
12
—¿Alguien me recuerda por qué nos hemos tenido que reunir en una fiesta de pijamas con cupcakes y Sexo en Nueva York de fondo en lugar de en una de las carreras?
Veo la cabeza de Jordan alzarse entre las chicas tumbadas en la amalgama de mantas y cojines, frunciendo el ceño con una expresión de irritación que pierde toda credibilidad tras la mascarilla hidratante de oso panda que tiene sobre la cara. La mano de su novia aparece a su espalda y le golpea en la coronilla en tan solo un segundo, como un resorte, haciéndonos reír.
—¿Te recuerdo yo el hecho de que ya ninguno de nosotros estudia en Hayden, así que seríamos unos carcas entre jovencitos que buscan seguir nuestra vieja estela dorada de adrenalina y maestría al volante? —apunto yo, cogiendo un cupcake de un plato cercano para compartirlo con Alexa—. Seguro que ahora ni siquiera llevan coches decentes, ni se atreven con las curvas buenas, Las nuevas generaciones no tienen sangre en las venas.
—Espérate, que está hablando Max Verstappen, el todopoderoso rey del motor. ¿Eres consciente de que suenas como un viejo de setenta años? "¡En mis tiempos, los coches corrían de verdad y la gente sabía cómo hacer un giro sin estamparse contra la pared! ¡Ahora solo hay críos e idiotas en el asfalto!" —dice mi novia, gruñendo las palabras del final como si fuese un viejo, y le doy un bocado juguetón en el hombro mientras la estrecho entre mis brazos.
—Pues yo me quedé con las ganas de ir a una de esas carreras. Iba a ir a la última, pero tenía más peligro de morir atropellado por mi hermano que por estamparme contra algo —dice Liam, que está tumbado a nuestra izquierda con un bol de palomitas de caramelo en los brazos.
—Entonces, ahora os lleváis bien, ¿no? Porque los cupcakes nos han salido de miedo y no me apetece que os los incrustéis en la cara mutuamente peleándoos por Alexa. Además, puestos a pelearos por una mujer, que sea una más guapa. O podéis hacer un trío, que nunca está de más.
Mi novia le tira una palomita a Cher cuando le escucha hablar y ambas ríen, iniciando una breve guerra hasta que Jordan le quita el bol a su chica para comérselas a puñados.
Contrario a lo que pueda parecer, he sido yo el que ha sugerido que Liam nos acompañase en nuestra fiesta de pijamas. Tras más de un mes de vacaciones alrededor del mundo para celebrar su graduación, las chicas y Jordan estaban deseando reunirse, y Alexa propuso este plan en su casa para ponernos al día. Según me comentó, mi hermano y sus amigas se llevan bien e incluso pasaron el pasado Acción de Gracias juntos, así que propuse que se viniera también. Creo que es una buena oportunidad para continuar por el camino del perdón y a tener una buena relación de hermanos como solíamos tener.
Al llegar, he notado que las chicas se veían reticentes y algo incómodas al ver que estábamos los dos juntos, y no las culpo. La última vez que estuvieron con nosotros en la misma habitación, le di un puñetazo a Liam en la cara y monté un show en mi propia fiesta de cumpleaños. Sin embargo, tras diez minutos haciendo los cupcakes y preparando todo, se dieron cuenta de que el conflicto entre nosotros ya no existía. Extrañamente para mí, me he sentido como en casa volviendo a ver a mis amigos y descubriendo que Liam se lleva tan bien con ellos. Echaba en falta tener un grupo de amigos consolidado en Nueva York como el que tengo en Los Ángeles, especialmente porque mi novia está incluida en ese grupo y ella es mi mejor amiga.
—Por muy bien que me lleve con mi hermano, no me apetece mucho verle la polla, llámame raro.
—Concuerdo contigo, las pollas de los hermanos son lo más asqueroso del mundo —me da la razón Brooke, haciendo que Jordan suelte un bufido.
—Vale, pero entonces, si Ace dice que la polla de su hermano es asquerosa y Liam dice lo mismo ¿cuál es realmente la polla asquerosa aquí?
