INTERMEDIO | La Deus Ex Machina
Por las encrespadas olas del Mar Angosto, navega la Deus Ex Machina, una grandiosa embarcación de velas henchidas y casco chispeante. Otoño es la peor época para remontar las aguas de un mar que en verano ronronea como un gatito, pero Rothfuss ya no cuenta con Fox para pagar las comodidades de Aerolíneas Martin, así que ha tenido que recurrir a sus lectores para hacerse de una nave apropiada. La Deus tiene un escudo mágico protector que la mantiene a salvo de las tormentas otoñales. Bien podría ser una esfera de cristal que protege un barco de papel, deslizándose por el riachuelo que forma la lluvia a un lado de la acera, pero It nos ha demostrado que los barcos en riachuelos siempre van a parar a la cloaca...
—¡Puedes callarte! —grito al cielo y frunzo el ceño tras las gafas de sol. Estoy en cubierta tomando una cerveza y no quiero que nada arruine el momento.
—¿Otra vez la voz de tu ego? —dice Andrelejandra burlona, y levanta la mirada al cielo sin soltar el timón.
—No es la voz de mi ego —repito por enésima vez a la capitana de la Deus Ex Machina—. Solo se me ocurrió que sería buena idea tener una narradora. Aunque ha sido un completo desastre...
El desastre no es mi voz provocativa, sino la vida de un hombre cuyas acciones auto-destructivas lo llevarán a la perdición...
—Sí, sí, lo que digas —replico—. ¿Al menos podrías ser de ayuda y decirnos cuánto nos falta para llegar?
Si Rothfuss no perdiera el tiempo peleando con la inteligente narradora, ya hubiera notado como los contornos de Rocadragón surgen en el horizonte...
—¿En serio? —digo acercándome a la proa con cerveza en mano. Apenas es una sombra flotando sobre las aguas, pero ya puedo ver la isla—. ¡Finalmente!
Lo que nuestro "héroe" no sabe es que algo lo acecha bajo las aguas...
—¿Qué cosa?
Algo delicioso y horroroso a la vez...
—¡Pero qué!
—No te preocupes —dice Andrelejandra restándole importancia—, el escudo nos protege de lo que sea. Ni un huracán de tiburones podría hundirnos.
—Menos mal, porque otra película de Sharkado me llevará al suicidio.
Rothfuss no sabe que acaban de estrenar Sharkado 6...
—¡NOOO!
—Lo único que podría dañarnos —dice Andrelejandra pensativa— sería alguna clase de embutido gigante. La magia del escudo no es anti-embutidos.
—¿Un huracán de salchichas? ¿Qué posibilidades hay de que ocurra?
Los tripulantes de la Deus ríen confiados sin saber que algo se mueve bajo las aguas, algo oscuro y con forma de falo.
—No puedes usar esa descripción, narradora, que hay menores de edad leyendo esto.
Peores cosas se han visto en tus entrevistas, pero bueno, digamos que los acecha una criatura color caoba oscuro, con la forma de una morcilla gigante. Es... ¡Morzilla!
—Pero qué... —murmuro cuando el barco se sacude tirando la cerveza y a mí con ella. La capitana se aferra al timón, mientras yo golpeo contra el barandal—. ¿Qué es eso? —pregunto señalando hacia estribor.
Acabo de decirlo. ¿Es que nadie me escucha? ¡Es Morzilla! ¡Admiren su figura colosal emergiendo de las aguas!
—¡No te asustes! —le grito a la capitana, mientras me tambaleo hacia el mástil. La criatura es en efecto una morcilla gigante y está levantándonos del agua, quién sabe con qué manos.
—No estoy asustada —dice muy tranquila.
—Pues deberías. ¡Los personajes secundarios siempre mueren en este tipo de situaciones!
Nuestro "héroe" no se ha percatado que es un personaje secundario y que la capitana tiene más posibilidades de librarla, siendo la maga que es.
—Es cierto —dice Andrelejandra mirando su móvil muy tranquila.
—¡Entonces has algo!
—Hazlo tú —suelta con desgana—. Te dejo viajar de a gratis y todavía quieres que te salve la vida.
Morzilla levanta el Deus Ex Machina como a un barco de papel. Prepárense, personajes secundarios, porque este podría ser su fin... ¡Pero, qué es eso que se acerca a toda velocidad por el horizonte! ¿Es un dragón? ¿Es el valor del peso cayendo en picada? ¡No! Es franco_gd, un dinosaurio gigante que se planta frente a Morzilla mientras bebe mate...
—¿Pero qué hacés acá? —le dice Franco a la morcilla descomunal—. ¿No te dejé en La Plata?
Morzilla ruge como adolescente rebelde y arroja la Deus en medio de su rabieta. Un barco convencional se haría astillas contra el agua, pero el escudo protector le permite aterrizar suave, mientras la capitana, con toda la hueva del mundo, lo conduce a tierra firme. ¡Qué suerte que Rothfuss se ató al mástil!
Atrás quedan los kaijus, que no pelean a puños y patadas, porque eso es de los setentas, sino que discuten sobre el nacionalismo y la libertad de ir por los mares asustando personas.
—¿No te importa si me voy a grabar esa batalla épica? —dice Andrelejandra tras empujarme fuera del barco y arrojarme esmoquin y mochila—. ¡Quiero subirla a YouTube!
—Pues no... ¡Gracias por todo!
La capitana abandona a Rothfuss en la playa de arenas oscuras. ¿Cómo saldrá de la isla? A nadie le importa. Lo que importa es que se está quitando la chambrita que le ha regalado AbuelaCaradura para el viaje. "Abuelita soy tu nieto", se lee en la pechera. Tarde se da cuenta que ha olvidado los zapatos en el camarote. Al menos le quedan unas chanclas. La narradora cierra los ojos mientras el hombre se deshace de los pantalones...
—Eres una pervertida...
Y para pasar el tiempo, comienza a cantar...
—¡No! ¡No vayas a...!
Feel your eyes, they all over me
Don't be shy, take control of me
Get the vibe it's gonna be lit tonight
—¡No cantes como Dua Lipa! —acoto golpeándome las sienes.
Rothfuss no quiere aceptar que soy su deseo culposo...
—¿Por qué no te limitas a narrar?
Puedo hacer las dos cosas, cariño, soy multitask...
Con la canción haciendo eco en la isla, Rothfuss encamina sus pasos hacia los múltiples letreros que marcan el camino a la boda. Las chanclas se le hunden en la arena y lucha para mantenerlas en sus enormes y peludos pies...
—¡No están peludos!
Niega lo obvio mientras alcanza los escalones perdidos entre la roca. Se dice que los magos de Valyria trabajaron la piedra con fuego y magia para esculpir Rocadragón, una fortaleza de formas fantásticas, cuyos dragones acuclillados o a punto de emprender el vuelo engendran temor entre sus visitantes. En lugar de almenas, los muros están coronados con miles de gárgolas que representan seres míticos. Dragones más pequeños enmarcan las puertas; las antorchas se sujetan con zarpas de dragón; las colas forman arcos, puentes y escaleras exteriores... Les dejo una imagen porque ya me cansé de describir.
—Se te están colando muchos detalles.
Al señor que no le gustan los detalles se le está haciendo difícil subir los escalones. Resopla y se toca el abdomen, pensando que tanta cerveza no fue de sus mejores ideas. De vez en cuando regresa la mirada hacia la pelea de kaijus, que discuten sobre Macri y Cristina...
—Eso va para largo.
Tiene razón por primera vez. Cuando Rothfuss alcanza la primera muralla, los kaijus siguen debatiendo.
Un dragón de piedra, con las alas extendidas y la cola enroscada protege el portón. El guardia lo mira con el entrecejo fruncido y repara en que no lleva zapatos, sino chanclas... El hombre apunta su AK-47 al cielo, pensando que soy una aparición o algo así, mientras otros tantos hacen lo mismo detrás de las gárgolas.
—Solo es la voz de la narradora, no le hagan caso —explico.
—Invitación —suelta el guardia y apunta el rifle en mi dirección.
Rothfuss le enseña la invitación, ahora con la fecha visible. El guardia la examina a contraluz como si tuviera marca de agua.
—Puede pasar, pero la señorita no —dice el hombre refiriéndose a la narradora.
¿Cómo que yo no?
—¿Tiene invitación, señorita?
No, pero...
—Entonces no puede pasar. Usted, caballero, adelante, ¿o tiene alguna objeción?
—Ninguna.
¡Rothfuss! ¡Te haré falta! Tal vez piensas que has entrado muy fácil, pero estás en la mira, es una ratonera... ¡Me necesitas!
—¡No es culpa mía que no traigas invitación! —exclamo, riendo, y la voz de la narradora se vuelve lejana mientras cruzo jardines desiertos. Respiro aliviado de no tenerla tronando en mis oídos, pero noto lo que me ha advertido: en los torreones y detrás de las gárgolas, invisibles gracias al camuflaje, hay decenas de guardias. El sol saca destellos a sus armas.
Un grupo de cinco sale a mi encuentro cuando estoy a punto de cruzar bajo el arco de la segunda muralla. Me quitan la mochila con cierta violencia y vacían su interior en medio de mis protestas.
—Al parecer no trae armas —acota una guardia hablándole al transmisor que tiene pegado al cuello.
Si hay un centro de mando, me gustaría saber quién está a cargo.
—¿Puedo entrar ya? —siseo recogiendo mi ropa interior.
—Tenemos que catearte.
—Maldición...
Como no llevo nada comprometedor más que libreta y vuelapluma, me dejan marchar. Cruzo un arco decorado con flores trenzadas, que la lejana voz de la narradora llama «lilium lancifolium». Despiden un perfume penetrante, embriagador. Son la antesala de los exuberantes jardines donde está tomando sitio la celebración.
Sonrío ante las mesas redondas de manteles blancos y arreglos florales. ¡He llegado a la maldita boda! Por un momento pensé que no lo lograría. La cubertería fina destella y los invitados ríen y charlan perdidos en sus asuntos. Algunos bailan en la pista y otros se toman fotografías tras un marco polaroid.
Música suave inunda el ambiente y atisbo la mesa alargada dónde deberían estar los novios. Estoy ansioso por develar el gran secreto de sus identidades, pero me llevo un chasco. ¡No hay rastro de ellos! Los busco en la pista y por todos los rincones, pero es inútil, no están. Vine por Alejandro, claro, el escritor al que voy a entrevistar. ¡Pero la primicia! ¿Dónde están los novios? ¿Acaso he llegado tarde?
Siento un ligero roce en el hombro y volteo. Es BeatriceLebrun.
—Me alegra que hayas podido venir —dice en tono confidencial.
—Y en una sola pieza —suelto, mirando lejos de su vestido—. Algo me dice que he llegado tarde.
—¿Qué te hace pensarlo?
—No encuentro a los novios por ningún lado. Quería... saludarlos. Colarme a su boda así como así...
—Ellos están al tanto de tu presencia, tienes invitación. —Me guiña—. Por lo que sé, la pareja disfruta de un tiempo a solas en la Sala Principal. —Señala el dragón gigantesco que asoma al otro extremo del patio, sobre la carpa que lo cubre todo. Está tendido sobre el vientre y la entrada es su boca abierta—. Esta es una boda extraña, Señor Entrevistador, primero el banquete, luego la fiesta y al final la ceremonia dentro del dragón.
—Supongo que tendré que esperar —resoplo, decepcionado—. Buscaré a Alejandro, entonces.
—Está por allá. —Señala una mesa al borde de la pista de baile y con la otra mano resigue la forma del dije bajo mi camisa—. Cuidado con Kassia, el acompañante de Alejandro. Esto te protegerá, pero no lo hagas enojar.
*
Y el misterio continúa, las apuestas siguen altas. ¿Quién se casa?
Si adivinan se ganan un baile como el del gif :v
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro