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11

Cuando Yoongi despertó no se sorprendió al encontrarse solo en la cama, sin embargo, no pudo evitar sentir el pinchazo de decepción, pues había mantenido la pequeña esperanza de que, al despertar, Jimin seguiría ahí, confirmándole que no había sido un sueño.

Aún así, el aroma del pequeño seguía impregnado en las sábanas y también en el resto de la habitación. Yoongi se sintió con la libertad de echar un vistazo por el lugar, desde las mantas blancas que cubrían la cama hasta la decoración simple pero bastante bonita a la vez, todo el lugar lo era, todo tan él.

Se levantó de la cama observando su ropa doblaba sobre una silla en la habitación, sonrió de manera inconsciente, percatándose de que no era la misma ropa que llevaba la noche anterior, en efecto era su ropa, pero esta era una que Jimin había tomado quien sabe hace cuanto y ahora podía ver que aún la conservaba.

Luego de darse un baño y vestirse con la ropa limpia salió al pequeño salón, suspirando y observando por el ventanal el cielo que comenzaba a nublarse anunciando la inminente lluvia, recorrió la estancia con sus ojos, descubriendo la pequeña nota sobre la mesita de café.

Se acercó casi con miedo, relamiendo sus labios y tomando la pequeña hoja de papel, donde se encontraba un mensaje escrito con la bonita caligrafía perteneciente a Jimin.

"No me arrepiento de lo que pasó anoche, pero te agradecería, que al llegar no estuvieses en mi casa."

Suspiró nuevamente, echando un último vistazo antes de tomar su chaqueta y salir del lugar, sintiendo un pequeño tirón en su pecho al saber que estaba alejándose una vez más. No podía evitarlo, quería a Jimin cerca, pero sabía que debido a todo lo que había sucedido, ni en sueños el rubio lo perdonaría así como así, ni siquiera estaba seguro de si al menos lo haría alguna vez.

Cerró la puerta de la casa antes de bajar las escaleras, acomodando un poco su cabello aún húmedo y luego secó sus manos en su pantalón verificando que sus llaves estuviesen en el bolsillo.

En la planta principal una mujer mayor salía al pasillo abriendo sus ojos con sorpresa al encontrarse con Yoongi y enseguida cambió su expresión por una sonrisa brillante.

―Así que tú eres el bonito novio de Jimin, sabía que debía tener uno. ―La mujer observó al pelinegro de manera cómplice y Yoongi carraspeó sin saber que decir.

―Yo... Soy Min Yoongi, un gusto conocerla. ―La voz de Yoongi sonó serena, sin ninguna emoción aparente, mientras extendía su mano para estrechar la de la anciana.

―D-Disculpa. ¿Cuál dijiste que era tú nombre? ―Una tercera voz los interrumpió y Yoongi se giró lentamente, helándose en su lugar y sintiendo como el aire abandonaba sus pulmones.

De repente se sintió asfixiado y no supo si salir corriendo o quedarse allí, parpadeó varias veces tratando de convencerse de que no estaba alucinando; incluso por un momento creyó que podría seguir estando dormido.

No supo cuánto tiempo estuvo en shock, pero solo la suave presión en su mano lo hizo reaccionar, haciéndolo girar su cabeza para observar a Jimin quien sostenía su mano e intercalaba su mirada entre él y la mujer de cabellos negros frente a él.

―S-Señora Yong... ―Jimin trató de decir algo más, pero las palabras murieron en su garganta.

Cuando Yoongi escuchó el nombre de la mujer estuvo totalmente seguro de que esa era su madre, pero, ¿cómo era posible que ella estuviese allí? No pudo seguir cuestionándose, no supo en qué momento sus ojos se cerraron y cayó en los brazos de Jimin que lo rodearon antes de impactar contra el suelo.

Jimin sostuvo a Yoongi, alzándolo en sus brazos para llevarlo hasta uno de los sofás en la planta principal, recostando al mayor sobre sus piernas y observando a la señora Yong, buscando algo que decir para calmarla ya que esta se encontraba al borde del llanto.

―Yo... creo que fue demasiado sorpresivo para él. ―Jimin le dedicó una pequeña sonrisa a la mujer, tratando de ignorar la manera en que el calor del cuerpo del pelinegro quemaba en su cuerpo, sintiendo que su presencia era demasiado para él.

Sin duda, cuando su jefe le dijo que podía tomarse el día libre porque no se veía lo bastante bien y aparte no estaba del todo concentrado, no esperó que de vuelta a casa se encontraría allí a Yoongi. En medio del pasillo, quizá más pálido de lo normal, si es que eso era posible, y al borde de un colapso nervioso por estar frente a la mujer que le dio la vida y que había creído muerta.

La señora Ross llegó junto a ellos con un frasco de alcohol y un trozo de algodón el cual mojó con la sustancia antes de sostenerlo un poco frente a la nariz del pelinegro haciendo que este aspirara reaccionando poco a poco.

El pelinegro parpadeó varias veces, observando a Jimin y frunciendo el ceño mientras se incorporaba poco a poco en el sofá hasta sentarse. La señora Yong lloraba en silencio, las lágrimas rebosaban en sus ojos y caían una detrás de otras por sus mejillas mientras sostenía un pañuelo con fuerza entre sus manos.

― ¡Hola Jimin! ―El pequeño Youngsoo llegó hasta ellos dando saltitos y parándose junto a Jimin.

Yoongi desvió su mirada al pequeño niño, percatándose también de como Jimin le sonreía, el pelinegro no pudo emitir ni siquiera una palabra en el momento en que los ojos del niño se posaron sobre él.

―Mami ¿quién es él? ―cuestionó el inocente infante señalando a Yoongi mientras hablaba en dirección a su madre quien limpiaba su rostro con el pañuelo.

―Él... E-Él es tú hermano, cariño ―respondió la mujer con voz rasposa a causa de las lágrimas y trató de sonreírle un poco a su pequeño hijo que abría los ojos con sorpresa.

― ¡Yoongi hyung! ―El pequeño se tiró encima del mencionado quien aún estaba sentado en el sofá tratando de asimilar la situación.

Jimin estaba totalmente mudo, sintiendo su pecho oprimirse al ver la manera en que las manitos de Youngsoo se aferraban a la camisa de Yoongi, quien de manera torpe envolvió sus brazos alrededor del pequeño cuerpo de su hermano menor.

La señora Ross observaba todo con una mueca de confusión y sorpresa, el ambiente se sentía demasiado extraño, los pensamientos de Yoongi eran un lio y no podía pensar nada con claridad, el pequeño cuerpo entre sus brazos se separó un poco para observarlo y Yoongi no pudo evitar pensar que estaba viendo su reflejo de cuando tenía cuatro años de edad, el pequeño le sonreía con autentica felicidad. Se levantó con el pequeño en sus brazos, sintiendo su corazón latir rápidamente y sin pensarlo rodeó a su madre con su brazo libre. La mujer le devolvió el abrazo a Yoongi con fuerza, temblando debido a los sollozos que se volvieron más intensos con el abrazo y sintiendo las propias lágrimas de su hijo mojar su cuello.

Jimin mordió sus labios observando la escena y en el momento en que separaron observó la manera en que Yoongi miraba a su madre, sin mascaras que escondieran lo que sentía, totalmente trasparente frente a la mujer, como un pequeño niño roto que lo ha perdido todo y nunca dijo nada.

―Hijo, dime algo... ―La mujer acarició la mejilla de Yoongi, limpiando las lágrimas del pelinegro mientras lo miraba con ternura.

Yoongi frunció los labios, conteniendo las lágrimas y sintiendo como Jimin tomaba a Youngsoo de sus brazos para darle un poco más de privacidad con la mujer.

De repente, se sintió culpable, observando a su madre, totalmente igual a como la recordaba, su cabello negro al igual que sus brillantes ojos, era tan pura, tan hermosa.

Traté de matarte, mamá...

Me he arrepentido tanto...

Lo siento tanto...

Yoongi tomó las manos de la mujer entre la suyas y las acarició con suavidad, observándola a los ojos y sintiendo su pecho doler ante el montón de emociones que estaba experimentando.

―Lo siento, mamá... Tú hijo se convirtió en una mala persona, de verdad muy mala ―suspiró haciendo una pausa ―. Pero no tenía nadie a quien enorgullecer, así que no me importó... S-Soy una persona horrible. ¿Me perdonas, mamá?

―No hay nada que perdonar, Yoongi ―respondió la mujer casi en un susurro―. Soy tu madre. Las decisiones que hayas tomado no harán que te ame menos.

Y Yoongi no se había dado cuenta de que había esperado oír esas palabras durante toda su vida hasta ese momento.

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