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Capítulo 26

Sentí los minutos desvanecerse a mi alrededor como parte de una ilusión pero nada podía preocuparme dentro de ese precioso invernadero. Luego de explorar y acariciar con dedos temblorosos toda el área de ese pequeño bosque, Samuel me invitó a sentarme en el centro donde los biólogos habían creado un pequeño claro.

Colocó nuestros alimentos sobre el césped y en silencio, disfrutando del ambiente creado por la naturaleza, comimos hasta no dejar ni una pequeña miga. Para mi fortuna, el menú de ese día era pizza vegana por lo que disfruté cada bocado como si fuera el último.

ꟷ¿Por qué elegiste ser ingeniero en sistemas? –pregunté, jugando con el césped bajo mis manos.

ꟷEl rey consideró que sería una buena idea –se encogió de hombros, restándole importancia-. Solía seguir a los guardias por los pasillos y a las salas de computadoras. Aprendía rápido y era útil.

ꟷ¿Pero no era lo que deseabas estudiar?

Una leve sonrisa curvo sus labios y luego negó con la cabeza.

ꟷCuando era pequeño quería ser parte de las fuerzas de seguridad. En ese entonces no comprendía que sólo los nobles podían aspirar a ese puesto –la sombra de un recuerdo se apoderó de sus ojos, como si el fantasma del pasado lo rondara-. Mis padres nunca me lo explicaron, supongo que les divertía o enternecía ver mis sueños y no tenían el valor de destruirlos. Claro está que no sabía que los guardias son unos idiotas presumidos, lo que descubrí en la adolescencia.

ꟷTus padres... ¿lo recuerdas?

Sentí un cosquilleo en mis labios, como si estuviese preguntando algo que no debería, algo prohibido. Y sabía que no debía, era parte de su vida y no debería acceder sin su permiso pero la curiosidad fue lo que mató al gato y en ese momento me estaba matando a mí también.

ꟷLo hago. Mi madre era una persona alegre, trabaja en una fábrica textil y solía traerme retazos de telas con las que me creaba juguetes. En ese entonces no podía permitirse gastar dinero en trivialidades –sus ojos se posaron en el suelo y los mantuvo allí por un largo instante-. Mi padre era serio, de pocas palabras pero siempre encontraba la manera de hablar conmigo. Inventaba cuentos para mí en los que siempre repetía detalles pero eran perfectos de esa manera. Murieron antes de que tuviera la edad suficiente para agradecerles.

Un profundo nudo se instaló en mi garganta, obstruyendo mis palabras y haciéndome sentir culpable por obligarlo a recordar su doloroso pasado. Nadie merecía perder a sus padres, Samuel no era la excepción, mucho menos siendo tan sólo un niño.

No podía imaginar cómo habría sido mi vida de haber perdido a mis padres a tan corta edad, probablemente no sería nada de lo soy ahora.

ꟷTú eres historiadora, ¿no?

Asentí con la cabeza, aun buscando las palabras en ese rincón de mi cerebro encargado de emitirlas.

ꟷUna profesión respetada.

ꟷEn Pangea lo era –susurré-. Aquí todos me miran como si hubiese perdido mi tiempo.

ꟷNo lo has hecho, es preciso conocer el pasado para avanzar hacia un futuro mejor.

Sonreí ante sus palabras, las mismas que mi padre solía emitir cada vez que se iba al trabajo. Parecía tan absurdo que fuera Perseo quien las dijera siendo tan distinto a mi progenitor pero compartiendo, a su vez, tantas similitudes como su innegable inteligencia y su preocupación por la justicia.

Y la verdad era que ambos tenían razón, los historiadores solíamos tener mucho trabajo pues cuando había diferencias de opiniones en el gobierno era nuestra gente la que debía elegir entre las opciones basándonos en la experiencia que los libros nos habían otorgado.

ꟷMi padre solía decir eso.

ꟷ¿Y tú lo crees?

Antes de que pudiera siquiera contestar a ello, un pequeño pitido en mi microordenador me informó sobre la llegada de un mensaje. Un mensaje de Pangea. Un mensaje de mis padres.

ꟷEs de mis padres, ¿te molesta si lo veo?

Negó con la cabeza y eso fue todo lo que necesité para acceder con mis torpes dedos al mensaje. El mismo no duraba más de lo habitual pero no por ello conseguía calmarme, desde el primer video que había recibido, las malas noticias no paraban de llegar y tenía miedo de lo que podría contener. No obstante, no pudiendo ni un segundo más con la incertidumbre lo reproduje.

En el video, como en los anteriores, se encontraba mi padre en la sala de estar de nuestra antigua casa con la mirada fija al microordenador y con expresión cansada, sin embargo, había algo en sus ojos que no solía estar allí antes y que provocó que mi corazón se saltara algunos latidos.

Algo iba mal, terriblemente mal.

ꟷHola, hija –comenzó e instantáneamente sus ojos viajaron a otro lado, lejos de la cámara y fuera de mi vista-. Lamento haberme tardado con este mensaje pero no encontraba las palabras y la fuerza para hacerlo. Lo siento tanto.

Y allí, solo en esa habitación tan oscura, mi padre rompió a llorar. Sus manos viajaron a su rostro, tapándolo y ahogando sus lastimeros sollozos que cavaron con profundidad en mi pecho. Había visto en una única oportunidad a mi padre llorar y había sido de felicidad, en mi cumpleaños número diecisiete cuando mis abuelos me regalaron una vieja fotografía de mí siendo un bebé.

Pero este llanto era distinto, era desgarrador y lleno de dolor. Y allí me percaté de una cosa, mamá no se encontraba con él, incluso cuando la imagen mostraba que era entrada la noche. Quise imaginar que quizás estaba durmiendo debido al cansancio pero algo dentro de mí sabía que esa no era la respuesta correcta.

No.

No, no, no, no.

ꟷEllos la mataron, hija –sollozó, quitando las manos de su rostro dejándome ver todo el dolor oculto en él que salía de su cuerpo a través de lágrimas-. Acabaron con ella. Tuvo que trabajar por doce horas cada día e incluso en la noche la llamaban para hacer trabajos a escondidas. Ella se marchitó.

Sentí las lágrimas calientes escapar de mis ojos y no las detuve, no tuve la fuerza de moverme. Mis ojos estaban posados en la imagen holográfica de mi padre y en todo el sufrimiento que podía ver en él, toda la culpa y remordimiento que lo atacaban sin cesar.

ꟷEmpezó con los síntomas normales del cansancio, marcas bajo los ojos y su mirada ida. Pronto adelgazó tanto que mi mano era más extensa que su cintura y sus ojos finalmente se apagaron –colocó una mano en forma de puño en su boca, tapando un sollozo que consiguió lastimarnos a los dos por igual-. Su piel se volvió gris y su cuerpo temblaba sin cesar... y yo no pude hacer nada para detenerlos. Fue mi culpa, hija. Mi culpa. Pagué por mis errores con la vida de tu madre. Pagaré todos los días de mi vida con su ausencia.

Sentí un brazo fuerte y pesado rodeándome pero era como si fuera un sueño, un vago recuerdo que no podía alejarme de la realidad. Mi madre, mi bella y animada madre, muerta.

No.

No.

No.

Me negaba a creerlo a pesar de que tenía las pruebas en mis narices.

Debía haber un error, un grave error que amenazaba con consumirnos a mi padre y a mí. Ella no podía haberse ido.

ꟷPero lo pagarán –una carcajada carente de humor escapó de sus labios y no pude evitar gemir del dolor. No podía permitirme perder a los dos-. Lo pagarán con su sangre. Pagaran por su muerte y por la de todos los que han desaparecido en las últimas semanas. No ganarán y no me interesa que estén viendo este video, porque Nisa, estamos hablando de tu madre.

Presa de una sensación inexplicable, le grité al video. Le grité que parara, que se detuviera, que pensara en lo que estaba diciendo. Ellos irían por él, no lo dudaba. Quizás para el momento en que había recibido ese mensaje los hombres de Francisco ya habían acabado con él y el dolor en mi pecho no dejaba de aumentar.

No podía perder a mis padres, no podía perderlos a ambos.

ꟷElla nos cuidó a ambos y nos amó tanto que parecía mentira. Se lo debo, se lo debo tanto. Ella no lo merecía pero esos infelices no lo pensaron, no les importó. ¡Ellos pagarán! Derramaré su sangre y los haré caer... este, este será el fin de la monarquía y de todos esos nobles despreciables que siguieron sus órdenes. Te lo juro por tu madre, Nisa, esto se pagará con sangre y fuego. Lamento no cumplir con lo que me pediste, hija. Te amo y quiero que lo recuerdes siempre.

Y como si nada hubiese sucedido, el video desapareció y con ello todo lo que me importaba en la vida. La vista se me nubló por las lágrimas y respirar me dolía, todo me dolía.

Mamá se había ido.

Papá se iría también.

Y no había podido salvarlos.


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