𓏲 Capítulo 6
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— ¿Mamá? — Haewon dice mientras Mina mueve sus manos mojadas y llenas de champú por la cabellera de la pequeña.
Se encuentran en el cuarto de baño de su acogedor hogar. Haewon está dentro de la gran bañera, la cual está llena de agua caliente, espuma y un patito que flota de un lado a otro. El olor a jabón es todo lo que les rodea y después de todas las emociones que había sentido horas atrás por fin encuentra un momento de tranquilidad entre las paredes blancas de su cuarto de baño.
— Dime cielo. — dice en un tono relajado.
— ¿Por qué nos hemos ido tan rápido? No le he podido decir adiós a la entrenadora Chae.
La tranquilidad dura poco cuando aquel nombre aparece otra vez, y Mina pone una mueca de incomodidad aunque su hija no pueda verla.
— Había que irse. — intenta decir de la manera más suave posible, como si en realidad no hubiera pasado nada.
— Pero tú dices que irse sin despedirse es de mala educación. — Y aunque Mina no pueda verla porque esta de espaldas a ella, sabe que su hija tiene el ceño fruncido.
— Lo es. — suspira. Porque ciertamente lo era.
— ¿Entonces?— la niña aprieta los labios — ¿Te has enfadado con la entrenadora Chae?
Mina suspira de nuevo y aparta las manos del cabello de su hija.
— No, cariño.
La niña se gira en la bañera para poder quedar frente a su madre y mirarla con aquella expresión que gritaba regaño.
— Tú siempre me dices que hay que decir si algo nos molesta, porque la otra persona no puede leer la mente. Que es importante comunicar los sentimientos.
Rueda los ojos como una niña pequeña, maldiciendo el momento en el que dijo aquello.
— No tengo que comunicar mis sentimientos con tu entrenadora, ella es solo eso, tu entrenadora
— Pero la entrenadora Chae te hace sonreír, le gustan tus galletas y estoy segura de que quiere ver sus películas favoritas y llevarte a una cita. — dice apoyando sus manos mojadas en el borde la bañera mientras levanta las ceja de arriba abajo.
Mina entonces suelta una pequeña risa ante las palabras de su hija, de algún modo, le hacen sentir un poco mejor que ella piense eso. Al menos una de las dos lo hacía.
— ¿Tú crees? — le pregunta entonces.
— ¡Si!— exclama con emoción — Jisung dice que los ojos de sus papás brillan cuando se miran, y los de la entrenadora brillan mucho cuando te está mirando a ti.
Mina mira a su hija con adoración y se muerde el labio ante eso, pensarlo le da vértigo, ¿Pero y si su hija tenía razón? Tal vez, el universo estaría de su parte, esta vez.
— Eres demasiado observadora, ¿Lo sabes?
— Tía Nayeon dice que lo he heredado de ella — Presume con orgullo.
Mina se ríe y niega con la cabeza levemente.
— Anda, terminemos de bañarte antes de que se enfríe la cena.
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— ¿Ya se ha dormido? — pregunta desde el sofá al ver a su mejor amiga salir del cuarto de Haewon.
— ¿Dudas de mi talento como cuenta cuentos?— con una sonrisa Nayeon pregunta justo antes de desplomarse a su lado en el sofá.
Mina sonríe y le da un sorbo a su taza de té roja de la cual todavía salía humo.
— ¿Cuanto crees que debe odiarme en una escala del 1 al 10?
— Le has besado Mina, no has matado a nadie — Rueda los ojos ante la dramática escena
— Ella es maravillosa, demasiado como para ser real. Adora a los niños, tendrías que ver cómo trata a Haewon, la forma en la que le hace reír...— Sonríe tontamente—. No he podido evitarlo, realmente quería besarla
— ¿Entonces cuál es el problema?
— El problema es que no debía haberlo hecho, porque no se nada de su vida privada. Tal vez esta casada, tal vez tiene hijos, tal vez se está viendo con alguien y...
— Entonces simplemente tienes que hablar con ella.
— Cuando lo dices tú parece tan fácil...
— Lo es cariño, solo que el miedo a que algo salga mal te lo hace ver como la cosa más difícil del mundo.
— De todas formas no puedo permitírmelo Nayeon, no solo soy yo.
— Haewon la adora.
— Ya, quizás demasiado. No puedo dejar que la gente entre en nuestra vida y después tener que recoger mis pedazos y los de Haewon cuando se vaya.
— Quizás nunca se vaya, quizás es momento de que permitas que alguien más cuide de ti y de Haewon.
— Para eso te tengo a ti.
Nayeon la mira, y Mina sabe perfectamente lo que quiere decir con esa simple mirada.
Nayeon tendrá su propia vida y no podrá estar siempre que la necesite.
Mina se ríe con un poco de tristeza.
— Estaremos bien, siempre lo hemos estado.
— Siempre van a estar bien, porque se van a tener la una a la otra. Pero Mina, mereces ser amada
La nipona aprieta los labios y apoya su cabeza en el hombro de su mejor amiga
— Da mucho miedo. — Susurra.
— Lo sé — Nayeon dice acariciando su cabello — Lo sé.
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— Tranquila Haewon, seguro que a tu mamá se le pasará.— Jisung dice apoyando su manita en el hombro de su amiga.
Haewon sonríe con tristeza, y está vez ni siquiera fingen estar prestando atención a Chaeyoung, quien les ha mandado a calentar los diez primeros minutos de la clase.
— Mi mamá nunca se va sin despedirse, no quiero que se enfade con la entrenadora Chae.
— Los adultos son raros, yo tampoco los entiendo — Dice el rubio rodando los ojos, haciendo que Haewon ría un poco—. Seguro que lo arreglan hoy cuando termine el entrenamiento, ¿Vale?
— Vale.
Haewon abraza a Jisung con una sonrisa, esperando con fuerza que su amigo tenga razón.
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Todos los niños corren hasta la puerta de metal del campo de fútbol, mientras un montón de padres los recogen y prenden su camino a casa con sonrisas y historias de lo que han hecho hoy.
Sin embargo, Haewon se queda cerca de su entrenadora
— Siento que nos fuéramos corriendo el otro día, te he hecho un dibujo — Dice con un papel abrazado contra su pecho.
Se lo entrega a la rubia con emoción en sus ojos y Chaeyoung se siente que podría llorar. Haewon era la niña más dulce e inteligente que Chaeyoung haya conocido en toda su vida, y entonces, con el dibujo de lo que supone que es ella jugando al fútbol y un corazón verde dibujado en la parte de arriba, Chaeyoung se siente afortunad
— Muchas gracias, ángel —Dice antes de abrazarla—. Y no es tu culpa cariño, supongo que tu madre tenía prisa.
Haewon se separa de su entrenadora y la mira con algo de preocupación.
— ¿Tu y mi mamá están peleadas?
Aprieta los labios, y la realidad es que no sabe que responder a eso. Estaba confundida, había sido besada por aquella mujer que parecía sacada de sus sueños más profundos, y desapareció cuando quiso darse cuenta.
Fue un tanto frustrante, pero decidió no darle demasiadas vueltas y hablar con ella el próximo día.
Solo esperaba que Mina no se arrepintiera de aquel beso, porque sin duda ella no lo hacía.
— No estamos peleadas, pequeña. No te preocupes. — Le sonríe.
ㅡ¡Genial! No quiero que se enfaden.
— No pasará, tu mamá es muy genial, ¿Sabes? — Dice con una gran sonrisa.
— ¡Sí! Es la mejor mamá del mundo. — Chaeyoung asiente.
— Estoy segura de eso.
— Aquí está la mejor futbolista de Corea.
Haewon se gira con sorpresa al escuchar aquella voz, y sale disparada con los ojos brillantes de emoción.
— ¡Tía Nayeon!— exclama llegando hasta ella, quien la toma en brazos con una sonrisa.
— Hola preciosa, ¿Que tal ha ido?
— ¡Muy bien!— exclama, pero entonces frunce levemente el ceño — ¿Y mamá?
— Tenía mucho trabajo y he tenido que venir yo, siento decepcionarte.
— ¡No pasa nada! — dice antes de volver a abrazarla — Así conoces a la entrenadora Chae
La castaña entonces aparta la mirada de su sobrina para mirar a la mujer rubia que parecía un tanto incómoda ahora.
— Hola, soy Nayeon.
— Chaeyoung, encantada
— Siento que Mina no haya podido venir...— Dice con una mueca, un intento de sonrisa que se queda en eso, intento.
— No hay problema.
Aunque en realidad aquello le molesta de cierta forma, Chaeyoung piensa que tal vez simplemente sea así, Mina teniendo mucho trabajo y para nada intentado evitarla
Pero cuando Haewon se despide y la ve marchase de la mano de la chica castaña, por tan solo unos segundos, siente envidia.
Y cuando se da cuenta de eso, se asusta.
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