Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11

Los mensajes son reales.

Me convenzo de ello una y otra vez, verificando que efectivamente estos se encuentran en el historial del móvil. Es como si temiera que de un segundo a otro, las letras empezarán a desdibujarse; saldrán de la pantalla poco a poco hasta que terminarán flotando por los aires y perdiéndose en el vacío. Sin embargo, nada de eso pasa. 

El whisky sigue esparciéndose en la cerámica, y es Tobias quien reacciona rápido en busca de algo que detenga su flujo. A pesar de que quisiera actuar como él, me veo paralizado ante el flujo de recuerdos que siguen un camino más nítido y coherente. Es como si una curva rebelde volviera a su forma original luego de ser domesticada por el choque de realidad. 

Esto ya ocurrió. De una manera distinta, en circunstancias diferentes, claro está. Pero el vaso de whisky derramándose me sabe tan familiar como las palabras de aquel extraño.

«Dante». 

—Isa... ¡Reacciona, por favor! —Viktor me sujeta con suavidad el rostro. Mis ojos conectan con los suyos, convirtiéndose ellos en un regreso a casa. 

Estoy a salvo.

Dante no está aquí. 

Pero incluso la idea de que no esté presente no quita el desconcierto que me he llevado ante tal recuerdo. No es posible que Dante esté en Napdale. Abandonó este pueblo a los meses que falleció mi madre. En un inicio, intentó mantenerse cerca mío. Creyó que el duelo sería la oportunidad ideal para un lazo más estrecho. Sin embargo, cuando sus expectativas se vieron frustradas es que comenzó a mostrar su verdadero rostro.

Las señales habían sido claras mucho antes, pero su comportamiento escaló a llegar a la casa sin invitación. Acosar a quienes se acercaban a darme una palabra de consuelo. Cobijarme como un hermano mayor, y luego recriminarme cuando no daba suficiente amor por él. 

Podría ser que regresó a Napdale... Y...

«No». 

No es posible que se trate de Dante. Si hubiera sido él quien estuvo involucrado en esa noche, mi padre lo hubiera reconocido. Sin embargo, preguntó quién había sido el muchacho que me acompañó esa noche. 

—Fue un descuido mío —me disculpo—. Yo lo pagaré, no se preocupen. 

Tobias me fulmina con la mirada mientras limpia el desastre que he dejado. Está a mis pies, pero me deja claro que yo estoy por debajo de él. 

Mi torpeza me habría hecho avergonzarme en el pasado. Sin embargo, en esta oportunidad solo puedo agradecerle, porque mi descuido junto al mensaje de texto han sido capaces de hacerme recordar un fragmento olvidado.

Espero a que Viktor se convenza de que solo se ha tratado de un accidente. Que la tensión quede relegada a un segundo plano. No debería ser tan difícil, más que nada la incipiente noche es la entrada a la despreocupación y locura. 

La tranquilidad tendría que volver.

No todos tienen a un acosador respirándole en la nuca bajo la amenaza de perturbar la diversión de una fiesta. Yo soy la excepción a la regla. 

Y, afortunadamente eso es lo que ocurre, Tobias en un intento por demostrar que es mejor que yo, anima el ambiente. Conversa sobre su nueva colección de automóviles deportivos. Y extrañamente lo agradezco, porque me da la oportunidad precisa. 

Qué quieres?

Isaac│21:01

A pesar de confiarme en la rapidez de mis dedos y en la distracción propia de la conversación entre amigos, Viktor se percata del movimiento. Siento sus ojos curiosos, y por primera decido ignorar la demanda detrás de ellos. La prioridad es otra al recibir una nueva notificación.

Ahora mismo?

Que dejes de actuar extraño. 

+17194021364│21:02

¿Cómo sabe sobre mi comportamiento? 

Por más que he dudado de su veracidad, las advertencias de papá se hacen presentes. Con resquemor examino a cada uno de mis acompañantes. 

Ninguno de ellos tiene un teléfono a la mano. 

¿Estamos siendo observados?

—¿Isa? 

Estoy seguro que Viktor me preguntó algo previamente, buscando integrarme a la conversación. Se me hace difícil inventar algo para salir del paso, ya que claramente no he seguido el hilo de la charla. Cualquier cosa que diga solo me hará quedar en evidencia. 

—Lo siento... es que me quedé pensando en algo.

—¿Sí?

Mientras pienso en qué responder reviso el nuevo mensaje.

Hablo en serio

Si haces que sospechen algo raro, estarán todos muertos.

+17194021364│21:05

De pronto, la amenaza se siente muy real. A estas alturas comienzo a creer que esa falta de remordimiento no se debía a que algo esté mal conmigo, sino a que interiormente sabía que no había matado a Gavin. Sospecho más que lo hizo mi acosador y que de alguna manera me vi involucrado en lo que él tenía en mente. 

Fácilmente podría incriminarme. 

—En que... —Pienso cómo salir del paso—. Nunca te he escuchado cantar. Seguro Tobias y Cordelia ya te han oído.

En cuanto pronuncio las palabras me doy cuenta de la terrible idea que he tenido. 

Es un pensamiento que se me había cruzado en algún momento. Un deseo.

Pero no hace más que exponerme como un fan encubierto. 

—Creí que no te gustaba mi música —responde pensativo.

—Solo no es mi estilo —miento—. Pero... me gustaría mucho escucharte cantar en vivo.

—¿Y qué canción?

No lo pienso demasiado. Viktor siempre ha dicho cuál es su canción favorita de su repertorio.  

Agradezco este respiro. Hablar sobre la música de Viktor hace que actúe más natural. Que por un instante olvide la amenaza del acechador. 

—Driven to tears.

—No.

Su negativa es tan automática que me cuesta asimilarla por completo. Lo peor de todo es que Cordelia y Tobias han puesto los ojos como platos. 

Otra vez soy el último de los tres en saber más sobre el verdadero Viktor. 

—¿Qué pasa? 

—Solo... No me gusta esa canción. 

«Pero es tu favorita» quisiera decirle. Lo ha mencionado en múltiples entrevistas. 

—Pero... —Recuerdo que no puedo decir nada de ello. 

—Es la canción que siempre me piden —me explica rápidamente—. Se supone que fue la primera que escribí y he dicho muchas veces que si pudiera quedarme con una sola canción de mis discos sería esa. Pero no es más que una mentira. Puro marketing, ya que habla sobre los sueños de un joven que no tiene oportunidades en la vida. Pareciera ser la predicción que me cambió la vida, pero nada de eso es cierto. Nací, crecí y seguramente moriré en cuna de oro. Además, mi primera canción la escribí a los ocho años y hablaba sobre una tortuga —curva hacia arriba la comisura de la boca, aunque temo que nada de esto le causa gracia—. Simplemente la detesto. 

Recuerdos míos con la canción de fondo se hacen presentes. Creía que conectábamos al tener los mismos sueños; destacarse en una sociedad donde sobresalir parece ser una odisea. 

Pensaba que si él venía de abajo y había cambiado su situación, yo también lo podría haber logrado. Y, aunque ese pensamiento podía ser decepcionante, igualmente era atractivo vivirlo a través de él. Como si ver sus sueños cumplidos fuera una extensión de lo que a mí me hubiera gustado vivir y se hiciera realidad en un otro. 

Ahora pensar en ello solo tiene un sabor agridulce.

—No sabía nada de eso.

—De sua musica loqui non placet No le gusta hablar de su música—. Le da grima —susurra Cordelia, como si estuviera contándome un secreto. 

Ignoro la puñalada en el pecho que significan esas palabras. 

Tobias le sube a la música. Y mientras suena cake de Kard, Viktor se acerca a mí. Espero saber disimular mi cara de decepción. 

—¿Entonces no me cantarás nada?

—Estoy cansado, Isa. Y por lo general, cuando viajo lo hago precisamente para olvidarme de la música y todas las responsabilidades. 

—Entiendo. —Una sutil mueca quiere formarse en mi rostro, pero la reprimo pensando en cualquier otra cosa. El problema es que no hay demasiadas cosas positivas para retrotraer en este momento. 

—Además, temo que sería peor si lo hiciera. —Lleva un dedo a su mentón, reflexivo—. Tú dijiste que odiaaaabas mi música. Capaz termine ahuyentándote. 

—Sí te dolió, ¿no? —sonrío, pero es una sonrisa nerviosa—. Además esas no fueron mis palabras. 

Viktor suelta una carcajada repleta de malicia. 

—Si hablamos de ti, siempre me dolerá. —Estrecha aún más la distancia entre los dos, y une sus labios a los míos, besándome frente a sus amigos. 

Me dejo llevar por la adrenalina del momento. Si se atrevió a evidenciar su hambre frente a Tobias y Cordelia, es porque esto es más que algo pasajero. Ellos son las personas con las que más comparte, y además no toleran mi presencia. Y aun así, no se contiene. Tal vez es contradictorio pensar que este acto es más íntimo que las veces anteriores que hemos estado juntos, pero para mí lo es. 

El momento se rompe cuando Tobias coloca una canción de metal que amenaza con romper mis tímpanos. 

—¡¿Qué música es esa, Tob?! —se queja Viktor. 

Tal vez es demasiado ingenuo, pero es obvio que la puso a propósito. Mientras ellos conversan yo aprovecho de ver el móvil. Otra vez ha sonado. 

Lo hiciste bien

Ahora te diré lo que quiero

+17194021364│21:35

No lo dudo ni un solo segundo. Quizá sea una provocación, pero al menos debo intentarlo.

Qué pasaría si no te hago caso?

Isaac│21:35

No solo publicaré el video de esa noche

También me las cobraré con tus amiguitos

+17194021364│21:36

«Maldito». Podría sonar como una amenaza sin fundamentos, pero aun no comprendo cómo es que tiene acceso a todo lo que hacemos. Es como si hubiera cámaras a dónde quiera que vaya. 

Solo di qué quieres

Isaac│21:38

El celular de Viktor

Consíguelo y después te daré las sgtes instrucciones

+17194021364│21:38

Esto es un gran problema. Bajo cualquier escenario me sentiría horrible de robarle el móvil, pero aquí además se le suma el hecho de que dos de sus amigos —que seguramente estarían más felices sin mi presencia— podrían atraparme en el acto. 

—Si tibi non placet, canes tua musica. —Oigo que le dice Tobias a Viktor. 

Aún discuten sobre la música. Le ha dicho que si le molesta que coloque la suya. 

—Tengo el celular cargando en el cuarto. Murió hace un rato —le contesta. 

Me siento terrible por pensar que se trata de la oportunidad perfecta. Cuando tenga el móvil con él será más difícil tomarlo. 

Me excuso diciendo que iré al baño, pero apenas sé que me han perdido de vista desvío el camino. Al entrar al cuarto todo está prolijamente ordenado. Siento que rompo la capa inmaculada que cubre el dormitorio de Viktor con mis manos.

Reviso rápido en cada enchufe del cuarto sin dar con el objetivo. A estas alturas temo que lo que tanto busco no esté aquí. Luego, recuerdo sus palabras. Viktor no tiene motivos para haber mentido. Si dijo que estaba en su cuarto, es porque aquí está.

Vuelvo a revisar detrás de los muebles, hasta que advierto un cable negro y el teléfono debajo de unas camisas previamente dobladas. 

Lo tengo entre mis manos cuando oigo el rechinar de la puerta. 

«No». 

Este es el momento que tanto he temido. Ni siquiera terminó siendo por mis mentiras, sino por quedar como un ladrón que nunca he deseado ser. Tendré que olvidarme de sus pestañas rizadas y labios suaves. Tendré que conformarme con admirarlo de lejos, después de haber conocido tanto de él.  

Volteo con los ojos vidriosos por la escena que estoy dando. 

—¿Qué... qué estás haciendo, isa? 

—Yo... 

Viktor cierra la puerta tras de sí. Sus ojos son acusadores, y detesto que me observe de esa manera. Con decepción, como si me hubiera convertido en todo lo que alguna vez se ha dicho de mí en este pueblo. 

No lo soporto.

—Devuélveme mi teléfono. —Esta vez su tono es autoritario. No hay rastros de amabilidad. 

Siento cómo algo se ha roto entre nosotros. Lo peor que puede quebrarse; la confianza. 

—Que me lo pases, Isaac. 

«Isaac, no Isa».

Cuando nuestras manos se juntan siento que las palabras quieren salir como vómito verbal. 

—Isaac... —demanda, al ver que no le paso el teléfono. 

—N-no quería. Juro que no quería... Sé que desconfías rápidamente de la gente, porque ya has vivido muchas situaciones desagradables por el medio, pero de verdad que no tengo intención de perjudicarte ni robarte. Lo único que quería era conocerte. Me gustas. Me gustas mucho. Debes creerme, por favor. Llevan semanas acosándome por mensajes de texto. Me pidieron que tomara tu celular. Y no quería hacerlo, pero igual estoy cansado de todo esto. De lidiar con todo solo. Quiero que acabe, pero no sé cómo. 

Viktor ignora mis palabras, termina de quitarme el móvil. Lo veo desbloquearlo. Seguramente para verificar que no he hecho nada con el. 

No aguanto esa sospecha. Si va a actuar así, prefiero no verlo. Doy un paso en dirección a la puerta. Es momento de que me vaya dignamente. Ya pensaré en las consecuencias de no haber hecho lo que me pidió mi acosador. Ese es mi problema. 

—Tendrías que haberlo dicho desde el inicio —murmura a mis espaldas, y decido darme la vuelta, encontrándome con sus cautivadores ojos verdes. 

—Tú... ¿me crees? —pregunto medio incrédulo, limpiándome las lágrimas—. Puedes ser muy bueno, Viktor. Pero estoy consciente de que ha sonado como un disparate. No entiendo por qué me creerías tan fácilmente.  

El semblante le cambia por completo, y aunque advierto la duda en él termina por decidirse a hablar. 

—Te creo, porque yo también los estoy recibiendo. —Gira el celular, dejándome ver un historial repleto de mensajes. 

Mensajes que son del mismo número que los míos.

—Creo que debo decirte qué me trajo a Napdale. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro