𓏲 Capítulo 4
────────── ♡ ──────────
— ¡Haewon! — Mina le llama desde la cocina — ¿Puedes venir un momento?
— ¿Que pasa mami?— La niña pregunta mientras corre hasta donde su madre se encuentra.
La japonesa sonríe cuando la ve con un tutu rosado en su cintura y una corona encima de su cabellera, la toma en brazos y seguidamente la deja encima de la encimera.
— ¿Recuerdas que la entrenadora nos ayudó el otro día a llegar a casa?— Pregunta sonriente.
— Sip — dice moviendo su cabeza.
— Estaba pensado que quizás podríamos hacer algo para darle las gracias.
Haewon frunce el ceño.
— Pero ya le dimos las gracias.
— Sí, pero quizás podemos hacer algo especial para ella, por habernos ayudado. Igual que cuando por ejemplo le hicimos un pastel a la tía Nayeon por ayudarnos a arreglar la calefacción.
Los ojos de Haewon se iluminan con la idea de prepararle algo a su entrenadora y enseguida se encuentra asintiendo varias veces con la cabeza.
— ¡Sí! ¡Regalo para la entrenadora Chae!
Mina sonríe y seguidamente deja un beso en la frente de la pequeña.
— ¿Que te parecen unas galletas?
— ¡Galletas de chocolate para la entrenadora Chae!
────────── ♡ ──────────
— ¿Como en las pelis? — Jisung pregunta, con sus ojos grises brillantes y una sonrisa que expresa pura emoción.
Se encuentran calentando un tanto apartados de los demás, hablando entre ellos sin realmente prestar mucha atención. El sol de la tarde brilla y les acaricia la piel de forma agradable.
— Mhmmm — Haewon coloca su mano en su barbilla y se encoge de hombros — No estoy segura, pero mi mamá se pone muy nerviosa. Como cuando la tía Nayeon va a esa tienda de tatuajes y ve a la señora que le gusta.
Jisung frunce el ceño pero asiente.
— ¿Tú crees que tu mamá y la entrenadora se van a casar?
— No lo sé, pero espero que sí porque la entrenadora Chae me cae muy bien — sonríe —. Y tiene un coche muy bonito.
El niño de cabello rubio sonríe.
— Si se casan, ¿Puedo ir a la boda?
— Puedes, pero para eso primero tenemos que a hacer que se enamoren.
— ¿Y como hacemos eso? — Han aprieta los labios.
— No lo sé.
Se quedan en silencio, cada uno pensando la manera perfecta en la que conseguir su pequeño plan.
— ¡Ya sé! — Haewon exclama pero no demasiado fuerte para no ser regañada en mitad del calentamiento — Tengo que hablar con mi tía Nayeon.
────────── ♡ ──────────
— Hola, Mina — Chaeyoung la saluda con una pequeña sonrisa cuando esta se detiene enfrente de ella.
En el campo tan solo se encuentran ellas, porque quizás Mina se atrasa un tanto a propósito para tener unos cortos segundos a solas con Chaeyoung.
No por nada, tan solo porque la rubia es agradable (o al menos eso se dice a si mismo)
— Hola — sonríe.
— ¡Mamá! — Haewon corre hasta ella al verla y Mina se agacha para abrazarla.
— Hola bebé — sonríe apoyando su barbilla en el hombro de su hija.
Haewon se aparta con el ceño fruncido y una sonrisa divertida en su rostro.
— Mamá, ¿No hueles mucho a perfume?
— ¿Qué? Si no me he puesto perfume cielo — Mina suelta una pequeña risa nerviosa.
— Mamá tengo casi 7 años, no 3.
Mina le fulmina con la mirada, y Chaeyoung se muerde el labio para no sonreír.
Y cuando Mina la mira de nuevo sabe que no hay persona en el mundo que se vea tan bien en una camiseta negra ceñida a su cuerpo, unos pantalones grises de deporte y un silbato amarillo colgado de su cuello.
Sin embargo ella se veía tan bien, que Mina casi quiere rodar los ojos ante la injusticia. ¿No le podía haber tocado un entrenador de cincuenta años, con esposa y tres hijos a Haewon?
La respuesta es obviamente no, porque entonces el mundo entero no podía reírse de ella y de su caótica vida amorosa.
Espera, ¿Chaeyoung tiene esposo?
— Entrenadora Chaeyoung, mi mamá y yo tenemos una sorpresa — dice sacando a la japonesa de sus pensamientos.
Chaeyoung levanta las cejas debido a la sorpresa de esas palabras y sonríe con emoción.
— ¿Una sorpresa? ¿Para mi?
— Sí — Mina dice y se acerca un poco más a la rubia.
Saca de detrás de su espalda la pequeña caja de cartón blanca donde habían guardado las galletas de mantequilla y chocolate para seguidamente entregárselas.
— Queríamos darte las gracias, por la ayuda del otro día — Mina explica, y puede que sus mejillas hayan empezado a calentarse una vez más —.Fue muy amble de tu parte.
— ¡Gracias entrenadora Chae!— Haewon exclama y corre a abrazarla
Mina no puede evitar que una sonrisa en forma de corazón se dibuje en su rostro ante la imagen. Chaeyoung abraza a la pequeña con una enorme y sincera sonrisa, y por alguna razón Mina no siente celos de que alguien más sea tan cercana con su hija.
Por primera vez, se siente bien.
— Voy a por mis cosas, ahora vuelvo. — Dice la pequeña al separarse de su entrenadora y echar a correr por el campo.
— Gracias, no era necesario.— dice la rubia mientras se levanta.
— Tampoco que nos llevaras a casa y aún así lo hiciste.
— No fue nada
— Esto tampoco
Chaeyoung sonríe y asiente.
— Te diré que me han parecido el próximo día que nos veamos.
— Te van a encantar — Mina dice sonriente, colocando sus manos detrás de su espalda.
— ¿Sí? Te veo muy segura de ello.
Esta vez Chaeyoung tiene una sonrisa divertida en su rostro, la cual casi causa que Mina deje de respirar por unos segundos.
— Lo estoy, a todo el mundo le gustan mis galletas. Y estas son especiales porque cuentan con la ayuda de una increíble repostera llamada Myoui Haewon.
Chaeyoung se ríe echando su cabeza para atrás como una niña pequeña y seguidamente asiente.
Y Mina puede jurar que su corazón crece un poco ante el gesto.
— Solo por eso ya van a gustarme.— dice, mirándola a los ojos como si fueran los más bonitos del mundo.
Mina aprieta los labios en una sonrisa y aparta la mirada cuando se da cuenta de que se han quedado en silencio observándose la una a la otra por varios segundos.
Es entonces cuando Chaeyoung se mueve para quedar más cerca de la nipona, sus vans negras quedando justo delante de los tacones de Mina en la mitad del campo de fútbol.
— Mina — susurra tomando el mentón de la pelinegra para obligar a mirarla a los ojos.
— ¿Si? — sus ojos marrones se abren con cierto brillo y curiosidad ante la repentina cercanía.
— Tu hija tiene razón, te has pasado con el perfume.
Intenta no aparentar el nerviosismo y la vergüenza que siente al mantener sus mirada en los ojos de la rubia, pero el brillo carmesí en sus mejillas realmente le delatan.
— Bueno si te molesta no deberías acercarte tanto. — susurró también.
— No he dicho que lo haga.
— ¡Ya estoy! — Haewon grita mientras corre hasta ellas
Y en apenas un parpadeo, las dos se apartan como si nada hubiera sucedido.
────────── ♡ ──────────
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro