y mi vista era la de un depredador. Me sentía tan culpable. Seguro ya había visto el cuerpo de ese tipo. Lo escuché jadear de dolor al levantarse.
— ¡Jihoon! —gritó, el corrió hacia mi.
— ¡No te acerques! —gruñi. Puse todo mi esfuerzo por cambiar. No quería atacarlo a él también si se acercaba ahora.
— ¿Que no me acerque? ¡Estas herido! —escandalizó, agachándose hacia mi. No me di cuenta que tenía la navaja incrustada todavía a un costado del abdomen. Mi ser regresó a la normalidad justo antes de que su mano alcanzara mi hombro. — Debo llevarte a un hospital... Tranquilo... Vas a estar bien... —comenzó a decir. Estaba nervioso y preocupado.
— Yoon...
— No digas nada, no te muevas...
— YoonGi estoy bien, calma. —trate tranquilizarlo. Tomé el mango de la navaja con la intención de retirarla, pero él entró en pánico.
— ¡Qué haces! ¡No, no! ¡Tendrás una hemorragia! ¡Dios! —me regañó. Era tan dulce. Decidí dejarla para no darle un infarto.
— Estoy bien, apenas lo siento. Por favor, no te preocupes. —le dije.
No quería hacerlo, pero estaba tan ansioso que temía lo peor. Puse mi mano en su rostro y miré sus ojos directamente para obligarlo a tomarlo con calma con mi poder. Solo así pudo olvidar sus ansías de llevarme a un hospital.
— Iremos al hotel a descansar, ¿bien? Solo fue un rasguño. —le mentí. Saqué la navaja mientras estaba en su letargo. Miré hacia el cuerpo de aquel tipo. No era más que un cascarón hueco. No podía dejar que YoonGi recordara esto, debía omitir algunas cosas. — Nos asaltaron, quisieron robarnos y me hirieron antes de huir. Pero fue pequeño, estaré bien.
No me agradaba mentirle, pero tal vez era lo mejor. Nos levantamos de allí y fuimos hasta el hotel en el que pasaríamos la noche, el cerebro de YoonGi debía descansar de su reciente lavado y yo necesitaba respuestas rápidas. No entendía lo que me había pasado, no entendía por que esa chica me buscaba. Después de veintidós años de tranquilidad y espera, lo único que quería era disfrutar nuestro tiempo de nuevo juntos. ¿Era mucho pedir?
Luego de hospedarnos y dejar que cuidara de sus golpes, por fin cayó dormido. Tomé mi teléfono, y salí al balcón para no despertarlo. Apenas pude, marqué de inmediato a la única persona que podría ayudarme.
— ¿Si?
— ¿Mingyu?
— ¿Jimin? ... —su voz sonaba como si estuviese durmiendo.
— Lo lamento, ¿te desperté?
— Eh... Si. Pero no importa, ¿en que puedo ayudarte? ¿Jungkook te dijo que me llamaras?
— Oh... Si, si lo hizo, pero creo que lo olvidé, lo siento. Yo, quería saber algo antes, si no te molesta.
— Adelante.
— ... Ah... —no sabia por donde comenzar. Suspire. — Gyu... ¿Es normal sentirme tan mal?
— No comprendo...
— Es... Maté a alguien, Gyu. Yo... No sé que me pasó, no pude detenerme, no, no pude hacerlo... —balbuceé.
— Tranquilo. Ya entiendo. Mira, calma. Es normal. Debes pensar en esto, como una rehabilitación. Es normal que en ocasiones haya recaídas, como cualquier adicto. —él suspiró antes de continuar. — Has reprimido el instinto durante mucho y tarde o temprano iba a surgir. Deberías haber hecho lo que te dije. —me reprendió levemente.
En algún momento él me había comentado la idea de probar con otras alternativas. Que podía conseguirme algo de sangre directamente de los bancos, y no desde sus cuerpos. La idea simple y sencillamente no estaba a discusión, a pesar de saber que sería débil en comparación con otros. No me importaba ser fuerte, sólo quería sobrevivir para esperarlo y por eso mismo me propuse no atacar a nadie. Lo cuál, obviamente acabo de echar a perder.
— ¿Qué hiciste con el cuerpo?
— Sólo lo dejé... Yo estaba con YoonGi. No supe que hacer. —me avergoncé. ¡Que idiota! No se me ocurrió hacer nada por el cuerpo.
— ¿Él te vio? ¿Lo sabe ya?
— No, estaba inconsciente. Pero, después tuve que hacerlo olvidar. Soy un idiota, Gyu.
— Calma, no te preocupes. Yo me haré cargo, ¿de acuerdo?
— ... Bien... También, hay otra cosa.
— Dime, te escucho.
— Hay, una joven... Me la encontré hoy. —me asomé hacia la habitación para ver si, YoonGi seguía dormido. — Era, una vampiro.
— ¿Qué hay con ella?
— Ella, dijo que buscaba a Park Jimin... ¿Como puede ella saber mi nombre, Gyu?
— ...
Silencio. Silencio en la línea. No recibí una respuesta y eso me preocupó.
— ¿Gyu?
— ¿Cuál era su nombre? ¿Cómo se llamaba ella?
— ... Hyuna. ¿Por qué?
— ... Tenemos que hablar, en persona. Debes regresar pronto. —dijo serio. No comprendía, pero nunca lo había escuchado así.
— ¿Quién es ella, Gyu? ¿La conoces? ¿Por qué me busca? —seguí preguntando. La situación era demasiado extraña.
— En cuanto regreses a Londres te lo diré. Disfruta tus días restantes y no te preocupes. Nos vemos entonces.
Y colgó.
Miré la pantalla un largo rato en silencio. Mingyu sabía, sabía algo y me lo estaba ocultando. Esto realmente no me gustaba nada. Suspire por enésima vez antes de regresar a la habitación y meterme en la cama a su lado. "Disfruta tus días". Esa frase giraba en mi cabeza. De alguna forma me hacia pensar que esto pronto acabaría.
Levanté su brazo y me recosté sobre su pecho observándolo. ¿Volver a perderlo de vista? ¿Lo soportaría? La duda me corroe. No quiero. Puse mi mano en su mejilla y me permití lo más egoísta que pude hacer, transmití mis recuerdos en sus sueños. Por lo menos allí, en su subconsciente, me recordaría.
— Jimin... Te amo.
Un sueño. En sueño. Un susurro que llenó de lágrimas mis ojos.
— También te amo.
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MIN∆BRIL
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