5.❁
🥀Reproducir la canción para mejor ambientación.
¡Disfruten el capítulo! ❤️
—¿Tony?— notó cómo el cuerpo del castaño se estremeció al escucharlo. Su mirada se suavizó ante la deplorable imagen frente a sus ojos.
No era el mismo hombre que siempre se encontraba lleno de vida y seguridad.
Steve jamás pensó que llegaría el día en que lo viera de esa manera; tan demacrado y frágil.
Cualquiera negaría rotundamente que esa persona era el increíble hombre de acero.
—¿Te encuentras bien, Tony?— se sintió como un tonto al hacer esa pregunta, ya que claramente no estaba bien, pero no hallaba las palabras adecuadas para demostrar su preocupación. No sabía si Anthony se enojaría por cargarlo para llevarlo junto a los paramédicos, aunque tampoco esperaba que estuviera en condiciones de renegar.
Sin previo aviso, con las pocas fuerzas que aún conservaba, el castaño trató de alejarse. Lo contemplaba con una mirada que no supo interpretar, como si no pudiera creer que estuviera en ese lugar.
Por un momento pensó que era pánico lo que gritaban sus ojos, pero descartó la idea al no concebir los motivos de su miedo. ¿Por qué intentaría huir de él?
—Yo prohibí el paso a mi taller ¿Qué haces aquí?— vociferó Tony con dificultad, sorprendiéndolo. —¡¿Qué demonios haces aquí?!
No entendía lo que ocurría. ¿Acaso estaba alucinado? JARVIS le explicó que su compañero no estaba completamente consciente, por lo que supuso deliraba.
—Necesito bajarte, Tony. No estas bien y en cualquier momento podrías colapsar.— el capitán dio un paso hacia delante y se agachó hasta quedar a su altura. Anthony lo miró fijamente, con sus ojos chocolate brillando por culpa de las lágrimas que se negaban a parar. —Estarás bien.
—Te amo.— susurró el castaño con tanta seguridad que lo descolocó. Su cuerpo se paralizó al escucharlo, sin saber cómo reaccionar. ¿Estaba bromeando? ¿Estaría imaginando a alguien más? ¿Qué debía contestar a eso?
—Estas confundido, Tony.— contestó, serio. Lo cargó estilo nupcial y se dirigió al lugar donde se encontraban los paramédicos, con la vista al frente. Stark se recargó en su pecho y suspiró, cayendo inconsciente con una diminuta sonrisa en los labios. —¿Tony?— lo removió un poco, intentando despertarlo. Inmenso fue su terror al ver que no reaccionaba. —¡Anthony!
Lo abrazó con mayor fuerza y aceleró su paso, sintiendo como se creaba un doloroso nudo en su garganta.
Stark no respiraba.
Steve lo acompañó en la ambulancia, mirando en silencio como los paramédicos hacían todo lo posible por mantener con vida a su amigo. Sus manos firmemente apretadas sobre sus muslos en un intento desesperado por calmar su ansiedad no servían de nada.
Cuando ingresaron al hospital y se llevaron al castaño a emergencias tuvo que resignarse a quedarse sentado en la sala de espera, enojado consigo mismo por la impotencia que lo mortificaba.
Se lamentó por lo inútil que fue en esos momentos, por ser incapaz de ayudar a su querido compañero. ¿Cómo podía considerarse como un buen líder si no conocía lo que perturbaba a su equipo? Mucho menos podía pensarse como un buen amigo. Un amigo hubiera sabido qué hacer para prevenir esa situación.
Steve notó el extraño comportamiento que Anthony desarrolló días antes, pero prefirió ignorarlo porque creyó que no le correspondía meterse en sus asuntos. Decidió que lo mejor sería darle su espacio y cuando deseara hablar él estaría ahí para escucharlo. No quería que se sintiera obligado a contarle.
Qué ingenuo fue.
Aún cuando su rostro se mostraba serio, su mente no dejaba de repetir las últimas palabras que Ironman le profesó.
Jamás pensó de esa manera en Anthony. Lo veía como una persona importante para él, casi tan importante como alguna vez lo fue Bucky, pero no podía imaginarlo como algo más. Su primer y única pareja fue Peggy Carter, una mujer extraordinaria y hermosa que le robó el corazón por su inusual manera de ser, porque ella no seguía los estereotipos impuestos para las señoritas y poseía una voluntad inquebrantable.
Era consciente de que en esa época todo lo referente a la homosexualidad ya no era tachado como algo abominable y reprochable, al menos no como antes. Seguían existiendo personas intolerantes ante ese tema, aferrados con terquedad a los ideales que les fueron inculcados, pero no era como lo fue en sus tiempos; Una época donde llegaban a golpearlos y asesinarlos por amar a alguien de su mismo sexo, junto a ser considerados como personas inmorales y enfermas. Dónde las mujeres se quedaban en sus casas a esperar con paciencia a sus esposos, cuidando a los niños, limpiando y cocinando, mientras que los hombres salían a trabajar o se enlistaba al ejército, muchas veces rogando por regresar vivos junto a sus familias.
Las personas carecían de empatía hacia lo diferente, volviéndose extremadamente hostiles con lo desconocido. Para él, era algo entendible; fueron tiempos difíciles, en los que la guerra, la muerte y el odio prevalecieron con firmeza. Nadie tuvo intenciones de comprender y amar, nadie intentó aceptar y apoyar.
Por otro lado, su madre lo crió para que fuera un hombre fuerte, caballeroso y gentil. Le enseñó a no juzgar antes de conocer y a ser respetuoso ante todo. Sin embargo, eso no quería decir que ella viera con buenos ojos ese tipo de relaciones, solo las toleraba —o ignoraba—, alegando que no era dueña de la vida de esas personas, por lo que no tenía derecho a meterse.
¿Qué debía hacer en esa situación? ¿Fingir que esas palabras jamás fueron dichas? ¿Actuar con normalidad? ¿Cómo podría hacerlo si la persona que menos esperó se le había confesado? Tal vez estaba comiéndose la cabeza por palabras probablemente inconscientes, soltadas por un hombre agonizante y perdido.
¿Qué debía pensar?
—¡Capitán Rogers!— sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz bastante conocida. Al levantar la vista divisó a la asistente de Tony en la recepción. Su rostro denotaba la preocupación que sentía, tanto como él. Internamente se preguntó cómo es que se había enterado sobre lo ocurrido. Seguramente Jarvis la había puesto al tanto de la situación.
—Señorita Potts.— dijo en modo de saludo. Virginia se acercó y se situó a su lado, sin mirarlo.
Una extraña tensión estaba presente entre ambos, formada por un poco de incomodidad y angustia. No se llevaba mal con ella, mas no eran lo suficientemente cercanos como para buscar palabras de consuelo del otro.
—JARVIS me contó un poco de lo que sucedió.— empezó Pepper, con voz débil.—Pero me gustaría que me dijeras que fue lo que viste.
La observó de reojo, descubriendo unas feas ojeras y su rostro devastado. Apretó sus labios levemente, sintiendo una sorpresiva necesidad de beber agua.
—Jarvis me llamó y me pidió que regresara a la torre porque Tony se encontraba en mal estado por culpa de su horrible costumbre de beber en exceso. Cuando llegué, tuve que romper la puerta del laboratorio ya que todos tenían prohibido el paso.— la impotencia volvía a llenarlo al recordar el momento. Cerró los ojos e inhaló profundamente. —Lo encontré rodeado de botellas vacías, sangre y muchas... flores. También, parecía estar alucinando.
—Ya veo.— Pepper entrecerró los ojos con pesar al escuchar la historia del Capitán. —Steve... ¿Tony te dijo algo?
Se negó a encararla. Podían llamarle cobarde, pero no deseaba dar explicaciones, no estaba preparado para afrontar esa situación, mucho menos compartirla con alguien más, no en ese momento.
—No.
Se sintió expuesto ante la penetrante mirada de Virginia sobre él, como si ella lograra ver la verdad a través de sus expresiones y supiera que estaba escondiendo algo. No obstante, los dos se mantuvieron en silencio, con él pidiendo internamente que la conversación llegara a su fin.
—Entiendo.— suspiró la pelirroja. Steve sintió un pinchazo de culpabilidad por no haber dicho toda la verdad.
El silencio reinó nuevamente, cada uno perdido en sus pensamientos, hasta qué, al cabo de una hora, entró a la sala un doctor buscando familiares o conocidos de Tony. Pepper y él se levantaron de inmediato, desesperados por conseguir alguna respuesta sobre la condición actual de su amigo.
—¿Cómo se encuentra?— preguntó Virginia, con la voz llena de angustia. El doctor la miró con seriedad, creando una horrible sensación en el pecho de Steve.
Tenía miedo de escuchar la respuesta.
—De momento logramos estabilizarlo. Es una fortuna que lo hayan traído de manera oportuna, de lo contrario, el paciente no habría sobrevivido más de media hora en ese estado. Es un hombre muy afortunado.
Steve sintió entre alivio y terror ante esa respuesta. Tony estaría muerto si él no hubiera llegado rápido. Si hubiera tardado un poco más, habría perdido a la única persona que le había hecho sentir que realmente pertenecía a esa época.
Habría perdido una parte de su hogar.
—Sin embargo, hay un asunto que debo discutir con algún familiar o persona cercana consciente de la situación actual sobre la salud del paciente.— comentó el doctor, plantándole una gran duda en su mente. ¿Existía otro inconveniente?
—Yo, doctor. Soy su mano derecha y la responsable de sus posiciones en caso de cualquier accidente.— respondió Pepper antes de que él pudiera preguntar sobre qué se refería. El doctor asintió y le pidió que le acompañara para firmar algunos papeles en otra habitación.
—¿Señorita Potts?— la llamó antes de perderla de vista, intentando expresar su desconcierto en su voz. Reconoció tristeza en la mirada de Pepper.
—Lo siento, Steve. No me corresponde responder, esto debe contártelo Tony.— Rogers vio la espalda de la pelirroja perderse entre la multitud.
Confundido y frustrado, el Capitán America volvió a sentarse, deseando que todo lo sucedido fuera solo momentáneo para recuperar la tranquilidad con la que vivía con anterioridad.
Aunque tenía el presentimiento de que nada volvería a ser como antes.
Grata fue la sorpresa de Pepper al ver una cara conocida en el hospital. Se sentía un poco más tranquila al saber que él llevaría el caso de Tony. Sabía que el castaño no podría estar en mejores manos.
—Es un gusto verte de nuevo, Stephen.— saludó, con una pequeña sonrisa de alivio. El doctor no respondió, negándose a dejar de analizar los documentos que mantenía en sus manos. Lentamente, la sonrisa de Pepper fue remplazada por una expresión llena de tristeza.
—¿Desde cuando empeoró?— cuestionó con cierta brusquedad. Virginia suspiró y tomó asiento en el sillón que se encontraba a su lado, colocando sus manos en su regazo.
—Hace un mes.
—¿Un mes?— repitió, incrédulo. —¿Acaso no entiende lo grave de su situación? ¡estuvo a punto de morir en el quirófano! Lo perdimos dos veces, Pepper. ¡Dos!
—¡Sé que está mal! Sé perfectamente que por poco muere ¡Lo sé muy bien!— gritó, soltando lágrimas de frustración.
Se sentía responsable de lo que ocurría. Ella sabía que debió obligarlo a ir al hospital, que no debía esperar a que Tony dejara de esperar su muerte con los brazos cruzados. Pero siempre fue débil ante su amigo, creyéndolo lo suficientemente fuerte e inteligente como para tomar una buena decisión. ¡Era un estúpida al pensar de esa manera! Tony era todo un caso, un hombre que nació con alma libre y con ciertos ideales tan estúpidamente fantasiosos que algunas veces dudaba de su juicio.
¿Por qué permitió que las cosas llegaran a ese punto? Le prometió a Rodhes cuidarlo hasta que regresara de su misión. ¿Qué le habría dicho a su amigo si regresaba y se encontraba con que Anthony había muerto porque no fue capaz de ayudarlo?
Stephen suavizó su mirada, arrepentido por perder los estribos con la persona equivocada. Sabía perfectamente que Virginia hacía todo lo posible por cuidar de Tony, por lo que no merecía ese trato de su parte.
—Lo siento.— se disculpó el doctor, tomando un pañuelo de su escritorio para entregárselo. —Sé que no es tu culpa.
—Debí traerlo desde que sus síntomas empeoraron.— sollozó, manteniendo la mirada en su regazo. Stephen negó y colocó una mano en su hombro, intentando confortarla.
—Todos sabemos que Stark es un terco sin remedio. Una vez que se le mete una idea es imposible hacerlo cambiar de parecer.— Pepper soltó una pequeña risita sin poder evitarlo.
—Ese es nuestro Tony.
—Lo es.— Stephen tomó asiento a su lado y recargó su cabeza en el respaldo del sillón. Cerró sus ojos, intentando conseguir un momento de paz.
—¿Cómo se encuentra?
—Sus sentimientos... crecieron de manera ridícula.— suspiró, abriendo los ojos para fijar su vista en el techo. Pepper lo miraba impaciente. —Debemos agradecer al reactor en su pecho, eso evitó que las raíces atravesaran su corazón. Sin embargo, se esparcieron más rápido de lo que había previsto, su pecho y brazos sufrieron la peor parte.
—Él... ¿se curará?—Strange se percató del pequeño temblor en la voz de la pelirroja. No quería hacer que cargara más peso sobre sus hombros, pero tampoco podía mentir. Debía mantenerse profesional, sin importar la situación en la que se encontrara.
—No lo sé.— respondió, frustrado. —Puedo hacer un esfuerzo para controlar la enfermedad, pero no podré hacerlo por siempre. Él debe tomar una decisión lo más pronto posible. Tiene que decirle o dejarse extirpar esa monstruosidad del pecho.
—No es cualquier cosa, son sus sentimientos.— le recordó, abatida. Strange rodó los ojos, claramente exasperado.
—Sentimientos que lo están asesinando de manera lenta y muy dolorosa, Potts.— señaló su punto, sin muchos ánimos para discutir. —Si su estúpido enamorado no le da una respuesta rápido, no durará mucho tiempo. Será incluso peor si lo rechaza directamente, por lo que debemos ser precavidos y tener un plan de reserva.
—¿Cuánto tiempo le queda?— Sabía que sus intentos por mantenerse fuerte eran en vano, pero debía estar preparada para las peores situaciones, por Tony.
—¿Quieres la verdad?— la pelirroja asintió, decidida. Sin prisas, Strange le entregó las hojas que leía antes de su llegada. Pepper las tomó y comenzó a leerlas, abriendo los ojos con horror conforme pasaba las páginas. Cubrió su boca con una de sus manos, para silenciar su llanto.
Se negaba a creer lo que leía. No podía estar tan avanzada la enfermedad, no tenía sentido.
—¿dos meses? ¿s-solo le quedan dos meses? ¡Debe haber un error! Por favor, d-dime que es un error, Stephen. No puede ser posible, él no...— la seriedad mezclada con dolor en el rostro de su amigo le confirmó que no existía ninguna clase de equivocación en los resultados.
La vida de Tony estaba a nada de terminar.
Y, lo peor: no quedaba en sus manos salvarlo, sino en las del mismo Ironman y el Capitán América.
—Virginia, si no veo algún progreso en el primer mes, haré todo lo que esté a mi alcance para arrancarle esa planta de su pecho, quiera o no.— declaró con frialdad, levantándose de su asiento. —Sé que Stark se aferra a la idea de conservar esa cosa hasta el final, pero no lo permitiré. No dejaré que muera por esa tontería.
—Pero Tony...
—James me aseguró su apoyo en esta decisión. Él también desea salvarlo y esperamos que de igual manera nos ayudes.— Strange se dirigió con calma a su escritorio y buscó en el único cajón que siempre mantenía cerrado con llave, por mera precaución. Al encontrar lo que necesitaba regresó hasta la pelirroja y se lo entregó. Una carpeta forrada con cuero.
—¿Qué es esto?— preguntó Pepper, claramente confundida. El castaño aflojó su corbata y pasó su mano por sus cabellos, buscando sacar un poco del estrés acumulado que le fatigaba.
—Eso contiene toda la información sobre nuestro plan de reserva. A grandes rasgos es una cirugía altamente compleja y tediosa que puede ser la última esperanza de Anthony y nuestra mejor opción. —explicó, sentándose detrás de su escritorio. —Es algo parecido a la extracción normal de la flor principal. Sin embargo, con esto podremos conservar intactos la mayoría de los sentimientos de Stark. Solo serían removidas partes específicas de las raíces principales, las cuales provocan el crecimiento de las ramas y con eso evitaremos que vuelvan a crecer.
Pepper lo miró con incredulidad. ¿Había escuchado bien?
—¿Por qué no lo dijiste antes? ¡Tony no perderá lo que tanto busca proteger y dejará que lo operes!— festejó, con su entusiasmo renovado. A pesar de ello, su emoción decayó al percatarse de la falta de ánimo en el rostro del doctor. En ese momento, cayó en cuenta que era demasiado bueno para no tener alguna falla.
—No se lo dije, porque no le gustará saber lo que perderá.— respondió el castaño, apoyando la espalda en el respaldo de su silla.
—¿Qué quieres decir?
—Anthony mantendrá todas sus emociones y gran parte de sus sentimientos. Podrá llevar su vida como lo ha hecho hasta ahora, todo será casi exactamente igual. Con excepción de una cosa: El amor.— reveló. Pepper lo observó con los ojos entrecerrados, no muy segura de estar comprendiendo por completo.
—Estas diciendo que... ¿le quitarías a Tony la capacidad de amar?— cuestionó la pelirroja, mostrando en su rostro cierto rechazo ante esa idea. Stephen suspiró, presintiendo que la conversación no llegaría a ningún lado.
—¿Acaso no vale la pena hacer ese ínfimo sacrificio a cambio de su vida?
—No... Stephen, no podemos condenarlo a no amar. Él más que nadie quiere encontrar a su persona especial, con quien compartir el resto de su vida, no sería justo hacerle eso.— opinó Pepper con tristeza, sintiendo como regresaba a la misma situación en el que estaba estancada desde que entró a la oficina.
—No me malinterpretes, podrá querer como lo hace ahora; como te quiere a ti, a Rodhes o a sus personas más cercanas. Mas, no podrá amar, como lo hace con el capitán. Ya no sufrirá por amor nunca más. No vivirá con miedo ni dificultades. Podrá ser plenamente feliz.—justificó el más alto, diciéndolo como si fuera lo más coherente del mundo. Stephen comenzaba a pensar que había sido mala idea enseñarle el plan de emergencia a la pelirroja.
—Yo... no creo que sea lo correcto.
—¿Hablas en serio, Potts? Si tanto quiere encontrar a "su persona especial" ¿por qué se enamoró del Capitán America? Él mismo se resignó porque piensa que no tiene oportunidad, pero sigue aferrado como el terco que es a un amor sin futuro.— aseveró, cada vez con menos paciencia. Pepper abrió y cerró su boca múltiples veces, sin saber qué pensar.
Sentía que hasta cierto punto eso estaba mal, porque se meterían con una parte importante de Tony, algo que no les correspondía decidir. Por otro lado, podrían salvarlo y, si lo pensaba bien, los daños serían... mínimos.
—Nosotros no sabemos eso. Puede que Steve...— intentó seguir peleando, cada vez con menos convencida de su punto de vista. Poco a poco las palabras de Stephen lograban convencerla.
¿Y si esa era la mejor opción?
—Si Rogers le correspondiera, no estaríamos pasando por esta tontería, pero ¡sorpresa! No ha dado ni una maldita señal de querer algo más allá que una linda amistad con Anthony ¡y eso es la causa de que ahora se encuentre internado luchando por su vida!— exclamó con amargura. Stephen se permitió inhalar profundamente para volver a tranquilizarse y recuperar su compostura. —Virginia, ¿nos apoyarás o preferirás ver cómo Tony cava su propia tumba? Ya no podemos esperar más tiempo porque él ya no tiene.
Pepper miró la carpeta entre sus manos, indecisa.
No deseaba perder a su querido amigo, no quería imaginarlo dando sus últimos suspiros en tan poco tiempo. No quería imaginar cuento estaba sufriendo en esos momentos y cuánto más soportaría. Solo anhelaba que fuera capaz de ser feliz, como siempre soñó. Tony aún tenía mucho por lo que luchar y vivir, tenía una vida por delante.
Y si esa era la mejor opción, entonces los apoyaría.
—De acuerdo. Sí Steve no da indicios de querer a Tony, yo apoyaré el plan de emergencia.— acepto con resignación. Strange asintió y se levantó de su lugar, para entregarle un pequeño frasco transparente lleno de pastillas rojas.
—Al pasar el mes, si no hay cambios entre ellos, dale esto a Tony. Una al día, sin falta.
—¿Para qué son?
—Esto ayudará a que las raíces de sus sentimientos se debiliten. Tony sufrirá algunos cambios de humor y pequeños dolores musculares, pero todo eso es normal.— explicó, serio. Pepper asintió y guardó con algo de recelo el frasco, metiéndolo hasta el fondo de su bolso.—Esto es por el bien de Tony.
—Lo sé.
Ahora solo era cuestión de esperar y observar en silencio lo que ocurriera en el futuro.
¡Hola! Espero que hayan disfrutado el capítulo. 💕
¿Qué les pareció?
Me sorprende ver que cada vez me salen los capítulos más largos. ¡Esperemos que pueda llegar a las 4000 palabras!
Por fin sabemos lo que en realidad pasó con Tony y Rogers en el capítulo 3 :'v
¿Qué piensan de la actitud de Steve, Strange y Pepper? Me gustaría saber lo que opinan.
Quiero agradecer por todos los votos y comentarios que me han dejado. ¡Me hace muy feliz saber que cada vez hay más personas disfrutando de este pequeño fic! ❤️
Sin más que agregar, espero que sigan esta historia hasta el final. ¡Hasta el siguiente capítulo! ✨
PD: ¿Podrían recomendarme canciones instrumentales tristes? Me ayudarían muchísimo para continuar el fic. :'v
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro