Capítulo 14
Me quito los zapatos al dar unos pocos pasos en la arena. Vik nos ha traído al lago Dabar, y pese a ser una de las pocas atracciones turísticas en la zona, no hay la cantidad de gente que esperaría, debe ser porque no nos encontramos en temporada alta. En este caso, es beneficioso, porque nunca he sido fanático de las aglomeraciones de personas. La privacidad me viene bien, más si se trata de tener un espacio más íntimo con Viktor.
Él me imita, quitándose igualmente los suyos. Luego, se despoja de la riñonera con los teléfonos. Hacemos una carrera hacia el lago, como si en verdad pensáramos en meternos al agua, pese a que debe encontrarse horriblemente helada. Me detengo previo a entrar en contacto con esta. Casi podría suspirar de alivio, ante la precisión del movimiento, impropia de mí. Sin embargo, Vik me agarra por detrás, intenta alzarme y terminamos cayendo juntos al agua. Solo es la orilla, pero aun así, el contacto me estremece ante la bajada de temperatura repentina.
—¡¿Estás loco?! —lo recrimino en medio de carcajadas.
—¿Por ti? Puede ser —me habla bajo en el oído. Y me doy cuenta, de que algo diferente a la corriente fría es lo que altera mis sentidos. Es su roce y la forma en la que me mira la que me vuelve loco, porque me siento correspondido. Comprendido en la forma de quererlo, como si él me viera de la misma manera.
Tal vez nuestro destino siempre fue cruzarnos. La vida unió los hilos que tarde o temprano terminarían enredándose.
—A veces pienso que todo esto se trata solo de un sueño. No creo que puedas entenderlo.
Sigue sosteniéndome, como si fuera un niño que aún no aprende a nadar. Su agarre es impetuoso y solemne. No hay dubitación en sus caricias que ya se han vuelto adictivas.
—A veces siento lo mismo. —Me sorprende con esa declaración acompañada de una mirada que no consigo descifrar.
Quisiera preguntarle el motivo de esa sensación. Si Vik no se da cuenta de quién es, de lo que significa que alguien como él esté dándole una oportunidad a un salido de la nada como yo, entonces significa que su percepción de sí mismo está completamente distorsionada. Aunque crea que mi familia tiene algo de poder, no se compara a la riqueza y fama que él ha acumulado con los años. Sigo siendo una persona ordinaria, incluso dentro de mi fantasía.
¿Qué ha tenido que pasar Vik para dudar tanto de sí mismo? Alguien como él debería estar confiado en que cualquiera caería a sus pies ante su presencia. Que puede comerse al mundo.
—No lo comprendo —incito, para que se abra conmigo.
Y es exactamente lo que hace.
—Te lo he dicho antes... Contigo me siento como una persona normal. Tú me haces sentir así, y es algo que no conseguía hace mucho tiempo... No quiero que esto acabe, Isa. Tú me entiendes.
Hace rato me he olvidado del agua fría. Quisiera estar aquí por siempre, entre sus brazos, escuchando palabras repletas de miel con las que soñé por años.
—¿Entonces querías traerme aquí? —cambio el tema al sentir las mejillas sonrojadas.
—No. Esta solo es la primera parada. Te bajaste muy rápido, pero le dije al conductor que nos esperara.
—¿Cuál será nuestro destino?
Vik sonríe con picardía ante mi pregunta, como si fuera algo más que una siguiente parada. Desvía la mirada un par de veces, atento a nuestro alrededor, advirtiendo lo mismo que yo; nos hemos quedado solos. Se acerca a darme besos húmedos en el rostro, bajando lentamente por mi mandíbula.
—Un lugar secreto —susurra contra mi piel—. Nadie más lo conoce.
—¿Tengo que sentirme especial? ¿Seguro que a ninguna de tus otras conquistas le has llevado allá?
Me arrepiento de haberlo soltado cuando detiene la marcha de besos en mi piel.
