3.❁
—¿Alguien más notó a Tony un poco... extraño?— preguntó el Doctor Banner, removiendo la cucharita de su té para disipar sus nervios.
Los vengadores que quedaron en la sala después de la discusión decidieron salir a comer y distraerse un rato. Intentaron contactar a sus compañeros con la pequeña esperanza de que su enojo se hubiera desvanecido. Sin embargo, Ironman había restringido el paso a su taller y el Capitán no contestaba su celular, seguramente demasiado ocupado destrozando el gimnasio que frecuentaba para sacar toda su frustración.
—Yo lo vi como siempre, tal vez un poco más apagado de lo usual, pero pudo ser por el cansancio. Incluso los esposos se cansan de pelear en algún momento.—bromeó Clint, mordiendo con hambre su shawarma. Thor mordió su labio. Su rostro demostraba indecisión, cosa que no pasó desapercibida para la siempre perspicaz y única mujer del equipo.
—¿Sucede algo, Thor?— cuestionó Natasha con su usual rostro imperturbable. Sus otros dos compañeros posaron la mirada sobre el asgardiano, curiosos.
—No es un tema muy usual... Ni siquiera sé si exista en su mundo, por lo que creo, mis amigos, que no tienen que preocuparse por nuestro amigo Anthony.— contestó, negando sus propias conclusiones. —Es imposible que algo así exista en Midgar.
—¿Puedes ser más específico?— insistió Bruce, depositando su tasa té en la mesa para prestar mayor atención. Thor tamborileó con sus dedos y carraspeó, sin saber muy bien cómo empezar.
—Existe una enfermedad muy antigua proveniente de galaxias no tan lejanas... que provoca ciertas anomalías en el cuerpo de quien la padece; Al principio, la persona infectada comienza a sustituir su aroma natural por algo mucho más dulce, muchos al olerlos llegan a sentir gran melancolía.— relató, dando un sorbo a su cerveza. Sus compañeros lo miraban en silencio, sorprendidos. —Después, presenta tos crónica y vomito, hasta que tristemente llega a su muerte.
—¿Olor dulce? Yo siempre he percibido el mismo olor en Stark, como a café recién hecho.— suspiró Natasha, inclinándose en la silla.
—¿No hay algo más específico con lo que podamos identificarlo? Existen bastantes enfermedades que presentan los mismos síntomas, con excepción del aroma, pero no podemos tomar eso como punto de partida porque no somos conscientes de cómo olía antes y cómo huele ahora.— indagó Bruce. Thor hizo una mueca y se rascó la barbilla, intentando recordar.
—Si mal no recuerdo, ellos... Ellos escupen pétalos y vomitan flores.— contestó con una diminuta sonrisa cargada de inocencia. —En Asgard sus muertes son muy respetadas y consideradas como espeluznantemente hermosas, puesto que una vez la enfermedad llega a su punto máximo, su cuerpo rebosará de flores, creciendo desde sus pulmones hasta traspasar la piel. Lo más lamentable de todo es la causa: Amor no correspondido.
—¿Qué? ¡Eso es una locura! Suena como una escena de alguna película o un cuento.— comentó el arquero, atragantándose momentáneamente con su comida. Bruce guardó silencio, absorto en sus pensamientos.—¿Además, cómo pueden respetar eso?
—Una persona que muere para proteger sus sentimientos es alguien digno de mucho respeto. No todos tienen la valentía de hacerlo.— Explicó el Asgardiano, frunciendo levemente el ceño. Clint quería seguir discutiendo sobre lo tonto que sonaba eso —a su parecer—, pero decidió guardar silencio al notar la mirada filosa de su vieja amiga, obligándole de manera discreta a guardarse sus comentarios.
—No obstante, estoy casi seguro de que esa enfermedad no se presenta en Midgar, por lo que pueden estar tranquilos...
—La hay.— interrumpió Banner con el rostro lleno de pesar. Sus compañeros lo contemplaron con incredulidad, sin saber qué decir.— Solo el 1% de la población la posee por lo que es bastante complicado encontrar información o personas que se especialicen en esos casos. De igual manera, podría contar con los dedos de una mano los hospitales que se encuentran por el mundo capaces de tratarla. Denominada como la enfermedad de Hanahaki, término proveniente de las palabras japonesas: Hana, que significa "flor" y hakimasu, que significa "vomitar"...
—¿Es broma, verdad? ¿Qué clase de enfermedad es esa?— Clint dejó su Shawarma en la mesa, sintiendo cómo su hambre era remplazada por náuseas. —Por favor, aún si existiera, es imposible que Tony la tenga. Tú mismo lo dijiste, Thor: Es causada por amor no correspondido. ¿De quién podría estar enamorado? Sin ofender, pero no creo que Stark sea una persona que sufra de amor. Siempre anda presumiendo su faceta de Playboy, quien puede tener a sus pies a cualquiera que desee. ¿Quién podría ser la afortunada del corazón del hombre de hierro? ¿La señorita Potts? No creo que ella lo rechace, aunque no sé si estén juntos.
—Clint, incluso Tony puede sufrir de amor. Aún con su actitud tan despreocupada, sigue siendo humano.— comentó Banner, mirándolo con reprobación. El arquero rodó los ojos, esperando desde el inicio la defensa del Doctor hacia su fiel amigo de ciencias. Bruce siempre lo apoyaba, aún en las ideas más estúpidas.
—Solo digo que no es muy probable que eso suceda. Al menos para mí, es imposible imaginar a Tony llorando por algo que no sean sus maquinitas o su empresa.—bufó, cruzando de brazos. Bruce lo miró y negó levemente, para después tomar su tasa y comenzar a beber su té nuevamente.
—Amigo Clint, no deberías hablar de él como si fuera un maldito. Nuestro amigo Tony puede tener una actitud no muy correcta en ciertas ocaciones, pero eso no quiere decir que sea alguien sin corazón. Todos hemos visto las veces en que ha arriesgado su propia vida para salvar a los demás. Es alguien muy fuerte y respetable.— defendió Thor, depositando su martillo en el suelo. Clint miró a sus compañeros y suspiró.
—Bien, puede que tenga más corazón de lo que muchos creemos, pero eso no significa que tenga esa rara enfermedad.
—Tendremos que hacerle algunos estudios para estar seguros.— mencionó Bruce, volviendo a dejar su té. Natasha alzó una ceja y negó, no muy convencida.
—Si Tony está enfermo lo más probable es que intenté cargar con ello solo. No dejará que nos metamos en sus asuntos.
—Pero somos sus amigos, solo queremos ayudarlo. ¿Por qué no querría nuestro apoyo?— razonó el hijo de Odín, mirándola un poco herido. Natasha suavizó la mirada y cruzó sus brazos, apoyándolos levemente en su pecho. Bruce mantenía la vista fija en su té, comprendiendo fácilmente a lo que se refería.
—Tony es una persona bastante solitaria aunque no lo parezca. Y, si de verdad posee esa enfermedad, debe haber una razón grande por la cual no quiera decirnos. Algo que desea esconder de todos.— concluyó, apartando la mirada. El equipo quedó en completo silencio por unos momentos, sumidos en sus pensamientos, hasta que el arquero decidió hablar nuevamente.
—¿Qué sería tan importante como para dar su vida por ello?
Dos personas de esa mesa tenían una ligera sospecha de lo que se podría tratar, pero permanecieron calladas, dejando esa pregunta al aire.
Se sentía perdido.
Escuchaba a lo lejos la voz de su querida I.A. Parecía preocupado, pero no podía importarle menos en esos momentos. Todo a su alrededor daba vueltas, se sentía tan irreal y lejano que por unos momentos dudó de su visión, creyendo que se trataba de un producto de su retorcida imaginación, un sueño que jamás tendría final.
En su boca se mezclaba el amargo sabor de la sangre y el alcohol junto al dulzor de los pétalos. Su cuerpo no respondía; se sentía pesado, con unas inmensas ganas de volver a la inconsciencia. No obstante, la insistente voz de JARVIS seguía llamando, cada vez con más fuerza.
—Señor, deben llevarlo al hospital rápido. Se encuentra en estado crítico y sus signos vitales comenzarán a caer si no es atendido lo más pronto posible. Necesito su autorización para abrir la puerta.— repitió JARVIS, sabiendo de antemano que su creador era incapaz de decir algo coherente en esos momento.—Llamaré al vengador más cercano junto a una ambulancia, señor.
Si tan solo pudiera entender lo que le decía.
Lo cerca que se encontraba de la muerte.
Decidió ignorar la palabrería de su I.A, para encerrarse en los tortuosos recuerdos de su pasado, en su doloroso presente y en su trágico futuro.
Se preguntaba vagamente si lo que hacía era lo correcto.
¿Qué le diría su madre si aún estuviera viva? ¿Lo reprendería por enamorarse del Capitán? ¿De haberse dejado llevar por sus emociones y adentrarse por un terreno que sabía sería su perdición? Seguramente no. Lo más probable era que su madre lo regañara un poco para después felicitarlo por enamorarse, incluso intentaría ayudarlo a conquistar al rubio, dándole consejos como la madre astuta y sabia que siempre fue.
Tal vez estaría muy asustada por su bienestar, pero estaba casi seguro de que no lo detendría, porque ella sabría cuan enamorado se encontraba en esos momentos. Cuan cautivado se encontraba por aquellos preciosos ojos tan azules como un cielo despejado, ese rostro tranquilo y cálido, ese cuerpo que podría brindarle con un simple abrazo todas las fuerzas del mundo, esa inocencia y caballerosidad que sin importar cuánto tiempo pasase jamás se iría.
—Te odio, Steve Rogers.— dijo con dificultad, sintiendo su garganta extremadamente seca. — Pero no tanto como te quiero.
Al terminar de hablar, unas repentinas náuseas lo atacaron con fuerza, obligándolo a cerrar la boca.
Se sentía insoportablemente débil. Aun así, con las pocas energías que conservaba apoyó sus brazos en el suelo y se permitió vomitar, dejando fluir con libertad las flores con alcohol y sangre que salieron de su boca, regándose a su alrededor.
Las flores salían sin dar indicios de detenerse, todas manchadas por pequeñas cantidades de sangre. Su visión se encontraba más borrosa que antes por culpa de las lágrimas provocadas por el vomito.
No deseaba que las cosas siguieran así, quería detenerlo, dolía demasiado y sabía que eso no sería lo peor que podía ocurrirle.
—¿Tony?— su cuerpo se estremeció al escuchar esa voz. Giró lentamente la cabeza hasta encontrarse con la imagen de Steve frente a su abatido cuerpo. Sus dulces ojos llenos de desagrado junto a su rostro que denotaba decepción.—¿Es en serio?
Nunca quiso que lo mirara de ese modo, jamás deseo que lo encontrara en esa situación. ¡Imbécil tenía que ser! No podía ser posible ¡No debía estar pasando!
—Y-yo prohibí el paso a mi taller ¿Qué haces aquí?— la presión en su pecho creció hasta casi asfixiarlo. Sentía que su mundo caía a pedazos, todo por su estupidez, todo por ser tan descuidado. —¡¿Qué demonios haces aquí?!
—Eres patético, Stark. ¿En serio creíste que podría llegar a enamorarme de ti? Es repulsivo.— el capitán dio un paso hacia delante y se agachó hasta estar a su altura. Tony sentía el cálido aliento de Steve en su rostro. —¿Me quieres?
—Te amo.— contestó sin dudar, aún cuando sus palabras quemaron hasta lo más profundo de su ser. El capitán lo miró fijamente, sin mostrar ninguna emoción.
Tony jamás vio de esa manera al rubio. Se encontraba tan distante, indiferente.
Tan vacío.
—¿Morirías por mi, Tony?
Solo ansiaba que todo llegara a su fin de una vez.
Después de pasar casi tres horas seguidas en el gimnasio destrozando todos los sacos de boxeo que encontró, decidió que lo mejor sería regresar a la torre, ducharse, comer algo y —tal vez— intentar resolver la pequeña disputa con Ironman. Su enojo había desaparecido después de la segunda hora, luego de lograr enfriar su cabeza y pensar claramente la situación.
Detestaba la manera en que Tony se exponía al peligro tan fácilmente, siempre dispuesto a arrojarse a los brazos de la muerte como si fuera la única opción, sin pensar en cómo se sentirían sus amigos y compañeros si algo le llegase a ocurrir.
En lo que él sentiría si algo malo le pasara.
Odiaba que descuidara su salud, dejando de dormir por días y viviendo a base de café y donas. También le disgustaba que siempre deseara llevarle la contraria; si él decía "arriba", Tony diría "abajo"; si él decía que no, Tony gritaría un "sí".
Constantemente se encontraban envueltos en abrumadoras discusiones y peleas sin sentido, pero ya era parte de su rutina. Inclusive, sus compañeros los comparaban cómo una muy vieja pareja de casados; siempre disputando, pero sin llegar a alejarse demasiado, solo lo necesario para recapacitar y seguir adelante.
¿En qué momento se habían vuelto así las cosas? Muchas veces se preguntó el porqué de que no le molestara que los trataran como si fuesen pareja —o un viejo matrimonio, como Clint siempre mencionaba— pero terminó creyendo que se trataba de un simple juego entre amigos, por lo que decidió quitarle importancia al asunto y dejarlo a un lado.
Tampoco era como si le molestara cuidar de Tony; era su amigo, por lo que le preocupaba su salud y bienestar, como la de cualquiera de sus demás compañeros. Además, el castaño había sido quien le había ayudado a acoplarse más rápido y con mayor facilidad a esa época. Siempre intentando enseñarle cómo utilizar la tecnología o explicándole los cambios que habían ocurrido con los años. Todo con mucha paciencia y su típica sonrisa en el rostro.
Le debía muchísimo al genio. Gracias a él pudo obtener una vida nueva, sin dejar por completo la anterior. Lo ayudó a querer lo nuevo que le ofrecía el mundo sin tener que olvidarse de lo que alguna vez fue. En ningún momento lo dejó solo y continuamente buscaba nuevas formas de apoyarlo.
Había momentos en que se preguntaba cómo podría pagarle todo lo que hacía por él, sin saber por dónde empezar. Tal vez esa era la razón por la cual en ocaciones era tan duro y estricto con el de ojos avellana. Intentaba cuidarlo de alguna u otra forma. Y, aún cuando no eran muy bien recibidos sus cuidados, tampoco eran rechazados. Eso era lo que le decía que podía seguir.
Salió de sus pensamientos al escuchar el tono de llamada de su celular. Lo sacó de su mochila y al mirar el nombre que apareció en la pantalla no pudo evitar que en su rostro se mostrara su sorpresa.
Sin pensarlo demasiado contestó.
—¿Tony?—preguntó con incredulidad, sin querer imaginar lo que el otro le diría. Sin embargo, una punzada de decepción se instaló por unos segundos en su pecho al escuchar el cordial saludo de alguien más por el teléfono. —¿JARVIS?
—Capitán, necesito que regrese lo antes posible a la Torre. El Señor Stark necesita ser atendido por los médicos de manera inmediata.—informó la I.A. Su cuerpo tembló un segundo, sin creer lo que le decían.
—¿Qué? ¿Qué le sucedió a Tony?— interrogó, alterado.
—El señor Stark se encuentra en un estado grave en estos momentos debido a la insana cantidad de alcohol que ingirió. Además, necesitará que la puerta de su taller sea destruida para que el equipo de paramédicos logre sacarlo, ya que tengo estrictas órdenes de no dar el acceso a nadie.— explicó JARVIS, omitiendo a conciencia algunos detalles. Steve tomó sus cosas y salió corriendo con todas sus fuerzas en dirección la torre, sintiendo su corazón palpitar a mil por segundo.
¿En qué demonios estaba pensando?
¿Por qué jamás le hacía caso? No le gustaba actuar como mamá regañona, pero ¡demonios! Tony siempre sabía cómo sacarlo de sus casillas en segundo. No quería ni imaginar la situación en la que se encontraba, porque debía ser lo suficientemente mala como para que los paramédicos tuvieran que intervenir.
No pudo evitar maldecir entre dientes, siendo presa del pánico. Rápidamente ingresó a la torre y se dirigió al taller, mirando con temor las puertas de metal blindado.
—¡Tony!— gritó desesperado, buscando alguna señal de vida por parte de Ironman. Al no escuchar respuesta tomó su escudo y comenzó a golpear la puerta con ímpetu, viendo como poco a poco lograba abollarla y destruirla.
—Los médicos ya se encuentran tres pisos abajo, Capitán. Por favor tómelo y bájelo con cuidado.
—¿Se encuentra consciente?
—Sí, aunque no lo suficientemente lúcido como para comprender lo que sucede a su alrededor.
Al lograr destrozar la puerta, se quedó inmóvil por el panorama que encontró; Flores azules manchadas con rojo esparcidas por todo el suelo y alrededor de Tony, varias botellas de alcohol no tan lejos de él, todas completamente vacías. Y, lo que logró estrujar su corazón: Su querido amigo llorando y vomitando en medio de todo el desastre, tan pequeño y frágil.
No podía verlo correctamente por la falta de luz en el lugar, además de que Anthony se encontraba dándole la espalda a la puerta, encogido sobre sí mismo como si intentara ocultarse de algo.
—¿Tony?— llamó con voz tranquila, intentando no asustarlo. Al notar que su amigo no daba indicios de haberlo escuchado decidió acercarse. Con paso seguro caminó entre las flores y fluidos esparcidos en el suelo, hasta llegar al castaño.
No pudo evitar observarlo detalladamente, preguntándose de dónde habían salido todas esas flores y el porqué de su condición. Él sabía una pequeña parte del pasado de Tony. Sabía que aún tenía pensamientos delicados corriendo por su mente, ideas que no debían estar ahí, ocurrencias que jamás debían realizarse. Pero, sobre todo, no podía dejar de cuestionarse cuando fue la última vez que lo vio tan... roto.
¿Qué está ocurriéndote, Tony?
¡Hola! Disculpen la tardanza, pero estuve algo ocupada esta semana y cada noche intentaba avanzar algo para no dejarla sin actualizar mucho tiempo.
¿Qué les pareció el capítulo? No terminó de convencerme completamente, pero espero que haya sido de su agrado.
¡Muchísimas gracias por los comentarios y votos! No saben cuánto los aprecio.❤️
En el siguiente capítulo habrá respuestas de lo que ocurrió con Tony, así que espérenlo con ansias :D
¡Es la primera vez que escribo tanto! Casi 3000 palabras... sé que no es mucho, pero siempre me ha costado escribir más de mil, así que ya es ganancia (?
PD: La historia estará algo revuelta, no sigue el orden cronológico de MCU, además de que contará con cosas de los cómics.
PD2: Perdón por cualquier falta de ortografía o incoherencia, pero escribo desde el celular y es inevitable que tenga algún error de vez en cuando.
¡Hasta luego!
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