Especial. {Yoonmin}
Gracias a mi mujer hermosa (Naomi) que me ayudó a corregir los especiales. ♥
. . .
La risa de los niños hacía eco en toda la casa, sus pequeños pasos retumbaban por el lugar mientras corrían de aquí para allá, tan inquietos cómo siempre. Hanni y Jake corrían detrás de Niki entre risas buscando atrapar a su primo para quitarle la bolsa de snacks qué llevaba el pequeño pelinegro, por otro lado estaba Yoongi, sentado en el sofá y acariciando sus sienes con sus dedos buscando relajarse, definitivamente lo suyo no era cuidar niños.
— ¿Es posible que tengan tanta energía? —murmuró Yoongi al cielo sintiendo su paciencia al límite.
Escuchó la puerta principal ser cerrada y suspiró aliviado, Jimin y Seokjin estaban en casa.
—Todo bien —susurró para sí mismo —por primera vez tengo todo bajo control, los niños están justo aqu... —Yoongi se cayó al instante observando que los niños ya no estaban a su lado — ¡Maldición!
Jimin llegó al salón dejando algunas bolsas sobre el sofá y mirando a su esposo divertido con una ceja alzada.
—¿Y los niños? —preguntó Seokjin entrecerrando los ojos.
—Seokjin, te seré sincero, yo no nací para cuidar niños, lo mío es matar gente y esas cosas —El mayor suspiro resignado negando con la cabeza, caminando hacía el patio trasero para buscar a los menores.
Yoongi se acercó a Jimin y lo abrazó por la cintura robándole un pequeño beso en los labios.
—¿Qué estaba pensando cuando me casé con un desalmado asesino? —bromeó Jimin acariciando la mejilla del pelinegro con su mano.
—No tenías elección, nacimos el uno para el otro. —Yoongi habló y Jimin asintió con una sonrisa en acuerdo.
Los ojos de Jimin y Yoongi seguían brillando cuando se conectaban al igual qué la primera vez, aquella corriente eléctrica aún recorría sus cuerpos cada vez que se rozaban y sus corazones latían desesperados tratando de obtener suficiente del otro, Jimin seguía siendo la luz de Yoongi, seguía siendo su motivo, y Yoongi seguía siendo el dueño de Jimin, seguía teniendo su corazón en la palma de su mano y probablemente así sería por el resto de sus vidas.
Jimin y Yoongi se vieron interrumpidos por los quejidos de Jake, quién era arrastrado por Niki por todo el suelo con dificultad.
—Niki, cariño ¿qué estás haciendo? —preguntó Jimin confundido.
—Llevaré a Jake al piso de arriba para luego lanzarlo por las escaleras por quitarme mis dulces —respondió el menor dulcemente mientras seguía arrastrando al otro niño por la tela de su camisa.
—Eso me parece bien... —habló Yoongi ganándose un golpe por parte de Jimin.
— ¡No puedes hacer eso cariño! —chilló Jimin acercándose a Niki y tomándolo en sus brazos.
—Papá Yoongi dijo que no debía dejar que nadie me quitara mis cosas —el pequeño niño de cabello negro habló haciendo un puchero.
—¡Pero tú me quitaste mis dulces también, Niki! —se quejó Jake cruzándose de brazos y haciendo un puchero.
—Lo mío es mío y lo tuyo también es mío ¿Cierto papá Yoongi? —el niño se mostraba orgulloso de lo que su padre le había enseñado y Jimin quiso ponerse a llorar.
—Yoongi ¡Deja de enseñarle esas cosas al niño! —Jimin gritó en dirección a Yoongi y este solo se encogió se hombros arrebatándole a Niki de los brazos.
—Me pregunto si es buena idea estar criando niños dentro de una mafia —Seokjin habló entrando al lugar con Hanni en sus brazos, la pequeña era un poco más tranquila qué los otros dos, pero aún así, debías tenerle miedo.
—¡Mafia, Mafia, Mafia! —gritó Niki emocionado entre los brazos de Yoongi.
—¡Eso no se lo enseñé yo! —Se defendió Yoongi ante la mirada acusadora de Jimin.
—Nop, ese fue tío Edán —respondió el pequeño Niki.
—Creo qué era mejor ser torturado... —Se quejó Jimin negando con la cabeza y caminando a la cocina.
