3
Jimin iba sentando en el asiento de la parte de atrás del auto de Edán, el pelirrojo veía fijamente fuera de la ventanilla, sintiendo la tensión que había en el espacio.
Sentía esa amarga sensación y esos sentimientos deprimentes tirar de su pecho constantemente, sintiendo que se hundía más con cada segundo que pasaba, la necesidad de consumir aquella sustancia ya conocida para él se hacía cada vez más insoportable, la necesidad de desconectar su mente de una vez por todas y las ganas de lanzarse fuera del auto tampoco le faltaban.
Había momentos en los que su burbuja de "todo está bien" se reventaba haciéndolo caer nuevamente a la realidad, donde todo era gris y sus esperanzas se agotaban con cada segundo que pasaba, todo sucedía a través de sus ojos en cámara lenta, mientras se encontraba resignado a las imágenes que se repetían con constancia en su mente y las voces en su cabeza que le susurraban que por más que lo intentara, nunca nada volvería a estar bien, nada se sentiría como antes, nada sería como antes, porque faltaba él.
Edán estacionó el auto frente a la casa de E'Dawn y este bajó del asiento de copiloto después de darle las gracias al rizado y despedirse de Jimin con una pequeña sonrisa. Edán se despidió del pelinaranja y luego no dijo nada más arrancando nuevamente en silencio, conduciendo directo hasta la mansión.
― ¿Por qué vas a llevarme a la mansión? ―La voz de Jimin era rasposa y apenas audible, temiendo un poco de Edán en ese momento.
―Porque aún debo pensar en sí decirle a Jungkook o no lo qué hiciste ―Edán hizo una pausa antes de hablar nuevamente―. ¿Jungkook sabe qué has consumido drogas?
Jimin se tensó, sintiendo como la vergüenza invadía su cuerpo y al instante bajo la vista al suelo. ―No. Lo sospecha, pero no.
Una risa amarga brotó de los labios del castaño. ― ¿En realidad te sientes tan bien como Jungkook dice, Jimin? ¿En realidad lo has superado?
Jimin relamió sus labios, sintiendo su pecho doler y sus ojos llenarse de lágrimas por aquella pregunta, su ser se descontrolaba inevitablemente cada vez qué escuchaba aquel "¿Estás bien?" porque creía que, si la gente preguntaba aquello, era porque no se veía bien en absoluto. Y no lo estaba. Pero no quería que nadie lo notara, no quería que nadie se diera cuenta de que cada día se le hacía más difícil, que la impotencia lo estaba volviendo loco y que las esperanzas de que todo estaría bien algún día lo habían dejado hace mucho.
― ¿Qué quieres qué te diga? ―La voz de Jimin sonó pastosa a causa de las lágrimas― ¿Quieres la verdad o la mentira?
―La verdad, Jimin. Quiero la verdad. ―Edán estacionó el auto en el jardín de la mansión y se giró para ver a Jimin esperando por su respuesta.
―Estoy mal, Edán. Estoy jodidamente mal, nada ha mejorado, con el paso de los días este vacío solo se vuelve más insoportable y las ganas de abandonarlo todo se hacen más grandes. No puedo olvidarlo, Edán. No puedo superarlo ni un poco, y saber que no puedo hacer absolutamente nada para recuperarlo me hace querer gritar de la frustración. No estoy bien, Edán. Y no creo estarlo nunca.
El rizado se quedó en silencio, por un momento sus ojos brillaron con culpa y Jimin no supo el porqué, por un momento Edán lo miró de la misma manera en que lo miraba Jungkook cuando le decía entre lágrimas que extrañaba demasiado a Yoongi como para seguir como antes.
Jimin entendió que Edán no diría nada así que decidió salir del auto dando un portazo y caminó hasta la entrada de la mansión a paso rápido.
Entró al lugar, sintiéndose atacado por todos los recuerdos que lo golpearon, la familiaridad del lugar era irritante y tuvo que tomar una gran bocanada de aire para calmarse y evitar salir corriendo de vuelta a su casa. Observó la hora en el reloj percatándose de que eran las dos de la mañana, todo se encontraba en silencio y había solo algunas luces encendidas como era de costumbre en las noches.
El pelirrojo arrastró sus pies por las escaleras dirigiéndose a la habitación que alguna vez había compartido con Yoongi, su mano tembló antes de abrir la puerta para entrar al lugar y encendió la lampara iluminando apenas el lugar.
Sin duda ocho meses no habían sido suficientes para preparase al volver allí y su corazón se contrajo dolorosamente ante los recuerdos, por un momento deseó poder olvidar todo, aunque sabía que aquello era lo único que le quedaba.
