Capítulo 25
Seguí a Samuel a través de los pasillos, descendiendo a los pisos subterráneos de la nave. Para mi sorpresa, intentaba caminar a mi ritmo incluso si eso significaba llevar un paso tan lento como sus largas piernas lo permitían.
Imaginé que encontraríamos a Demetria en el camino pero no fue de ese modo, en cambio, a cada paso nos adentrábamos en lo más profundo de la nave donde la decoración cambiaba de elegante a simple concreto en las paredes. Habíamos dejado atrás los dormitorios de los empleados y el salón de entrenamiento por lo que me encontraba realmente perdida.
Perseo, tal como había señalado, había solicitado dos menús en la cafetería. Para mi sorpresa y deleite, esos menús correspondían a la hora del almuerzo que de haber sido solicitados por otro pasajero hubiesen sido denegados. Pequeñas ventajas de ser hijo de un monarca.
ꟷ¿Dónde nos dirigimos?
ꟷTe dije que era una sorpresa.
ꟷ¿Demetria estará allí?
ꟷQuizás.
Fruncí el ceño ante sus ambiguas respuestas pero decidí no discutir, tarde o temprano arribaríamos a destino y podría obtener la información por mi cuenta, además había comprobado que Perseo era de fiar. No tenía que preocuparme por nada más que lo que sucedía en Pangea, que por fortuna estaba sumida en la tranquilidad.
ꟷTenemos suerte, a donde vamos no habrá nadie –explicó, girando en una intersección hacia la derecha-. Hoy es el día libre de los empleados y no volverán hasta después del almuerzo.
Asentí aunque su comentario no ayudaba a orientarme. Más aún, las luces parecían haber perdido su intensidad por los pasillos que nos encontrábamos y el brillo de las mismas disminuía cada vez más a medida que nos introducíamos en B-shop.
ꟷHemos llegado.
Solté un pequeño suspiro de alivio, detestaba tanto misterio aunque en parte fuera excitante. Sin embargo, no podía pedirle a Samuel cambiar su forma de ser. Había aprendido a respetar su enigmática personalidad como él había aprendido a respetar la mía. Era un contrato tácito que ambos nos esforzábamos por mantener.
Nos detuvimos finalmente frente a una puerta de grueso vidrio que se encontraba empañada, lo cual resultaba completamente extraño dado que la temperatura en todo el área de la nave se encontraba controlada para evitar climas extremos, al igual que en Pangea. No obstante, era indiscutible que en esa habitación las reglas eran distintas.
ꟷ¿Iremos a una piscina?
Una pequeña carcajada escapó de sus labios y a continuación negó con la cabeza, provocando que su cabello oscuro –el cual había crecido a una velocidad impresionante desde que lo divisé por primera vez- realizara un pequeño camino de izquierda a derecha rozando sus ojos.
ꟷDudo que sepas nadar.
Tenía un buen punto allí, la natación era un deporte no obligatorio en Pangea por lo cual los ciudadanos de las clases bajas no podían permitirse pagar a un instructor para poder nadar en piscinas climatizadas con nobles.
Sin embargo, una parte de mí siempre había querido aprender, inclusive si me costara dos semanas de salario una clase de media hora. A pesar de mis deseos ocultos, no me permití en ningún momento hacerlo.
ꟷ¿Puedes abrir la puerta? La intriga me consume.
La sonrisa en sus labios se profundizó pero evitó soltar algún comentario ingenioso, cosa que aprecié en gran medida.
Finalmente, para mi deleite, la puerta de cristal se abrió bajo las órdenes de Samuel y un extenso camino de verde me dio la bienvenida, embriagándome por completo. Me quedé de pie, estática en el umbral, intentando abarcar la inmensidad de lo que me enfrentaba de un solo vistazo. Sentí mis sentidos abrumados, sin embargo, era una sensación de la cual no deseaba desprenderme.
ꟷBienvenida al mejor invernadero del universo.
La mano de Perseo se cerró en torno a la mía y con delicadeza me empujó al interior de la habitación. La puerta se cerró automáticamente tras de mí y un profundo olor a naturaleza invadió mi olfato de manera instantánea. Había tantos olores que me costaba identificarlos y no pude pensar en un único lugar en todo el basto universo que fuera mejor que esa habitación.
Nunca había divisado algo similar, el suelo en vez de ser de madera o cerámica como era comúnmente visto, era del césped más brillante de la historia dado que ni en películas de la vieja se podía observar algo similar. A cada lado de la habitación se extendían de manera infinita canteros de piedra blanca con árboles, flores y cultivos de tantos colores como la paleta permitía y de texturas que hasta ese momento no conocía.
Árboles de hoja caduca y de hoja perenne e incluso de aquellos que pertenecían a las coníferas que, según los comunicados del gobierno, se habían extinto tiempo atrás se encontraban allí tan pacíficos que parecía irreal. Entre los árboles, los cuales eran pequeños –y no por ello menos hermosos- se encontraban flores de especies que no podría nombrar aunque lo intentara.
ꟷEsto... es increíble.
Un largo suspiro escapó de mis labios, extasiada por la imagen frente a mis ojos. Estiré mi mano libre, aquella que no sostenía la de Samuel, y con dedos temblorosos acaricié los pétalos de una flor amarilla que se encontraba cercana a mí.
ꟷEs un narciso.
ꟷ¿Cómo el mito?
ꟷAsí es.
Mis ojos se separaron por un momento de la vegetación frente a mí y los posé en los ojos café y violeta del príncipe a mi lado. Su expresión lucía relajada, quizás más de lo que alguna vez lo había visto, y sus ojos brillaban como llamas en una hogera.
ꟷGracias.
Con su mano aún en la mía, dio un paso al frente y los dedos de su mano derecha se encontraron con mi cabellera. Con cuidado, como si se tratara de una fina pieza de porcelana, colocó un mechón de mi cabello tras mi oreja.
ꟷDeberíamos avanzar, hay mucho más que ver adelante.
Asentí, sintiendo las palabras atascarse en mi garganta por el gesto tan íntimo del que acababa de ser parte. Sus dedos, con delicadeza y lentamente, se despojaron de los míos y se dirigieron a su cabello en un vano intento de acomodarlo.
ꟷDeberías recortar tu cabello.
ꟷLo tendré en cuenta, Nisa.
Tomé todo el aire que mis pulmones me permitieron de una bocanada y con la cabeza aún en las nubes di mi primer paso para luego dar otro y otro hasta alejarme de la figura de Perseo y adentrarme en lo que parecía un bosque hecho por la mano del hombre.
Escuché los pasos de Samuel tras de mí pero eso no me impidió seguir explorando los cultivos que se extendían uno al lado del otro. Me detuve finalmente en un árbol de manzanas y esperé hasta que mi acompañante y guía llegara junto a mí para emitir la pregunta que quemaba mis labios.
ꟷ¿Puedo sacar una?
ꟷPuedes sacar las que quieras.
Sonreí y como una niña curiosa estiré mi brazo hasta alcanzar el más rojo de los frutos. Lo desenganché de la rama y luego lo limpié con la tela de mi camiseta.
ꟷNo moriré en el intento, ¿verdad?
ꟷ¿Crees que te traería tan lejos para matarte? –su voz desprendía una indignación fingida que logró aumentar mi buen humor-. Si quisiera hacerlo podría asesinarte incluso en tu habitación.
ꟷFingiré que no has imaginado mi muerte.
Soltó una carcajada carente de preocupación. Era reconfortante verlo actuar como un muchacho normal.
Le hinqué el diente a la manzana y cerré los ojos disfrutando del delicioso y dulce sabor. Los frutos que consumía en Pangea, incluso los de B-shop, carecían del toque exótico que ése poseía haciéndome replantear si eran realmente orgánicos como nos decían.
ꟷCreo que estoy enamorada.
ꟷMe gustaría que me confesaras tus sentimientos en una cena romántica, Nisa.
Sentí mis mejillas arder a causa de la vergüenza y antes de poder soltar palabra alguna, Sam me arrebató la manzana de la mano.
ꟷAtrápame si la quieres.
--------
¡Buenas! Espero que hayan notado mi ausencia pero si no lo importante es que seguiré actualizando la historia todas las semanas.
¿Les ha gustado el capítulo?
¡Hasta la próxima!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro