8
Volver a uno de mis clubs favoritos de la mano de mi novia en su ciudad natal me hace sentir el dueño del lugar, y nunca mejor dicho. Alexa siempre me dice que soy un hombre muy sexy, pero yo solo me veo ese atractivo cuando ella camina junto a mí. A lo largo de mi vida, he conocido a muchos hombres inseguros cuando salen de fiesta porque su novia se viste con ropa seductora, aunque nunca he entendido por qué se sienten emasculados. Ver a Alexa tan sexy, sintiéndose cómoda y sensual con su maquillaje y vestimenta, me atrae todavía más. Cada vez que un idiota quiere controlar cómo viste su novia, les digo lo mismo: si no puedes aguantar estar con una mujer sexy, no salgas con una.
—Sé que no es el mejor lugar para hablar, pero al menos aquí arriba no suena tanto el barullo de las personas que están en la pista —digo al sentarme junto a Alexa en el cómodo sofá del reservado, agradeciendo al camarero que nos trae una botella de Cristal, el champán más exclusivo que ofrecemos y cuya sola presentación denota el lujo de la bebida—. Bueno, conejita, no sabes cuánto me alegro de que hayas tenido esa conversación tan importante con tu madre. Sé que no soy el más indicado para decirlo porque el cielo arderá antes de que le diga algo bonito al tío que dice ser mi padre, pero me alegro mucho de que hayas dado pasos tan grandes de cara a reparar la relación con tu madre.
Alexa se recuesta sobre mi cuerpo, como ya es una costumbre entre nosotros, con la copa de champán en la mano y esboza una sonrisa dulce de niña pequeña que me enamora al instante.
—Yo también. Después de conocer a William y saber por fin la verdad de lo que ocurrió entre ambos y los motivos que llevaron a María a mentirme, creo que es injusto que esté enfadada con ella. Sigo pensando que no tomó la mejor decisión para manejar la situación, pero lo hizo pensando en mi felicidad y para protegerme. Ya han pasado demasiados años como para seguir guardando algún tipo de rencor.
—Un brindis por las buenas relaciones, pero solo con los padres y madres que merecen la pena —digo con una sonrisa, alzando la copa para que la choque con la mía.
Ella ríe suavemente y le da un sorbo al champán después del brindis, dándome dos golpes en el muslo al acordarse de algo.
—¡Hablando de conversaciones! ¿Qué tal con mi abuela? Has salido con todos los tatuajes en su sitio y, aunque luego en casa me aseguraré de comprobarlo, juraría que tienes los dos huevos en su sitio. ¿Te la has ganado a pesar de todo lo que le conté?
—¿Tú qué crees, conejita? Sabes que tengo un don para domar a las mujeres Coronado y tu abuela se rindió ante mis encantos en apenas un minuto.
Alexa me observa con una ceja arqueada, soportando mi sonrisita de suficiencia como si esperase a que dijese algo más, pero yo mantengo mi actitud y le doy un sorbo a mi copa con aires de superioridad.
—Te cagaste de miedo y te has ofrecido a ser su esclavo durante el resto de tu vida, ¿verdad?
—Como si me hubiera puesto laxante en las croquetas —confirmo, asintiendo con vehemencia, y mi máscara se rompe para revelar una risa de vergüenza y sinceridad pura, que le contagio—. ¡Tu abuela da miedo, ¿vale?! ¡Es como tú, pero con mucha más presencia, como el jefe final del videojuego! En cuanto he entrado en la cocina, estaba seguro de que iba a hacer el relleno de las croquetas con picadillo de mis intestinos, así que no me ha quedado otra que arrodillarme y encajar todos los golpes que quisiera darme. A partir de ahora, Ace Hale sirve a Alexa Arden y a su abuela, sin discusión.
Ella rompe a reír, habiéndome calado enseguida en cuanto he salido de la cocina tras su abuela. Nadie conoce a la mujer como su propia nieta, que también es la que le contó todas las estupideces que hice el año pasado, por lo que no es de extrañar que mi novia sepa qué ha sucedido sin necesidad de que yo se lo cuente.
—Te diría que lo siento mucho, pero creo que es una dosis de karma justa en base a lo idiota que fuiste. Además, tenías que sufrir un poco antes de saber que no le caes mal, al menos no ahora. Al igual que yo fui la que le dio una imagen de ti embarrada, también he sido yo la que la ha limpiado cuando ha sido justo.
—No me odia, pero como se me ocurra hacerte enfadar o ser el responsable de cualquier mínimo sentimiento negativo en ti, se encargará de hacer sopa con lo que quede de mis huesos.
—¿Y te parece una mala condición? ¿O es que esperas hacerme daño en un futuro? —pregunta con una ceja alzada, tendiendo una trampa en la que sé que he entrado inconscientemente hace una frase.
—Sabes perfectamente cuál es la respuesta a esa pregunta y también sabes qué pretendes con ella, por lo que me acojo a mi derecho a no declarar, su señoría.
Con una sonrisa malvada, Alexa pasa la lengua por su labio inferior y le da un último sorbo a su copa de champán antes de ponerse en pie, arreglándose el vestido para evitar enseñar nada no deseado.
—Bueno, señor Hale, necesito un pequeño descanso para ir al servicio, pero no se relaje porque no tardaré en llegar.
—Aprovecharé este breve receso para preparar una mejor defensa de mi caso, su señoría.
Manteniendo esa faceta seductora que tan loco me ha vuelto siempre, ella me guiña el ojo y sonríe, marchándose en dirección al baño. Mis ojos recorren su cuerpo de arriba abajo sin ningún tipo de decoro o disimulo, admirando a la mujer que tengo la suerte de llamar 'mi novia', hasta que desaparece por la puerta del baño de la zona VIP. Entonces salgo del hechizo en el que Alexa siempre termina por capturarme y reclamo al camarero, pidiéndole una botella de agua. Si voy a conducir esta noche, no pienso tomar más que la copa de champán que ya he terminado.
En ese momento, siento el sofá hundirse a mi izquierda y un brazo delgado rodea mis hombros, un brazo que no reconozco por su mero tacto, por lo que no debería estar donde está.
—¿Pero qué ven mis ojos? Si es Ace Hale en persona. —Al girar la cabeza, me encuentro con Rocío, una de las influencers españolas que llevan siendo habituales en el Inferno desde que lo abrí—. ¿Hace cuánto que no pisabas por aquí: dos, tres años? Te he echado mucho de menos, ¿sabes lo feos y aburridos que son los chicos de esta ciudad?
Moviendo el cuerpo hacia delante de forma sutil, consigo que su brazo se separe de mi cuerpo, aunque ella lo toma como invitación para colocar la mano sobre mi muslo en su lugar. Hace años que no tengo contacto con esta chica y no porque ella no haya querido; no solo ha tratado de cazarme cada vez que he pisado el Inferno, sino que me escribe esporádicamente por cualquier red social con algún mensaje de ligoteo. Ni siquiera le seguía el juego cuando estaba soltero —siempre me ha parecido vacía, escandalosa y detestable— pero ahora que tengo novia y nuestra relación es más que pública en redes, este comportamiento me parece particularmente desagradable.
—Perdona, ¿quién eres y por qué estás en la zona VIP? Esto es para invitados exclusivos, aquí no puede entrar cualquiera —digo con el ceño fruncido, sabiendo que un ataque a su ego será la mejor forma de ahuyentarla.
—¡Soy Rocío, 'roroslife' en Instagram! Vamos, ¡no te hagas el tonto! Soy una de las personas más conocidas del país y nos conocemos desde hace años.
Rocío me mira con la desesperación enmascarada tras falsa alegría en sus iris castaños, y casi rompo a reír ahí mismo al ver lo ávida que está por un poco de reconocimiento, especialmente por parte de alguien que le atrae físicamente. También me resulta cómico lo poco consciente que es de que, cuanto más tiempo pase intentando ligar conmigo, más se acerca el momento en el que Alexa saldrá del baño y se encargará de sacarla de los pelos sin arruinarse la manicura.
—Ah, sí, eres... tú —respondo, esbozando la sonrisa más falsa que mis labios son capaces de componer—. ¿Qué haces aquí?
—¡Te lo he dicho, tonto! Vengo mucho al mejor club de la ciudad y mi lugar en la zona VIP está asegurado. ¿Quién no quiere que Ro grabe una historia en su local diciendo lo alucinante que es?
—No, no me refiero a eso. Quiero decir que qué haces aquí —repito, haciendo énfasis en la última palabra mientras señalo significativamente al espacio que me rodea—. Sé que sabes que tengo novia, así que no entiendo por qué te molestas.
Rocío pone su mano sobre mi pecho y empieza a acariciarlo de forma que imagino será sensual en su cabeza, pero que a mí me produce entre asco y lástima. Cuando estoy a punto de apartarla y echarla de aquí, veo a Alexa salir del baño. Su expresión relajada se contrae a una de puro desagrado al ver la escena y casi puedo sentir el calor del fuego que ha empezado a arder tras sus ojos. Entonces me mira, como si me preguntase si estoy bien, si es mi amiga o si debería venir a arrancarle la cabeza a esta chica, y cuando le transmito esta última opción, ella sonríe siniestramente.
—¿Y qué hace un hombre tan sexy como tú solo en una discoteca si estás cogido? Seguro que has venido aquí porque necesitas escapar de una novia que no te merece y no puede darte lo que necesitas. Sabes que ella no es suficiente para ti y conmigo lo pasarías mucho mejor... ¿Verdad que lo sabes? —susurra Rocío, inclinándose hacia mí, pero su movimiento se ve interrumpido cuando un cuerpo que conozco a la perfección se sienta sobre mi regazo.
—¿Pasarlo mucho mejor? ¿Contigo? —pregunta Alexa en español, cogiendo la mano de Rocío para apartarla de mi pecho y dejarla caer sobre el sofá como si de algo pringoso y desagradable se tratase—. Ay, Rocío, ya no sé si me das más risa o pena. ¿Cuánto llevas acechando detrás de una columna, esperando a que me fuese al baño para abalanzarte sobre mi novio como un buitre?
—Perdona, Alexa, pero esta es una conversación privada entre un viejo conocido y yo, así que mejor lárgate y...
—¿Un viejo conocido? —interrumpe mi novia, y veo que su sonrisa se ensancha por pura diversión—. Yo también soy una vieja conocida tuya y no pareces tan contenta de verme, ¡y eso que nos conocemos desde el colegio! —Alexa se gira para mirarme y se relame, disfrutando de la conversación, antes de volver a mirar a Rocío—. ¿Quieres que me vaya para que mi novio pueda rechazarte o prefieres humillarte un poquito más tú solita?
La interpelada parece enrojecer de rabia bajo los focos de la discoteca y veo sus ojos moviéndose como locos por mi rostro, el de Alexa, su mano sobre mi pecho, mi mano en su cadera... Por un momento, creo que va a levantarse para irse, pero su lado masoquista parece vencer y suelta un bufido, quedándose sentada.
—¡Te he dicho que estoy teniendo una conversación privada con Ace, así que, si no te importa, déjanos en paz!
—Un momento, reina —dice Alexa con una sonrisa, levantando un dedo en la cara de Rocío para acallarla mientras me mira—. Amor, ¿tú estabas siendo parte de esa conversación?
—No, que yo sepa.
—Entonces estabas teniendo un monólogo y este no es lugar para tus peroratas. Vete al Club de la Comedia; si haces el ridículo igual de bien que aquí, seguro que triunfas esta noche.
Rocío abre la boca, dispuesta a seguir peleando por motivos absurdos, pero yo intervengo en inglés antes de que pueda emitir sonido alguno.
—No me iría contigo ni aunque estuviera soltero, pero encima da la casualidad de que estoy con la mujer más impresionante del planeta, por lo que no puedo fijarme en nadie más. Además, los chillidos a los que llamas hablar y el vacío que tienes debajo de esas extensiones me resultan tremendamente exasperantes. Te repito la pregunta y añado otra opción para ti: ¿te largas de aquí tú sola, mando a seguridad a sacarte o dejo que Alexa decida cómo terminas en la calle?
Cuando Rocío mira a mi novia, esta le devuelve una mirada llena de promesas oscuras que termina por hacerle palidecer. Balbuceando unas últimas palabras que suenan a insultos, coge su bolso y sale a toda prisa de la zona VIP, tratando de mantener la poca dignidad que le queda. En cuanto desaparece de nuestra vista, Alexa suspira dramáticamente y me mira con una sonrisa burlona.
—¿Con Roro la chillona? ¿En serio? Voy a tener que romper contigo, ricitos. Tengo una reputación que mantener y no estás ayudando en absoluto.
—¿Pero a ti quién te ha dicho que me la haya tirado? ¿Quién te crees que soy, la ONG 'Polvos sin fronteras'? ¡Este cuerpo es una delicatesen, no chóped barato!
—¿Te recuerdo a la Barbie bizcochitos que conocí en Los Ángeles o sus berridos se te han quedado tan grabados en la cabeza como a mí? —pregunta con una risita maliciosa.
—¿Tanta gracia te hace, conejita? —pregunto con una sonrisa amenazadora, a lo que ella responde asintiendo, sin dejar de reír entre dientes—. ¿A que me bajo a la pista a bailar solo, a ver si encuentro una compañía que no se ría de mí?
Su sonrisa flaquea durante un brevísimo segundo y veo cómo sus ojos relucen con algo que no sabría definir, pero que definitivamente indica peligro, como una serpiente de cascabel agitando su cola.
—No hay huevos —me reta.
Sin perder la sonrisa, me inclino hacia su oído y solo susurro una palabra:
—Mírame.
Dejándola con cuidado sobre el sofá, desciendo por las escaleras hasta la abarrotada pista de baile, consciente de los dos iris esmeralda que me taladran desde el piso de arriba. No tengo intención alguna de bailar con ninguna mujer, no como bailo con Alexa al menos, pero me encanta ver cómo su orgullo y sus celos pelean entre ellos, aunque sepa que solo lo hago para molestarla.
Me adentro en la pista y miro a mi alrededor, esbozando una sonrisa cuando mis ojos se cruzan con los de alguna mujer. Apenas transcurren unos segundos hasta que una chica morena se me acerca, colocando la mano sobre mi pecho mientras empieza a moverse al ritmo de la música. Es guapa y parece estar esperando a que yo me acerque más a ella en forma de silenciosa pregunta, lo cual agradezco. Aunque no me acerco ni la toco de ninguna forma, sí me muevo junto a ella, y sé que, en cuanto mire hacia arriba, me separaré al ver a...
Mi cuerpo se congela cuando veo que el sofá está vacío y Alexa no está a la vista en ningún rincón visible de la zona VIP. ¿He ido demasiado lejos? ¿Ha creído que podría irme con otra de verdad y por eso se ha marchado de la discoteca, dolida?
—¿Qué te pasa? Te has quedado blanco —pregunta la pobre chica, colocando la otra mano en mi pecho, aunque esta vez lo hace de forma inocente, para comprobar cómo me encuentro.
Cuando abro la boca para responder, veo un reflejo plateado a escasos metros de donde estoy, e inmediatamente identifico quién es la mujer a la que pertenece ese brillo. Bailando con un hombre alto y francamente guapo, con la mano rematada por una manicura perfecta en su mejilla, se encuentra Alexa. Mientras él está completamente embelesado por ella, rodeando su cintura con un brazo, veo que los ojos de ella están fijos en mí, y una sonrisa malévola se extiende por su rostro. Sabe perfectamente el efecto que produce en los hombres, yo incluido, y le encanta.
Esta mujer me robó la cordura la primera vez que sus ojos verdes hechizaron los míos.
—Discúlpame —murmuro, recordando vagamente por qué estoy con esta chica cuyo nombre ni conozco y sintiéndome un poco mal por haberla utilizado en nuestro juego de niños. Antes de marcharme, saco un puñado de tickets del bolsillo y se los doy—. Toma, son copas gratis para ti y tus amigas. También hay por ahí un pase para la zona VIP. Adiós.
En apenas dos segundos, me abro camino hasta Alexa y el desconocido que parece estar luchando contra sí mismo para evitar ponerle las manos donde no debe. Sin pensarlo demasiado, cojo suave, pero firmemente la mano de mi novia y tiro de ella hasta que su espalda queda pegada a mi torso. Mis manos encuentran sus caderas y me muevo con ella al ritmo de la sensual canción, inclinándome para dejar besos húmedos sobre su cuello que le arrancan varios suspiros. Alexa alarga la mano para agarrar mis rizos, apretando su culo aún más contra mi entrepierna.
—Lo siento, tío. Esta diosa ya está cogida —murmuro, apenas mirando al pobre chaval, que presencia la escena sin saber si cabrearse o marcharse. Cuando parece decidirse por la primera opción y se acerca con el ceño fruncido, señalo a la salida con una mano tatuada y llena de cicatrices a apenas centímetros de su cara—. Fuera.
Él apenas tarda unos segundos en decidir que la pelea no merece la pena antes de soltar un insulto y marcharse, dejándonos solos entre la multitud. Alexa gira levemente el rostro hasta que sus labios quedan a milímetros de los míos.
—¿Celoso, ricitos? No me has dado ni tiempo para preguntarle cómo se llamaba.
Sus palabras me hacen morder suavemente su cuello, dejando varias marcas allá por donde pasa mi boca. Ella se derrite en mis brazos, arañando mi cabeza y mordiendo su labio inferior. Me encanta ver el efecto que tengo en ella sin necesidad de hablar, sentir el calor que emana de su cuerpo cuando lo acaricio como desea.
—¿Quieres volver con él para preguntárselo? —susurro, dejando que mi mano ascienda por el interior su pierna hasta levantar ligeramente su vestido.
—No... —suspira contra mi sien mientras sus piernas se abren un poco más de forma involuntaria—, pero sabes que he ganado, ricitos. Admítelo.
Sus palabras me hacen soltar una risa grave y mis labios capturan los suyos en un beso apasionado y repleto de lujuria, un beso que es una declaración de todo lo que le haría ahora mismo si pudiera.
—Claro que has ganado, conejita. Tú siempre ganas —murmuro contra su boca.
Ella sonríe y me besa de nuevo, pasando los dedos entre mis rizos. Cuando se separa, mantiene su frente pegada a la mía y respira atropelladamente.
—Gané desde el momento en el que fuiste mío.
Entonces, Alexa sonríe y pasa su lengua por mi labio inferior, terminando con mi cordura para siempre.
HOLITAAAA 🥰❤️
Ay, CUANTO ME GUSTA ESCRIBIR ESTOS CAPÍTULOS DE VERDAD 🥹. Me da igual que los dos tengan veintitantos y ya estén mayorcitos para estas cosas, SEGUIRÁN COMPORTÁNDOSE ASÍ HASTA LOS 103 AÑOS 😊✨
¿Qué os ha parecido el jueguecito de celos? ¿Creéis que quedan más paradas en esta luna de miel o... tal vez ya sea hora de volver a casa? 🤭
Os leo! ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro