𓏲 Capítulo 2
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— ¡Auch! — Haewon exclama sentada sobre la enorme cama deshecha de su madre, la cual intenta fallidamente peinarla.
Y es absurdo porque el cabello de Mina es un poco largo, y a veces tiene que hacerse pequeños moños para que no le moleste, sobretodo mientras trabaja.
Pero ahora, algo tan simple como hacer una coleta, parecía imposible.
— Tarde, tarde, tarde — Canturrea la niña, mientras mueve sus piernas de arriba a abajo.
Mina suspira, tiene tanto que hacer hoy que simplemente está saturada.
— ¿Llamamos a la tía Nayeon? — Haewon pregunta.
— No, no necesitamos a la tía Nayeon, Haewon.
— Ella dice que pedir ayuda no es malo.
Mina suspira, pero sigue peinando el cabello rebelde de la pequeña, estando cada vez un poco más irritada.
— Haewon, estoy cansada y tengo mucho trabajo, solo es eso.
— Está bien mamá, tú puedes.
Mina sonríe con algo de tristeza. En días como estos, Mina desea meterse en la cama y no salir en horas, tal vez días. No es por el hecho de ser una madre soltera, ya que su hija era la niña más inteligente, comprensiva y tranquila que podía existir. No es por el hecho de las docenas de tartas que debe preparar, es simplemente un mal día, de esos que no puedes explicar pero simplemente todo parece costarte un poco más.
Pero finalmente termina de peinar a Haewon con una coleta alta y decente, sonríe satisfecha y mientras toman sus cosas para salir de casa, se felicita a sí misma mentalmente.
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Chaeyoung ha empezado la clase cuando Haewon llega corriendo con la mochila entre sus manos. Sonríe levemente al verla correr por el campo hasta donde todos se encuentran.
— ¡Entrenadora Chae, llego tarde!
— Así es — Asiente con una pequeña sonrisa — ¿Todo bien?
— Mal día, mamá no quería pedir ayuda a Nayeon.
— Ya veo —Aprieta los labios y asiente —. Pero ya estás aquí, así que ponte a calentar con tus compañeros, ¿Vale?
— ¡Sí, entrenadora Chae!
Y con una sonrisa Chaeyoung se cruza de brazos mientras la ve correr hasta donde sus compañeros se encuentran.
Que el entrenamiento comience.
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Todo sale bien. Chaeyoung sonríe satisfecha al ver cómo los niños salen corriendo hasta la entrada del campo de fútbol, donde sus padres esperan para recogerlos. Entonces se acerca a los banquillos donde había dejado su bolsa para guardar su botella de agua cuando alguien estira de su camisa.
Y al girar su cabeza, se encuentra a la pequeña Haewon.
— Entrenadora Chae, me sangra la rodilla.
Y Chaeyoung entra en pánico en el momento en el que la pequeña japonesa se levanta un poco su pantalón corto y ancho de deporte para dejar a la vista una herida la cual había comenzado a sangrar.
— ¿Pero que ha pasado? — Chaeyoung pregunta preocupada, tomando la mano de la pequeña para guiarla hasta el banco azul e indicarle que se siente.
— Me caí mientras le intentaba quitar la pelota a Jisung — La niña dice encogiéndose de hombros, como si no fuera la gran cosa.
Aún así, aunque Haewon no parecía dolida ni lo más mínimo, Chaeyoung por dentro estaba más preocupada de lo que aparentaba por fuera.
Y no era por la herida, no era la gran cosa, tan solo sangraba levemente y eso siempre te hace preocuparte más. Pero era el hecho de que la pequeña estaba a su cargo y había salido herida, y a pesar de que era un deporte y esas cosas pasan, Chaeyoung no puede evitar sentirse culpable.
— Bueno, no es nada. Ahora la curamos.— La rubia dice tomando su bolsa y buscando en ella lo necesario para curar la herida.
— ¿Tiritas? — Haewon pregunta un tanto tímida, moviendo sus piernas de arriba a abajo.
Chaeyoung levanta la mirada de su bolsa para mirar a los ojos de la pequeña y sonríe.
— ¿Te gustan las tiritas? — Haewon asiente alegremente — Tengo muchas, podrás elegir.
— ¡Verde, verde!
Y con una sonrisa, Chaeyoung asiente.
— Verde será.
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Mina suspira cuando entra en el campo de fútbol, en busca de su hija. Había sido un día agotador, pero había terminado todas las tartas que debía preparar y ahora podía volver a respirar.
Ve a Haewon sentada en uno de los banquillos con Chaeyoung sentada en el suelo y no puede evitar sonreír levemente mientras se acerca.
— ¡Mami!— Haewon exclama levantando los brazos con emoción pero sin moverse del banquillo que se encontraba a la sombra.
— Hola bebé, ¿Como ha ido?— Dice con su sonrisa de encías una vez está frente a la pequeña.
— ¡Bien! ¡La entrenadora Chae me ha curado la herida y me ha puesto una tirita verde!
El ceño de Mina se frunce tras las palabras de la pequeña, y enseguida mueve su cabeza hasta la coreana
— Lo siento mucho, no me he dado cuenta y tenía que haber prestado más atención. No volverá a pasar.
En cierto modo, Mina quiere reírse por la preocupación en la rubia. Pero intenta no hacerlo porque eso no sería muy adulto y responsable de su parte.
— ¿Pretendes que no vuelva a lastimarse haciendo un deporte donde estas cosas pasan seguido? — Pregunta con una pequeña sonrisa.
— Yo... no lo sé, tal vez — Suena más como pregunta que otra cosa, y eso saca una pequeña risa a Mina.
Haewon mira la interacción entre las dos adultas en silencio y con una pequeña sonrisa, moviendo sus piernas con emoción.
— No estoy molesta Chaeyoung, es normal. Los niños tienen que caer y aprender a levantarse, es algo normal. Además no es nada grave, solo un pequeño rasguño.
A Chaeyoung le alivia que Mina no esté molesta, pero sigue sin poder evitar sentirse un tanto culpable.
— Sí, pero...
— Mami — Haewon interrumpe, poniéndose de pie mientras corre hasta su madre — ¿Podemos comprar tiritas verdes como las de la entrenadora Chae? No tenemos de ese color y es mi favorito.
— Por supuesto, cielo — Acaricia el rostro de su hija con la sonrisa más dulce posible, derritiendo un poco el corazón de cierta mujer —. Ahora ve a por tus cosas para que podamos irnos.
— Sí, señora — La niña hace un saludo militar con su mano.
Haewon sale disparada a por sus cosas, corriendo como si no hubiera nada en el mundo que pudiera pararla, ni siquiera una pequeña herida.
— Gracias por curarle.— Mina dice entonces, mirando a la coreana.
— Por supuesto, es lo mínimo que puedo hacer — Sonríe sincera
— Entiendo por qué Haewon está obsesionada contigo — Aquello no era exactamente lo que Mina quería decir, pero las palabras habían salido de su garganta antes de que pudiera hacer algo al respecto y ahora sus mejillas se encuentran decoradas por diferentes tonos carmesí.
Eso saca una sonrisa divertida a la castaña, quien se cruza de brazos mientras hace como si no se hubiera dado cuenta del rubor en las mejillas de aquella mujer japonesa.
— Tengo muchas hermanas menores, supongo que es un encanto natural.
— Es tranquilizador saber que la dejo en buenas manos. — Sus mejillas se encienden un poco más, apartando la mirada y comenzando a jugar con sus propios dedos.
En respuesta Chaeyoung suelta una pequeña risa, causada por el nerviosismo que Mina parecía tener de repente.
— ¡Ya estoy, ya estoy!— Haewon grita mientras corre hacia ellas con su mochila entre sus brazos.
— Gracias de nuevo, adiós. — Mina susurra tomando la mano de su hija
— Adiós — Chaeyoung le responde sin borrar su sonrisa — Hasta el viernes, Haewon.
— ¡Hasta el viernes entrenadora Chae!
Y cuando ve a ambas abandonar el campo, mientras la luz naranjada de la tarde las ilumina, Chaeyoung piensa que aquella mujer de cabellos negros y ojos color miel, es un tanto adorable.
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