-22-
Al día siguiente...
Apenas me había levantado de la cama, estando aún medio dormida, y Renata se acercó a mí más rápido que el rayo, muy emocionada y feliz de que la Navidad haya llegado.
Renata:La Navidad finalmente está aquí. Ni siquiera pienses en volver a la cama. Prepárate para que podamos empezar a abrir los regalos.
Amelia: -Me reí divertida y asentí sonriendo mientras la miraba- De acuerdo, de acuerdo. Nos vemos abajo.
Renata:No tan rápido. Primero tenemos que armar el atuendo navideño perfecto y festivo.
Yo asentí sonriendo y entre las dos buscamos el atuendo navideño perfecto. Finalmente encontramos uno perfecto; un hermoso mono rojo escotado.
Renata:Te ves tan festiva. Harás realidad todos los deseos navideños de Samuel con ese atuendo. Samuel no va a saber lo que le espera.
Amelia: -Sonreí feliz- No puedo esperar. Baja las escaleras, te veré allí.
Renata asintió y se fue, entonces cuando estuvo lo suficientemente lejos empecé a buscar un regalo pequeño envuelto en papel de regalo de color rojo y un lazo de color amarillo. A principios de semana le había comprado a Samuel un reloj fino que había elegido especialmente para él. Lo hice grabar a medida, con el mensaje: "Aquí está el comienzo de algo nuevo." Quería que Samuel supiera que la última semana juntos había sido real y que tenía sentimientos genuinos por él. Samuel ha sido tan maravilloso. Espero que este regalo pueda mostrarle lo mucho que lo aprecio. No puedo esperar a ver su expresión cuando él abra su regalo.
Después bajé las escaleras hasta donde ya estaban todos hablando y festejando que ya era Navidad.
Amelia:Buenos días.
Samuel: -Él se acerca a mí sonriendo- Buenos días, hermosa. -Me da un abrazo juguetón, el cual yo correspondí-
Amelia:Feliz Navidad.
Samuel:Feliz Navidad, preciosa. No creo que pueda apartar mis ojos de ti con ese atuendo.
Amelia:Menos mal que no quiero que lo hagas.
Samuel:¿Dormiste bien?
Amelia:Si, aunque te extrañé.
Samuel:Quería quedarme, pero las cosas hubieran llegado demasiado lejos. No puedo resistirme.
Amelia:Lo sé. Eso no me impidió pensar en ti en toda la noche.
Samuel:Ojalá pudiéramos continuar esta conversación sin mi familia en la habitación.
Amelia:Estamos actuando de mala educación, acurrucados en un rincón susurrando.
Samuel:No quiero compartirte.
Amelia:No tendrás que compartirme más tarde.
Samuel sonrió feliz y regresamos con los demás para seguir celebrándolo.
Mary:Feliz Navidad, Rita.
Amelia:Feliz Navidad, Mary. Algo huele maravilloso.
Mary: -Ella me sonrió feliz y encantada- Mis rollos de salchicha caseros están en el horno. Es una tradición familiar que los comamos para el desayuno el día de Navidad.
Amelia: -Sonreí emocionada- Asombroso, no puedo esperar.
Christopher:¿Todo salió bien anoche? Entregando los regalos, quiero decir.
Samuel:Si, terminamos a las 3 de la mañana.
Renata:Es una noche tan larga.
Amelia:Pero valió la pena, gracias por dejarme ser parte de su tradición familiar.
Mary:Bueno, eres parte de nuestra familia.
Renata:¿Podemos abrir los regalos ahora? No puedo esperar más.
Mary: -Ella se ríe leve divertida- Si, niña loca. Vayamos a la habitación familiar.
Los demás asintieron y fuimos a la habitación familiar. Tenía los regalos que la asistente de Rita había recogido para la familia. Le regalamos a Christopher y a Mary una cesta de lujo de una prestigiosa tienda de Acmelondres y Renata recibió una tarjeta de regalo para una marca de diseñador y un costoso juego de bombas de baño. Tal como lo imaginé, el reloj le quedó perfecto. Mi corazón se estremeció al verlo. Este regalo no era Rita en absoluto, era todo Amelia.
Samuel:¿Cómo tuve la suerte de tener una novia con un gusto tan maravilloso? El mensaje es tan genuino y dulce. Realmente me conoces muy bien. -Él me besa amoroso- También tengo algo para ti.
Se veía algo avergonzado cuando Samuel alcanza debajo del árbol y saca un joyero largo y delgado.
Amelia:Oh, Samuel, no debiste hacerlo.
Samuel:Lo vi cuando estábamos de compras en Acmeedimburgo y tuve que comprártelo.
Para mí. No para Rita. Entonces abro la caja y me sorprendí mucho por lo que había dentro, mis lágrimas caían por mis majillas. Era el collar más hermoso que había visto, con un relicario de oro.
Amelia:Es hermoso, Samuel.
Samuel:¿Te gustaría que te lo pusiera?
Miro el hermoso relicario de oro en su mano. Era un regalo tan romántico. Acepté que me lo pusiera y Samuel lo hizo. Se puso detrás mío y deslizó el collar alrededor de mi cuello.
Todavía parado detrás de mí, Samuel baja sus brazos alrededor de mi cintura y luego coloca un ligero beso en mi cuello.
Samuel:Te queda muy bien.
Amelia: -Me doy la vuelta y envuelvo mis brazos con fuerza alrededor de su cintura- Gracias.
Mirándolo a los ojos, sé que lo que siento entre nosotros es 100% real. Él junta su frente con la mía, y aquel dulce y simple gesto hace que mis plumas se esponjen.
Pero nuestro momento romántico fue interrumpido por la tos falsa de Renata para llamar nuestra atención. Oh, claro, había olvidado por completo que ellos seguían aquí con nosotros.
Renata:Chicos, ¿olvidaron en dónde están?
Samuel:Ups, lo sentimos.
Horas después...
Renata:Entonces, tenemos algunas horas para matar hasta la cena, y no quiero ayudar a Mary en la cocina. Así que están atrapados conmigo como la tercera rueda.
Amelia:No seas tonta. No querría pasar el día sin ti.
Renata: -Ella me sonríe- Que dulce. ¿Vamos a patinar sobre hielo?
Amelia: -Me emocioné al escucharla- ¿En serio? No he patinado desde que mi hermana y yo éramos niñas. Solíamos ir al lago congelado todos los domingos por la mañana en invierno.
Samuel:Entonces, tienes una hermana, ¿verdad?
Amelia: -Me puse tensa, había hablado de más- S-si. Te he hablado de ella, ¿verdad?
Samuel:No. ¿Cuál es su nombre? ¿Es mayor o más joven?
Amelia:Se llama Amelia y es más joven que yo.
Samuel:Genial, me encantaría conocerla algún día.
Amelia: -Estaba muy tensa y nerviosa tratando de aparentar estar tranquila- S-si, si, ustedes se llevarían bien. Ella es genial.
Samuel:¿Alguna otra hermana secreta que no conozca?
Amelia:Oh, si, todo un arsenal.
Samuel:¿Es así? Si se parecen en algo a ti, estoy seguro de que me encantarán.
Renata:Bueno, basta de charla. Busquemos unos patines.
Ambos asentimos y nos fuimos a buscar unos patines. Por suerte, Renata y yo teníamos los pies del mismo tamaño, así que me prestó un par de sus viejos patines. Caminamos a través del bosque nevado hasta un lago en los terrenos.
Amelia:¿Están seguros de que esto es seguro?
Samuel:Tranquila, no dejaré que te pase nada malo.
Yo sonreí y fuimos al lago congelado a patinar. Una vez allí, Samuel demostró su talento para el patinaje.
Amelia: -Me reí un poco viéndolo- Ya es suficiente, presumido.
Samuel: -Él se acerca a mí sonriendo- Basta de mirar, es hora de patinar.
Yo asentí y Samuel tomó mi mano llevándome al lago comenzando a patinar a su lado. Hacía mucho tiempo que no patinaba sobre el lago congelado. Al principio, Samuel era adorable, permanecía a mi lado y se aseguraba de que me sintiera cómoda. Y una vez que él se dio cuenta de que no me iba a caer, se fue. Patinando rápido delante de nosotras y presumiendo de sus hábiles movimientos.....
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