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6.❁

🌸Capítulo dedicado a @ElyWilliams , quien creó la magnífica imagen que se encuentra en el multimedia.
🌸reproducir la canción para mejor ambientación.
🌸¡Disfruten el capítulo!


Siguieron conversando sobre lo que debía hacer y cómo podría evitar las preguntas de Tony sobre las pastillas —en caso de que fueran requeridas—, hasta que se dieron cuenta de que había transcurrido una hora.

Una vez que todo estuvo arreglado, Strange le pidió que saliera junto a él y le siguiera. Cerró su oficina con llave y subieron hasta el penúltimo piso del hospital a paso lento, envueltos en una atmósfera de tristeza y seriedad.

Pepper detuvo su andar al mismo tiempo que el doctor, quedando frente a la última puerta del pasillo. Su corazón golpeaba con fuerza su pecho, producto de la angustia que se negaba a desaparecer de su interior. Stephen le había dicho que la situación de Tony era bastante delicada, pero no quería imaginar que tan mal se encontraba. No sabía si podría soportarlo.

—¿Quieres verlo?— preguntó el castaño, con su rostro impasible. Pepper apretó su bolso, intentando inútilmente controlar su ansiedad.

—Sí.—Stephen la miró de reojo mientras abría la puerta. Se hizo a un lado para que la pelirroja pudiera acceder a la habitación, aun cuando Virginia mantenía la mirada baja, buscando valor de ningún lugar en específico.

Strange comprendía su dolor, mas no deseaba hostigarla con palabras qué tal vez no le serían de mucha ayuda. Lo que ella necesitaba era un momento a solas con su mejor amigo, sacar todo lo que la martirizaba en la intimidad que le brindarían esas cuatro paredes. Eso sería suficiente para ayudarla a no derrumbarse.

La vibración de su celular lo sacó de sus pensamientos. Al abrir el mensaje recibido una mueca de molestia se instaló en su rostro; Los vengadores se hallaban reunidos en la sala de espera, al parecer exigiendo de no muy buena manera ver a su compañero.

Juraba que si era el Capitán América quien hacía el escándalo, lo sacaría del hospital y le prohibiría el acceso.

—Debo ir a resolver un pequeño disturbio en la entrada. Aprieta el botón rojo que se encuentra en el lado derecho de la cama si presenta alguna anomalía.—le informó antes de retirarse. Pepper no tuvo tiempo de preguntar o agradecer al ver que el doctor había desaparecido.

Sin importar que la entrada estuviera abierta, sus pies seguían clavados al suelo. Se sentía incapaz de mirar, aterrada por lo que estaba apunto de ver. ¿Sería buena idea visitarlo cuando se encontraba en tan deplorable estado? ¿Y si su visita solo causaba más problemas? No, ella debía mantenerse fuerte, por él. Siempre fue su mano derecha, lo ayudó y apoyó en situaciones horribles, desesperantes, pero ahí seguía, por el cariño que siempre le tendría. No se acobardaría, no en esos momentos donde más la necesitaba.

Cuando juntó la fuerza de voluntad suficiente para ingresar, levantó la mirada, encontrándose una cortina color crema cubriendo la vista hacia la cama. Entró con precaución y cerró la puerta detrás de sí de manera silenciosa, cuidando de hacer el menor ruido posible. Deseaba mantener la inusual tranquilidad de aquel lugar.

Deslizó la cortina despacio, descubriendo el cuerpo de su amigo. Se sintió abrumada por las incontenibles ganas de llorar al verlo postrado en la cama, con cables conectados a sus brazos y una mascarilla de oxígeno junto a su pálido cuerpo cubierto por una fina sabana blanca, sin esconder por completo las pequeñas ramas que sobresalían de su torso y brazos, todas ellas con diminutos brotes esperando florecer.

Si fuera una situación diferente, se hubiera detenido a admirar las hermosas flores que habían alcanzado su madurez en el cuerpo de Stark; Eran hortensias azules, las favoritas del empresario.

Alguna vez su amigo le contó sobre su significado; eran utilizadas para expresar gratitud y belleza, incluso algunos las regalaban para confesar su amor. Sin embargo, también se atribuían a la falta de corazón, eran utilizadas para pedir perdón y en ciertas creencias se decía que si un matrimonio las ponía en su hogar, la felicidad de éste se marchitaría junto a la flor.

Ironías de la vida que llegaban a ser tan crueles.

Tomó asiento en la silla que se encontraba junto a la cama. Depositó sus cosas en el suelo y se limitó a observar el cuarto que había sido asignado a su jefe; tenía grandes ventanales que daban una preciosa vista a la ciudad, tal vez la mejor de todo el hospital. Seguramente había sido obra de Strange; él sabía cuánto disfrutaba Tony de una buena vista en circunstancias difíciles.

Regresó su atención al castaño; su rostro se veía tan relajado que temió despertarlo. Lo que más necesitaba en esos momentos era descanso, no su llanto molestándolo.

—Tony... debí ser más estricta contigo. Debí cuidarte mejor... ¿Por qué nunca me haces caso? Mira... mira a lo que llegaste. —susurró, destrozada. Con suavidad, acarició una de sus mejillas, sintiendo como su piel estaba más fría de lo normal, sin la calidez que tanto caracterizaba al castaño.

¿Cómo era posible que un hombre tan  lleno de vida como lo era el castaño se encontrara en una situación así? Solamente quedaba la sombra de lo que alguna vez fue, de la persona fuerte y dedicada que tanto quería. ¿Por qué parecía que todos sus esfuerzos por cuidarlo eran en vano? ¿Por qué no pudo hacer más por él? Se sentía tan frustrada, tan inservible.

Sin pensarlo tomó una de sus manos y la llevó hasta su mejilla. Recordaba las veces en que Tony le daba caricias amistosas cuando intentaba animarla después de un día malo, siempre paseando sus manos en su cabello o rostro, quitándole las lágrimas cuando era necesario o recorriendo sus pecas por gusto.

—Te necesito conmigo, Tony. No puedes dejarme, no así. Por favor.— no le importó mojar con sus lágrimas la mano de la persona que siempre estuvo para ella. Necesitaba sentir que aún estaba ahí, que seguía con vida.

Anhelaba a su amigo de vuelta.

Al llegar a la sala de espera se encontró con una escena un tanto ridícula; un hombre de cabello largo y ropa extravagante luchaba sin utilizar ningún tipo de fuerza contra algunas enfermeras y policías del lugar, reclamando por ver a su compañero. El Capitán América intentaba calmarlo junto a un rubio más bajo que los otros dos, sin mucho éxito, cabe mencionar.

No muy lejos de ahí esperaban la espía del equipo junto al hombre que reconocía como Bruce Banner, el amigo científico al que le tenía tanto cariño Tony. El doctor mantenía la mirada intranquila mientras recibía pequeños mimos de la pelirroja. Intuía que eran para controlar a la bestia de su interior.

No esperó más para intervenir en la disputa. Se estaba creando demasiado bullicio y eso era una falta de respeto tanto para las personas que se encontraban en la sala como para los pacientes.

—Sí quieren hacer un escándalo háganlo afuera. Este no es lugar para eso.— espetó, recibiendo todas las miradas del lugar, algunas enojadas, otras aliviadas.
El rubio de barba detuvo sus quejas y apartó sin dificultad a los policías y enfermeras que trataban de retenerlo hasta llegar a él. La diferencia de tamaños y masa muscular no logró intimidarlo en lo más mínimo.

—Yo soy Thor, hijo de Odín, rey de Asgard y Dios del rayo y el trueno. Exijo ver a mi camarada Anthony Stark en este momento.— Stephen alzó una ceja, claramente enojado. Cuánto odiaba a los siempre exóticos amigos que Tony se conseguía.

—¿Quién te crees que eres para venir a hacer todo este alboroto en un hospital, Neanderthal?— cuestionó, cruzando sus brazos. Thor lo miró sin comprender del todo a lo que se refería. ¿No se había expresado correctamente?

—¿Acaso no me escuchó? Soy Thor, hijo de Odín, rey de...

—Asgard, ajá, lo escuché la primera vez.— Strange rodó los ojos, exasperado. Podía asegurar que después de ese día su futuro estaría plagado de migrañas y discusiones sin sentido. —Aunque seas un Rey, un Dios o lo que se te ocurra, no puedes pasar, ninguno puede, en realidad.— los otros dos rubios fruncieron el ceño, levemente ofendidos por el tono despectivo que utilizaba el doctor. Los trataba como si fueran un estorbo en el mundo.

El Dios del trueno dio un paso adelante y tomó con mayor fuerza su martillo, dispuesto a pelear.

—¿Cómo se atreve a prohibirme visitar a mi querido amigo? ¡No puede hacer eso!—protestó, alterándose. El resto de los vengadores se acercaron para tranquilizarlo. Las cosas se estaban saliendo de control en el peor lugar. No podía permitir un escándalo de esa magnitud, menos con la salud de Stark en juego.

—Por supuesto que puedo. Soy el encargado de la salud y bienestar de Anthony y, si yo considero que no es prudente que lo visisten, nadie lo hará.— soltó, perdiendo la paciencia. Sí, irrefutablemente eran amigos de Ironman. —Ahora les pido que dejen de importunar a las personas que se encuentran presentes y regresen en otro momento. Le diré a la señorita Potts que les avise cuando sea oportuno visitarlo.

—¡No me iré sin ver a mi amigo!

—¡Thor, detente!— regañó el Capitán, creyendo necesaria su intervención. Era consciente de la escena que protagonizaban, pero una minúscula y crédula parte de sí esperaba que eso fuera suficiente para que los dejaran pasar y pudieran saber algo acerca del millonario.

—Debería aprender a controlar a su equipo, Capitán Rogers. No puedo creer la ineficiencia que está demostrando en su trabajo como líder.—acusó Stephen con odio mal disimulado. Ignoró completamente las miradas impactadas de los vengadores, sobre todo la de Steve, quien no podía creer lo que había dicho.

—¿Disculpa?

—Si no tienen nada más que decir, pueden retirarse.— decidió que no tenía nada más que hacer en ese lugar, por lo que dio media vuelta dispuesto a regresar junto a Pepper y Anthony. Sin embargo, el doctor Banner se interpuso en su camino. Su cuerpo denotaba tensión y tristeza por igual, junto la enorme preocupación que sufría en esos momentos.

Tal vez no todos en el equipo fueran unos completos inútiles.

—Bruce Banner.— el más bajo ofreció su mano por cortesía, esperando el rechazo por parte del doctor. Grande fue su sorpresa al ver cómo su saludo era aceptado, con algo de recelo, pero ya era un avance.

—Stephen Strange.

—Lamentamos mucho lo ocurrido. Thor puede ser algo complicado cuando está preocupado.— comenzó, deshaciendo el apretón de manos. —Solo díganos cómo se encuentra, por favor.— pidió, con súplica en la voz. Stephen lo miró en silencio durante unos segundo, que parecieron una eternidad para todos.

—Solo puedo decirles que su salud se encuentra en un estado crítico, por lo que tendrá que quedarse en observación al menos dos semanas.— suspiró. —Aunque en estos momentos se halla fuera de peligro, lo mejor para él es descansar y estar lejos de todo lo que pueda causarle cualquier tipo de estrés.

—¿Cuál es su problema?— pensó Steve, jurando que el doctor lo había mirado mientras decía lo último.

—Doctor Banner... me gustaría hablar con usted.—mencionó, con cautela. Al percibir las miradas curiosas de los demás se limitó a ser más específico. —En privado.

—¿Cómo sabe que yo soy...?— decidió dejar su duda a un lado y asintió, dispuesto a saber qué era lo que le estaba sucediendo a su amigo de ciencias. —De acuerdo.

—Los demás pueden irse, no hay razón para que pierdan el tiempo aquí.— Stephen hizo un ademán para que el Bruce lo siguiera, quién primero gesticuló un "lo siento" a su equipo para después acatar la silenciosa orden.

—Esperar por el bienestar de un amigo no es ninguna pérdida de tiempo.—Gruñó el Dios Asgardiano. —Y me rehuso a abandonar este sitio sin ver a nuestro compañero.

—Vámonos.— sus compañeros fijaron su vista en el Capitán América, incrédulos.

—¡Pero, Steve! ¡No podemos abandonarlo!— protestó el Dios, inconforme por la petición de su líder. Era de cobardes abandonar a sus amigos en situaciones difíciles, ¿cómo era posible que se resignara sin pelear?

—No lo estamos abandonando, Thor. Regresaremos.— aseguró, decidido. Sin importar la mirada retadora del súper soldado sobre él, Strange permaneció indiferente. —Vamos.

El resto del equipo salió en silencio del hospital rumbo a la torre. Los más afectados parecían ser Thor y Steve, quienes mantenían una expresión de impotencia y angustia pura.

Por ahora solo les quedaba esperar.

¡Disculpen la demora! Tenía pensado terminar el capítulo desde ayer, pero las ideas llegaban revueltas. Lo bueno es que ya tengo parte de otros capítulos.

Perdón por cualquier incoherencia o falta de ortografía. Cualquier comentario o sugerencia será recibido con los brazos abiertos.

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Bueno? ¿Malo? ¿Aburrido? Me gustaría saber qué piensan.

También, muchísimas por todos sus votos y comentarios, me alegra muchísimo el apoyo que está obteniendo esta obra. Además, me encantaron las canciones que me recomendaron, me ayudaron como no tienen una idea. ❤️

Sin más que decir, hasta el próximo capítulo.💕

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