La casa se encontraba alegremente decorada debido a las fechas en que se encontraban, la navidad era su época favorita y más si podía estar con su pequeña familia. A veces miraba atrás y no podía creer lo bueno que todo era ahora, los días malos y todas las situaciones horribles que tuvo que soportar ahora parecían solo vagos recuerdos, como si no hubiesen sido más que molestas pesadillas.
La mafia seguía siendo parte de sus vidas, yendo a matar algunas personas de vez en cuando y huyendo algunas veces de la justicia, pero todo se había convertido en parte de su vida, incluso las inevitables heridas eran tan normales cómo cualquier cosa en su vida, lo mejor de todo era, qué al final del día siempre tendría a Yoongi a su lado y la sonrisa de su hijo recordándole que la vida no tenía que ser color de rosa para poder ser feliz, qué aún en tonos grises y negros la vida podía ser muy bonita, después de todo, habían aprendido a vivir de aquel modo y no podían imaginarlo diferente.
—Ya es tarde, Jiminnie, debemos irnos, pasaremos a saludar de nuevo mañana, no lo olvides, la cena es el fin de semana —. Seokjin habló entrando a la cocina cargando a los mellizos y despidiéndose de Jimin.
—Está bien, nos vemos entonces hyung, cuídense —Jimin besó la mejilla de Seokjin y lo acompañó hasta la puerta para luego despedirse de los pequeños y volver a la cocina.
Estuvo a punto de ponerse a preparar la cena cuando escuchó las voces de Niki y Yoongi acercarse al lugar.
—¿Puedes decirle qué se aleje? —preguntó Yoongi entrando con dificultad a la cocina debido a que Niki se encontraba aferrado a su pierna derecha cómo una garrapata.
—Niki... —murmuró Jimin mirando al pequeño.
—¡Soy un pantalón humano, papá! —Niki habló emocionado y Jimin no pudo contener la risa, caminó al pequeño y le ofreció sus brazos haciendo qué este se despegará de Yoongi y extendiera sus brazos para que Jimin lo tomara.
Yoongi se sentó en una de las sillas del mesón y Jimin dejó al pequeño sobre este para volver a su labor.
—¿Qué vamos a comer? —preguntó Yoongi con su cabeza apoyada sobre su mano mientras estaba atento a que Niki no cayera del mesón.
—Ensalada —respondió el rubio abriendo el refrigerador.
—¡No estamos de acuerdo! —protestaron Niki y Yoongi al unísono haciendo qué Jimin los mirase con incredulidad.
—Ah pues, si tan exigentes son, cocinen ustedes. —Jimin se cruzó de brazos y se apoyó sobre la encimera.
Yoongi asintió y miró a Niki, el pequeño le dedicó una sonrisa y se estiró un poco tomando el teléfono de Jimin y pasándoselo al pelinegro. El mayor marcó unos cuantos números y llevó el celular a su oreja.
—¿Hola? ¿Sí? Me gustaría ordenar dos pizzas.
Jimin contuvo la risa y negó con la cabeza acercándose al mesón y atrayendo a Niki para acariciar su cabello.
—Papá Yoongi siempre tiene buenas ideas —habló Niki con orgullo mientras miraba a Jimin.
—¡La pizza ya está en camino! No me agradezcan. —Yoongi dejó el celular de Jimin sobre la superficie y se estiró en la silla con superioridad.
Jimin rodó los ojos con diversión y caminó con Niki en sus brazos para sentarse en el regazo de Yoongi, el mayor les dedicó una sonrisa y besó la mejilla de cada uno, arrugando su cara cuando Niki lo tomó de las mejillas y comenzó a llenar su cara con besos llenos de baba.
Luego de unos cuantos minutos su cena llegó y comieron alegremente al igual qué siempre, había sido un día bastante agotador y Jimin no veía la hora en que Niki se durmiera para poder escaparse a su habitación y dormir hasta que se lo permitieran, no batalló mucho, el pequeño niño se durmió sobre el sofá sin siquiera terminar de comer, Jimin lo observó con ternura, su pequeño cuerpo estaba entre el suelo y el sofá, sosteniendo un trozo de pizza en su manito y con la boca llena de salsa.
Yoongi había desaparecido minutos antes dejando a Jimin solo con el monstruo y con el desastre, acomodó un poco a Niki sobre el sofá mientras terminaba de limpiar los platos sucios y botaba las cajas para luego tomar al pequeño con cuidado y subir a su habitación.
Lo limpió con algunas toallitas húmedas y le quitó los zapatos, el pequeño estaba totalmente dormido, se parecía a Yoongi en ese sentido, su sueño era demasiado pesado. Dejó un beso en su frente y salió de su habitación apagando la luz para dirigirse a la propia.
Con suerte y podía arrastrar sus pies de lo cansado qué estaba, pero todo se disipó cuando apenas cruzó la puerta de su habitación unos brazos lo tomaron con brusquedad, llevando sus muñecas a su espalda y amarrándolas allí, jadeó al sentir un bulto presionar contra sus glúteos y al instante supo de que se trataba.
—Me encantan estos juegos... —ronroneó Jimin sintiendo cómo todo en él despertaba por la manera tan brusca en que Yoongi lo tomaba.
—Sé que te encanta, amor... —Yoongi lamió la parte de atrás de su cuello mandándole escalofríos, pegó más su trasero a la erección del pelinegro queriendo sentirlo, Yoongi tomaba con fuerza sus muñecas y con su otra mano agarraba su cuello.
Jimin sentía el pecho de Yoongi cálido contra su espalda, los labios del mayor rozaban su oreja y podía sentir su respiración agitada debido a la excitación, el pelinegro cerró la puerta con su pie y lanzó a Jimin a la cama haciendo que cayera de espaldas, el menor jadeó observando los oscuros ojos del contrario rebosantes de lujuria, amaba aquella mirada, amaba la manera en que hacía vibrar todo su interior.
Yoongi se acercó peligrosamente a Jimin y antes de que se diera cuenta rasgó su camisa con sus propias manos, la tela se dividió en varios trozos hasta que pudo retirarlas del cuerpo del menor sin problemas.
—Me gustaba esa camisa. —Jimin hizo un puchero con fingida lástima.
—Qué pena, de verdad me vale mierda... —La vista de Yoongi se oscureció aún más al ver el torso desnudo y sonrojado de Jimin.
Se posó a horcajadas sobre Jimin y atacó sus labios, besándolo con fervor y rozando su piel con sus manos, lamió, mordió y chupó su cuello, marcando la blanquecina y fina piel, tiró del cabello del rubio haciendo que arquera su cuello para tener mejor acceso, Jimin gimió sintiéndose morir y comenzando a retorcerse necesitado de más contacto.
—Eres lo mejor... me encantas... —susurró Yoongi saboreando cada parte qué podía de la piel de Jimin.
—Y-Yoongi... tócame... —La voz de Jimin salió entre cortada, sus ojos se cerraban con fuerza y su erección palpitaba dolorosamente.
Yoongi se posó entre las piernas del menor y se sacó la camiseta inclinándose para tomar los labios del menor una vez más, Jimin gimió cuando Yoongi movió las caderas con agresividad embistiendo en falso, sus erecciones se rozaron y Jimin se removió tratando de soltar sus manos ganándose una nalgada por parte de Yoongi.
—Nono, niño malo, espera —Yoongi habló con voz ronca, disfrutaba aquel juego, amaba llevar a Jimin al borde hasta hacerlo suplicar.
—Yoon...p-por favor... —Jimin lloriqueó y Yoongi se alejó un poco arrancando los pantalones de Jimin, el menor gimió cuando Yoongi acarició su erección por encima de la tela del bóxer, arqueó sus caderas en busca de mayor placer, creyendo que se volvería loco en cualquier momento.
Yoongi se separó de Jimin y terminó de desvestirse para luego acercarse nuevamente al rubio, el menor jadeó observando el miembro totalmente duro de Yoongi, el pelinegro jaló su cabello y lo obligó a posarse frente a su erección, no tuvo qué hacer nada más, Jimin captó el mensaje al instante y llevó el miembro del contrario a su boca, succionándolo con fuerza haciendo qué Yoongi gruñera.
La mano del pelinegro se cerró sobre su cabello con más fuerza y comenzó a mover sus caderas penetrando la boca de Jimin, el menor contuvo las arcadas cuando el miembro rozó su garganta, la saliva resbalaba de sus comisuras y Yoongi le encantaba aquella imagen de Jimin sumiso y con los ojos aguados, sentía la calidez de la boca de Jimin demasiado exquisita, su erección vibraba y estaba seguro de que iba a llegar, salió de la boca del pequeño y jaló su cabello para besarlo con ansiedad, su lengua se coló en el interior de la boca contrario y lo saboreó mientras sus salivas se mezclaban, el sonido qué emitían sus bocas eras obsceno, el beso era torpe y desesperado, sus dientes chocaban y Jimin jadeaba tratando de recuperar la respiración.
Yoongi se separó dejando que Jimin recuperara el aliento, estaban totalmente excitados sus cuerpos eran cubiertos por una fina capa de sudor y sus respiraciones no eran controladas. El pelinegro alcanzó un gorro navideño sobre la mesilla y se lo puso a Jimin.
—Te hace falta un poco de espíritu navideño —bromeó el pelinegro observando cómo el gorro rojo contrastaba a la perfección con las mejillas sonrojadas de Jimin.
—Hm, mejor dame mi noche buena —jadeó Jimin haciendo qué Yoongi relamiera sus labios, chupando dos de sus dedos y tumbando a Jimin de espaldas para quitarle la ropa interior.
Sus dedos se enterraron con fuerza en el interior de Jimin ganándose un chillido por parte del contrario, los movió con brusquedad imaginándose cómo se sentiría el cálido y húmedo interior de Jimin en ese momento, metió y sacó sus dedos con frenesí haciendo que el menor lloriqueara de placer, la cabeza de su miembro brillaba debido al líquido pre-seminal y los gemidos y jadeos qué emitía eran espectaculares.
—H-Hyung... m-métamela... quiero sentirlo... —Jimin suplicaba entre sollozos y Yoongi no pudo contenerse más.
Tomó las caderas de Jimin y lo giró haciendo qué alzara su culo, le dio dos nalgadas y escupió en su miembro para lubricarlo un poco, agarró los hombros del pequeño y comenzó a llenarlo con su dura erección, Jimin contuvo la respiración sintiendo cómo era llenado por el gran pene de Yoongi, gimió alto cuando se enterró de golpe alterando sus sentidos.
Las embestidas comenzaron duras y seguras, Yoongi sentía cómo el interior de Jimin lo succionaba queriendo exprimirlo hasta el final, el pelinegro movía las caderas con frenesí deleitándose con los agudos gemidos de Jimin y el sonido de sus caderas chocando. Rezaba mentalmente para que Niki no despertara en ese momento.
Rasguñó y palmeó los muslos de Jimin haciéndole retorcerse, su erección entraba y salía con facilidad del húmedo interior del menor haciendo qué la fricción fuese aún mejor. Su mano envolvió el miembro de Jimin masturbándolo al ritmo de sus embestidas, Jimin arqueó su espalda cuando Yoongi tocó repetidas veces su punto más sensible, ansiaba ya poder sentir su semen caliente llenándolo.
—D-Dios... —gimió Jimin entre murmuros incoherentes.
—No Jimin, no soy Dios —La voz de Yoongi sonó jadeante mientras aumentaba el ritmo de las embestidas.
El cuerpo de Jimin se contrajo en espasmos y sintió como su esencia manchaba su mano, su interior lo apretó haciendo qué liberara todo de una vez, bajando el ritmo de las embestidas hasta quedarse quietos por completos.
Jimin trataba de recuperar la respiración de algún modo, Yoongi soltó sus manos y se dejó caer en la cama cuando escuchó una pequeña mano golpear con fuerza la puerta de su habitación.
— ¡Pueden hacer silencio! ¡Estoy tratando de dormir, conejos! —gritó Niki evidente molesto del otro lado de la puerta—. ¡Y sí! ¡Eso también me lo enseñó tío Edán!
Sintieron los pequeños pasos de Niki volver a su habitación y rompieron en risas por lo que acababa de decir su pequeño hijo.
—Lo estamos haciendo bien... —susurró Jimin abrazándose al pecho de Yoongi.
—Te amo —susurró Yoongi tomando a Jimin por sorpresa, el rubio alzó la vista y le sonrió.
—También te amo, Yoongi.
Yoongi abrazó el cuerpo de Jimin, estaba seguro de que podían pasar los años y toda una vida y el seguiría sintiendo el calor de aquel cuerpo cómo su hogar, lo mejor qué pudo haber hecho en su vida era conocer aquel maravilloso ser y haber adoptado ese pequeño niño.
Su vida estaba completa, y Yoongi nunca se pudo haber imaginado que sería feliz de aquel modo, con una persona a quien amar y con la podría compartir su vida, y un pequeño hijo para cuidar y dar mucho amor.
Se había enamorado, se había enamorado de algo qué no eran armas y muertes, se había enamorado de dos risas, de dos pares de ojos, de un chico dulce y uno demasiado pequeño y testarudo.
Se había enamorado de Jimin y Niki.
Había encontrando su felicidad en una mafia, pero con su familia, y nada podía estar mejor qué eso.
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