La pregunta de Gigi nos sume en un silencio pensativo, como si acabase de plantear una cuestión filosófica de gran relevancia que merece una seria consideración. Tras unos pocos segundos, Liam y yo abrimos la boca para responder, pero Brooke se nos adelanta:
—Las dos son asquerosas, evidentemente. Y lo digo sin ofender, chicos, solo hablo con objetividad.
—Lo siento, Brooke, pero tu opinión no cuenta. Como lesbiana, tu doctorado es en estética de genitales femeninos, porque raro sería que te pareciese bonito un pene, si no nos parecen bonitos ni a las heteros. Para resolver esta cuestión de suma importancia, solo podemos recurrir a una persona —dictamina Cher antes de señalar a mi novia—. Tú te los has tirado a los dos, así que revélanos al consejo... ¿Cuál es la polla asquerosa?
Alexa pone los ojos en blanco y le lanza otra palomita a su amiga, completamente despreocupada por la pregunta.
—Pruébalas y me lo dices tú.
—¡Oye! —exclamamos los tres hombres presentes al mismo tiempo, con distintos grados de vergüenza reflejados en nuestros rostros.
—Vale, la de mi novio ni tocarla, pero si Liam se deja, tienes vía libre...
—¡Oye, que sigo existiendo y estoy aquí! —reclama Jordan, abrazando más fuerte a su novia mientras me gruñe como un perro—. ¡La única polla que se acerca a mi novia es la mía, así que Liam, tú ni tocarla!
—¡Pero si yo no he dicho nada! ¡A mí me están prostituyendo por aquí sin mi consentimiento, yo no quiero enseñarle la polla a nadie!
—¿A nadie? ¿Nunca? ¿Entonces vas a hacerte monje de clausura y rezarle a Dios por la paz en el mundo en un templo en las montañas del Tíbet? —pregunta Alexa para chincharle.
—¡A nadie sin mi consentimiento, y mucho menos a una especie de consejo de brujas malas para que determinen si da más o menos asco que la de mi hermano!
—Eso es porque tienes miedo de afrontar la aplastante realidad de que la mía es mucho mejor que la tuya —digo con una sonrisa pedante solo para agitar el avispero.
Mis palabras logran su cometido, ya que el grupo empieza a alzar la voz, defendiendo a unos y a otros. Alexa no para de gritar en mis brazos, asegurando que los dos miembros por los que discuten son igual de asquerosos, pero las chicas siguen convencidas de que necesitan comprobarlo por ellas mismas para determinar la realidad. El pobre Liam se queja a mi lado, tratando de defenderse contra las difamaciones y el hecho de que quiere prostituirle a la fuerza, lo cual solo me hace reír aún más. Me sale el hermano mayor que llevo dentro, y no puedo evitar ser el que más le chincha.
—¡Esperad, chicas! —exclama Cher, incorporándose un poco para mirarnos a todos con expresión de haber descubierto la cura contra el cáncer—. ¡Me acabo de acordar de que el año pasado pillamos a Lex y Liam en la cama! ¡Se taparon muy rápido y nosotras salimos corriendo al salón, pero si hacemos memoria, igual podemos acordarnos de lo que vimos!
Liam se pone de un rojo tomate intenso, como si estuviera a punto de explotar, y se tapa la cara con las manos, dejando escapar un quejido de pura vergüenza.
—¿Podemos dejar de hablar de genitales, y en especial de los míos, por favor? No quiero que ninguna de vosotras me persiga hasta casa para espiarme mientras me ducho, por favor.
—Vale, como persona imparcial que ha visto los dos miembros en cuestión, voy a zanjar este importante debate con la verdad —anuncia Alexa con dramatismo, imitando el tono de inmensa importancia de su amiga—. Después de mucho cavilar y de comparar cada detalle, determino que... ninguno de los miembros con apellido Hale da asco, a excepción del de Bruce Hale.
—¡¿Le has visto la polla a mi padre?! —exclamamos Liam y yo con falsa afectación, alejándonos un poco de ella con el asco más puro pintado en nuestro rostro.
—¡Sí, y soy vuestra verdadera madre, así que obedecedme y cerrad la boca de una vez para que podamos ver cómo Carrie hace todo lo posible por ser la protagonista de cada cosa que pasa en Nueva York!
Cuando Liam y yo abrimos la boca para seguir discutiendo, Alexa nos mete un cupcake a cada uno a la fuerza, llenándonos la barbilla de azúcar glas y bizcocho de vainilla. Entre risas, devoro el dulce de un solo bocado y le doy un casto beso a mi novia, dejando rastros de cupcake por su rostro.
—Gracias por defender mi miembro, conejita. Es un honor estar a la altura de tus estándares —digo con falsa emoción, fingiendo que me enjugo una lágrima.
Ella suelta una risita y me da un beso en la punta de la nariz, aprovechando así para lamer el azúcar que todavía quedaba sobre esta.
—Siempre os defenderé a ti y a tu miembro, ricitos.
•
Cuando pongo un pie en el interior del lujoso rascacielos, siento cómo la atención de la mayoría de los presentes se posa en mí, aunque no le concedo mayor importancia. No solo soy el único que no va vestido como un pincel; además llevo un ramo de rosas blancas y rojas perfectas de tamaño considerable.
Ah, y también soy el hombre más sexy del lugar. Supongo que eso también hace que las miradas se posen en mí irremediablemente.
Hace dos semanas que Alexa volvió al trabajo, esta vez como asociada senior. Es un ascenso muy importante que refleja el inmenso talento que tiene y lo trabajadora que es, y no he parado de felicitarla desde que me lo dijo. Hace días que quería pasarme por el bufete para llevarle unas flores y comer con ella, pero este julio he estado el triple de ocupado de lo normal, ya que necesito tener los primeros días de agosto libres. El diez es el cumple de Alexa y voy a montarle la fiesta del siglo, invitando a todos nuestros amigos a Ibiza durante un fin de semana para celebrarlo como Dios manda. Ya tengo mis regalos preparados y quiero que mi novia tenga el cumpleaños que merece, así como la despedida del verano junto a las personas que más quiere.
Sin embargo, hoy por fin he encontrado un hueco para darle una sorpresa a Alexa en su oficina y comer con ella para celebrar su ascenso. La perspectiva de cruzarme con William me irrita un poco, ya que nunca he sido muy fan de la charla superficial para ser cordial con alguien con el que no me llevo bien, pero no me queda más remedio. Intentaré pasar desapercibido, aunque, a juzgar por las miradas que me persiguen, no parece que vaya a ser algo sencillo.
Al entrar al ascensor, entro junto a varias personas y pulso el botón del piso más alto. La espera se me hace eterna, especialmente por el silencio incómodo que reina en el pequeño cubículo, y cuando finalmente se abren las puertas, salgo corriendo hacia el exterior, en busca del despacho de mi novia. El primero que veo es el de William Arden que, gracias a Dios, está cerrado y con él dentro, por lo que no tengo riesgo de cruzarme con el padre de mi novia.
—Buenos días —saludo a la recepcionista con una sonrisa—, ¿me podría indicar dónde está el despacho de Alexa Arden? Soy su novio, he venido a comer con ella.
—Claro, está al fondo de ese pasillo a la derecha, con el resto de asociados senior. Creo que está reunida con alguien ahora mismo, por lo que tendrá que esperar un poco, pero hay una zona de descanso a unos metros en la que puede tomarse un café, si quiere.
—Muchas gracias, esperaré.
No tardo en llegar al fondo del pasillo y veo la zona de descanso que ha mencionado la recepcionista. A diferencia de los despachos de las personas con rangos más altos dentro del bufete, los de los asociados tienen cristal en lugar de paredes y puertas opacas, por lo que se puede ver su interior siempre y cuando no estén los estores bajados. Encuentro el nombre de Alexa junto a la última puerta a la derecha, y aprovecho que está junto a la pequeña zona de descanso para empezar a servirme un café. Mientras la máquina empieza a funcionar, veo que no ha bajado los estores, así que me giro para mirar a través de los cristales del despacho.
Alexa está sentada tras su escritorio con la mirada fija en la pantalla del ordenador. Tiene el ceño fruncido por la concentración y veo que subraya unos papeles que tiene delante. Tras ella, ligeramente encorvado para observar lo que hace y señalar ocasionalmente la pantalla, veo un hombre atractivo que rondará la mitad de la treintena, vestido con un traje carísimo que solo destaca aún más la elegancia que exuda su persona. Conozco a la mayoría de abogados de alto rango que trabajan en este bufete, pero no me suena la cara de este hombre, por lo que debe de ser el nuevo socio mayoritario que mencionó Alexa el otro día, el tal James Shelby.
Lex dijo que era atractivo, pero no me esperaba que lo fuese tanto.
La máquina de café pita, indicando que mi bebida está lista, y empiezo a sorber el líquido sin apartar los ojos del interior del despacho. Alexa parece indiferente a la cercanía de James, señal de que probablemente ya esté acostumbrada a trabajar con él, y viceversa. En un momento dado, él dice algo y esboza una media sonrisa mientras la mira desde arriba, haciéndole soltar una carcajada. Cuando siento un pinchazo en el pecho, me maldigo a mí mismo en voz baja y me giro, dándole la espalda al despacho.
No puedo estar celoso por una gilipollez como esta.
Nunca he sido un hombre propenso a los celos, y menos con Alexa. Tenemos una relación en la que nos comunicamos absolutamente todo y confiamos el uno en el otro, especialmente después de todo lo que ocurrió el año pasado. De hecho, Alexa me habló sobre James el primer día que vino a trabajar y me dijo que era muy atractivo, elegante y tenía a todas las mujeres y a algunos hombres de la oficina revolucionadas. Obviamente, no me puse celoso al escucharle decir eso de otro hombre; tiene ojos en la cara y un cerebro en la cabeza, es lógico que otros tíos le parezcan guapos. Nuestra relación no está basada en el atractivo físico, por lo que eso no supone una amenaza para mí. Soy una persona muy racional y sincera, tengo una relación madura con Alexa y sé que ella me ama tanto como yo a ella.
Entonces..., ¿por qué frunzo el ceño al ver cómo otro hombre atractivo le hace reír?
—¡Ace! —Esa voz, llena de emoción y pura felicidad, me saca de mis estúpidos pensamientos y hace que me gire, viendo a Alexa salir de su despacho corriendo hacia mí, con James tras ella—. ¡¿Me has traído flores?! ¡Y comida!
—Pues claro, ¿qué menos para celebrar el ascenso de la mejor abogada del país? —pregunto con una sonrisa, dejando el café a un lado para abrazarla y darle un casto beso en los labios—. No quería molestarte mientras trabajabas, así que no he podido sorprenderte como quería.
Alexa se separa de mí con una sonrisa y hace un gesto hacia James, que esboza una sonrisa encantadora.
—Perdona, se nos ha alargado un poco la mañana. Mira, este es James Shelby, el nuevo socio mayoritario del que te hablé. Señor Shelby, este es Ace, mi novio.
—Encantado de conocerte y enhorabuena por tu incorporación como socio mayoritario. Alexa está encantada trabajando contigo, dice que está aprendiendo un montón.
—Igualmente, Ace. Alexa no para de hablar de ti, todo cosas buenas, por supuesto. —responde James, estrechándome la mano con esa sonrisa que me enamoraría hasta a mí—. Soy yo el que está encantado con ella, es una mujer muy inteligente y me está ayudando mucho con los casos en los que estamos trabajando. No me sorprendería que la ascendieran de nuevo pronto, aunque será una pena no poder contar con su ayuda tan a menudo como ahora.
Fuerzo una sonrisa que se hace más sincera cuando escucho a Alexa reírse, precioso sonido que me recuerda lo idiota que estoy siendo por ponerme celoso de esta manera.
—Estoy segura de que seguiremos trabajando juntos esté en la posición que esté, señor Shelby. Al fin y al cabo, usted también trabaja con otros socios mayoritarios, no solo con asociados.
—Te tomo la palabra, y tutéame, por favor. Me siento poco caballeroso si solo lo hago yo —responde, antes de que el sonido de una notificación de su móvil nos interrumpa. Al mirar la pantalla, su sonrisa flaquea y suspira con cansancio—. Lo siento, pero tengo que irme, el deber me llama. Buen provecho.
James esboza una sonrisa cordial antes de marcharse, caminando sin pretenderlo como si fuese el dueño del lugar. Está claro que es el caramelito más deseado de la oficina por cómo le miran la mayoría de mujeres con las que se cruza, y no me extraña. No solo es guapo, sino también elegante, caballeroso, encantador y amable. Y, por supuesto, no ayuda que sea británico.
—Gracias por la sorpresa, ricitos —dice Alexa, besando mi mejilla y cogiendo el ramo de flores antes de guiarme al interior de su despacho—. Siento haberte hecho esperar, el señor Shelby yo estamos trabajando en un caso complicado y se nos echa el tiempo encima.
—No te preocupes, conejita. Por ti, espero lo que haga falta y tu trabajo es importante. Ya has escuchado a James, vas por el buen camino para otro ascenso.
—Ojalá, pero necesito trabajar mucho más para lograr eso, así que no nos hagamos ilusiones todavía —dice, sustituyendo unas flores que había en un jarrón sobre su mesa por el ramo que le he traído. Como si pudiera leerme el pensamiento, sus iris esmeralda se centran en mí directamente, capaces de mirar a través de mí—. ¿Estás bien, Ace? ¿Qué ocurre?
Reprimo un suspiro, maldiciendo que esta mujer sea capaz de leerme como si fuese un libro abierto, por mucho que adore esa conexión en circunstancias normales. No tengo el valor de mirarle a los ojos por la vergüenza que siento por mí mismo, y aunque la mentira me tienta por pura cobardía, me juré no volver a mentir a la mujer que amo nunca más.
—James Shelby es... muy atractivo y agradable, ¿verdad?
Eres un cobarde, Ace Hale.
Alexa alza una ceja y esboza una media sonrisa, acercándose a mí hasta colocar sus manos sobre mi pecho. Hasta ahora no me había fijado en lo sexy que se ve con el atuendo que ha escogido hoy: un top negro ajustado y sin mangas, y una falda lápiz hasta las rodillas del mismo color que solo me hace querer doblarla sobre su escritorio para ver qué hay bajo esta.
—Ricitos, no te andes con rodeos y dime la verdad... ¿Estás celoso de James Shelby? —Yo me encojo de hombros, aparentando indiferencia, mientras dejo que su manos recorran mi pecho hasta llegar a mi cuello y su boca se acerque a mi oreja—. Si no dices que no, me lo tomo como un sí porque sé que eres incapaz de mentirme...
—Puede que esté un poco celoso..., pero sé que soy un idiota por estarlo porque no tengo motivos para sentirme así.
—Los celos son incontrolables, mi amor. Recuerda que es cómo te comportas con respecto a ellos lo que puede o no ser negativo —susurra, besando mi cuello bajo mi oreja antes de separarse para caminar a los estores, bajando las telas para cubrir los cristales que dan afuera—. Así que, dime: ¿qué vas a hacer con tus celos?
Cuando el despacho queda totalmente aislado del resto de la oficina, Alexa cierra la puerta con pestillo y pasa frente a mí, casi rozando mi cuerpo con el suyo, hasta sentarse sobre el escritorio. Sus labios se curvan en una sonrisa llena de malas intenciones, sonrisa que siento en mi propio rostro mientras camino hacia ella. Con delicadeza, le abro las piernas, causando que su falda se le suba por los muslos, para colocarme entre ellas.
—Voy a recordar la suerte que tengo porque la mujer más espectacular del universo me ha elegido para estar a su lado para siempre. Pudiendo escoger a quien quisiera, me eligió a mí y no a otro.
Mis labios no tardan en encontrar los suyos, bebiendo de ellos con el hambre y la lujuria más puros y salvajes. Alexa me agarra de los rizos y siento sus largas uñas acrílicas arañando mi cabeza para atraerme más a ella. Nuestras partes de arriba no tardan en acabar en el suelo y me doy cuenta de que lleva puesto un precioso sujetador de encaje negro que adoro.
—¿Te has puesto este sujetador porque pensabas trabajar con el señor Shelby de otra manera? —pregunto para chincharla, ganándome un tirón de pelo por su parte.
—¿A que le llamo para ver si él sabrá apreciarlo más que tú?
—Ni se te ocurra, demonio.
Besándola de nuevo con fiereza, mi boca empieza a descender por su cuello, entreteniéndose en la piel descubierta de sus pechos. Cuando mis labios encuentran uno de sus pezones, Alexa deja escapar un suave gemido y me agarra más fuerte del pelo para que continúe.
Sigo mi camino por su estómago, termino de rodillas frente a ella y abro sus piernas hasta que su entrada, solo cubierta por la fina lencería negra, queda totalmente expuesta para mí. Rozando la tela con los dedos, siento la humedad que revela las ganas que tiene de tenerme.
—Estás empapada, conejita —ronroneo, apartando el tanga negro para pasar la lengua por su zona sensible, arrancándole otro gemido—. ¿Qué ha sido eso? ¿Quieres que toda la oficina escuche cómo te hago gritar mi nombre?
—Ace...
Antes de que pueda decir más, mi lengua empieza a trazar círculos en su clítoris, causando que más gemidos de placer emerjan de ella. Cuando veo que se muerde el labio para evitar hacer ruido, le doy un suave mordisco en el muslo y niego con la cabeza, mirándola desde abajo.
—Si te tapas la boca, me voy.
Mi boca vuelve a su entrada y, aunque veo que Alexa trata de reprimir la mayoría de sus gemidos, no vuelve a taparse la boca o morderse el labio para callarse. Añado un dedo a los movimientos de mi lengua y ella me empuja más contra ella, moviendo sus caderas contra mi cara persiguiendo el placer que le estoy proporcionando.
Cuando sus gemidos se intensifican, me separo de ella y me pongo en pie, ganándome un quejido de protesta por su parte. Sin embargo, tiro de su tanga hasta que cae por sus tobillos y no tardo en sacar mi miembro de los pantalones, volviendo a besarla de nuevo como un hombre perdido en el desierto probando el agua tras días sediento. Sin separarme de su boca, entro en ella con un solo movimiento, dejando que ahogue sus gemidos en nuestro acalorado beso. Agradezco en silencio que Alexa haya empezado a tomarse la píldora porque poder sentirla entera me hace ver el Cielo.
—Me encanta que tengas despacho propio, conejita —jadeo, agarrando sus nalgas para entrar y salir de ella con más fuerza, rozando ese punto en su interior que desata mil sonidos de placer de su interior.
—Y a mí me encanta que hayas venido a inaugurarlo, ricitos.
Su respuesta me hace reír y besarla de nuevo, aumentando la velocidad de mis embestidas. Al pensar en nuestras palabras, la imagen de James aparece de nuevo en mi mente, y una sonrisa oscura curva mis labios. Solo yo puedo hacerlo con Alexa en su despacho, sentarla, tumbarla o doblarla sobre la mesa y follarla hasta que toda la oficina, incluso él, escuchen cómo repite mi nombre una y otra vez entre gemidos de placer.
Una de mis manos rodea su garganta y ejerzo un poco de presión, cosa que le hace gemir todavía más contra mi boca.
—¿Te habría gustado inaugurar el despacho con otro?
—No, joder, no... Solo contigo, Ace, solo... —responde entre quejidos agudos, señal de que su clímax está cada vez más cerca.
—¿Por qué?
—Porque soy tuya, solo tuya...
Esas palabras terminan por llevarme al orgasmo, haciendo que me corra dentro de ella entre exhalaciones de su nombre y palabrotas contra la piel de su cuello. Alexa no tarda en alcanzar su éxtasis, gimiendo contra mi boca, aunque no me sorprendería que las personas que trabajen en los despachos cercanos lo hayan escuchado.
Sonriendo con picardía, mi mano asciende de su cuello a su mejilla y le doy un beso mucho más dulce y lleno de todo el amor que siento por ella, olvidando cualquier rastro de celos.
—Te quiero, ricitos, y ningún británico, por muy atractivo que sea, cambiará todo lo que siento por ti —susurra Alexa con su frente contra la mía.
Sonriendo, dejo otro beso sobre la punta de su nariz y miro sus preciosos ojos esmeralda que me observan con el amor más puro y perfecto.
—Y yo te quiero más, conejita, y no dejaré que algo tan estúpido como los celos opaquen el hecho de que eres mi vida entera.
¡Holitaaa!
Ay, ay, ay, alguien está un poquito celoso... ¡Pero si no siquiera ha pasado nada! ¿Creéis que seguirá así o... que los celos de Ace cobrarán sentido? 🧐
Por cierto, el próximo capítulo será después de Navidad, así que... FELICES FIESTAS 🥳✨ Ojalá Papá Noel os traiga mil regalos y lo paséis increíble estas navidades 💗
Os leo! ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro