👑CHLOE👑

Despierto con más ánimo que de costumbre y veo a James entrando por la puerta de la cabaña, con una bandeja en las manos. La comida en este sitio es exquisita y el estómago me ruge al verla. Me levanto de la cama cubriéndome con la manta y me acerco a James, dejando un beso suave en sus labios. Él besa mi frente y nos sentamos alrededor de la chimenea a comer.

Una vez que terminamos, nos damos una ducha en la que tardamos más de lo debido a nuestra incapacidad de mantener nuestras manos quietas sobre el cuerpo del otro. Me vuelvo a poner el vestido que llevé el día que nos encerraron, el cual ya está lavado, y llevo los tacones a la mano. Nos iremos de aquí hacia un lugar más cercano a la sociedad y los nativos hacen una pequeña reunión de despedida, en dónde nos entregan una canasta repleta de frutas de todos los colores y olores y también nos dan unos collares con plumas multicolor. Reconozco que son de distintas aves, ya que la forma y la textura son diferentes entre ellas.

En el tiempo que hemos estado aquí, Tagae y James me han enseñado mucho sobre los animales que habitan en esta zona del Ecuador, desde los pájaros más coloridos que existen, hasta los veloces jaguares y las letales serpientes y ranas. Hay una diversidad increíble y estoy segura que en ningún otro lugar en el mundo se puede encontrar tanta belleza junta.

Mientras caminamos hacia afuera del corazón de la selva, las jugosas frutas son lo mejor en el mundo, ya que el camino es húmedo y rocoso en ciertos lugares; además de que tengo un miedo constante a encontrarme con alguna araña o las famosas "ranas dardo". Conversamos, comemos y caminamos, hasta que el sol empieza a descender y sabemos que debemos darnos prisa.

Según James, aún quedan un par de horas por caminar y a partir de las cinco o seis de la tarde, los animales empiezan a salir y la selva se vuelve más peligrosa todavía. Según la posición del sol, algo que también me enseñó James, son casi las cuatro de la tarde, así que caminamos a paso ligero, hasta que una gran cabaña con las paredes de cristal y que se alza por encima de algunos árboles, nos dice que llegamos a la parte abierta a los turistas. Dan las seis de la tarde y el sol casi ni se ve, por lo que nos acercamos a la cabaña y entramos en ella.

Un montón de ojos curiosos nos observan y asumo porqué. James lleva el mismo esmoquin de hace dos meses, con los botones abiertos, dejando al descubierto su torso y mi vestido está algo rasgado por las ramas en el camino, aparte, me llega por muy encima de los muslos, así que me lo bajo un poco mientras caminamos.

- ¿En qué los puedo ayudar? – pregunta la recepcionista

- Queremos una habitación simple – dice James con seguridad

- Claro, cuesta 200$ la noche – habla extrañada

- ¿Qué? – James se ve sorprendido y se nota que no sabe cómo funciona el mundo humano.

- Por favor – hablo yo – necesitamos ayuda. Estábamos en una fiesta estilo safari con unos amigos y de repente un animal grande y horrible nos atacó y nosotros corrimos y corrimos hasta que vimos un poco de luz y encontramos este lugar. Solo necesitamos un poco de comida y un teléfono para pedir ayuda para nuestros amigos – MI tono sale desesperado y la recepcionista nos mira asustada, mientras llama a unos cuantos empleados y les pide que nos lleven a una habitación.

- Les llevaremos algo de ropa y la comida llegará en un momento – dice la mujer tomándome la mano – No deben preocuparse, están a salvo ahora

- Muchas gracias – digo con falsa tristeza.

James no dice ni una palabra hasta que la puerta de la habitación se cierra

- ¿Qué fue eso? – pregunta con un tono que no sé descifrar

- Nos iban a echar si decíamos que no teníamos dinero y mucho más si les decíamos que estuvimos con los Tagaeri durante días, así que fue la solución más simple – hablo acercándome a él.

- Te juro que hasta yo te creí – dice sonriendo y se acerca a mí – Parece que aún me quedan cosas que aprender de los humanos – besa mis labios con lentitud y deja otros besos a lo largo de mi cuello

Sus manos bajan a mi trasero y lo aprieta contra él, pegándome y haciendo que sienta el bulto creciendo en su pantalón. De pronto, la habitación parece estar en llamas y al siguiente segundo se congela con el sonido de la puerta y alguien detrás diciendo "Servicio al cuarto". Le pido a James que se meta en el baño mientras yo atiendo. El hombre entra y deja el carro de la comida con algo que huele increíble. En sus manos trae unas fundas con ropa y las deja en la cama para luego retirarse.

- Muchas gracias – hablo acercándome a la puerta

- Fue un gusto – el hombre sonríe – Por cierto, espero que el chico con el que viniste no sea tu novio – me guiña un ojo y luego me extiende la mano con un papel y me lo da.

Sonrío incómoda y musito un "adiós" antes de cerrar la puerta. James me observa desde el umbral de la puerta del baño, con una ceja alzada y los brazos cruzados.

- ¿Qué? – pregunto caminando hacia él. Sé que vio lo que pasó, pero no tiene nada de importancia.

- Nada – su tono molesto responde mi duda. Está celoso - ¿Qué es eso? – pregunta ante mis pensamientos

- "Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra" – recito de memoria el significado que aprendí en uno de mis primeros años en la universidad.

- Entonces sí – dice luego de pensarlo unos momentos – Estoy celoso. ¿Cómo se quita? – pregunta inocentemente

- Besando a la persona que te ama – camino hacia el

- Un remedio muy bueno – dice saboreando mi boca – El más delicioso que he probado

- Creí que al ser tan superiores a los humanos las emociones como los celos no existían – comento

- Tenemos magia, Chloe, no somos robots. Seguimos siendo humanos

- ¿Entonces me harás escenas de celos como las parejas normales? – pregunto con coquetería

- Todo el tiempo – afirma – Tenlo por seguro.

Sonrío y beso su boca con fervor. Él sabe que soy suya, siempre lo fui y siempre lo seré, así que el sentimiento se va una vez que le digo "Te amo" entre besos y caricias. Nos besamos hasta llegar a la ducha, y el agua caliente cayendo desde la regadera me da una sensación de familiaridad. Paso la barra de jabón por mi cuerpo y luego me volteo, quedando frente a frente con James, y hago lo mismo con él. Detallo cada parte de su cuerpo mientras mis manos y el jabón lo recorremos al mismo tiempo. No hay sexo. Al menos no en la ducha. Nos acurrucamos en la cama y para la mañana siguiente, despertamos en un colchón normal, abrazados como si el mundo dependiera de ello.

Soy suya, y él es mío. Para siempre.

Les dejo un nuevo capítulo y les comento que ya solo faltan 10 capítulos para finalizar esta historia.

Espero que la estén disfrutando porque estará llena de sorpresas.

Los quiero.

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