El aroma de Yoongi permanecía en el lugar a pesar del tiempo, todo estaba justo como lo recordaba, la cama hecha, las cosas ordenadas sobre el tocador, las cortinas cerradas al igual que las puertas del armario y los zapatos al lado de la cama. Suspiró caminando hasta el armario sintiendo esa ansiedad angustiante crecer en su pecho con cada segundo que permanecía allí, abrió el armario encontrándose con la ropa de Yoongi pulcramente ordenada, su mano se deslizó por las camisas, sintiendo la suave y fina tela entre sus dedos, sacó una de las prendas y la acercó a su rostro para olerla haciendo que cerrara los ojos ante el familiar aroma.
Sus lágrimas rodaron por sus mejillas y sintió como su pecho se hundía, notando en el interior del armario una caja cubierta por un poco de ropa, el pelirrojo se inclinó metiendo su mano para sacar el objeto y curiosear un poco. No pudo evitar sentirse confundido, caminó hasta la cama y se sentó manteniendo la caja de madera negra en sus manos.
Su visión era borrosa a causa de las lágrimas y luego de algunos segundos viendo a la nada alzó la tapa revelando el contenido dentro de esta. El pañuelo y la corbata rosa qué había usado la primera vez que había estado con Yoongi en aquel cuarto de espejos se encontraba en el interior junto a una rosa negra, también había un par de fotos y un fragmento de bala. Jimin frunció el ceño extrañado ante esto último y lo tomó entre sus dedos alzándolo para observarlo mejor.
Guardó todo dentro de la caja nuevamente y la devolvió al armario, percatándose por un segundo de que faltaba ropa y otra cosa, la maleta de Yoongi tampoco estaba. Por un momento mil ideas pasaron por su mente, pero sacudió su cabeza alejando todas aquellas absurdas especulaciones.
Jimin se sacó la camisa y luego se lanzó a la cama apagando la lampara en el proceso, sintiendo como su vista volvía a nublarse cuando sus pensamientos volvieron a atacarlo como todas las noches cuando apagaba las luces y los demonios comenzaban a burlarse de él desde la oscuridad.
Deja de ignorarnos.
Deja de ser tan idiota.
¿Acaso no notas que tratamos de decirte algo?
Jimin ignoró las voces, cerrando sus ojos con fuerza y obligándose a dormir, haciendo oídos sordos a los gritos en su cabeza qué le decían que estaba ciego.
Por otro lado, Edán estaba sentando en los escalones de la entrada de la mansión, mirando fijamente el jardín apenas iluminado por las luces de la fuente y unas cuantas farolas, sintiendo miles de sentimientos en su pecho debido a todo lo que había sucedido. Cada segundo que pasaba la culpa lo carcomía de manera ineludible. Una sombra entró por el portón y el rizado entrecerró sus ojos tratando de ver mejor, levantándose bruscamente al instante y caminando hasta la persona ya conocida para el rizado.
― ¡¿Qué estás haciendo aquí?! ¡Jimin está en la mansión! ―Edán gruñó en dirección al pelinegro una vez estuvo frente a él, tratando de que su voz fuera lo más baja posible y mirando constantemente hacía la puerta del lugar.
―Ya está dormido, cálmate. ―La voz de Yoongi sonó plana y sin emociones, mirando fijamente al rizado.
―Te estás arriesgando demasiado, Min. No puedes andar por ahí como si nada, te recuerdo qué estás muerto. ―Edán luchaba por controlar la rabia que crecía en su interior.
―Jimin no se va a dar cuenta, Edán. Él está resignado a mi "muerte" ―Yoongi hizo una pausa―. Entonces, ¿hiciste lo que te pedí?
Edán asintió y Yoongi le hizo una seña para que hablara. ―Sí. Jimin está consumiendo drogas.
Los ojos de Yoongi se abrieron con sorpresa y llevó sus manos a su rostro claramente frustrado.
Luchaba por contenerse, sintiendo como la culpa se instalaba en su pecho y las ganas de maldecir en voz alta se hacían presentes. Se suponía que todo debía estar bien, se suponía que Jimin estaría bien.
―Jimin está matándose, Yoongi. Cuando fui a buscarlo, estaba a punto de matar a un tipo, solo porque no le pagó un maldito dinero ―Edán comenzó a hablar, sin molestarse por tratar de contenerse―. Nada ha mejorado, hablé con Jungkook. Jimin tiene ataques de pánico cada vez más constantes, escucha voces y Jungkook cree que puede estar volviéndose loco, no duerme, pasa la mayoría de las noches de fiesta bebiendo y acostándose con tipos desconocidos. Esto no está nada bien Yoongi, Jimin ya intentó suicidarse una vez desde tú ausencia. ¿Qué tal si lo vuelve a hacer? No se va a salvar tantas veces, tienes que hacer algo.
Yoongi tragó duro, sintiendo el frío de la noche golpearlo de repente, las emociones se revolvían en su cabeza y sentía aquel peso en su espalda que casi lo tiraba al suelo. La ansiedad se volvió frustrante, sabiendo que Jimin se encontraba en su habitación, a solo unos metros de él, luego de todos aquellos meses en los que había estado anhelándolo, observándolo de lejos, deseando su cuerpo, su ser, de una manera dolorosa. Y se volvía peor a cada segundo, aquella necesidad asfixiante por poseerlo, más sabiendo, que era mejor verlo de lejos, a no verlo nunca más.
―Yo no puedo hacer nada ya, Edán. Estoy muerto. ―El pelinegro se dio la vuelta y caminó para salir del lugar, sintiendo su garganta arder por las ganas de gritar que estaba conteniendo, sus ojos picando por las lágrimas que no dejaba salir.
Edán observó al pelinegro de lejos, sintiéndose frustrado por la manera en que dos de sus amigos se destruían sin piedad, de manera tonta y egoísta.
Yoongi sentía su mundo caerse a pedazos con cada minuto lejos de Jimin, su vida se había convertido en ser el guardián de Jimin, vigilando sus movimientos, pero sin poder hacer nada, escondiéndose en las sombras de la noche y soportando que fuesen otras personas quienes disfrutaran la presencia de su pequeño.
Era insufrible, era completamente insoportable todo lo que sucedía, y por más que quisiese mandar todo a la mierda y salir corriendo hasta Jimin, pero no podía, menos ahora que toda una nación estaba detrás de él.
Subió las escaleras con cuidado de no hacer mucho ruido, parándose frente a la puerta y mirando a todos lados el oscuro pasillo. Abrió la puerta lentamente ingresando al lugar sin cerrar, observando al pelirrojo profundamente dormido sobre la cama, su corazón latió con fuerza, sintiendo como si una barrera invisible los separara en ese momento. Se recostó de espaldas en la pared junto a la puerta, observando fijamente al chico, llenándose de su presencia, conformándose con solo estar allí, era increíble, estaba a solo unos pasos de él, pero no podía acercarse.
Jimin era un ángel encerrado en una caja de cristal y Yoongi era un pobre demonio qué lo contemplaba desde afuera, deseando romper la barrera y robarlo... Pero si algo había aprendido, era qué un ángel como Jimin, solo sería miserable al lado de un demonio como él.
Lucía tan perfecto, su torso desnudo, sus pantalones desabrochados y su cabello rojizo caer sobre su frente de manera despeinada. Mordió su labio observando como los pantalones se ajustaban a sus piernas y contuvo un gruñido cuando sintió su erección doler dentro de sus pantalones, y es que aquella falta de contacto de tantos meses se estaba volviendo insoportable, pero se había prometido no tocar a nadie más.
La mirada de Yoongi se oscureció mientras examinaba el cuerpo de Jimin de arriba abajo, recordando las veces que había estado desnudo gimiendo debajo de él en esa misma cama. No supo en qué momento su mano había bajado hasta su entrepierna y ahora acariciaba el bulto por encima de la ropa con su mirada fija en Jimin. Lo pensó unos segundos antes de desabrochar sus pantalones y liberar su erección, acariciando su dureza de arriba abajo con lentitud, mordió sus labios con fuerza, conteniendo cualquier sonido que pudiese escapar de sus labios y jadeó en voz baja, observando a Jimin, imaginando el calor de sus paredes cuando envolvían su miembro.
Se estaba acercando demasiado al fuego, pero no tenía miedo de quemarse, después de todo era un jodido pirómano.
Cerró sus ojos por unos segundos aumentando la velocidad de su mano, apretando su glande con el pulgar y sintiendo como se desesperaba por conseguir su orgasmo. Mordió su lengua respirando agitadamente cuando llegó al clímax y los chorros de semen se resbalaron por su mano con una sonrisa oscura caminó un poco hasta Jimin, inclinándose y besando apenas su frente antes de pasar uno de sus dedos por los labios de Jimin, dejando un pequeño rastro de su esencia.
Tomó una camisa del armario y limpio su desastre para después tomar la camisa que Jimin había estado usando y salir de la habitación, cerrando la puerta con cuidado.
Una sonrisa se plantó en sus labios.
Pequeño, ¿qué hubiera pasado si hubieses despertado?
Estaba jugando con fuego, y él sabía perfectamente como hacer eso.
Quiero acercarme, pero no quiero hacerte daño, todo estará bien.
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