Olivia sabe que las leyendas pintan a su especie de monstruos. Pero mientras Upir se ve obligado a matar por hambre, son hechos por amor.

Cada Upir nace de la angustia. Nacen de la pérdida, la traición y las promesas incumplidas porque solo el amor puede hacer que tantos se vuelvan contra el mundo. Olivia no fue diferente; A pesar de toda su fuerza y ​​poder, se convirtió en una Upir de la misma manera que el resto. La chica que había sido había amado a un niño con todo lo que tenía y luego ese niño la había abandonado, toda esa pasión se convirtió en odio amargo. Odio por el mundo, odio por su amante y odio por el corazón tonto que la había desviado.

En lo más profundo de su desesperación, Olivia eligió escapar; ella eligió derramar la sangre de sus venas. Pero al buscar el abrazo de la muerte, los Upir escaparon de ese destino para siempre y ella consideró lo que había perdido más que incluso el comercio.

Olivia había conocido la traición y ahora su hijo debe hacer lo mismo.

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Los Upir nunca habían esperado adorar a su hijo, el heredero que pasó cinco vidas buscando. Olivia había matado a una docena de niños sin dudarlo un momento (chillando bebés sin potencial) antes de que Roman saliera gritando su disgusto al mundo.

Incluso antes de que lo viera, sabía que su hijo era especial y le dieron pruebas en el cala que marcaba su rostro. Roman sería un emperador. Sería un dios entre la humanidad una vez que arrojara su crisálida.

Entonces Olivia vio a su hijo crecer de niño a hombre y le enseñó toda la sabiduría que había adquirido a lo largo de los años. Ella le enseñó a Roman que el mundo podía dividirse en herramientas y aquellos que las usaban, en depredadores y presas. Ella le dijo a su hijo que nunca debería ocultar la ambición o sentirse culpable por aprovecharse de las debilidades de otras personas; ese dinero, sexo y poder podrían derribar a los mejores hombres.

Olivia había usado los tres para gobernar a los Godfreys y su ciudad; se casó con JR por su compañía y se folló a su hermano por sí misma y no llora a su esposo cuando él elige suicidarse.

Honestamente, el Upir está mejor sin él. Su muerte es un inconveniente, pero tiene sus usos en la enseñanza de su hijo. Para cuando Roman se atreve a tener pesadillas sobre el cuerpo de su padre, Olivia le ordena que no llore. La muerte no tiene nada de que temer y debe recordar que incluso los hombres más fuertes aún eligen escapar a veces. A veces ser perfecto es muy pesado.

"Un Godfrey siempre debe ser perfecto", le dice Olivia a su hijo todas las noches, manteniéndolo en un estándar que rompería a un hombre menor. Ella lo quiere fuerte y frágil, y aunque a veces se estremece ante sus palabras, el Upir nunca le pregunta cómo se siente. Está contenta con el conocimiento de que sus planes están bien encaminados.

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Cuando Roman llega a la escuela secundaria, es fuerte y orgulloso, como debería ser un Godfrey, seguro en su posición y en su lugar. Sin embargo, cuando él comienza a sentir el hambre, Olivia comienza a darse cuenta de que puede haber enseñado demasiado bien a su hijo. Debido a que Upir está hecho por la angustia y Roman apenas ama a su familia, y mucho menos a un extraño. Parece odiar a su madre tanto como la respeta y Olivia teme que no tenga influencia para destrozarlo.

Pero el Upir ha trabajado muy duro para permitir que la rebelión de su hijo arruine todo. Roman es suya y no se opondrá a ella. Debe hacer que vea la verdad y, aunque sus hermanas no son perfectas, ella puede trabajar con lo que tiene.

Olivia considera a Shelley primero, tal vez su hija finalmente sea útil. Pero la niña es suave y débil de corazón; ella nunca traicionaría a su hermano como Roman necesita.

Entonces, Upir vuelve su mirada hacia Letha, la niña brillante y brillante que Norman Godfrey ama. De hecho, todos aman a Letha y después de un poco de observación, ella decide que la niña lo hará. Puede que Roman no sepa que Letha es su hermana en lugar de su prima, pero siempre han estado cerca, su interés es demasiado posesivo para ser realmente inocente. Después de todo, la sangre llama a la sangre, y aunque Roman puede no actuar sobre sus oscuros deseos, Olivia puede torcer su vínculo con Letha para satisfacer sus propósitos.

Ella roba la mente de su hijo y le ordena que viole a su primo cuando su padre está fuera de la ciudad. Olivia espera que Letha luche, tal vez llorar, tal vez suplicar, pero en cambio, la niña parece hipnotizada. Ella se acuesta en la cama sin fuerzas mientras Roman la toma en una parodia de romance, follando a Letha sin gentileza ni piedad hasta que planta su semilla en tierra fértil.

Olivia podría haberlo detenido; ella podría haberlo hecho usar un condón. Pero Upir ha estado queriendo un nieto, quiere una dinastía, y le gusta pensar que la hija de Norman Godfrey se convierte en una historia de advertencia sobre el embarazo adolescente. El hombre merece algún tormento por terminar lo que tenían.

Una vez que finaliza el acto, Olivia guarda los recuerdos de Roman. Ella entierra el conocimiento en lo profundo de su mente mientras le da a Letha una visión de un ángel para que no cuestione la paternidad de su hijo. Esa verdad será la influencia de los Upir. Algún día, Roman se mantendrá vulnerable y luego el conocimiento de sus acciones será el cuchillo que golpea los huesos.

Olivia ha visto lo suficiente como para creer que todavía tiene moral. Cuanto más crece su hambre, más tercamente su hijo finge que es humano. Roman quiere ser un héroe, pero solo los monstruos violan a sus hermanas, por lo que destruir su propia imagen debería ser suficiente para cambiar el rumbo.

Al menos, esa es la esperanza de su madre.

Ella espera que su hijo se rompa, pero sus ojos son fríos como el invierno cuando el Upir está cerca. Un instinto más profundo le advierte que ella se entrometió en su mente, que Olivia es peligrosa, y que él podría estar furioso en lugar de devastado cuando se sepa la verdad.

Pero incluso si Roman la culpa por sus acciones, Olivia piensa que ella puede darle la vuelta a la culpa. El amor sería mejor, pero romperá a su hijo con vergüenza si esa es su única opción y se dice a sí misma que Roman la perdonará después. Todo lo que ha hecho ha sido liberar a su hijo y está segura de que él lo entenderá una vez que reclame su herencia.

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Y luego los gitanos vienen a la ciudad.

Olivia está vagamente irritada cuando Peter Rumancek y su madre se mudan al viejo remolque cerca de la mansión Godfrey. Ella no quiere a los de su clase. Pero el tráiler no está técnicamente en su tierra y no le importa lo suficiente como para sacarlos de la ciudad. El Upir a veces utiliza remedios gitanos y el ser un hombre lobo puede hacer que las cosas sean interesantes.

Ella no está pensando en Roman entonces. No es hasta que ella lo mira con Peter que piensa: Oh, por supuesto.

De tal madre, tal hijo y parece que este niño gitano podría ser la clave del corazón de Roman que ha estado buscando.

Debido a que su hijo está claramente fascinado, atraído a Rumancek por su extrañeza y su poder, y si no se equivoca, Peter siente lo mismo. Se rodean unos a otros, probando, empujando, enredados, e incluso cuando Letha se inserta entre ellos, es claro para Olivia dónde está el interés del hombre lobo. Peter podría estar saliendo con Letha, pero él y Roman aún gravitan juntos de todos modos. Siempre se tocan, siempre anhelan, y ella nunca pensó que ofrecería una gratitud gitana.

Pero este niño ha robado el corazón de Roman sin siquiera intentarlo y algún día lo aplastará en sus manos. Correrá porque correr es su naturaleza y ese día, Olivia atacará.

Entonces ella espera y observa. El Upir rescata a Peter cuando se encuentra con un cazador de hombres lobo y sonríe para sí misma cuando Roman no se irá del lado del gitano. Se siente extraño dar la bienvenida al niño a su casa, incluso más extraño para protegerlo, pero Olivia siempre ha creído en tratar bien sus herramientas. Peter morir podría no ser suficiente para romper el espíritu de su hijo; ella necesita que Roman sienta verdadera desolación, no la sangrienta emoción de la venganza. Ella necesita que Peter haga lo que está destinado y dejar a su hijo atrás.

Cuando el gitano lo haga, Olivia se sumará al dolor de Roman con la verdad del bebé de Letha y, como un diamante golpeado a la perfección, su hijo se partirá en dos. Intentará escapar de su vergüenza y desamor como lo hizo su marido y, al hacerlo, finalmente arrojará los restos de su humanidad.

Peter Rumancek es la grieta es la armadura de Roman. Él es la chispa que encenderá una conflagración y convertirá a su hijo en el emperador que siempre debió ser.

Final