𓏲 Capítulo 7
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— Tengo un plan — Haewon dice sentándose a un lado de Jisung en la fresca hierba del campo de fútbol—. Un plan para nuestra investigación.
El día estaba algo nublado, y tal vez en cualquier momento la lluvia podría hacerse presente. Sin embargo Chaeyoung se encuentra a lo lejos, hablando con otros niños, esperando a que llegue todo el mundo para empezar el entrenamiento.
— ¿Un plan?
— Para que mi mamá y la entrenadora Chae hagan las paces.
Resulta, que durante las dos ultimas semanas Mina no ha aparecido para recoger a Haewon ni una sola vez. Es confuso para Haewon, y aún más para Chaeyoung que no entiende que ha hecho mal para que Mina no quiera verla
Supone que las excusas de Nayeon con que Mina está muy ocupada tan solo son eso, excusas. Una forma de evitar la realidad, Mina no quería verla
— Pensaba que no estaban enfadadas — Dice confundida
— No lo están, pero mi mamá está triste y ya nunca viene a buscarme.— La niña hace una mueca.
— ¿Y porque no viene a verla?
— Dice que está ocupada — Rueda los ojos—. Pero sé la forma de arreglarlo.
— ¿Como?
— Si mi mamá no puede venir aquí, llevaremos a la entrenadora Chae a mi mamá — Y con una sonrisa cómplice, Haewon comienza a explicarle su plan.
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El cumpleaños de la pequeña Haewon llega más rápido de lo que Mina esperaba, y con este, la necesidad porque todo salga perfecto.
— ¿Como van esos sándwiches? — Pregunta entrando en la cocina, justo después de haber dejado varios tipos de zumos distintos en la mesa de la sala.
Podían oírse los gritos de emoción y las risas desde la cocina, proviniendo desde la habitación de la pequeña. Y Mina sonríe porque sabe que todo parece ir como debe. Si Haewon estaba pasándolo bien significa que todo va perfectamente.
— Mina, solo tengo dos manos. — Nayeon se queja, rodando los ojos.
— Bien, te ayudo.
La castaña sonríe satisfecho con esa respuesta y comienza a explicarle cómo lo está haciendo.
— Estos son de crema de cacahuete y mermelada, estos de queso y estos de jamón.— Nayeon le indica, señalando tres bandejas de plata distintas, donde caras de pan blando se encuentran listas para rellenar.
— Entendido — Mina asiente con una sonrisa, ahora estando más tranquila sabiendo que Haewon se lo estaba pasando bien—. Manos a la obra.
Ambas terminan de preparar todos los sándwiches y en un pequeño plato a parte colocan galletas que Mina había horneado esa misma mañana.
Mina lleva las bandejas de comida a la sala, dejándolas en la mesita de café. Y una vez todo está perfectamente colocado, toma el mando de la televisión y la enciende.
— ¡Pequeños monstruos, es la hora de la película!
Risas se escuchan en la habitación de la pequeña, y enseguida un montón de pasos corriendo se hacen presentes a lo largo del pasillo. Justo segundos después, un grupo de cinco niñas y un pequeño rubio aparecen en la sala.
— ¿Que película vamos a ver, mami?— Haewon pregunta, llevando su vestido de Tiana porque era de su color favorito.
El rostro de Mina se ilumina al verla. Ve la coleta que le había hecho aquella mañana completamente despeinada, y eso solo indica que lo estaba pasando genial.
Y eso era todo lo que Mina quería, que tuviera el mejor cumpleaños del mundo.
— La que quieras, pónganse de acuerdo,¿Vale? — Dice, mientras se sientan en el largo sofá.
— Que Haewon, ya que es su cumpleaños.— sugiere Jisung, a lo que las demás niñas asiente en acuerdo.
Mina va a abrir la boca para decir algo pero el sonido del timbre le interrumpe.
— ¿Nayeonnie, podrías ayudar a los niños a poner la película? — Dice un tanto fuerte para que su mejor amiga la escuche desde la cocina.
— Mamá, yo puedo sola — Haewon dice rodando los ojos—. No tengo tres años.
— ¿No? Yo estaba seguro de que justo hoy los cumplías.
— Mala.
— Tía Nayeon al rescate.— dice llegando al salón con un sándwich de mermelada entre sus manos, dejándose caer sobre el sofá al lado de la pequeña y sacando risas a las niñas.
— Mi tía Nayeon es la mejor — Haewon dice abrazando a la castaña.
Mina sonríe mirando la escena pero el timbre vuelve a sonar y rápidamente se dirige a la puerta principal, abriéndola y encontrándose con lo que menos esperaba.
— Hola, Mina.
La sonrisa que Mina tenía dibujada en su rostro desaparece por completo, mientras su corazón se revela en su pecho y su respiración se atasca en sus pulmones.
Delante de ella, se encontraba la rubia de pequeña estatura en la que no había podido dejar de pensar. Esta vez, viste una camiseta negra de manga corta junto a una chaqueta vaquera y unos skinny jeans rotos en las rodillas, y en sus manos una bolsa de tela negra. Verla vestido de aquella forma le resulta extraño, porque está acostumbrada a verla siempre en ropa de deporte.
Pero estaba increíble, siempre lo estaba. Parecía que sin importar lo que llevara puesto, Chaeyoung siempre estaría tan preciosa como ahora.
Y eso le parecía completamente injusto. Porque, ¿Como se supone que no va a enamorarse de ella si era la mujer más bella de la tierra?
— Chaeyoung — susurra — ¿Que haces aquí?
La rubia frunce el ceño levemente y antes de que pueda responder la pequeña Haewon aparece, pasando por al lado de su madre y lanzándose a abrazar a Chaeyoung.
— ¡Entrenadora Chae, has venido!
— ¡Por supuesto! No pensarás que me iba a perder el cumpleaños de la mejor futbolista del mundo — Dice, agachándose para estar a su altura y devolverle el abrazo con una gran sonrisa.
— ¡Mamá, la entrenadora Chae ha venido! — Exclama, girándose para mirar a su madre. Y cuando Mina ve sus pequeños ojos repletos de ilusión, no puede hacer nada más que sonreír.
— Ya lo veo, cielo.
— Pasa, pasa ¿Te gusta mi vestido? Es verde, seguro que te encanta el verde, la blusa favorita de mi mamá es verde y mi vestido también — Haewon habla rápidamente, debido a la emoción de que su entrenadora estuviera en su casa, en su cumpleaños.
Chaeyoung sonríe mientras entra dentro del cálido hogar de Mina y Haewon y cierra la puerta detrás de ella
— El verde es genial, pequeña. — Le responde, feliz de estar allí.
— Lo sé — sonríe — ¿Que es eso?
— Un regalo para la cumpleañera.
Los ojos de Haewon se abren mientras le dirige la mirada a su madre.
— ¿Lo puedo abrir, mamá?
— Los regalos son después de la tarta, cielo.
Es entonces que el rostro entero de Haewon se iluminan con aquellas palabras, y si antes estaba emocionada, ahora rebosaba en ella la pura ilusión.
— ¡Eso significa que la entrenadora Chae se queda a comer tarta! — exclama con la mayor sonrisa en su rostro.
— Solo si a tu madre le parece bien. — Chaeyoung dice, mirando a Mina
A Mina, quien no había visto por tan solo dos semanas pero que se había sentido como una eternidad. Extrañaba su cabello medio largo, su gummy smile, los lunares en su rostro y su forma lenta de hablar, verla nerviosa y tener pequeñas conversaciones en mitad del campo de fútbol.
Y finalmente, volvía a tenerla frente a ella.
— Porfa, porfi, por favor. — La pequeña dice mirando a su madre, juntando ambas manos en forma de suplica y poniendo pucheros.
A lo que Mina no puede negarse, porque es su cumpleaños y si Mina dice que no la pequeña pasaría a estar triste. Así que con un suspiro, asiente.
— Claro, la entrenadora Chae puede comer tarta con nosotras.
Y sí, Chaeyoung sonríe al mirarla dulcemente mientras la pequeña da saltos de emoción en la entrada de su casa, eso será algo que solo ella sepa.
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