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Epílogo

3 años después:

Los últimos minutos son los más estresantes para Jennie, quien se encuentra sentada en las pequeñas gradas junto a Nayeon y Jeongyeon. Los nervios le hacen morderse las uñas y no quiere imaginarse ni por un segundo como tiene que estar Lisa.

Lisa, que se encuentra sentada en el banquillo, parece estar mil veces peor que ella. Durante el partido, la pelinegra no puede estar quieta, se mueve de un lado a otro, grita de vez en cuando instrucciones a los chicos, y suelta pequeños insultos cuando alguien del equipo contrario comete una falta. Pero en los últimos minutos, siempre estaba callada y quieta, como si guardase el aire hasta el último momento.

Y por seguido, no quiere imaginarse a su pequeña hija de diez años, atenta a la pelota que se mueve con rapidez de un lado a otro del campo. En la portería, Ella parecía demasiado concentrada como para parecer nerviosa.

Jennie tenía una especie de amor-odio con esos momentos de los partidos. Odiaba los nervios a flor de piel, la manera en la que cuando el marcador dictaba los últimos minutos se comenzaba a sentir un tanto mareada, la forma en la que a veces, se mordía el labio inferior hasta hacerlo sangrar.

Pero a la vez, amaba todo lo que aquello traía, amaba tener a Nayeon y Jeongyeon siempre a su lado, tomadas de las manos casi tan nerviosas como ella, amaba la emoción y la adrenalina cuando el tiempo terminaba y el equipo de Ella resultaba ganador, amaba abrazar a su hija con emoción y besar a Lisa con entusiasmo.

Así que cuando el tiempo termina y el marcador se encuentra 5-3, Jennie y Nayeon saltan de sus asientos para gritar, repletas de emoción.

Y entonces, su parte favorita de todos los partidos. Ella sale disparada hasta donde Lisa se encuentra, lanzándose a sus brazos para abrazarla con fuerza. El resto del equipo la imitan, corriendo hasta su entrenadora para celebrar que lo habían logrado, habían ganado.

Y es algo tan simple como eso, pero era la parte favorita de Jennie. Su corazón se llenaba de cariño y orgullo, y una sonrisa siempre se dibujaba en su rostro mientras los miraba. Queriendo guardar aquella imagen para siempre.

—¡Hemos ganado! —Ella exclama con emoción cuando Jennie llega hasta ellas, lanzándose a sus brazos para abrazarla con fuerza.

—Han ganado, amor. —Jennie asiente con la mayor sonrisa en sus labios.

Ella se separa para mirar a su madre y a sus tías.

—¿Has visto cómo he parado ese gol casi al final? ¡A sido alucinante! —la pequeña salta de la emoción y Jennie solo puede soltar una pequeña risa.

—Si que lo ha sido preciosa, lo has hecho genial.

Ella sonríe antes de abrazar a Nayeon.

—¿Qué te ha parecido? —le pregunta con ojos brillantes de emoción.

—Me ha parecido, que eres la mejor portera del mundo. —Ella suelta una pequeña risa y asiente.

—Si lo dices tú será porque debe ser verdad. —Ella dice y Nayeon ríe.

—Has estado increíble, bebé. —Jeongyeon dice con cariño.

Ella la abraza también, repleta de emoción porque todas sus personas favoritas se encuentran ahí para ella.

—Gracias tía YonYon.

Jennie las observa con un agradable calor en su pecho, sintiendo que esto es finalmente lo que siempre había querido. Su pequeña familia.

—¿Yo no tengo un abrazo? —los brazos de Lisa se envuelven en la cintura de Jennie, haciendo que la castaña se gire para mirarla.

Y no pierde un segundo en besarla, allí en medio, en mitad del campo de fútbol, delante de cualquiera que pudiera verlas. Besándola como si el resto del mundo dejara de existir.

—Has estado tan increíble como siempre. —Jennie susurra cuando se separan, acariciando sus mejillas con cariño.

Lisa sonríe, y Jennie siente como las mariposas emprenden vuelo en su interior, como si fuera la primera vez que la ve sonreír.

—Gracias preciosa.

—¡Mamá, mamá! —Ella exclama llegando hasta ambas— ¿Podemos ir a celebrarlo?

Jennie sonríe y asiente suavemente.

—Por supuesto que sí.

Los ojos de Ella brillan mientras comienza a dar saltos de emoción.

—¡Sushi, por favor!

—Sushi será.

Y puede que también sea esa su parte favorita de los partidos de Ella, celebrar en familia la victoria. El pasar la noche junto a las personas que más quería en el mundo en algún restaurante de la ciudad.

Jennie deseaba que llegara el siguiente partido para poder repetir todo de nuevo.

[•••]

Las mañanas son para ellas dos. Tan solo Jennie y Lisa.

Normalmente, por las mañanas aprovechan para salir a comprar, para hacer la comida entre risas y besos robados. Pero hay mañanas en las que disfrutan de la simpleza de no hacer nada, de quedarse en la cama hasta el último momento, ir a recoger a Ella al colegio y volver a casa con comida para llevar de algún restaurante cercano.

Y hoy, es una de esas mañanas.

Donde Jennie disfruta de ser tan solo Lisa y ella, de admirarla mientras duerme y la tenue luz del sol baila por su rostro, de apreciar y absorber cada pequeño detalle de la pelinegra.

Lo encuentra ciertamente fascinante, como seguía incluso más enamorada que al principio. Considera que hay una especie de fuego en ella, el cual se encendió la primera vez que la vio en aquel campo de fútbol junto a su hija, un fuego que aumenta con el tiempo, que la mantiene cálido y la consume.

Acaricia con cuidado la mejilla de Lisa antes de levantarse de la cama, comenzando su camino hasta la cocina.

Una vez allí prepara dos tazas de té y se sienta sobre la encimera, esperando a que Lisa se despierte y vaya a buscarla. Y sonríe cuando a los pocos minutos escucha la voz ronca de Lisa llamarla desde la habitación, y lo siguiente que sabe, es que Lisa está entrando en la cocina.

—Hey, me has abandonado.

Jennie sonríe al verla, al escuchar su voz un tanto más grave de lo habitual.
Lisa entra con su cabello despeinado y vistiendo tan solo un pantalón deportivo y un top, y nadie puede culpar a Jennie por sentir como su corazón se vuelve completamente loco en su interior. Le da un sorbo a su taza de té mientras la pelinegra camina hasta ella, colocando sus manos en su cintura, acariciándola con cariño.

—¿Me echabas de menos? —Jennie pregunta antes de darle un pequeño sorbo a su taza de té.

Lisa sonríe y el corazón de Jennie vuelve a reacciona alegre, latiendo con entusiasmo. Y la castaña está bastante convencida de que jamás podría cansarse de ver a Lisa sonreír.

—Un poco —asiente, apretando levemente la cintura de Jennie—. Me gusta que me mires mientras crees que estoy dormida.

Las mejillas de la castaña se encienden, pero intenta esconderlo dándole otro sorbo a su té.

—Lo dices como si tu no hicieras lo mismo. —murmura.

La pelinegra se encoge de hombros.

—Lo hago, porque te ves jodidamente preciosa mientras duermes —Lisa dice con la mayor sonrisa en sus labios, y Jennie siente millones de fuegos artificiales explotando en su interior.—. Aunque me hace sentir un poco abrumada a veces.

—¿Por qué? —pregunta frunciendo levemente el ceño.

—Porque me cuesta creer que seas real.

Jennie se ríe, suelta una pequeña risa mientras niega y Lisa se muerde el labio mientras la mira como si fuera la cosa más maravillosa en el mundo, su bonito tesoro.

—Eres boba. —es todo lo que Jennie responde, con una sonrisa mientras niega suavemente con la cabeza.

—Lo digo en serio —Lisa levanta la mano para colocar uno de los mechones de Jennie detrás de su oreja y seguidamente acariciar con cariño una de sus mejillas—. Cada mañana cuando abro los ojos y te veo durmiendo a mi lado pienso que te ves mucho más bonita que el día anterior, y si sigues siendo cada vez más perfecta voy a comenzar a pensar que te hicieron únicamente y exclusivamente para mí.

En aquel momento, con esas palabras, Jennie se da cuenta de lo que Lisa realmente significa para ella. Siente como si toda su vida antes de Lisa hubiera estado parada en mitad de un acantilado. Indecisa de si saltar o salir corriendo en la dirección contraria, pensando que si salta, quizás el mundo entero desaparecería, que jamás habría final y caería eternamente en el vacío.

Pero conocer a Lisa le hizo querer saltar, y se dio cuenta de que realmente podía volar.

Y ese es uno de los sentimientos que más le gustaba a Jennie de todos los que Lisa le hacía sentir, que con cada pequeño gesto, con cada pequeña palabra, Jennie sentía que volaba.

Y que quizás, con un poco de suerte, nunca sentiría lo que es caer.

—Cásate conmigo, Lalisa Manoban. —susurra.

Lisa sonríe, apoyando con cuidado su frente con la de Jennie.

—Algún día.

—Algún día. —Jennie susurra con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Algún día, algún día llevará un anillo en su dedo para siempre, sonreirá al verlo y le dirá a todo el mundo que está comprometida con el amor de su vida, que las almas gemelas existen y ella es lo suficientemente afortunada como para haber encontrado la suya.

Algún día. Pero por ahora, Jennie puede conformarse.

[•••]

Ese mismo día, van a recoger a Ella en el coche de la pelinegra. La esperan en la puerta principal del colegio, tomadas de la mano esperando a que su pequeña hija salga corriendo, sonriente y gritando con emoción todo lo que ha hecho durante la mañana.

Pero ambas saben enseguida que algo va mal cuando la ven salir a paso lento, con los hombros caídos y más seria de lo habitual. Y cuando no les da un abrazo como siempre, saben que algo ha tenido que pasar.

—Buenas, bicho. ¿Qué tal ha ido tu día? —Lisa pregunta, tomando la mochila de Ella mientras comienza a caminar de vuelta al coche.

—Bien. —su voz suena floja y cortante, y Lisa aprieta los labios en una mueca cuando ni siquiera la mira.

Jennie y Lisa se miran confundidas, sin saber muy bien qué hacer. Ella era una niña bastante directa y transparente, si algo iba mal lo primero que hacía era correr a sus madres para decirles cómo se sentía y ellas hacían lo posible por hacerle sentir mejor.

Pero aquel día parecía ser diferente.

Así que una vez llegan al restaurante favorito de las tres y Lisa sale del coche para ir a por la comida que habían pedido, Jennie se gira en el asiento delantero para mirarla.

—¿Vas a decirme qué pasa?

Ella levanta la mirada y hace una mueca antes de finalmente suspirar.

—¿Es verdad que no puedo llamar a Lili mi mamá porque no es realmente mi madre?

Las palabras golpean a Jennie como una fuerte ola chocando contra la orilla, dejándola un tanto aturdida y confundida.

—¿Por qué dices eso, Ella? —pregunta confundida.

—Danielle dice que ella no llama al novio de su mamá papá porque él le ha dicho que no puede, porque no es su papá de verdad. ¿Entonces como Lili no es mi mamá de verdad, no le puedo llamar así?

Jennie aprieta los labios y niega.

—Que Danielle no lo haga no quiere decir que tú tampoco debas.

—¿Pero tiene sentido, no?

Jennie realmente no puede culparla por hacerse ese tipo de preguntas, y ella no puede evitar sentirse un tanto culpable por ello.

—Ella, amor, escúchame bien —Jennie dice con cariño—. ¿Quién te cuida cuando yo estoy trabajando?

—Lili. —la niña dice en voz baja.

—¿Quién te ayuda con los deberes que no entiendes a pesar de que ella los entiende menos? —la pequeña castaña suelta una pequeña risa.

—Lili.

—¿Quién te enseñó a montar en bicicleta?

—Lili.

—¿A quién despiertas cuando tienes una pesadilla y no puedes dormir?

—A Lili.

—¿Y quién te quiere casi tanto como yo? —Ella sonríe.

—Lili.

—Exacto, ¿tú sientes que Lili es tu mamá? —la niña asiente con una sonrisa, y Jennie tan solo puede sonreír también— Entonces, nadie nunca puede decirte lo contrario.

Ella sonríe y rápidamente se desata el cinturón para lanzarse a los brazos de su madre, abrazándola con fuerza. Y Jennie se siente mucho más tranquila, acariciando la espalda de su hija y dejando un beso en su cabeza.

—Hey, yo también quiero un abrazo. —Lisa dice entrando de nuevo en el coche con una bolsa en la mano.

Ella mira a Jennie con una pequeña sonrisa y deja un pequeño beso en su mejilla antes de lanzarse con cuidado sobre Lisa.

—Te quiero mucho. —dice, rodeando con sus brazos el cuello de la pelinegra para abrazarla con fuerza.

Lisa sonríe, abrazándola de vuelta.

—Y yo a ti, amor.

Ella vuelve a su sitio, tomando la bolsa repleta de comida para llevar a su lado.

—Son las mejores mamás del mundo.

Lisa sonríe orgullosa y Jennie suelta una pequeña risa.

—Lo dices solo porque te hemos comprado tu comida favorita.

—Sí, pero también porque es verdad.

Entonces Jennie sabe, que sin importar que, ellas tres siempre serán una familia.

[•••]

Aquella tarde, Jennie se encontraba trabajando en la panadería, así que Lisa y la pequeña Ella disfrutan de su tiempo juntas en casa. Ambas se encuentran en la sala, un capítulo de las chicas Gilmore se está reproduciendo en el televisor mientras la pelinegra intenta pintar las uñas de la pequeña castaña.

—Estas nerviosa. —Ella dice mirando a Lisa con una pequeña sonrisa divertida.

La pelinegra se detiene, frunciendo el ceño y levantando la mirada.

—¿Por qué lo dices?

—Porque te estoy escuchando susurrar insultos y te tiemblan las manos.

Y bueno, Lisa no podía negar que quizás estaba algo nerviosa. Pero también podría simplemente decir que pintar las uñas de una niña de diez años era bastante complicado.

—Bueno, vale —Lisa suspira—. Puede que esté un poco nerviosa.

—¿Por qué?

Lisa aprieta los labios en una sonrisa, y ahora se encuentra mucho más nerviosa que hace unos momentos. Ella iba a ser la primera persona en saberlo, y aquella iba a ser la primera vez que admitiera lo que iba a hacer en voz alta. Y quizás su nerviosismo tenía algo que ver con el hecho de que era Ella, de que era la persona más importante en la vida de Jennie y la persona a la que más quería.

—Tengo que hablar contigo de algo y quiero que seas sincera. —empieza, dejando los esmaltes de uñas a un lado.

—Siempre lo soy.

Lisa sonríe y asiente, mordiéndose el labio en un intento fallido de esconder su enorme sonrisa.

—Quiero preguntarle algo muy importante a tu madre y...

—¡Oh Dios mío! —Ella le interrumpe, exclamando con emoción, sus ojos verdes se llenan de brillo y el corazón de Lisa late con fuerza en su pecho— ¿Vas a pedirle que se case contigo por fin?

Las palabras salen tan naturalmente de la niña, que Lisa casi se siente estúpida por haber estado tan nerviosa al respecto.

¿Pero cómo no iba a estarlo? Lisa sabía lo importante que aquello era para Jennie, lo muchísimo que había fantaseado y soñado sobre ello. Y ella quería cumplir todos y cada uno de sus deseos, quería hacerle feliz.

Y quizás, Lisa también está demasiado encantada con la sola idea de convertirse en su esposa.

—Sí, creo que sí. —confirma en voz baja.

—¡Eso es genial! —Ella se lanza contra su madre, abrazándola con fuerza y dejando un rápido beso en su mejilla antes de mirarla.— Tía Nay me debe diez wons.

Sus palabras sacan una risa sincera de la pelinegra, quien niega suavemente.

—¿Qué te has apostado esta vez, bicho?

—Que tú y mamá se iban a casar antes que ella y Jeongyeon.

Y Lisa sonríe, dejando un pequeño beso en la frente de la castaña.

—Entonces —Lisa murmura con una pequeña sonrisa—. ¿Te parece bien?

—¡Claro que me parece bien! —la pequeña exclama, aún siendo rodeada por los brazos de la pelinegra.— Mi mamá estará muy feliz, tú estarás muy feliz y yo estaré muy feliz. Todas felices.

Y Lisa solo puede sonreír con el corazón acelerado. En aquel momento podía explotar de felicidad, de lo completa que se sentía porque tenía todo lo que siempre había querido.

Su pequeña familia.

—Todas menos Nayeon. —dice divertida a lo que Ella ríe.

—Tía Jeongyeon le ha dicho que debería dejar de hacer apuestas conmigo porque siempre pierde.

—Nadie puede competir contra ti, por algo eres mi bebé.

Los ojos de Ella se iluminan y rápidamente vuelve a abrazar a Lisa mientras sonríe.

—Te quiero mucho.

—Y yo a ti, bicho.

—¿Te puedo acompañar a comprar el anillo? —Lisa asiente.

—Por supuesto que sí.

[•••]

El campo de fútbol era iluminado por la luz de la luna y las estrellas mientras Jennie caminaba con los ojos vendados hasta el centro del enorme campo, siendo guiada por Lisa.

—Te recuerdo que mi cumpleaños es en febrero. —Jennie dice divertida, a lo que Lisa solo puede rodar los ojos.

—Eres muy graciosa, amor. —murmura, porque está demasiado nerviosa como para decir algo más.

Jennie parece notarlo, así que simplemente se limita a apretar los labios para intentar retener su sonrisa divertida.

—¿Hemos llegado? —finalmente pregunta cuando se detienen.

Lisa toma aire por unos segundos, colocándose frente a Jennie y comenzando a jugar nerviosa con sus propias manos.

—Sí. —murmura.

Cuando la castaña se quita el antifaz de los ojos y mira a su alrededor, Lisa sabe que no hay vuelta atrás. Y cuando Jennie la mira confundida, se muerde el labio para retener su sonrisa.

—¿Qué hacemos aquí, Lisa? —pregunta un tanto confundida pero con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Aquí es donde nos conocimos. —dice, como si la castaña no lo supiera perfectamente.

Los ojos de Jennie se abren con sorpresa, y puede jurar que su corazón late con tanta fuerza en aquel momento que quizás el mundo entero podía escucharlo.

—Lo sé. —dice tembloroso.

Lisa coloca ambas manos en la cintura de la castaña cuando ve que Jennie comienza a temblar suavemente.

—Aquí me besaste por primera vez, y en ese momento supe que ibas a ser mía.

Los ojos verdes de Jennie brillan bajo la luz de las farolas, y Lisa está segura de que se encuentra cerca de comenzar a llorar.

—Lisa...

—Nunca he creído en los cuentos de hadas ni en las historias de amor que duran para siempre, pero llegaste tu y tuve que cambiar de opinión. Porque no hay forma posible de que deje de quererte, no hay forma posible de que lo que siento por ti pueda ser explicado con palabras, así que no lo intentaré porque simplemente no serán suficientes —Lisa sonríe, acariciando las mejillas de la castaña—. Simplemente no hay forma posible de que el resto de mi vida a tu lado sea suficiente, tendré que buscarte en la próxima, y aún así, seguirá sin ser suficiente. Para siempre suena a muy poco tiempo para pasarlo contigo, pero intentémoslo.

Lisa se arrodilla y Jennie apenas puede respirar. Su corazón parece detenerse por lo que parece ser una larga eternidad y cada pequeña parte de su cuerpo vibra con cada palabra que ha salido de los labios de Lisa, como si de repente todo lo que hubiera dentro de Jennie fuera electricidad.

—¿Te casarías conmigo?

La pregunta hace que la castaña suelte una pequeña risa sincera, que suelte el aire que había retenido mientras las lágrimas ruedan libremente por sus mejillas. Tan solo puede asentir repetidas veces, y cuando Lisa coloca el bonito anillo plateado con una gema azulada en su dedo anular, Jennie solo quiere lanzarse sobre su, ahora, futura esposa, y besarla hasta que no sienta los labios.

Así que cuando Lisa se levanta, eso es exactamente lo que hace.

Se lanza a sus brazos y la besa como si fuera la primera o quizás la última vez, como si nada más en el mundo importara. En aquel momento, tan solo eran ella y Lisa, en mitad del campo de fútbol mientras se besaban, mientras se prometían bajo la luna y las estrellas que su amor sería infinito.

—Te amo, Jennie. —Lisa susurra entre besos, entre sonrisas y entre caricias en las mejillas de la castaña.

—Te amo. —Jennie susurra de igual forma.

—Ella me ha ayudado a preparar tu cena favorita antes de irse a casa de Soobin a dormir. —Lisa anuncia una vez se separan, dejando su frente contra la de la castaña.

—Eres perfecta —es todo lo que puede decir con ojos brillantes y sonrisa sincera—. Eres jodidamente perfecta y vas a ser mi esposa.

Lisa sonríe y roza su nariz con la de Jennie.

—¿Te bañarías conmigo después de cenar? ¿Me dejarías llevarte a la cama y besar cada parte de ti hasta que el sol salga?

Jennie quiere llorar de nuevo, porque no puede creer lo afortunada que es, lo amada que realmente es por la mujer más increíble que hay en la tierra. Y ahora, iba a casarse con ella.

—Nada me gustaría más.

Aquella noche, Jennie sabe que había llegado a la cima de su existencia. Que jamás habría alguien que le hiciera sentir como Lalisa Manoban lo hacía, que no habría nadie que se pudiera comparar. Y cuando finalmente se queda dormida aquella madrugada, con el anillo brillante en su dedo y el corazón demasiado lleno, Lisa deja un pequeño beso en su frente.

—Voy a hacerte la mujer más feliz de este jodido mundo, Jennie Kim. —le promete en un susurro.



Bueno, hemos llegado al final y espero que les haya gustado todo. Sin más, mil gracias por todo el apoyo que le han dado a la adaptación. <3

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