Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20

Jimin, Yoongi, Hoseok, Jungkook, Taehyung y Seokjin se encontraban en el laboratorio junto a Namjoon, todos se miraban entre sí sin saber que decir, la tensión era palpable y solo esperaban por Namjoon quien buscaba varias jeringuillas, una para cada uno, y las acomodó sobre la mesa sin emitir una sola palabra.

―Yoongi ―llamó el pelimorado indicándole al mencionado que caminara hasta él. El pelinegro se acercó y enseguida el mayor tomó una de las jeringas quitándole el protector a la aguja.

Todos observaron atentos, sin tener la menor idea de que era lo que el líder planeaba hacer.

― ¿Qué es lo que planeas hacer? ―verbalizó Yoongi sintiendo como Namjoon insertaba la aguja en su brazo y extraía una cantidad considerable de su sangre.

Hoseok tomó la jeringa una vez que Namjoon se la pasó y la guardó en un compartimiento algo peculiar en la pared, al parecer el pelirrojo era el único enterado de lo que planeaba hacer el mayor.

―Lo siento, no puedo decir nada aún. Por ahora, les pido que confíen en mi ―respondió mientras le hacías señas a Taehyung para que se acercara.

Insertó la aguja en el brazo del peliverde extrayendo un poco de su sangre, y seguido de él repitieron el proceso con todos allí a excepción de Hoseok. Se mantuvieron en silencio, luchando contra la marea de pensamientos que se revolvían en su cabeza en esos momentos, tratando de descifrar lo que sea que tratara de hacer el mayor.

No podían tener ninguna seguridad respecto a la situación, pero sabían que debían confiar en él, por más que la duda los consumiera, debían esperar.

Una vez que todos estuvieron listos y después de que la sangre de todos estuviese almacenada en el mismo lugar que la de Yoongi todos salieron del laboratorio a excepción de Namjoon y Hoseok quienes se quedaron allí encerrados tal y como habían estado haciéndolo la última semana.

Lo que sea que estuviesen tramando ahora no era para nada sencillo y parecían tener prisa por completar su objetivo.

Youngsoo se encontraba corriendo por toda la nueva casa de Jimin y Yoongi, mientras la señora Min conversaba alegremente con su hijo y su yerno, felicitándolos por estar "formalizando" su relación.

La casa estaba situada en una colina, era bastante grande, las paredes eran blancas y los suelos eran de madera clara muy bonita, la decoración era casi escasa lo que les daba un toque minimalista junto a los muebles negros, en la sala había unas grandes puertas corredizas que dejaban ver el hermoso jardín que rodeaba la vivienda junto a una gran piscina. Contaba con 5 habitaciones y 6 baños, uno en cada habitación y otro más en el pasillo de la sala de estar, la cocina era grande y muy espaciosa; y lo mejor de todo, el segundo piso contaba con una terraza en la que había una parrillera y un jacuzzi, con una vista increíble que dejaba ver la ciudad casi entera debajo de ellos.

―Estoy muy orgullosa de ustedes. Jimin, te agradezco mucho todo lo que has hecho por Yoongi. ―La señora Min habló con ternura y Yoongi le dedicó una sonrisa al menor tomando su mano.

―La verdad no es nada, señora Min, tengo la mejor recompensa de todas aquí a mi lado. ―Jimin le devolvió la sonrisa a Yoongi, observando como este lo miraba con fascinación.

Yoongi miraba a Jimin como si fuera la persona más maravillosa del mundo y por primera vez, se sentían seguros. Sabiendo que estarían juntos por mucho tiempo, ya no dejarían que nada volviese a separarlos. Yoongi amaba apreciar a Jimin, su radiante y sincera sonrisa, la cual estaba ahí sin importar todo lo que hubiese pasado, Yoongi estaba orgulloso de su pequeño, de lo fuerte que era y de la capacidad que tenía de ver todo desde el lado positivo, lo que Yoongi no sabía, era que el mismo era quién hacía que Jimin fuese de aquella manera. Jimin vivía por Yoongi, su simple presencia era un motivo suficiente para estar bien, Jimin era completamente feliz; feliz porque a su lado permanecía lo único que necesitaba para serlo.

― ¡La casa de Yoonie hyung es muy bonita! ―chilló Youngsoo parándose junto a su hermano con una gran sonrisa. Yoongi tomó al pequeño en sus brazos y lo alzó dedicándole una sonrisa.

― ¿Te gusta? ―El pequeño asintió enérgicamente―. Entonces puedes venir cuando quieras, Jimin y yo estaremos muy felices de tenerte aquí.

― ¿Enserio? ―Los ojos del pequeño se iluminaron y Jimin le sonrió.

―Claro que sí. ¿Cierto, Jimin? ―cuestionó Yoongi en dirección al mencionado quién asintió sin borrar su sonrisa haciendo que Youngsoo aplaudiera en respuesta.

―No debieron decirle eso, ahora no querrá salir de aquí ―habló la señora Min entre risas contagiando a Jimin y Yoongi.

―La verdad, no tenemos ningún problema con eso ―respondió Jimin acariciando el oscuro cabello del pequeño.

―Eso es muy lindo, Jimin. Muchas gracias, por invitarnos a conocer la casa y por todo, ahora debemos regresar ―anunció la pelinegra y Youngsoo hizo un puchero cuando Yoongi lo dejó en el suelo.

―Adiós hyung. ―Se despidió el pequeño de su hermano, esperando que se agachara a su altura para besar su mejilla y abrazarlo con fuerza, Yoongi le sonrió y Jimin copió su acción anterior, levantándose luego para despedirse de la mujer con un corto abrazo.

Ambos chicos se despidieron de la mujer y luego la acompañaron hasta la puerta con la promesa de que volverían a verse pronto, una vez salió, Yoongi suspiró como si hubiese estado conteniendo la respiración durante aquel rato.

―Nunca imaginé que esto podría suceder ―confesó el pelinegro con una sonrisa cansina adornando sus labios y Jimin estiró su mano para acariciar su mejilla.

―Dicen que, lo impredecible es lo mejor. ―El pelinegro volvió a sonreír, acariciando la mano que Jimin mantenía sobre su rostro.

―Hablé con Namjoon acerca de dejar la mafia... ―Yoongi comenzó a hablar y Jimin lo interrumpió casi enseguida claramente sorprendido.

― ¿Dejaremos la mafia? ―preguntó no del todo contento.

― ¿No es eso lo que quieres? Digo, ya no quiero que nada te pase Jimin, creí que sería lo mejor... ―El pelinegro mordió su labio, atento a la reacción del contrario.

― ¿Tú quieres dejar la mafia? ―preguntó el pelirosa ladeando la cabeza mientras analizaba la mueca que hacía el contrario.

―E-Es... Es complicado. Yo, nunca imaginé tener que dejar la mafia, siendo sincero, no puedo imaginarme fuera de ella... Pero supongo que puedo intentarlo ―expresó Yoongi tratando de sonreír, pero se encontraba claramente afectado debido al tema.

Yoongi había estado en la mafia desde muy temprana edad, hasta conocer a Jimin eso era lo único que tenía, incluso allí había descubierto quien era en realidad gracias a ello había salido adelante, e imaginarse fuera de ella le hacía sentirse bastante nostálgico, pero esta vez sí que estaba dispuesto a hacer lo que fuese para proteger a Jimin.

―No dejaremos de la mafia ―habló Jimin decidido y tomando a Yoongi por sorpresa.

― ¿Qué?

―La mafia es parte de nosotros, Yoon. Allí están nuestros amigos que son como nuestra familia, pertenecemos allí. Tal vez no sea lo mejor del mundo, quizá sea horrible, pero quiero permanecer con ellos y estoy seguro de qué tú también... No todos nacemos para ser súper héroes ―explicó Jimin con una sonrisa y Yoongi suspiró aliviado al oír aquello.

―No todos nacemos para ser súper héroes... Somos lo peor para el mundo, pero en nuestro mundo, somos la mejor mierda. Y lo seguiremos siendo, seguiremos matando a todos esos hijos de puta que creen que pueden tener el mundo, un mundo que no les pertenece. El mundo es nuestro, el mundo es de quién entiende que, hasta las cosas más malas, son parte de él, acéptalo todo cómo es, y entonces será tuyo. El mundo es nuestro, Jimin. Nos hemos convertido en los dueños de este maldito infierno.

Yoongi terminó de hablar y Jimin no pudo decir nada más, sus bocas de buscaron, besándose ansiosos mientras acariciaban sus cuerpos como si buscaran aquella calma que tanto habían necesitado y por un momento habían perdido, estaban unidos, estaban juntos y nunca podrían tener suficiente del otro.

Se amaban con locura, una locura que solo los más desquiciados podrían entender. Se amaban de verdad, sin ataduras ni obstáculos, sin peros ni condiciones.

Quizá por eso el amor era tan vacío, no mucho saben amar de verdad, no todos saben que deben amar los demonios antes de todo lo demás, no todos saben que, para llegar al paraíso, primero debes quemarte en el infierno.

Y si esto no es amor, habían creado una nueva forma de amar, una que ustedes personas corrientes nunca entenderán, una que ustedes no podrán soportar, porque que era de esos amores que matan, pero al mismo tiempo te reviven sin tener que necesitar nada más.

Un amor de esos que quema y te vuelve adicto, de esos, que por más que quieras, nunca acabaran.

Esto era una nueva forma de amar, una de verdad, real. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro