―Usted como muchos otros idols de la industria del entretenimiento coreano se limitaba a experimentar y vivir el amor ¿verdad?

―Sí ―contestó el entrevistado, sonriéndole satisfecho. «Un atinado preludio» pensó.

― ¿Por qué? ―continuó Man Di con más confianza.

Por unos segundos el hombre dejo vagar su mirada en el vacío. Buscaba sus viejas concepciones que lo habían reprimido de atreverse.

―Como muchos sabrán nosotros somos muy distintos a los artistas occidentales con respecto a nuestra vida amorosa. Desde que nos preparamos para el debut, creemos y nos hacen creer que nos debemos a nuestras fans, porque por ellas alcanzaremos el reconocimiento. Y hasta cierto punto eso es correcto, pero lamentablemente los valores de reciprocidad y sacrificio que nos inculca nuestra sociedad crean una idea errónea y extremista, trayendo como resultado que nosotros seamos vistos como individuos que no pueden tener voluntad propia; siempre consultando y pidiendo permiso por la cosa más insignificante. Así que, arrastrados por el temor de poder ver destruido por lo que tan arduamente hemos trabajado, inconscientemente alimentamos esa noción, dejándonos manejar como títeres.

Man Di escucho todo con una expresión consternada, era penoso oírle expresarse con tanta sequedad. Su mismo semblante se tornó duro.

― ¿En qué punto de su vida cambió esa noción preestablecida?

―Eso es algo ambiguo para responder ―dijo dubitativo―. Supongo que fue ocurriendo poco a poco. Yo y el resto de miembros solíamos tocar este tema cuando teníamos oportunidad. Especialmente por idea de nuestro líder. Lo habrá notado, la manera en que suele pensar.

La chica afirmó con la cabeza.

―Principalmente lo hacía en pro de la maknae line. Jungkook, V y yo solíamos ser muy despreocupados en ese aspecto. Quizá porque todos estábamos muy ocupados con nuestra apretada agenda, y si se daba un prolongado descanso era para disfrutarlo con la familia. En general ya nos habíamos hecho la idea de estar solos hasta que dejáramos la escena musical, ósea para siempre.

Bromeó abiertamente por lo último. Man Di lo miró extrañada. Los siete chicos debían amar mucho su música, porque para siempre era un largo tiempo.

―Pero poco después los azares del destino me mostrarían que dar por sentado algo es una provocación al cambio ―continúo diciendo como ido, mirando ese oscuro líquido marrón. Al volver a sus sentidos dejó la taza muy cerca del portátil, y retomó su relato―.Tenía una década menos en esos días, acababa de cumplir los 27 años. Todo el grupo habiamos concluido recientemente con nuestro servicio militar obligatorio. Anteriormente optamos por enlistarnos al mismo tiempo. Por su puesto, para pesar de muchos grupos y agencias, la nación solo había permitido que fuésemos un año y no los dos que se pedía por norma.

―En contadas ocasiones los demás miembros han manifestado que esta acción de claro favoritismo fue injusta ¿Usted comparte su opinión? ―preguntó Man Di tímidamente.

―Si he de ser sincero, la creía injusta. Ahora no. Porque si pongo todo en perspectiva, de haber estado otro año excluido de la sociedad, probablemente no habría conocido a esa persona que revolucionó mi mundo.

―Debo suponer que aquí es donde entra la dama que fue el detonante del antes y después de Park Jimin.

Un fulgurante anhelo surco las facciones del pelinegro. Su mirada serena se perdió en el paisaje que mostraba el ventanal del fondo. Las tranquilas aguas del mar de Busan. Se quedó en silencio por unos largos minutos.

―En efecto. Helina proveyó de sentido a muchas cosas en mi vida. Me hizo amarla más que a mi propio arte y a lo que conllevaba consigo. Al conocerla, mi canción Serendipity cobró más sentido que nunca. Experimente su significado.

Mientras Man Di lo escuchaba, se fijó como él, en el instante en que pronunció el nombre Helina, en un acto reflejo llevó su mano derecha sobre la izquierda y acaricio el único anillo que siempre portaba.

―Toda Corea y ARMY sabe que su historia con la señorita Helina tuvo comienzo en el programa We got married: International Personalities. Entonces ¿Cómo es que teniendo usted una perspectiva de eterna soledad romántica, acepta participar?

Para Jimin la curiosidad en el tono de voz de la muchacha era evidente ―aunque intentó disimularla―. No se lo recriminaba. En el pasado, muchos habían sido los entrevistadores que intentaron sonsacarle esa información; a él, los otros miembros o a alguien de la agencia. Más su respuesta era sencilla.

―Quería probar ―contestó alegremente. Parecía divertirse de su propia respuesta.

― ¿Probar? ―repitió Man Di, como creyendo que había escuchado mal.

―Claro. Quería probar que se sentiría vivir algo a lo que dé ante mano ya estaba renunciando. Que mejor que un espectáculo de variedades donde juegas a estar casado con alguien que ni conoces ¿No le parece? ―le preguntó a la chica que seguía tratando de entender la peculiaridad de su razonamiento.

―La señorita Helina ¿pensaba igual? ―consultó Man Di cuando salió de sus cavilaciones.

―No sabría decirlo con certeza. Pero mejor detengámonos aquí. Quiero contarle los hechos según fueron sucediendo. De otro modo escribirá un libro sobre cada una de mis impresiones y perspectivas. Ese no es el objetivo ¿cierto? Tampoco quiero desordenar mis recuerdos ―afirmó Jimin con su habitual amabilidad.

―Por supuesto. Continué usted...

―Cuando salimos del ejército la agencia trajo la propuesta de la cadena televisora que producía el programa. Inicialmente no importaba cual de nosotros fuera el participante, el impacto sería el mismo. Los miembros mayores no estaban interesados. Namjoon hyung por una razón que entonces desconocía se negó rotundamente, por lo que al final, irónicamente solo quedamos la maknae line.

Jungkook fue descartado al instante, era demasiado tímido para hablar con mujeres de nuestro país, mucho más lo sería con una extranjera. Taehyung estaba en tratamiento por unos problemas con su piel que se agravaron en nuestro último mes en el ejército, así que solo quede yo.

―Esto realmente suena a destino ―comentó Man Di en un susurro. Le pareció el comienzo de un k-drama. Sus redondos ojos rebozaban de inocente emoción.

―Lo mismo dijeron mis miembros en una ocasión ―acotó él. Retomo el hilo―. Obviamente no me opuse. Tenía la seguridad de que nuestro fandom me apoyaría. Contaba con su madurez, pues la mayoría rondaba nuestra edad. Asimismo, por rumores había escuchado que mi posible compañera era alguien querida en Asia. En consecuencia, la agencia lo aprobó y con toda confianza firmamos el contrato por un rodaje de tres meses.

Una gran expectativa se creó con respecto a mi compañera. El programa había reformado su formato de la versión original. Yo estaba ansioso porque el primer episodio sería grabado tras un especial musical que reuniría a los emblemas de la 3ra generación del k-pop. Solo entonces conocería su identidad.

― ¿Qué tipo de persona tenía en mente? Me refiero a sobre la ocupación de su compañera y su posible país de origen ―dijo Man Di aclarando su pregunta.

―Naturalmente lo primero que se nos pasó por la mente a mí y a los chicos, fue que se trataría de una idol. El guion que el director del programa me envió nos hacía pensarlo. Recordemos que en la industria hay idols de otros países de Asia, eso ya les daba categoría de internacional ―Man Di asintió ante sus palabras―. Pero tratamos de eliminar esa suposición, no era muy buena idea. Si bien nuestro fandom (sobre todo el coreano) lo había tomado con el mejor aplomó, de todas las opciones la que más les digustaba era que me emparejaran con una idol. Y sobre el país, en ese aspecto estábamos aún más perdidos, y bastante alejados de poder adivinar...Todo lo que imaginase o esperase, no se acercaba ni por asomo a quien era ella.