Especial. {Namjin}
Mucho tiempo atrás.
Edán caminaba por los pasillos de la mansión con lentitud mientras limpiaba una navaja con un trapo, se sentía cansado debido a la reciente misión y no deseaba más que tomar una ducha para luego dormir el resto de la tarde. Desde que Jimin había descubierto que Yoongi no estaba muerto las cosas se habían complicado bastante y él sinceramente se estaba cansando de todo, quería que las cosas volvieran a ser cómo antes de una vez por todas.
Aquél día estaba transcurriendo de manera aparentemente normal, desde que Jungkook se había mudado con Jimin, Taehyung pasaba la mayor parte del tiempo en misiones o atendiendo sus asuntos personales, al igual que el resto de los miembros incluyéndolo a él. Había tanta calma que resultaba alarmante.
El rizado estuvo a punto de entrar a su habitación de no ser por un ruido que captó su atención en la habitación continua, para ser más específicos en la habitación de Jungkook. Quiso dejarlo pasar porque realmente estaba muy cansado, pero una voz conocida hizo que sus sentidos reaccionaran.
—Shh... No hay nadie en casa, nadie lo notará —susurró aquella voz y Edán sintió su piel erizarse al mismo tiempo que su estómago se retorcía.
Se acercó con pasos silenciosos con el corazón golpeándole fuerte en el pecho, deseando que lo estaba imaginando no fuera real. La puerta de la habitación se encontraba semi abierto y a través de esta podía ver cómo Hoseok sostenía el cuerpo de Taehyung contra la pared mientras besaba su cuello con ferocidad.
—Hobi, pero... Jungkook... —habló Taehyung entre jadeos, no demasiado alto pero si lo suficiente como para que Edán pudiese oír claramente. El rizado se apoyó en la pared, sintiendo que su cuerpo temblaba de forma violenta, un nudo se formó en su garganta y tragó fuerte tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir.
— ¿Acaso no me amas, Tae? —murmuró el pelirrojo y Edán sintió su sangre hervir, mirando la navaja en su mano amenazando con caer al suelo debido a los temblores, no estaba pensando con claridad, ni siquiera sabía porque seguía viendo aquella escena, quizás solo quería que le doliera, que le doliera lo suficiente cómo para entender que no merecía aquello y que por más que amara a Hoseok probablemente su corazón nunca le pertenecería.
—Siempre te amaré, Hobi —respondió Taehyung con decisión. Edán apretó la navaja en su mano con fuerza, sintiendo como el filo abría la piel de su palma de forma dolorosa, sin embargo, no llegaba a doler tanto cómo su corazón herido.
No fue hasta que Hoseok comenzó a desvestir a Taehyung que se dio la vuelta dispuesto a marcharse de allí, varias gotas de sangre mancharon el suelo, pero poco le importó, bajó las escaleras casi corriendo, sintiendo su vista nublada a causa de las lágrimas, salió de la mansión y una vez afuera observó el cielo oscuro, sin una sola estrella, nada más que la brillante luna solitaria. Soltó la navaja arrojándola al césped y se pasó las manos por el cabello importándole poco si se manchaba con la sangre.
Se sentía idiota, frustrado, traicionado. ¿Cuántas veces habría sucedido aquello justo frente a sus narices? Mientras él creía plenamente en Hoseok, en que había cambiado y ahora solo sería para él.
Qué ingenuo había sido.
Una gran arcada le asaltó y no pudo evitar vaciar su estomago junto a los escalones del porche, apenas había comido en todo el día por lo que no fue más que la bilis lo que vomitó. Dejó que el mal cesara y se subió a uno de los autos dispuesto a marcharse allí, estaba cansado de soportar, cansado de ser el ingenuo que solo tragaba todo y seguía como si nada, estaba cansado de dejar que lo lastimaran para luego seguir como si nada.
Una extraña sed de venganza comenzaba a despertar en él, y estaba decidido a hacer algo, darle a Hoseok algo de su propia medicina. Pensó en Jungkook, pero no creía que el pelinegro estuviese de acuerdo en ayudarlo ni aunque le contara todo lo sucedido.
Sin embargo, había otra persona que le debía unos cuantos favores.
Una semana después.
Aquella tarde Edán decidió que llevaría a cabo su plan, todos se encontraban en la mansión a excepción de Yoongi y Seokjin. El momento perfecto para hacerlo, era ahora.
Lo pensó varias veces más antes de subir las escaleras con un rumbo fijo, con los nudillos tocó dos veces la puerta de la habitación de Namjoon, luego de oír un "pase" ingresó al lugar, el moreno se encontraba arreglando la ropa dentro del armario y apenas se giró para verle, sabiendo que se trataba de él pues era el único que siempre se pasaba por allí a molestarlo un poco.
— ¿Alguna novedad? —preguntó el moreno acomodándose las gafas que llevaba sobre el tabique de la nariz. Edán tragó pesado.
—Necesito pedirte un favor... Primero escúchame y no vayas a pensar que estoy loco desde el principio —comenzó el menor mirando al suelo. Namjoon alzó una ceja.
—Hm, tus ideas siempre me preocupan un poco, pero a ver, te escucho...
—Quiero que te acuestes conmigo. —La decisión en la voz del rizado hizo que Namjoon parara con lo que estaba haciendo.
—No me digas que aún necesitas a alguien para dormir —bromeó el moreno acercándose a él para verlo un poco más de cerca.
—No hablo de eso. Quiero que tengamos sexo.
Namjoon se ahogó con su propia respiración y comenzó a toser claramente sorprendido por aquella petición, él ya sabía que Edán tenía unas ideas muy locas, pero esta vez si se había pasado.
—No puedes estar hablando en serio. Edán, rectifica lo que acabas de decir —dijo el moreno dándose la vuelta dispuesto a acabar con aquella conversación.
Edán suspiró mirando al techo, sabía que no sería nada fácil que Namjoon aceptara, sabía cuánto amaba a Seokjin y aquello era una tontería total, pero él no estaba pensando correctamente, estaba cegado por el rencor y su sed de venganza, por lo que no cedería tan fácilmente. Tanteó en su bolsillo en busca de algo y lo sacó observando la pequeña pastilla que había tomado de entre las cosas de Yoongi.
Namjoon había vuelto a su tarea de ordenar la ropa sin darle mucha importancia a lo que había dicho el rizado por lo que no vio venir el momento en que lo arrojó a la cama casi con agresividad, Edán era sobrenaturalmente rápido, ágil y fuerte, sin embargo, el moreno nunca lo había experimentado de primera.
— Edán... ¿Qué caraj...? —Trató de hablar, pero se vio interrumpido cuando Edán se colocó a horcajadas sobre su cuerpo, forzando la pequeña pastilla dentro de sus labios.
Namjoon trató de detenerlo, pero entre la confusión y la fuerza del rizado se le estaba dificultando bastante, él realmente no entendía lo que estaba pasando, sintió la pastilla derretirse en su boca y la palma del contrario sobre su boca no le dejó de otra más que tragar. El menor lo miraba con ojos atentos, después de que tragó quitó la mano de su boca y esperó. Un par de minutos después la mirada confundida del mayor se oscureció, sus sentidos parecieron nublarse hasta el punto de olvidar quién era la persona sobre él.
En el momento en que el moreno se incorporó para besarlo Edán se tensó, sin embargo, no hizo más que corresponder, tratando de recordar a cada momento el porqué estaba haciendo todo aquello. Antes de ir allí le había dejado un mensaje a Hoseok diciéndole que Namjoon lo quería ver a las 6:30 en su habitación para hablarle de una misión, por lo tanto sabía que era cuestión de tiempo antes de que el pelirrojo llegara.
Namjoon estaba perdido, no había nada más en su cuerpo que aquél calor abrazador y la necesidad asfixiante de liberarse de una vez por todas, se desnudó e hizo lo mismo con el rizado, con más rapidez de la necesaria y quizá con demasiada brusquedad. Edán mantenía los ojos cerrados con fuerza mientras el moreno lo acariciaba y besaba su cuello sin decir una palabra, solo soltando pequeños gruñidos cada tanto debido a la desesperación por poseerlo.
Pasaron varios minutos de besos y toqueteos desesperados antes de que el moreno consiguiera un momento de lucidez entre toda aquella bruma provocada por la droga, sacudió la cabeza cuando fue consciente de quién era la persona que se encontraba en ese momento debajo de él, totalmente desnudo y con las mejillas sonrojadas.
—N-No puedo hacer esto... —murmuró Namjoon con voz ronca sintiendo que el dolor en su entrepierna era demasiado insoportable—. No puedo hacerle esto a Seokjin.
Y cómo si fuese cosa del destino la puerta se abrió con fuerza, sin embargo, esa no era la persona que Edán esperaba ver allí. Seokjin movió su vista de forma frenética entre Namjoon y el rizado, se separaron rápidamente y no fue hasta ese momento que Edán cayó en cuenta de la estupidez que estuvo a punto de cometer.
— ¡¿Qué mierda está pasando aquí?! —Los gritos no tardaron en aparecer, Edán quiso que la tierra se lo tragara mientras apretaba las sabanas contra su cuerpo tratando de cubrir su desnudez.
Las voces sonaban lejanas en su mente, no hizo más que ponerse de pie para comenzar a colocarse la ropa bajo la mirada decepcionada de Seokjin.
— ¿Qué está pasando aquí? —Hoseok llegó al lugar, abotonando su camisa y restregando sus ojos claramente medio dormido.
A buena hora. Pensó Edán.
El pelirrojo examinó la escena, frunciendo el ceño cuando observó a Edán terminar de ponerse su camisa y a Namjoon parado junto a la cama totalmente pálido, Seokjin estaba al borde del llanto y fue allí cuando pareció entender lo que había sucedido.
—Puedes preguntarle eso a tu novio, también me gustaría saberlo. —Seokjin habló con amargura, sin apartar su mirada acusadora de su esposo.
—Edán ¿qué mierda...? —El pelirrojo comenzó a hablar con la rabia creciendo en su interior, pero enseguida se vio interrumpido por el rizado.
— ¡A ti ni se te ocurra reclamarme nada! —El grito del menor los sorprendió y Hoseok se mostró aún más confundido.
—Qué mierda, Edán. ¿De verdad vas a justificarte? —acusó el pelirrojo con el ceño fruncido, observando como Edán miraba a Taehyung —que se encontraba junto a Jungkook— con rabia.
—No te hagas el inocente, Hoseok. —La voz del rizado fue tan cortante como una navaja, y todos los demás se mostraron aún más confundidos.
—N-No sé de qué estás hablando... —Hoseok paseó su vista entre Jungkook y Taehyung quienes luchaban por entender.
— ¡Basta, Hoseok! ¡¿Acaso crees que no sé qué te has estado acostando con Taehyung?! —El rizado gritó y Taehyung palideció, observando a Hoseok quien se había quedado helado en su lugar.
Jungkook observó a Taehyung, buscando alguna negación de su parte, pero la mueca del castaño le confirmó que el menor no mentía.
— ¿Van a negarlo? Vamos, Taehyung. Dile a Jungkookie lo mucho que disfrutabas mientras él no estaba —Edán habló con sorna mientras miraba a Taehyung—. "Siempre te amaré, Hobi."
Jungkook salió de su trance, soltando una carcajada y observando a todos los presentes. Seokjin se encontraba de brazos cruzados dándole la espalda a Namjoon quien estaba detrás de él tratando de llamar su atención, Edán limpiaba con brusquedad las lágrimas que caían de sus ojos mientras temblaba debido a las emociones contenidas.
—Pues, parece que al final todos somos el mismo tipo de basura... —Jungkook habló sonriendo con amargura y dándose la vuelta para salir del lugar.
Todos se mantuvieron en silencio y Edán se alejó con brusquedad caminando hasta su habitación, sacudiendo su brazo con brusquedad cuando Hoseok intentó detenerlo.
—Seokjin, no es lo que parece, puedo explicarlo... —susurró Namjoon tratando de encontrar la mirada de su esposo.
—Mejor explícate a ti mismo, cómo fue que me perdiste por andar con juegos —respondió cortante y luego tomó su bolso que yacía en el suelo para salir del lugar, caminando escaleras abajo hasta la puerta de la mansión, dejando a Taehyung, Namjoon y Hoseok en medio de todo.
—Bienvenido al club de los infieles —bromeó Taehyung hablando en dirección a Namjoon.
Namjoon iba a matar a Edán, de eso estaba seguro.
Un par de semanas después.
— ¿Entonces esperas que crea que todo fue un plan de Edán y que te drogó para que te acostaras con él? —cuestionó Seokjin de pie en uno de los escalones de entrada de la mansión.
Habían pasado muchos días desde el suceso y no pasó uno sin que Namjoon no tratara de hablar con el rubio, quién se había negado rotundamente a oír una explicación hasta ese momento. Sinceramente, Seokjin ya sabía la verdad, Edán le habían confesado todo días después, incluyendo el hecho de que había sido el moreno quién había frenado el encuentro en un momento de lucidez. Pero el rubio había decidido que de igual forma haría sufrir un poco a su esposo.
—Seokjin, sabes lo mucho que te amo, lo he hecho durante años, quizás desde la primera vez que te vi, yo nunca te haría algo así —dijo el moreno con voz casi desesperada, sus ojos brillaban al mismo tiempo que rozaba el antebrazo de su esposo con los dedos, temiendo que si lo liberaba saldría corriendo al igual que los últimos días.
Un suspiro derrotado escapó de los labios del rubio luego de un minuto de silencio total. —Lo que no entiendo es porque Edán haría algo así...
—No quiero defenderlo, pero con el tiempo que llevo conociéndolo puedo afirmar que no estaba pensando con claridad —comentó Namjoon mirando hacia otro lado—. Sólo estaba cegado por la rabia de siempre tener que ser "el reemplazo de Taehyung" para Hoseok...
Seokjin sintió como una incómoda sensación se asentaba en su estómago al pensar en el rizado, a pesar de que estuviese aún enojado con él, no podía evitar sentir algo de pesar por su situación.
—Creo que Hoseok necesita organizar muy bien sus ideas si quiere seguir con Edán, Taehyung de igual forma. Ya es hora de que maduren y decidan que es lo de verdad quieren —manifestó Seokjin con seriedad.
—Estoy de acuerdo. Y sé que esto no es un tema de la mafia, pero de igual forma nos afecta como equipo, porque todos somos familia. Así que haré una reunión y van a tener que escucharme —decretó con firmeza, Seokjin sonrió.
—Ese es mi líder —murmuró tomando la corbata del moreno para tirar de ella y así acercarlo hasta sus labios.
Namjoon se dejó envolver en un beso que le arrebató el aliento, habían pasado años desde la primera vez que Seokjin le había besado pero nunca había logrado acostumbrarse al efecto que provocaba en él, sin duda, cada beso seguía sintiéndose tan especial cómo el primero.
Al principio de su relación, Namjoon había dudado demasiado acerca de todo, y sinceramente se regañaba mentalmente por eso, pero no podían culparlo, él solamente tenía demasiado miedo de meter a Seokjin en su vida, de hacer que viviera en constante peligro por el simple hecho de estar con él. Pero al final había cedido, y cada día que pasaba solo confirmaba que había tomado la mejor decisión de su vida, porque no importaba el peligro, él siempre estaría allí para protegerlo con tal de que permaneciera a su lado haciéndolo feliz.
"Tú también mereces ser feliz, Joon." Había dicho Yoongi una vez y él había decidido que tenía razón. Solo bastaba con ver al rubio sonreír para saber que había elegido bien, y que cualquier cosa que lo incluyera siempre valdría la pena.
Su corazón latió emocionado a la par de el del rubio y se dejó arrastrar por él hasta el interior de la mansión mientras tiraba de su corbata cómo si no fuese más que un perro faldero. Interiormente agradecía que los chicos no estuviesen en la mansión a esas horas.
Fue arrojado al sillón del salón y rápidamente se enderezó para ver a Seokjin posarse de pie frente a él. Con dedos suaves el rubio comenzó a deshacer los botones de su camisa de seda celeste y Namjoon sintió como su boca se hacía agua, sus miradas se conectaron chispeantes, rebosantes de deseo y adoración. El moreno no se perdió ningún detalle del cuerpo de su esposo, dejando que su vista acariciara la curva de su cintura y la piel tersa ligeramente bronceada, Seokjin era hermoso, y él nunca se cansaría de admirarlo cómo si fuera la primera vez.
— ¿Lo haremos aquí? —preguntó Namjoon casi jadeando.
—Así es —respondió el rubio con un brillo travieso en los ojos. El moreno sabía que no podía poner objeción.
Seokjin se desnudó frente a su esposo con lentitud y sensualidad, sintiendo la sangre en su cuerpo volverse cada vez más caliente gracias a la mirada hambrienta que le daba el moreno, el saber que se encontraban en medio del salón en donde cualquiera podía verlos sólo hacía la situación muchísimo más excitante. Una vez que estuvo completamente desnudo dio un par de pasos hasta el moreno, posando frente al sofá entre sus piernas abiertas, mientras este le miraba de arriba abajo con los brazos extendidos en el espaldar.
A Namjoon le gustaba mirar, y a Seokjin le gustaba ser apreciado por su esposo.
— ¿Te gusta lo que ves, mi amor? —inquirió con voz suave que se derritió dentro de los oídos del moreno quién se inclinó para acercarse un poco más.
—Siempre me ha gustado... Y creo que cada vez me gusta más —dijo mientras su respiración rozaba el vientre desnudo del rubio.
Seokjin ahogó un jadeo cuando sintió los labios de Namjoon besar la piel de su vientre y abdomen, rozando su ombligo con la lengua mientras él acariciaba su cabello con suavidad. El moreno pasó un brazo detrás de su cintura y lo atrajo más cerca para poder seguir besando toda la piel que estaba a su alcance, lamió sus pezones haciendo que Seokjin gimiera melodiosamente, la erección del rubio se erguía orgullosa y el contrario no le hizo esperar demasiado antes de tomarla entre su mano libre para masturbarlo de forma lenta, al mismo tiempo que chupaba sus pezones y su otra mano acariciaba su espalda baja hasta su trasero, apretándolo con fervor.
Seokjin mantenía los ojos cerrados, sintiéndose dopado por las sensación, gimiendo en voz baja y creyendo que el placer explotaría en cualquier momento. Sus piernas temblaban, haciéndole creer que en cualquier momento caería de rodillas al suelo, sin embargo, cuando creyó que no sería capaz de sostener su peso por más tiempo Namjoon tiró de él con suavidad haciendo que se recostara de espaldas en el amplio sofá.
El moreno se acomodó entre sus piernas y comenzó por quitarse el saco antes de arrojarlo al suelo del salón, seguidamente casi se arrancó la corbata sin demasiado cuidado, provocando que Seokjin jadeara ante la vista, los músculos de su pecho y hombros se flexionaron cuando comenzó a desabrochar los botones con brusquedad, el contrario se relamió los labios, bebiendo de toda esa piel bronceada que su esposo dejaba ver. Namjoon tenía muy buen cuerpo producto de las tantas horas de entrenamiento, su espalda era ancha, su pecho bien formado, sus brazos gruesos y su cintura delgada con un abdomen firme bastante marcado, Seokjin siempre terminaba embelesado, y eso sin hablar de sus muslos.
Su piel hacía contraste con la piel lechosa de Seokjin —al menos en comparación de la suya— y no perdió el tiempo para examinarlo una vez más. Una vez que estuvo desnudo, a excepción de su ropa interior, se acomodó de rodillas en el sillón y acercó su rostro hasta que estuvo de frente con la erección de su esposo.
El rubio gimió sintiendo su aliento tibio acariciarle, provocando que su piel se erizara y su espalda de arqueara, la lengua del moreno trazó su erección con suavidad antes de succionar la punta con afán, mientras sus manos se encargaban de mantener sus piernas abiertas. Seokjin tiró de su cabello sintiendo la boca húmeda envolver su dureza al mismo tiempo que un dedo rozaba su entrada.
—A-Amor... —gimió Seokjin cuando la boca del contrario se dirigió a su entrada.
—Mi Jinnie... Tan bonito —comentó con voz grave antes de volver a hundir la cabeza entre sus piernas, esta vez para lamer aquel nudo de nervios.
Seokjin se volvía demasiado blando entre los brazos de su esposo, la forma en que besaba y acariciaba cada parte de su cuerpo lo tenía mareado, sus ojos reviraron cuando sintió su lengua enterrarse en su interior y un gemido ronco escapó de sus labios tratando de cerrar las piernas pero siendo imposible gracias a que el moreno le sostenía con fuerza, Namjoon lamió con fervor, empapándolo con su saliva, Seokjin estaba desesperado, y como pudo alcanzó su pantalón sacando de allí un pequeño sobre de lubricante.
Se lo pasó al moreno y este lo tomó rasgando el empaque con sus dientes antes de dejar caer una cantidad generosa en sus dedos, seguidamente, introdujo uno en la estrecha entrada del rubio mientras su boca volvía a tomar su erección para darle atención mientras sus dedos lo preparaban.
—Nam... —susurró Seokjin rezando para contenerse.
— ¿Qué es lo que quieres, mi vida? —preguntó el moreno mientras dos de sus dedos se movían dentro de él, abriéndolo de forma tortuosamente lenta.
Seokjin no respondió, se incorporó en el sofá y le miró con lascivia, Namjoon sabía lo que significaba aquella mirada. El rubio casi le arrancó la ropa interior antes de hacer que volviera a sentarse, tomó el sobre con el lubricante y dejó caer lo que quedaba sobre la erección dura del moreno, masajeándolo para poder extender la sustancia, el contrario gruñó y dejó que su esposo se acomodara a horcajadas sobre su cuerpo para sentarse lentamente en su miembro, penetrándose a sí mismo.
Ambos gimieron complacidos, sintiendo que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que lo hicieron y Namjoon pensó que no había otra persona capaz de encenderlo cómo lo hacía Seokjin.
—Sé cuánto te gusta que te monte... —murmuró Seokjin acercándose a sus labios—Quieres que muela mi culo sobre tu polla. ¿No es cierto?
Namjoon sintió su aliento abandonar sus pulmones ante aquellas palabras y el primer movimiento de las caderas de Seokjin. El rubio comenzó a saltar sobre el de forma lenta pero dura a la vez, arrancándole gemidos a ambos, su mano fue hasta el cabello de Namjoon y tiró de él haciendo que su cabeza se echara hacia atrás, dándole un perfecto acceso a su cuello el cual besó y lamió con fervor.
— ¿Quieres responderme, cielo? —insistió Seokjin haciendo que todo se removiera dentro de Namjoon. El moreno trató de tomar sus caderas más sin embargo, el rubio apartó su mano con un manotazo—. No te he dado permiso de tocarme. Respóndeme.
Namjoon estaba perdido, podía jurar que estaba a punto de caer en un abismo, porque tener a Seokjin saltando encima de su polla y hablándole de aquella forma era jodidamente excitante.
—Mierda, sí... Me encanta, Jin. Me encanta que te jodas con mi polla —gimió el moreno mientras el contrario subía el ritmo de las embestidas—. Vamos amor, no pares...
Y la verdad, Seokjin no tenía pensado hacerlo. Sus caderas se movieron con frenesí, sintiendo como el miembro ajeno entraba y salía con facilidad, haciendo que gimiera en descontrol, el lugar estaba inundado de sus sonidos, la respiración entrecortada del moreno, sus nalgas golpeando contra su pelvis cada vez que bajaba y los gruñidos que liberaban cada tanto. Namjoon mantenía su vista fija en el rubio y en cada uno de sus movimientos, lo tenía embelesado, cómo si estuviese amarrado con un hilo invisible que no lo dejaba girar la vista. Seokjin era todo lo que podía ver en ese mundo, y quizá el rubio nunca estaría del todo consciente del gran efecto que tenía en él, de lo mucho que lo amaba y del hecho de que metería las manos al fuego e incluso dejaría que se las cortaran solo por él.
—T-Tócame, Nam... —pidió con voz suave sintiéndose al borde, y el mencionado no era quién para oponerse.
Con un brazo envolvió su espalda pegándole más a él y con la otra masturbó su erección, mordiendo y succionando su cuello apenas lo tuvo cerca. Seokjin estaba seguro de que no cambiaría a aquel hombre por nada, los años pasaban y solo lo confirmaba cada vez más. Namjoon era su hogar.
Y a pesar de que quizá no fuese la mejor persona del mundo, pues era un jodido mafioso, no solo eso, el líder de la mafia, eso no quitaba el hecho de que hubiese caído perdidamente enamorado de él doce años atrás. Y no obstante, los sentimientos seguían tan latentes como en el principio. Porque mafioso o no, Seokjin sabía que Namjoon era la persona con la que quería pasar el resto de su vida.
Allí, en su propio mundo, todo siempre parecía estar bien, Namjoon podía estar teniendo el peor día de su vida, pero al volver a casa y tener a Seokjin allí esperándole parecía mejorar cualquier cosa, y el sabía que sería así para siempre, porque sólo el rubio había sido capaz de sacudirlo de aquella manera y mostrarle aquellos sentimientos que el no creyó llegar a tener algún día.
Entre jadeos y saltos Seokjin se corrió entre sus cuerpos, manchando el abdomen de su esposo, sin embargo, Namjoon aún no terminaba, aunque estaba muy cerca, por lo que no esperó antes mover al rubio haciendo que volviera a recostarse de espaldas en el mueble, y rápidamente volvió a enterrarse en él, moviendo sus caderas con afán, haciendo que Seokjin gimiera en descontrol sintiéndose sobre estimulado cuando volvió a golpear su próstata bruscamente.
—N-Nam... Voy a correrme de nuevo —avisó el rubio con voz temblorosa.
El moreno volvió a masturbarlo, gruñendo al sentir las paredes del contrario contraerse, invitándolo a que se derramara dentro de él.
—Te amo, Seokjin —confesó entre jadeos incrementando el ritmo de sus embestidas.
—Y-Yo te amo a ti... —respondió el rubio mientras su cuerpo se sacudía, liberándose por segunda vez en la mano del contrario.
Namjoon acabó dentro de él, llenándolo con su esencia y una vez liberado se dejó caer sobre el pecho del contrario, tratando de regular su respiración. El rubio lo abrazó con brazos y piernas, sintiendo su pecho tibio contra el suyo, sus latidos acompasándose en un mismo ritmo. El silencio reinó por largos minutos en los que solo se mantuvieron allí, disfrutando del otro.
Y no necesitaban ser adivinos para saber, que sus sentimientos eran reales, y que por eso, permanecerían juntos muchísimo más tiempo, porque para ellos, no existía nada ni nadie aparte del otro. Namjoon había descubierto, que Seokjin era lo que necesitaba para mantener la cordura, él llevaba la mafia, y Seokjin era el complemento que lo llevaba a él, el pilar que lo ayudaba a mantenerse firme.
— ¿Y si adoptamos gemelos? —soltó de pronto el rubio. Namjoon se ahogó.
Debían irse preparando para lo que les esperaba.
— ¿Jin? —llamó el moreno.
— ¿Sí? —cuestionó en tono confundido.
—Nunca nadie podrá separarnos. Y sí, adoptemos gemelos.
Estaban muy juntos, y desde el principio se supo que debía ser así.
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