Capítulo 15
A escasos metros advierto que se trata de una casa abandonada. Su apariencia ahuyenta a los posibles visitantes; con moho en las tablas de madera, y el polvo acumulándose en las ventanas, impidiendo visualizar su interior. Sin embargo, nada de ello le quita el aspecto pintoresco que forman las enredaderas, que suben por las tejas y le dan una segunda capa a la casa. El sonido de los pájaros se vuelve una compañía tranquila, en tanto el crujir de nuestras pisadas se unen armoniosamente al sonido de la naturaleza. Es un ambiente cautivador.
Se nota que Viktor ya ha estado antes aquí. Me hace esperar en la entrada, en tanto él fuerza la puerta trasera. A los pocos segundos ya lo tengo frente a mí, invitándome a dar un paso en su escondite secreto.
El sitio está algo descuidado. Advierto los rastros de él que hay en los sillones y muebles de la cocina; ropa tirada, migajas de comida y una que otra boleta suelta.
—¿Qué te parece? —pregunta algo impaciente.
Le doy un segundo vistazo a los rincones, deteniéndome en los cuadros de pintura abstracta y menajes antiguos. Dudo que algo de la decoración sea suyo, pero me atrae descubrir por qué este sitio fue de su interés. Sigo dando pasos cautelosos, buscando absorber cada pequeña parte de él. La casa cuenta con un largo pasillo decorado con cuadros de sus propietarios. A juzgar por el estado de las fotografías y los atuendos usados, esta casa debe llevar abandonada bastantes años.
—Nadie creería que has estado en un lugar como este.
—Y por eso me encanta —contesta, orgulloso del descubrimiento que ya ha hecho suyo.
Me sigue de cerca, y sin querer choca contra mi espalda cuando me quedo quieto repentinamente.
—¿Y eso? —La curiosidad me embarga al descubrir una puerta clausurada. Hay palos clavados que obstruyen el pase.
—Creo que se trata de un sótano. Nunca he intentado abrirla. Como puedes ver... no está muy fácil. Tampoco me apetece descubrirlo, deben haber ratas.
—Creo que a mí tampoco —suelto inmediatamente. De momento, es el único lugar de la casa que no me da buen rollo— ¿Dónde dormiremos? —Me doy la vuelta, quedando mi rostro demasiado cerca del suyo. Viktor sonríe con picardía ante la pregunta.
Me indica un cuarto pequeño con decoración rústica y una televisión vieja. Lo primero que roba mi atención es la amplia cama que abarca gran parte del espacio. Solo hay una, y a juzgar por el tamaño de la casa estoy seguro de que no saco nada con preguntarle si existe otro dormitorio.
Asimilo esa realidad, de que al menos esta noche dormiremos juntos. No debería ponerme tan nervioso, ya lo hemos hecho antes, aunque bajo la supervisión de Tobias y Cordelia. Y es justamente la ausencia de ellos, lo que podría hacer que esta situación desemboque en terrenos peligrosos.
De pronto, me veo expectante ante el rumbo que tomará todo esto. No sé cuánto tiempo planea que pasemos aquí, y aunque sé que será corto, imagino cómo serían nuestras vidas si pudiéramos alejarnos completamente de todo lo que nos atormenta.
Vivir apartados de la sociedad en medio del bosque, sobreviviendo solos él y yo. Dudo que papá me dejara ir, pero la idea es tan tentadora que hace que incluso fingir la muerte no suene tan descabellado. Así y todo, no creo que Viktor sea capaz de abandonar por completo sus privilegios. Odiará la fama, pero no sabe lo que es ser ordinario.
Salgo de mi ensoñación al recibir nuevos mensajes de texto. Saco el móvil del bolsillo, percatándome de que son notificaciones de llamadas perdidas y mensajes nuevos en el buzón de voz.
Nuevas llamadas se han sumado a las antiguas. Tal vez sería hora de reconciliarme con papá, ya hemos pasado mucho tiempo sin hablar. La última vez que nos vimos no quedamos en muy buenos términos, y por más que esté molesto con él, no quita que no me preocupe por su bienestar. Sin embargo, todo se queda en simples intenciones. Viktor me arrastra a la cama, asegurando que por hoy nos olvidaremos de los celulares. Que si la intención es descansar, solo lo lograremos si nos desconectamos del resto.
Le doy la razón, porque de cierta forma, es cierto. Son los celulares los que nos conectan a nuestro acosador. Si queremos tener unas horas de libertad, entonces lo mejor es dejarlos a un lado. Además, aunque no confíe demasiado en ellos, al menos Cordelia y Tobias están siguiéndole el rastro.
«Viktor decidió mostrarme su escondite secreto, lo mínimo que puedo hacer es aprovechar este tiempo para estar juntos» pienso, en tanto él saca del armario ropa de cambio para nuestras prendas húmedas. Nos vestimos en silencio, de espaldas el uno del otro. Se siente extraño volver a usar algo de su vestuario. En este caso es un atuendo casual, ideal para un campamento; camisa a cuadros anaranjada, pantalones sueltos y zapatillas deportivas. Quedamos combinados, la única diferencia es que las tonalidades de su camisa son grisáceas.
Le tiendo la mano y él la sostiene inmediatamente. Salimos afuera, a disfrutar del aire fresco y el escenario que nos brinda la naturaleza. Le doy un recorrido visual a nuestro entorno, y luego le hago señas hacia el árbol más alto que encuentro. Viktor comprende mis intenciones. Hacemos una segunda carrera, que ahora se trata de quién escala más rápido.
Él comienza a dudar cuando se percata de mis pocas y nulas habilidades a la hora de lograr sostenerme de las ramas sin trastabillar en el proceso.
—Hasta aquí creo que está bien —suelta, pero hago caso omiso de su comentario.
Todavía puedo subir un poco más. Creo que por la vista puede valer la pena.
De un momento a otro, Vik empieza a jadear. Balbucea que está cansado, y yo abuso de esa vulnerabilidad para sacarle ventaja.
—¡Te gané! —grito después de unos minutos.
Observo cómo se acomoda en la rama inferior, y cuando se percata de mi ensimismamiento me dedica una mirada dulce. Alega que en vez de presumir la victoria debería enfocarme en la vista que nos aguarda. Le hago caso, sintiéndome orgulloso de no desistir en mi plan de alcanzar más altura. El paisaje es espectacular. Desde aquí puede apreciarse el lago Dabar y los árboles alpinos.
—¿Y si nos quedamos aquí por siempre?
Más que una pregunta es una insinuación arriesgada. Me encantaría que él también deseara perderse conmigo en un paisaje atemporal y apacible.
—¿Apenas llevas veinte minutos aquí y ya quieres quedarte de por vida?
—¿Quién no querría? —Escondo un poco el rostro entre mis manos, ante la vergüenza de que él no vea las cosas de la misma manera.
Debí haberlo intuido.
Vik no se siente cómodo con lo que hace, pero siente que es una obligación regresar a las pistas. La presión bajo sus hombros es demasiado grande. Alguien como él no puede desaparecer del mapa de un día para otro. Al menos no indefinidamente.
—Eternidad es mucho tiempo —reflexiona con cuidado—. Tengo una vida que retomar, aunque no quiera admitirlo... algún día tendré que regresar y reanudar mi carrera.
Es lo que sospechaba. De los dos es más seguro que yo esté más desesperado por cambiar mi destino. Me ha tocado atravesar demasiadas circunstancias difíciles, como para seguir queriendo vivir de esta manera. Con eso no le resto valor a su sufrimiento, pero evidentemente no todo ha sido malo, o quizá está tan acostumbrado a ese ritmo que no concibe otra realidad.
—Creí que te haría ilusión si saco nueva música —comenta ante mi silencio.
Nuevamente, lamento que sea tan hábil en leer mis gestos.
—Ya no —musito.
Por un segundo, parece sorprendido con mi confesión. Luego, se dibuja una sonrisa en su rostro que no estoy muy seguro de cómo interpretarla. Antes pensé que entendía todos sus comportamientos, pero esa convicción se extinguió al saber cuánto fingía ante las cámaras.
—Ya te dije que no es terrible que te guste lo que a mí me obligan a hacer.
Lo ha dicho de la peor manera, porque así efectivamente suena terrible.
—No es lo que quería decir. —Se disculpa de inmediato—. Solo digo que si eso hizo que te acercaras a mí en un inicio... entonces lo vale todo para mí.
El rubor cubre mis mejillas ante lo que implican esas palabras. Sé que no es fácil para él. Suspiro fuerte, en tanto me animo para hacerle una pregunta que me ha estado rondando la cabeza.
—¿Alguna de tus canciones las has escrito tú? ¿Te gusta alguna? —Me atrevo a preguntar.
—¿Estás listo para esa respuesta? —aventura, y con eso ya me lo ha dicho todo.
Busco las palabras adecuadas para no caer en un silencio incómodo. Sin embargo, creo que alguna idea se la ha cruzado por la mente, porque vislumbro un repentino entusiasmo en sus ojos.
—Creo... creo que ya estoy listo.
—No entiendo...
—¿Te parece si cantamos algo juntos?
—Pero... dijiste que... —titubeo. Mi intención no es incomodarlo.
—Lo sé. No tienes que decirlo. Puede ser algo de otro cantante, ¿te parece bien?
Asiento, intentando comprender a qué va todo esto. Antes en el hotel su negación fue rotunda.
Tardamos en ponernos de acuerdo, pero finalmente nos decantamos por River de Bishop Briggs. Hacemos una cuenta regresiva, y pienso que me ha timado cuando soy el único que empieza a cantar. No obstante, después de unos segundos se une, aunque temeroso. Y lo entiendo en cuanto se une a mi canto, porque el mío termina siendo más afinado que el suyo.
Y yo soy pésimo.
Me detengo cuando terminamos el coro. Ahora entiendo muchas cosas.
—¿Te decepciona?
Proceso lo que me acaba de revelar, y lo conecto a todas las demás cosas que daba por sentado de Viktor y que terminaron siendo falsas.
Viktor no escribe sus canciones, tampoco le gusta su música. Ni siquiera canta realmente.
—Solo... me hace sentir un poco estúpido —confieso—. Di por hecho que te conocía solo por lo que subías, por el significado que le daban a tus canciones... No sabes cuánto tiempo dediqué a ver videos conspirativos y esas cosas. Me peleaba con otros... con tus haters sobre todo, pero también con quienes pensaba que estaban equivocados. Alardeaba de conocerte —resoplo. Ahora me parece ridículo.
—Es natural. Yo también creo cosas de personas que no conozco solo por lo que muestran. Espero que la persona real te haya agradado más.
Lo último lo dice dudoso y con la vista perdida en el paisaje.
—Mucho más —aseguro—. Quiero que tengas la certeza de que lo que siento por ti ha sido por el tiempo que hemos pasado juntos. Quizá en un inicio me dejé llevar por lo que creía. No me pidas que no haya estado emocionado por conocerte. Pero, ver este lado de ti, cómo eres realmente... No se compara a nada. Me gustas tú.
Viktor alza la cabeza encontrándose con mi mirada. Bajo el brazo, haciendo que nuestros dedos se rocen en una caricia.
—Perdona si soy algo escéptico, es difícil estar en esta posición. Nunca sabes quién está contigo genuinamente.
Sabía que pensaría esas cosas, y me atormenta creer que soy culpable en ello, en que dude de mis verdaderos sentimientos.
—Quiero que lo tengas claro. —Intento sonar seguro—. Al inicio... todo esto parecía una fantasía para mí. No puedo negar que siga sintiéndose un poco así. Cada vez que te tengo cerca... siento como si estuviera en otro mundo. Pero... lo que pasa ahora entre nosotros... Prometo que la persona de la que me estoy enamorado eres tú, la persona detrás del gran rostro —termino, orgulloso de no haber titubeado en mis palabras. De haberlas ordenado correctamente para demostrarle lo que en verdad siento.
—¿Lo dices en serio?
—Totalmente.
El roce de nuestras manos se convierte en un cálido apretón.
—¿Entramos? —propone.
—Vamos —digo, con el corazón más tranquilo al haber hablado las cosas.
Comemos el helado de avellanas que ya se encontraba refrigerado en la cocina. Confirmo que Vik planeó que vendríamos aquí con cierto margen de días. Algunas cosas ya las tenía listas para nosotros. Charlamos sobre nuestros últimos años, aunque constantemente me siento amenazado de soltar algo que revele demasiado de mí mismo. Eso hace que inevitablemente la conversación se enfoque en él. Me comenta algunos detalles de sus giras, de su familia y también de sus antiguos amantes.
Es en esa última parte en que decido mancharlo con helado. No me gusta imaginarlo con otras personas, así que no se me ocurre otra forma de cortar ese tema. Tomo por sorpresa a Viktor con ese acto, pero rápidamente reacciona devolviéndomela con más malicia. Termino con parte del rostro y cuello pegajoso por el azúcar.
En medio de risas vamos al lavado a limpiarnos. Apenas he terminado de quitarme el dulce cuando Viktor me atrae a su lado, cortando nuestras carcajadas de la manera más exquisita que podría haber. Veo en sus ojos el deseo de retomar lo que dejamos a medias en la arena. Lo que hacíamos antes de ser interrumpidos. Antes de que me defendiera.
Y es precisamente ese recuerdo lo que me atraviesa de mil maneras. Su cuerpo húmedo sobre el mío, el movimiento involuntario de mis músculos sedientos por conseguir más que unos besos hambrientos y desesperados. La necesidad de cruzar una línea que se ha vuelto difusa en nuestros últimos encuentros. Cada fragmento vuelve a mí, y me siento ansioso por repetirlo.
Me agarra de la camisa, obligándome a levantar la cabeza y ponerme de puntillas. Entrecierra los ojos cuando estamos a nada de que nuestros labios se rocen, y yo lo imito, haciendo que nuestras pestañas se toquen suavemente. Siento cosquillas ante tal contacto que no tiene nada del otro mundo, pero que a mí me hace estremecer de la misma manera a que si estuviéramos consumiéndonos lentamente.
