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# 23 | Dempire

   ☪️ A N N E T T

El dolor que siento en este momento se extiende por todo mi cuerpo y se intensifica en mi cabeza cada vez que quiero e intento recordar. Por más que insisto, mis recuerdos suelen estar bloqueados.

No recuerdo nada sobre todo lo que hizo Annebett durante su tiempo de libertad aunque Azbel y Valkian me hayan contado lo más importante.

Sin embargo me frustra no haber tenido el poder suficiente para haberla dejado atrapada en mi, por haber perdido control de mi cuerpo y tener un fragmento de sucesos sin recordar.

Valkian se encargó de traerme a mi habitación, cargada en sus brazos, de mi parte incomoda ante la cercanía.

Siendo obligada por ambos a descansar sin embargo no dejo de pensar en Annebett. No dejo de ver mi reflejo en el espejo desde la cama, ladeo la cabeza y es extraño que ella no aparezca, no hay rastro de la Annett malvada.

Atenta en mi reflejo observo con detenimiento mi cicatriz. El tiempo que he estado aquí a disminuido un poco, con cada muerte por mi mala elección.

Deben haber pasado horas desde lo sucedido.

>Fui atrapada por mi oscuridad y la vencí<

Suspiro y enarco una ceja al verlo reflejado en el espejo. Al instante curvo una media sonrisa.

—Hola Bel

—Extrañé un poco escuchar ese diminutivo viniendo de ti.

Giro mi cuerpo, tal movimiento me provoca una mueca de dolor, me esfuerzo en seguir sonriendo y ocultarlo.

—Yo extrañé estar de vuelta, apesar de que estoy atrapada en este mundo.

Azbel se aleja del marco de la puerta y se adentra a la habitación sin cerrar la puerta.

—¿Sigues sin recordar?

Borro mi sonrisa

—Nada —hago una corta pausa— sigo sin creer todo lo que yo... ella hizo. Solo me dejó un dolor de cabeza, espalda y sin memoria —rio sin ánimos.

Su mirada fija en mi comienza a incomodarme.

—¿Por qué me ves así?

—Recuerdo tus alas oscuras — Bel avanza hasta detenerse en la cama y sentarse en la orilla frente a mi — captaron mi interés, eran diferentes. Muy oscuras, grandes. Muy diferentes a la de todos los demium del infierno, a las mías, a las de Betzalel y las del Rey Oscuro. Transmitían un gran poder —ladea un poco la cabeza— te mirabas bien con ellas. Demasiado... bien.

Medio sonrío

—Lastima que no las recuerde —suspiro— Además con lo que me contaste, las obtuve gracias a ti. Si tengo que robar tu poder para tenerlas entonces no las quiero.

—Tus alas son parte de ti, nunca las rechaces.

Pestañea varias veces cuando sus ojos comienzan a tornarse negros por completo.

Alerta retrocedo un poco en la cama.

—Puedes volver a intentarlo, cuando te recuperes intenta crecer tus alas.

—Esas alas se fueron con Annebett, eran de ella, no mías.

—Son el mismo ser. Ella no desapareció, sigue atrapada dentro de ti —insiste y se levanta— tus alas aparecieron cuando más las necesitabas.

—Solo quedan marcas Bel —hago una mueca triste. Admito que me decepciona no haberlas visto, no tenerlas o hacerlas crecer siendo Annett.

Él comienza a rodear la cama, cada vez se acerca a mi sin ninguno apartar la vista del otro.

—Déjalas crecer

—No puedo —paso saliva cuando se detiene a centímetros de mi— Ahora no estoy en peligro, no las necesito.

—Estas frente a un demium ¿qué te hace creer que no quiero hacerte daño?

—No lo harias —emito en voz baja, cada vez mi corazón se acelera más.

Azbel curva una retorcida sonrisa, acorta toda distancia y se inclina un poco.

—¿Segura? Provengo del mal, del infierno.

—Soy peor que tú Bel —afirmo sin dejar de verlo.

Musita, ante mi comienza a cambiar. Primero sus ojos se vuelven completamente negros y comienzan a crecerle cuernos en su cabeza.

—Azbel —pronuncio en voz baja su nombre.

Al instante pego un brinco cuando levanta sus brazos y guía sus manos a mi rostro. Permanezco quieta con el corazón acelerado al ver las garras negras que crecen en cada uno de sus dedos.

Sin él apartarse, sigue subiendo hasta dejarla en mis sienes, provocándome un indescriptible dolor que me hace cerrar los ojos y gritar.

Por unos largos segundos dolorosos hasta que Bel me suelta y al abrir los ojos lo veo caer hasta una esquina de la habitación.

Estoy por levantarme con la intención de huir cuando imágenes en mi cabeza aparecen con cada uno de los recuerdos de Annebett.

Veo mi ser maligno hablando la mayor parte con Valkian, recuerdo su voz y sus palabras.

Ambos en el jardín, en la cocina.

Encerrada con Valkian en su ataúd.

La veo hablar con Azbel con la intención de entrar en su cabeza sin embargo él es más rápido y imita su misma acción y ella cae de rodillas frente a él con sangre oscura bajar de su nariz.

Después la veo robar su poder, romper un escudo de energía y enfrentar a una vampiresa que aseguro que se trata de Valliolett.

Veo el momento exacto cuando crecen sus alas negras, cuando ataca a Valliolett creando una estaca de madera con líneas oscuras.

Cuando habla con Azbel y con Valkian, su voz se graba y se repite en mi cabeza: Ambos son míos, solo nosotras podemos matarlos.

Tan pronto cada recuerdo se desvanece y caigo de rodillas al suelo.

—¡Ahhh! —grito con mis manos en mi cabeza hasta que el dolor comienza a desparecer por completo. Con la respiración acelerada bajo mis manos y enfoco la vista en Azbel quien se encuentra de pie — ¿Qué... hiciste?

Él comienza a avanzar hasta mi, al llegar cerca, con delicadeza me ayuda a ponerme de pie sin soltarme de los brazos. Sus cuernos han desparecido  como el tono negro por completo de sus ojos.

—Volviste entrar a mi cabeza

—Solo te ayudé a recordar, necesitaba saber que hizo Annebett —me suelta lentamente.

—Por un momento creí que —hago una corta pausa, al mantener el equilibrio él retrocede dos pasos— ibas a matarme.

—No es mi misión

Dicho esto y lo veo avanzar a la salida hasta que sale por esa puerta y lo pierdo de vista.

Dejo salir un profundo suspiro y limpio el sudor de mi frente.

Recordé todo

Vuelvo a estar conectada con Annebett.

Me volteo y con pasos lentos, ignorando el dolor en las marcas de mi espalda me dirijo a la salida.

Necesito hablar con Valkian, sucesos que sigo sin comprender lo involucran.

Con gran esfuerzo bajo las escaleras, me sostengo del barandal y en cada escalón descanso segundos y continuo hasta llegar al centro de la Mansión.

—¡Valkian! —observo a ambos lados, comienzo a avanzar con pasos lentos —¿Valkian? —cerca de la puerta que da al jardín me detengo, desvío la vista al pasillo mientras coloco un cadejo de mi cabello detrás de mi oreja.

Medio sonrío al escucharlo con mi audicción que parece que he perfeccionado.

Avanzo por el pasillo en dirección a lugar favorito de encierro. Cuando llego a la puerta la abro y entro sin permiso.

Mi vista recae en los estantes de libros y después en el escritorio donde veo a un vampiro recargado con una copa con líquido transparente en su mano.

—¿Podemos hablar?

—Ya entraste sin permiso —me señala la silla frente a él mientras bebe con una mueca.

Tomo una profunda respiración y avanzo hasta llegar a la silla y tomar asiento.

Luce demasiado pálido y débil. Las mangas de su camisa las tiene dobladas hasta sus codos que me permiten ver heridas sin sanar. Sin embargo evito preguntarle al respecto.

—¿No deberías estar recuperándote? Tú cuerpo colapsó Annett.

—Al igual que mi cabeza —capto su atención— Bel me ayudó a recordar.

—Tenía la seguridad que podría hacerlo —se encoge de hombros y le da un trago a su copa.

—¿Lo sabias? —bufo y me recargo en el repaldo de la silla— ¿Y aún así lo permitiste? Fue doloroso Valkian, creí que tú ibas a... salvarme.

—No te mató Annett, estoy consciente del proceso doloroso que tuviste que pasar. Te debo una disculpa por no intervenir —desvía la vista en la puerta— si es todo, con toda mi amabilidad te pido retirarte.

Guardo silencio sin querer levantarme.

—Estas así por Emely —digo de pronto.

Él baja la vista mientras mueve su copa.

—Vamos a salvarla —me inclino un poco— A tu hija como a Anni. Te doy mi palabra.

Con su larga uña hace ruido al tocar el cristal de la copa.

—Valkian...

—No puedo salvarla. No puedo hacer nada desde aquí —alza la vista— Mi única hija, mi guerrera depende de mi.

Estoy por levantarme cuando lo veo lanzar la copa a la pared que al estrellarse se hace añicos.

—Valkian, Valkian por favor mírame —me aferro del antebrazo de la silla— vencimos a Valliolett, lo haremos con el Rey Oscuro y Emely estará a salvo.

—Valliolett no era nada a lo que el Rey Oscuro puede hacerle —gira a verme notando sus colmillos sobresalir de su boca al igual que el carmesí de sus ojos —no puedo perderla.

Nos invade el silencio, respeto su dolor. Lo entiendo al estar separada de Anni.

Sin dejar de verlo me remuevo  incómoda en mi lugar. Tengo tanto que preguntarle.

—En los recuerdos que vi de Annebett, tú salias hablando con ella —hablo acabando con el silencio— Te conocía tanto. Se refería a un secreto. Los vampiros enemigos de todos los reinos.

—Estaba equivocada, ella no sabía nada de mi y de mi reino.

—Pero —enarco una ceja— ¿Por qué afirmó todo eso? —obtengo su silencio— Valkian —me inclino un poco, busco su mirada— recuerdo la sangre en la cocina. La sangre de Bel te ayudó a sanar pero la rechazaste. Tenias las misma heridas que ahora —gira a verme— ¿Por que él Rey Oscuro tiene a Emely? ¿Qué es una Dempire?

Lo veo negar varias veces, sus manos las apoya en la orilla del escritorio.

—Annebett no estaba equivocada. Ella logró ver mis recuerdos. Lo sabía. Siglos de guerra, secretos entre vampiros —hace una eterna pausa— Annett, hace mucho tiempo que los vampiros dejamos de existir en este mundo, no soy completamente vampiro.

Meneo la cabeza, lo veo con detenimiento. Su aspecto me dice lo contrario.

—Eres un vampiro Valkian

—Con sangre demoníaca. Mitad vampiro, mitad demonio. Un Dempire —se encoge— pertenezco al infierno al igual que Azbel.

Entre abro mis labios sin articular palabra ante tal confesión.

—Estamos malditos —agrega y se toma segundos en continuar sin tener mi interrupción— Hace siglos, cuando mi creador era el Rey de Sangrier, éramos solamente vampiros de sangre pura. No existian guerras drásticas contra el Rey Oscuro, solamente con los reinos rivales, por desacuerdos. Después de luna de sangre, Vakot Lekan, mi padre tuvo un enfrentamiento con el antiguo líder del reino de las sombras, querían controlar a cada vampiro, eran nuestro primer enemigo. En ese enfrentamiento, lo venció, desgraciadamente el cargo quedó a Shaw, su descendiente, quien en esta guerra fue al primer líder que derrote.

>>Sin embargo en ese entonces aun no era nombrado rey, no si el antiguo Lekan seguía existiendo. Mi padre ganó esa guerra pero quedó gravemente herido, no sanaba, estaba demasiado débil para nombrarme nuevo rey. Sin un Rey, nuestro reino iba a desaparecer. No podíamos permitir dejarlo morir.

>>En una reunión con cada Lekan, llegamos a la conclusión de que teníamos que salvarlo sin importar el sacrificio o precio —hace una corta pausa. Evita verme, su vista se mantiene al frente— buscamos al Rey Oscuro, le pedimos su ayuda y tras insistir, lo salvó. Fue Donovan de hecho, solo logramos hablar con él, en ese tiempo Luzziel que aun existía se negó a ayudar. Para él no existía cura, iba a permitir que el rey vampiro desapareciera junto a su reino. Se nos hizo fácil aceptar la ayuda de su hermano, poder curarlo y así lo hizo.

>>Mi padre volvió a ser el vampiro fuerte que era. El reino parecía estable, ningún vampiro débil durante dos años hasta que el efecto comenzó. Donovan lo habia curado con sangre demoníaca y a su vez lo maldijo, como rey se volvió un Dempire y a su vez toda su descendencia, todo el reino cambió. Sin explicación teníamos sangre vampirica y demoníaca mientras Vakot seguía luchando contra ella. Cada vez lucia más descontrolado, comenzó a cazar demonios y alimentarse de ellos, rechazó la sangre mortal. Obligó al reino a hacer lo mismo. Incluso yo lo hice, todo parecía que cada vez nos volvíamos demonios, no nos quedaba nada del vampirismo. No podía ver a los vampiros caer y rendirse. Tuve que tomar una decisión por todos.

Lentamente me levanto y me acerco a él.

—¿Qué hiciste? —pregunto intrigada.

—Volví a buscar a Donovan, se negó a succionar la sangre demoníaca, no podía hacerlo, sin ella todos dejaríamos de existir. Tras una conversación con mi padre en su estado de cordura me pidió buscar una estaca del árbol sagrado. Después, con todo el esfuerzo logró nombrarme como el nuevo Rey y al tercer día, se clavó esa estaca a el mismo. Creímos que la maldición se exfumaria más me fue heredada.

Coloco mi mano en su hombro derecho.

—Me negaba a hacer lo mismo Annett. Tuve que resistir por mucho tiempo. Tenía los mismos efectos pero apesar de todo me seguía comportándo como un vampiro, seguía alimentándome de sangre de los humanos en cada luna de sangre. Por mucho tiempo hasta que lo logré, la sangre demoníaca desapareció, parecía haber una cura. Volvimos a ser solo vampiros o eso creímos. Cuando tuve a Emely con Valliolett, ella nació con sangre demoníaca, la maldición seguía ahí. En todo este tiempo, solo la mantuvimos oculta en nosotros mismos. En mi reino existe la regla de ningún vampiro probar la sangre demoníaca, ni mucho menos el Rey, lo cual incumpli una regla.

—Tenias que curarte Valkian

—Condene a mi reino, mi debilidad los procede a ellos —se cruza de brazos— No puedo cambiar a ser el mismo vampiro de antes. Lo peor es que cree a Emely, es la vampiresa más joven, la última Lekan. El Rey Oscuro con ella puede cambiarla a una Dempire sin problema, sin estos efectos. Lograr su plan, convertir vampiros a demonios. En el momento que ella beba sangre mortal, él la atacará. Acabará con la sangre vampirica y la consumirá la sangre demoníaca.

—¿No hay nada que se pueda hacer?

Sus ojos rojizos me observan fijamente. Dura pocos segundos en silencio.

—Existe una cura, tú Annett. En el momento que destruyas al Rey Oscuro nos vas a liberar. Por ti volveremos a ser vampiros de pura sangre, solamente vampiros de nacimiento.

Paso saliva

—Si los salvo ¿cambiará el hecho de que quieras usar mi sangre para tu reino? De darles la libertad a los vampiros y atacar cuando quieran humanos de mi mundo.

—Sin la maldición, estaremos sedientes. No hay manera de cambiarlo Annett.

Comienzo a bajar mi mano, la deslizo por todo su brazo hasta llegar a su mano.

—Que difícil elección tengo —mascullo bajando la vista.

—Harás lo correcto. Tengo la esperanza de que volveremos a ser solo vampiros.

Medio sonrío, mi vista recae en mi mano sobre la suya. Rozo sus pálidos y fríos dedos. Con miedo la entrelazo con la mía y lentamente levanto la vista.

—El dilema es que no quiero que dejes de existir. Ni tu, ni Azbel.

Sin soltarme, Valkian levanta su mano con la mía lentamente hasta la altura de mi pecho.

—¿Y si no elijo esta vez? Valkian, me importas al igual que Bel. A ambos los necesito. No puedo contra el Rey Oscuro sola, sin ustedes. No puedo... ocultarlo más —humedezco mis labios — Controlar cada latido de mi corazón cada vez que estoy cerca de cada uno.

—Puedo escucharlo. Cada latido Annett —con su otra mano libre, la deja en mi mejilla rozando mi cicatrizar con sus dedos.

—Son exactamente lo mismo —murmuro y por un segundo observo sus labios.

—No me compares con un demonio como Azbel.

Río sin ánimos

¿En qué momento acorte la distancia?

Me gusta la cercanía, su mano entrelazada a la mía.

Lo veo en todos mis recuerdos desde que llegué a esta Mansión.

—Valkian yo —hago una corta pausa. Tomo una respiración profunda y sin más explicación me inclino sellando mis labios con los suyos en un simple roce— quería hacer esto.

Sonríe y al instante me atrae a sus labios con su mano en mi nuca. Mis colmillos crecen y chocan contra los suyos entre el beso que cada vez se profundiza hasta que finalmente me alejo con una amplia sonrisa.

No obstante un leve ruido causa nuestra atención. Ambos fijamos la vista en su anillo de gema azul, la grieta crece más hasta romperlo y cada trozo cae al suelo.

Rápido Valkian me suelta y me empuja un poco. Su anillo en el dedo meñique desaparece por completo.

—Perdí a Emely

—Ya es una demium —emito sin creer que es demasiado tarde para ella.

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