—Isa, creí que mi pasado ya no era tema. —Toma un poco distancia, pero me relajo cuando advierto la curvatura hacia arriba de sus labios—. Celoso. Celoso y... po-se-si-vo. —Cada pausa se convierte en un nuevo beso hasta llegar a mi cuello.
Me llevo la mano a la boca para reprimir el gemido que amenaza con escapar.
—No lo hagas. —Me quita la mano, y nos arrastra a la arena. La humedad ha hecho que se me pegue la ropa a la piel. Me avergüenzo ante la exposición que implica el que cada parte de mi cuerpo quede mercada y definida, es como perder la coraza que permite camuflar lo que unos pocos besos suyos causan en mí.
Vik se ha puesto encima mío. Puedo sentir la alteración de nuestras respiraciones, y la fricción sutil que ha iniciado entre nuestros cuerpos. No estoy seguro de quién empezó, pero mentiría si no dijera que es la materialización de los sueños húmedos que tuve de adolescente. Hiperventilo, ante el movimiento ágil de su lengua alrededor de la mía. Me atrae más a él, sosteniéndome fuerte de la espalda, e inclinando mis caderas hacia las suyas.
Está claro que Vik lleva el control de la situación, y no pretendo quitárselo, porque me veo hipnotizado por la sincronía de nuestros cuerpos. Aún no hemos dado un paso más íntimo, pero me sorprende la manera en que nos complementamos. La forma en que él pareciera leer justo lo que deseo, el lugar exacto en que deseo ser explorado por sus labios. Estoy hambriento por conocer a cabalidad cada parte de él, y cuando reparo en la intensidad de sus ojos, la desesperación con la que recorre mi cuerpo, percibo lo mismo en él. Es como si fuéramos dos partes que ansían terminar uniéndose en un sentido más profundo de la palabra.
Sin embargo, cuando está a nada de tocarme se detiene.
—Estoy pensando que quizá este no sea el mejor lugar.
—¿Y recién lo estás pensando ahora?
Suelta una pequeña risa, de esas que tanto me gustan y que jamás se las vi en ninguna presentación o entrevista. Reposa su cabeza en mi hombro en un gesto dulce que me recuerda a una cría buscando refugio en su progenitora.
—Me gusta dejarme llevar. Es algo que no suelo hacer, así que lo siento si me vuelvo loco al tener algo más de libertad.
Quisiera decirle que conmigo no tiene que disculparse por soltarse. Que es precisamente lo que quiero ver en él. Quizá esta parte es lo que más temo de confesarle que siempre fui su fan. Creo que podría llegar a perdonarme por ocultárselo, pero cambiaría irremediablemente nuestra relación. Pensaría que tiene que volver a jugar un papel, cumplir las expectativas propias de la "figura" ante el temor de no ser aceptada la persona real detrás de "Vik", pero eso no sería correcto.
Aún estoy explorando estos nuevos sentimientos, pero cada vez me convenzo más de que podría abandonar por completo las ideas preconcebidas de Vik. A este punto, no me sorprende en demasía mi confesión a Cordelia. Ahora, con más tiempo de digerirla correctamente, creo que fue sincera y brotó desde lo más profundo de mi corazón. Me refugié muchos años en la música de Vik y en lo que transmitía a su público, eso es cierto, pero por él sería capaz de modificar creencias erróneas, diseñadas precisamente para cautivar a personas como yo.
Seguimos acariciándonos en medio de la arena. La humedad ya se ha vuelto incómoda, pero poco nos importa.
Y habríamos seguido así si no hubiera sido por el ruido lejano que cada vez se intensifica más, advirtiéndonos de su proximidad; voces de otros hombres.
Por inercia, volteo hacia el origen del bullicio, arrepintiéndome en el instante en que los identifico. Son cinco hombres, todos antiguos compañeros de la escuela. Fueron quienes me molestaron en la época en que Dante ya se había marchado del pueblo. Sin el apoyo de nadie tuve que enfrentar las constantes burlas que terminaron por sellar cierta reputación en Napdale. Esto es un problema. Me conocen perfectamente, estoy seguro de que por eso han querido acercarse a joder un rato. Me van a delatar, y además será humillante.
—Miren a quién tenemos aquí —empieza uno de ellos.
Con prisa me incorporo, tomando cierta distancia de Viktor, únicamente para no verlo involucrado en esto, aunque sé que es inútil.
—Isa, ¿Quiénes son estos tipos? —demanda mientras se sacude la arena.
Evita darles la cara, pero esa misma actitud hará que sea objeto de burla. En cosa de segundos se darán cuenta de quién es él.
—Vámonos, por favor —le pido, aunque sea demasiado tarde.
—¿Se irán tan pronto? —inquiere Seth. Me ha escuchado— ¿Por qué no se nos unen, eh? Podría ser divertido.
Vik en un movimiento sutil, les da la espalda. No debe entender por completo lo que ocurre aquí, pero también ha pasado por situaciones de acoso. Puedo advertir el agotamiento en él ante situaciones que ya bien conoce, pero que quisiera dejar en el pasado por siempre.
—No gracias. Estamos bien así. Además ya nos vamos.
Ruego que eso sea suficiente para detenerlos. Que solo se haya tratado de un gran susto, y que se vayan sin más, pero por supuesto que eso les jode la diversión.
—No te veíamos hace tiempo, Isaac. ¿Cómo sigue el loco Harold? —insiste Seth. Los demás lo apoyan riéndose de mí.
No conocía el apodo, pero no me extraña.
—Se volvió algo loco después de la muerte de tu madre, ¿no?
—Pobre Isaac. Siempre tan solitario —agrega otro, y se atreve a ponerme una mano sobre el hombro, obligándome a acercarme demasiado a su rostro.
Me siento invadido y asqueado en partes iguales.
—Ten cuidado. No vaya a ser que Isaac se entusiasme demasiado —se burla Seth, haciendo clara referencia a mis preferencias sexuales.
Estos tipos podrían acercarse todo lo que quisieran y lo único que despertarían en mí serían unas profundas ganas de vomitar.
—Él no está solo. Además... solo tiene ojos para mí. —Podría creer que Vik está bromeando, pero no se trata de eso. Quiere sacarlos de quicio—. Ya les dije antes, déjennos tranquilos. Solo lo diré una última vez. —Su voz suena a más que una amenaza.
—¿O qué? Si ni siquiera nos das la cara —le espeta Seth.
—Oh, ¿Seguro quieren descubrirlo? —Vik los increpa, y en el instante en que suelta esas palabras decide dejar al descubierto su identidad, volteándose.
Solo entonces, Vik se convierte en el protagonista de esta interacción. Inmediatamente paso a un segundo plano. Seth abre grande los ojos al darse cuenta de su error, pero también una pizca de incredulidad se advierte en su expresión. No es un secreto en Napdale que yo era el mayor fan de Viktor Flender. Los demás retroceden un par de pasos.
—¿Qué pasó? ¿Ya se van? Pensé que la diversión apenas estaba empezando.
—Esto debe ser una puta broma —Seth está fuera de sí. Las sonrisas se le han acabado, y está viendo la manera de salir bien parado de todo esto.
Admito que me siento algo frustrado al no haberles hecho frente. Creí que después de encarar a papá, se me haría más fácil enfrentar mis miedos, pero sigue sin ser suficiente.
—¿Sí sabes quién es, no? —pregunta, y no es a mí a quien le dirige esas palabras, sino a Viktor—. Está obsesionado contigo. Siempre lo ha estado —insiste, mientras retrocede despacio.
Está solo, sus amigos lo han abandonado, aunque no sin antes sacar sus teléfonos y grabarnos mientras huyen de la escena. Vik sigue avanzando, aunque lentamente, como si gozara con intimidarlo y asustarlo ante la expectativa de qué es lo que planea hacer. Sé que no sería capaz de golpearlo, pero también conozco cómo se pone cuando siente la amenaza tras los que quiere. Así y todo, ya no estoy seguro de qué es lo que va a ocurrir. Seth le ha dicho la verdad, o al menos una parte de ella. Tal vez piensa unírsele, agradecerle por abrirle los ojos y burlarse de mí en venganza por ser un completo mentiroso.
Con el nerviosismo Seth se cae en la arena. Viktor se agacha y lo sostiene del mentón, en un movimiento demasiado rápido y agresivo; las uñas se le marcan en la piel.
—Oye... m-me gusta mucho tu trabajo —titubea—. Fui a tu concierto en el Royal Albert Hall en febrero. De verdad... no quería molestarte.
—Eso... —Vik finge estar meditándolo. Creo que solo lo hace para prolongar la incertidumbre. Luego, remata—: No podría importarme menos.
—Te hice un favor. No estás seguro juntándote con él. Tampoco sé cómo es posible... que andes con Isaac. Es un puto delirio. ¿Qué harías tú con él? ¿Tú...?
—¿Y? —lo interrumpe Viktor— ¿Qué tiene?
Seth se queda sin palabras, aguardando por lo que le depare. Ha comenzado a lloriquear como si se tratara de un niño.
—¿No me harás nada, verdad? No podrías... No serías capaz de golpearme, no con la reputación que...
—Escúchame, esta será la última vez que tratas mal a Isaac. Desde ahora, lo respetarás y si ves a alguien más que se atreva a molestarlo, tú mismo lo vas a defender. ¿Está claro? —Ante su silencio, Vik agrega—: Eso a no ser que quieras tenerme como enemigo. No creo que quieras ¿Me equivoco?
Seth asiente apresuradamente cuando ve que Viktor saca una navaja de los bolsillos de su pantalón.
—Vas a desmentir todo lo que se rumoree de él o de su padre. Serás algo así como su guardián y protector.
—Está bien, está bien —acepta Seth entre dientes.
Vik parece satisfecho. Quita la navaja de su cuello, permitiéndole que huya y se reencuentre con sus amigos. Espera a que su silueta no sea más que una hormiga, y entonces me vuelve a mirar después de varios minutos que se sienten eternos.
—Isa, tú y yo tenemos que hablar.
Nos subimos en silencio al vehículo. No estoy seguro de cuál será nuestro destino. Si le dijo la dirección al conductor previamente lo desconozco, y dado todo lo que ocurrió quizá lo que menos quiere es pasar tiempo conmigo. Me ayudó. Es primera vez que alguien me defiende de esta manera. Incluso hizo que Seth se vea obligado a cuidar de mí. Pero eso no significa que no esté molesto por la mentira. No sé si esta revelación sea suficiente para deducir más cosas, pero el solo hecho que algo cambie en nuestra relación me duele. Lo peor de todo es que lo predije, pensé en que si se enteraba que era un fan obsesionado y la realidad de mi familia terminaría arruinando todo lo que había construido.
—No tenías que hacerlo... —Decido romper el hielo—. Ahora todos sabrán que estás en el pueblo. Yo... Yo sé cuánto detestas que...
—No pasa nada, Isa. No creo que pase nada.
—Estás siendo demasiado ingenuo, Vik. Yo los conozco bien. Sé cómo son, no van a desperdiciar la oportunidad de conseguir un poco de fama a costa tuya. Además te grabaron y...
—No es lo que más me importa en este momento. —Se sacude el cabello, y observo el rastro de humedad que estamos dejando en los asientos. Su teléfono suena, y la llamada nos regresa a la pesadilla que hemos querido ignorar por al menos una media hora.
Es una llamada de Tobias.
—Ya hablaremos, Isa —dice, y me pasa mi celular para que también verifique si hay novedades.
Desbloqueo la pantalla, e inmediatamente me encuentro con un mensaje nuevo.
Ves que no era tan difícil
Lo hiciste bien. Quédate atento a mi siguiente instrucción
+17194021364│16:08
Suspiro. Necesito saber cómo acabar con esta maldición.
—Tengo buenas noticias. Tobias pasó camuflado, le sacó una fotografía a la persona que llegó a buscar el móvil, quedó de enviármela. Ahora está siguiendo el rastro con Cordelia. Si las cosas salen bien tendremos su ubicación, además de su apariencia física. Podremos ir con la policía. ¿Qué hay por tu lado?
—Tengo un nuevo mensaje. Solo felicitándome por haberte traicionado. —Trago saliva—. Vik, sé que no va al caso, pero no puedo hablar de otra cosa así como si nada. Perdóname. De verdad quería ser sincero contigo, pero cada vez era más difícil. Ya te había dicho que no me gustaba tu música... Y lo dije solo para llamar tu atención. —Intento ordenar las ideas, pero es demasiado complicado.
Vik se recarga en el asiento. Se lleva una mano a la boca, como si estuviera conteniendo una risa. No lo entiendo.
—Intuía que habías mentido, Isa. Es imposible que a alguien no le guste mi música —suelta con cierta arrogancia fingida, que me hace relajarme automáticamente.
—¿Entonces lo sabías?
—No. Solo lo intuía. Mientes fatal. —Pasa su dedo pulgar por mis labios—. No es tan grave, Isa. No te tortures. No me gusta que hayas mentido, pero que seas un fan mío no es taaan terrible.
El conductor de inmediato nos echa un vistazo por el espejo retrovisor. Se ha ganado la lotería al llevar en su coche al mismísimo Vik. La gorra y gafas que se puso al subir al vehículo no disimulan en nada su apariencia.
—Solo... lo haces porque te doy pena. Por eso te estás tragando el enojo, ¿verdad? Porque escuchaste todas las estupideces que decían y...
—Isa, nadie debería meterse contigo ni con tu familia. Cuando mencionaron la muerte de tu madre juro que tuve que hacer todo de mí para contenerme. Odio esto. Odio que crean que pueden meterse con nosotros solo por lo que hemos conseguido.
Oh. Ya entiendo. Quizá no miento tan fatal, porque Vik no se dio cuenta de que la farsa abarca mucho más que ello.
—¿Te cuento algo? —Se acerca más a mi oído—. Cuando sostuve la navaja estaba temblando de miedo. Agarré algo para defendernos ante cualquier emergencia, pero no creí que tendría que usarla tan pronto. No sabía ni dónde ni a qué distancia sostenerla de su cuello. Solo quería interpretar un buen papel para que nunca más se metieran contigo.
Siento unas lágrimas recorrer mis mejillas.
—No te merezco. Ni un poco.
—Yo creo que somos perfectos juntos —musita—. Por favor, no vuelvas a mentirme.
Asiento, cayendo nuevamente en una promesa vacía que no soy capaz de cumplir.
—Déjenos aquí —le pide al conductor. Me adelanto, en tanto él hace el pago.
Observo a mi alrededor, encontrándome únicamente con la naturaleza; un hermoso bosque se extiende al norte, acompañado de un sendero cubierto de hojas mojadas en la tierra. Agradezco que hoy día tuviera libre la jornada de la tarde, porque si me hubiera perdido de esto me habría dado a propósito contra la pared.
—Es bello... Aunque es como si estuviéramos en mitad de la nada, Vik. ¿Seguro es aquí?
—Estamos cerca. Solo que es mi lugar secreto, y no quiero que nadie más que tú sepa cómo llegar —suelta en una sonrisa que se me contagia—. Quiero que descansemos unas horas. Ya ha sido suficiente sobre mensajes de texto y asesinatos ¿Está bien? Y sobre lo otro... —Hace una pequeña mueca—. Vamos a olvidarnos de lo que pasó, a menos que quieras hablar sobre ello.
—Está bien. —En un impulso lo tomo de la mano. Si antes lo idealizaba por sus presentaciones, ahora creo hacerlo por la persona real detrás del famoso. Es más, creo que lo que creía de él ha perdido completamente su valor. Viktor es mejor que cualquier perfil de internet que se le haya hecho a Vik— ¿Sabes que eres un refugio para mí?
—Tú eres el mío —contesta.
Nos toma unos diez minutos llegar al misterioso lugar.
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