Ya conozco el sabor de sus labios, pero cuando vuelven a invadirme los disfruto como si fuera la primera vez. Su lengua se enrolla con la mía en una batalla que imita a la que tienen ahora mismo nuestras manos, ansiosas por explorar al otro.
Caminamos dando traspiés hasta el dormitorio. Tendría que ser yo el más ansioso por este momento, pero me doy cuenta de que es Vik quien pareciera estar al borde de perder el aliento. La forma en la que me besa no es normal. No hay cese en el ímpetu que lo domina al tocarme por debajo de la camisa. Y es ahí cuando noto la diferencia; el cambio que ha habido en Viktor al tener la certeza de que a quien quiero es a él.
Nos recostamos en la cama, en tanto dejo que sus manos bajen por mi cuerpo mientras yo hago un lío con su cabello. En algún punto me he puesto encima de él. Mis piernas lo rodean y puedo sentir el roce de nuestras erecciones. Viktor me acaricia el abdomen, siguiendo una línea descendente y peligrosa que me arrebata algunos susurros ininteligibles, pero que terminan con su nombre en mi boca. Se complace con la reacción de mi cuerpo al rodearme el miembro con audacia. Solo ha sido por sobre la ropa, pero es suficiente para que le muerda el labio inferior con fuerza.
No le molesta, abro ligeramente los ojos para encontrarme con el rastro de sangre que recorre parte de su mentón. Vuelve a besarme y saboreo el sabor de su sangre. Su contacto quema a medida que sigue descendiendo. Aunque algo dudoso, termina por pasar saliva en su mano antes de tocarme a un ritmo constante y despacio. Siento cómo se me humedece la punta con cada subida y bajada rítmica. Estoy enloqueciendo.
—¿Nervioso? —murmura en mi oído.
—Si lo estuviera un poco... ¿Qué dirías?
La sola pregunta hace que se detenga.
No quiero que termine este momento, solo que mis inseguridades salen a flor de piel. Nunca he estado con nadie, y no sé si eso debería comentárselo. Me avergüenza y temo que dude en continuar.
—Que no tenemos por qué hacer algo.
Sé que si le digo la verdad todo quedará en un juego previo. Sin embargo, admito que quiero dar ese paso que he postergado por años. Y, no quisiera hacerlo con nadie más que con él.
—Quiero hacerlo. Contigo. Solo contigo.
Y bastan esas palabras para que el ambiente suba más la temperatura. Para que haga y deshaga lo que quiera conmigo. No me reconozco cuando estoy de espaldas a él, deseando más en una posición demasiado vulnerable. El peso de mi cuerpo se lo llevan mis rodillas y brazos que se dejan caer en el colchón, y el placer y dolor me embargan cuando Viktor se encuentra dentro de mí. Previamente me preparó con los dedos, pero igualmente el ardor me recorre centímetro a centímetro. Desvío la mirada al suelo, a una chaqueta tirada que usó en su último concierto del Royal Albert Hall. Es increíble que ahora Viktor esté aquí conmigo. Que él sea mucho mejor de lo que imaginé.
Sus palabras sucias hacen que incline el cuerpo más hacia a él, como si ninguna profundidad fuera suficiente para lograr saciarme. Saciarnos. Tiemblo al voltear la cabeza, intentando apreciar cómo nuestros cuerpos se unen. El sudor del suyo resbala y recorre el mío, y como si no fuera suficiente, Viktor desliza una mano, masturbándome.
—Si... Isa —suelta en un ruido húmedo—. Eres... mío. Eres todo mío —sentencia antes de que el líquido caliente de deslice por mi cuerpo.
Y quizá es esa posesividad en la que me identifico la que hace que yo también eyacule. Su lengua me recorre despacio la columna vertebral, terminando con un beso suave en mi nuca, que difiere de los movimientos anteriores que intuyo me dejarán varios moretones en la piel.
🩸
No sé cuántas horas hemos dormido, sí sé que la cama está hecha un desastre. Debo recapitular las últimas horas para convencerme de que todo esto es real. De que Viktor y yo lo hicimos. Observo lo adorable que se ve durmiendo antes de ir por mi teléfono. Aunque dijimos que nada de celulares, ya me parece un tiempo prudente para responderle a papá. Sin embargo, es el último mensaje de mi bandeja el que capta por completo mi atención.
Jodiste todo.
A ver si así aprendes a no desobedecerme.
+17194021364│18:02
—Vik... —Intento despertarlo con cierto desespero—. Creo... que algo salió mal.
Recién entonces pienso en las mil llamadas de papá que ignoré deliberadamente. Tal vez quería decirme algo, tal vez estaba en peligro.
Viktor sigue atontado por el sueño, pero al advertir mi expresión se incorpora de la cama.
—¿Qué pasó?
—Necesito que regresemos ahora. Ahora ya.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro