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#1| Vienen por mi

                             A N N E T T

ALGUNAS personas le da un significado valioso a los sueños. Puede que a veces sean difícil de recordar, una señal o una simple alucinación de nuestra imaginación, aunque finjamos dormir ese clip de nuestro cerebro se encuentra encendido creando sueños que a veces se convierten en horribles pesadillas.

Lo peor es cuando te atormentan por las noches y cuando despiertas recuerdas cada una sin encontrar un significado. Y al día siguiente, cada noche es exactamente lo mismo.

Desde que era una niña de 5 años y puedo recordar he tenido este tipo de pesadillas, sueños que no me explico al ser tan extraños. Cada vez me cuesta dormir, por más medicamentos o terapias que tome.

Los sueños están ahí y no son nada lindos. He llegado a ver sombras, he visto en mis sueños cadáveres, muertes, he escuchado gritos, voces siniestras. He visto a alguien acechandome por las noches, sentir que escapó de mi propio cuerpo y cuando despierto, la realidad es que estoy sola en mi habitación, pero cuando cierro los ojos, ahí está otra vez acompañado del miedo.

He tenido que vivir con esto, antes siendo un problema para mis padres y ahora, al tener una edad adulta, tener que sobrellevarlo sola o aprender a hacerlo. Vivir con esto y aunque aún me causa miedo, evito gritar por las noches. Prefiero no cerrar los ojos cuando sé que si lo hago no podré descansar.

Y cuando el sueño me está venciendo, no cierro los ojos. Con la lámpara encendida observo por toda mi habitación sin ver nada, estoy sola. Cubierta por las cobijas hasta arriba sin dejar de ver esa puerta, una parte de mi tiene la esperanza que sea abierta por mi madre y recurra a abrazarme, decirme que todo estará bien, quedarse conmigo pero sé que no será así.

>No te duermas Ann<

Mis ojos pensan, adormilada giro a ver el reloj en mi buró.

3:00 am

Otra vez concentro la vista en el techo, bostezo continuamente, en mis ojos se acumulan las lágrimas y cuando ya no puedo más, en algún punto me quedo dormida.

Otra vez atrapada en una pesadilla

Esta vez no me altero, trato de guardar la calma y comienzo a caminar al estar en una clase de bosque pues hay muchos árboles a mi alrededor. Por una luna llena hay iluminación que me guía y ayuda.

Aveces intento ser valiente, averiguar cada pesadilla y no despertar hasta saber el porque pero llega un momento que despierto cuando el miedo me vence.

Tomo una profunda respiración y comienzo a caminar lentamente alerta. Llevo puesta mi pijama, me abrazo a mi misma al sentir un viento frío azotar contra mi cuerpo.

—Ho...hola —sigo avanzando— ¿Hola?

Tan pronto me detengo al chocar contra una piedra y al bajar la vista por inercia retrocedo torpemente cayendo al suelo.

—No

Niego varías veces al ver una lápida frente a mí con mi nombre inscrito.

En memoria de Annett Weil
2004 -2022

Nunca había soñado con mi propia muerte y sea lo que signifique no me está gustando nada.

Comienzo a llorar, me levanto lentamente y arrodillada me acerco hasta tocar la lápida. Cuando mis manos tocan parte de las letras, estás comienzan a borrarse.

Asustada me levanto y retrocedo varias veces cuando oscuridad consume mi lápida sin poder verla. Más y más oscuridad a mi alrededor sin ver nada.

Cuando doy un paso adelante, una mano me sujeta con fuerza de la muñeca, tan pálida y huesuda.

Grito asustada e intento safarme cuando un eco de risa siniestra perciben mis tímpanos.

En algún momento lo logro, soy libre, me tambaleo un poco. Me doy la vuelta y corro con prisa. Sin embargo mis pies fallan, me trompiezo y caigo.

—Vamos, despierta Ann —me digo a mi misma al ver detrás de mí la oscuridad acercarse a mí. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir sin regresar a la calma de mi habitación.

Retrocedo poco a poco sentada en el suelo pero nada evita que sea atrapada y grite cuándo me sujetan del tobillo y me arrastran haciendo eco mis gritos de auxilio.

Sobresaltada despierto, asustada bañada en sudor. Inhalo y exhalo varias veces y al ver el reloj noto que a cambiado.

Son las 4:00 am

Dejo de ver la hora, llevo mi mano a mi pecho escuchando mis corazón latir acelerado y cuando bajo la vista veo una marca en mi muñeca, rojiza casi morada. Una clara marca de dedos clavados en mi piel y tres rasguños. Y es suficiente para no querer dormir más.

...

5:00 am

Sigo despierta

6:00 am

Trato distraerme con mi celular pero a final se descarga y lo dejo cargando.

7:00 am

Me es difícil ya dormir así que me levanto y salgo de la cama. Descalza me dirijo al baño, entro y al cerrar la puerta veo mi reflejo en el espejo. Tengo horribles ojeras bajo mis ojos, con mi mano alejo un mechón de mi cabello de mi rostro descubriendo mi cicatriz que tengo desde niña en mí mejilla. Diminuta pero visible, parecida a una media luna.

Alejo mi mano cuando la toco. Apoyo mis manos en el lavamanos, suspiro y abro la llave. Me inclino un poco y me empapo el rostro con agua fría en un intento de olvidar.

(...)

Alisto mi mochila después de haber tomado un baño y alistarme para ir a la preparatoria. Me la cuelgo en el hombro derecho, me doy un último vistazo en el espejo completo, peino mi castaño cabello, siempre lo dejo suelto para cubrir mi cicatriz que es burla para quién me ve.

—Tú puedes Ann

Me doy la vuelta y prosigo a salir de la habitación.

Bajo las escaleras en dos en dos hasta llegar a la planta baja. Avanzo al comedor esperando ver a mi hermana sin embargo no se encuentra presente más que el desayuno servido.

—Anni —la llamo a medida que me acerco

Y entonces la veo salir de la cocina con un pastel entre sus manos. Sonriente mientras canta desentonando.

—¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querida Ann! ¡Felicidades a ti! —se acerca hasta mí — lo siento soy mala haciendo esto —rie mientras levanta el pastel con las velitas encendidas exactamente un número en especial —pide un deseo y sopla las velitas —le sonrío, dudo un momento que pedir exactamente cuando lo que quiero, no puedo tenerlo de vuelta. Así que solo viendo a Anni pido nada más que estar las dos juntas — ¡Felices 18 hermana!

—Gracias Anni

Ella con su dedo me embarra en la nariz un poco de pastel y da un paso atrás siendo difícil que no me contagie la risa.

—No era necesario, creí que no te acordarías.

—¿Olvidarme tu cumpleaños? Jamás, puede que pagar la luz, el internet e ir a trabajar pero esto, nunca.

Anni deja el pastel sobre la mesa, después se acerca a mí y me abraza.

—Feliz día hermana

—Gracias —repito en voz baja. Ella se aleja un paso atrás —me gustaría que ellos estuvieran aquí —no evito decir con nostalgia— los extraño.

Su mirada refleja tristeza

—A mi también Ann pero ahora solo somos tú y yo —atrapa mi mano, por mi suéter no ve la marca— con eso basta para festejar este día. Tú día —enfatiza y me guía hasta el comedor —asi que te dejarás consentir por tú hermana mayor.

Asiento sin dejar de sonreír y tomo asiento en la mesa.

—¿Todo esto lo preparaste sola?

—Me levanté muy pronto, no hice el menor ruido para no despertarte.

Borro mi sonrisa

>Ni siquiera dormí bien Anni<

—Y antes de que se me olvide —la veo buscar en sus bolsillos de su falda— ten, es tú regalo de cumpleaños.

Me extiende una pequeña cajita color azul, dudosa la acepto hasta abrir la tapa y ver un collar con dije de media luna.

—Es un regalo de parte de mamá, quería que hoy lo tuvieras. Tantas veces me recordó que este día te lo diera. Lo guardé por años.

Siento un nudo formarse en mi garganta y más al tocar la luna, sacar el collar y colocarmelo.

—Le gustaba admirarla cada noche

—Para ella era lo más hermosa como nosotras Ann —busca mi mano y la sujeta captando mi atención— vamos a desayunar.

Dejo de tocar el dije y asiento

Entonces noto dos platillos más puestos en la mesa.

—Anni, no hagas eso —emito logrando que ella detenga la cuchara a centímetros de su boca— poner cada año, en nuestros cumpleaños sus lugares en la mesa. Ya no están con nosotros.

Ella baja la cuchara, hay tristeza en su mirada.

—Es una forma de recordarlos Ann, quiero sentir que están presentes este día tan importante para ti —niego varias veces— los quitaré okey. Solo come, deja de verme así y... no me juzgues.

Estoy por hablar cuando mejor guardo silencio.

Para ambas es difícil superar la muerte de nuestros padres hace tres años. Donde nos quedamos solas y cambió nuestra vidas. Para ese entonces, Anni ya era mayor de edad, con la edad necesaria para tener mi custodia y hacerse cargo de mi como tutora y hermana. Aunque para ninguna a sido fácil sin tener a ambos cuando fueron los padres más amorosos que tuvimos.

Sin decirle nada, ambas nos disponemos a comer en silencio hasta que hablo:

—Otra vez tuve esas pesadillas —capto su atención mientras le da un trago a su jugo de naranja— esta vez fue distinto. No había voces más que oscuridad, algo emergiendo de ella y vi mi propia tumba.

—No me asustes Ann

—No te estoy mintiendo, te estoy diciendo la verdad.

Ella suspira y deja el vaso en su lugar

—Lo se, sé que no a sido fácil para ti sobrellevarlas, trato de ayudarte pero no sé como Ann, nada funciona.

Apoya sus codos sobre la mesa cubriendo su rostro con sus manos.

—Ni las terapias, ni las pastillas me ayudan. Creen que estoy loca —digo sin ánimos— no debería tener ese tipo de sueños.

Anni baja sus manos

—No eres la única, he investigado y a habido más casos.

—Y la locura termina ganando. Se quitan la vida Anni cuando ya no soportan.

—¡Ey, pero eso no tiene que ser tu caso! —toma mi mano— ¿Quieres hablarlo?

Niego y me safo de su agarre

—No quiero recordar —fijo la vista en mi plato que casi no he probado— aunque me superan trato de estar bien hermana. No dejaré que afecten mi vida —giro a verla y  forzo una media sonrisa— no tengo apetito ¿me llevas a la preparatoria?

—Claro

Ella come deprisa, sin querer estar más en la mesa, me levanto. Le doy varios minutos mientras me acerco a la foto de mis padres.

A Anni le gusta tener sus fotos de cada recuerdo por toda la casa.

—Elionor y Jener —pienso a mis adentros al verlos abrazados y tomar la foto.

—Ann

Me volteo al escuchar la voz de mi hermana.

—Estoy lista, vámonos

Asiento, dejo la foto en su lugar y juntas salimos de la casa.

...

Minutos después y Anni aparca el auto fuera de la instalación.

—¿Segura que no quieres hacer una fiesta? —me pregunta antes de salir.

—Segura

—¿Invitar a alguien?

—No tengo muchos conocidos Anni, más que tú. Creo que con nosotras estará bien.

Me acerco a ella y me despido de un beso en la mejilla.

—Adiós, es mejor que entre

—Anda, sé obediente y responsable

Río y bajo del auto. Cuando cierro la puerta me despido de ella con la mano.

—Me avisas cualquier cosa —habla en voz alta sin soltar el volante— vendré por ti.

—Si mamá —bromeo causando su media sonrisa. Después se despide y arranca el auto hasta márcharse.

Anni aveces se toma demasiado enserio lo de hermana mayor y tal vez un reemplazo de madre.

Suspiro y me doy la vuelta cuando estoy a unos pasos de entrar a la preparatoria de Versalles.

(...)

Horas más tarde, camino por el pasillo mientras apresuro mis pasos. Me siento vigilada y aunque este rodeada de estudiantes, me siento extraña.

Doblo a la izquierda sin dejar de ver hacia atrás, en esta parte de la instalación, no hay nadie más que yo. Sigo caminando hasta llegar a los casilleros, me dirijo al mío y lo abro. Dejo la mochila dentro. Saco mi uniforme de porrista y paranoica y con prisa me cambio. Lanzo mi suéter dentro y reemplazo mis jeans por una falda negra muy corta con líneas blancas a los costados. Mi blusa por una diminuta que deja descubierto mi abdomen del mismo color, siendo un conjunto con el logo de las porristas grabado en el pecho. Termino por peinar mi cabello en una cola alta dejando dos mechones sueltos de cada lado.

Estoy por acabar cuando siento un escalofrío, escucho ruido que me hace darme la vuelta. Sin ver a nadie.

Confundida le doy un último vistazo a mi alrededor y regreso la vista en el casillero. Lo cierro de golpe y me dirijo al campo de entrenamiento.

Por supuesto llego tarde, soy la última porrista en aparecer y tan pronto me acerco al resto y comienzo a calentar.

—Llegas tarde —me susurra una compañera.

—No me lo recuerdes

Ella sonríe

—Por cierto, feliz cumpleaños

Giro a verla siendo la sorpresa evidente en mi rostro.

—¿Gracias? —rio al ver su mirada— lo siento, no esperaba que aquí me felicitaran.

—No quedas desapercibida para todos o al menos no para mí.

Le sonrio a Azucena

—Somos compañeras ¿no? —estira los brazos.

—Lo somos —le respondo sin verla más que eso porque no es alguien que pueda llamarle amiga.

Estiro mis piernas cuando reímos cómplices.

—¡Weil! ¡Llegas tarde y se te hace divertido!

—Oh oh —susurra la rubia a mi lado.

Entonces veo a Bianca acercarse a nosotras, exactamente a mí con molestia en su mirada y sus manos en su cintura. La capitana del equipo.

—No, yo... lo siento —digo sin saber que decir cuando ya está frente a mí a dos pasos.

—Concentrate Weil. Por tu culpa no vamos a perder, tenemos que estar muy concentradas si queremos ganar la competencia. Si lo entiendes ¿verdad? —asiento— No te escuché.

—Me quedó claro Bianca

—Tanner para ti

Se voltea con dramatización haciendo que sus dos coletas se muevan. Avanza tres pasos y dándonos la espalda, ordena:

—Bien chicas, hay que iniciar. Desde el primer número. Siganme y no se equivoquen —gira a verme— va para ti Weil— regresa la vista al frente y comienza a contar— y uno, dos, tres y cuatro —al mismo tiempo que mueve los brazos en diferentes movimientos que todas somos obligadas a seguirle.

Suspiro y trato de seguirle el paso pero al final me equivoco.

Azucena me da una mirada de pena, bufo y dejo de intentarlo.

—¡Weil! ¡Muévete!

Asiento y muevo mis brazos al menos logrando el primer movimiento. Dejo mis manos en la cintura antes de seguir con el siguiente cuando veo a alguien pasar en el centro del campo. Parecía una sombra.

—Annett —recibo un codazo por parte de Azu. Entonces me doy cuenta que Bianca me está viendo cruzada de brazos.

—Weil fallas y nos afectas a todas —bufa harta de mi— a ver, vamos a hacer la pirámide chicas —se dirige al resto— todas al centro y Weil y Shein hasta abajo.

—¡¿Qué?! —espeto al ser nombrada— Bianca yo no voy a abajo, es Azucena y Nicol.

Ella baja sus brazos y se acerca a mí

—Asi lo digo, soy la capitana así que se hace lo que yo diga —chasquea sus dedos frente a mi— vamos, ahora chicas. Voy hasta arriba.

Hago mis manos puños, me trago el coraje cuando se aleja y no puede ver mi cara.

—Annett, vamos primero —me llama Azucena.

Tomo una profunda respiración, deshago mis puños y me doy la vuelta. Me acerco a ella. Cada una toma su lugar, tengo que apoyar mis rodillas en el suelo al igual que las palmas de mis manos y mi espalda soportar el peso de todas. Primero de Nicol que pesa como el infierno y otra causando un mueca de dolor. De reojo veo a Azu, sufre al igual que yo.

Comienzo a odiar a Bianca, sus tontas pirámides que estoy segura que están mal.

Es momento de ella, debe ir en la cima. Según ella ser la estrella y dejarse ver por todos mientras mis compañeras la sostienen de los pies. Y por tanto que la he visto, aseguro que de pie con los brazos extendidos tan sonriente.

Maldita la hora en la que entré a esto cuando me dejé convencer por Anni y por una promesa a mi madre.

—Ya no puedo —me quejo

—Ya... casi —me responde Azucena

Mis manos comienzan a temblar, mi espalda a doler al igual que mis rodillas.

Entonces enfoco la vista al frente notando esa sombra a unos pasos de nosotras. Más bien es una mujer con un largo vestido color negro y aunque no esté haciendo aire, su manto se mueve. Belleza cautivadora, joven con su cabello largo y suelto color negro.

Confundida no dejo de verla y más porque me observa fijamente a mí.

—Azu ¿quién es ella?

—¿Eh?

—La mujer en el campo

—No hay nadie Annett —observa al frente en la misma dirección pero me extraña porque yo la estoy viendo —auch, como duele.

—Pero, ella está ahí —emito en voz baja y entonces de forma desprevenida aparece cerca de mi a unos centímetros y se inclina viendo un tono negro en sus ojos por completo. Levanta su mano y me señala viendo unas largas uñas— ¡Ahhhh!

Grito de susto y me muevo

Entonces todas pierden el equilibrio y una a una van cayendo sobre nosotras. Esta vez grito de dolor.

—¡Quitense de mi! —grita Bianca— ¡Ayúdenme!

Veo el cielo tomarse oscuro, pestañeo varias veces logrando ver otra vez ese cielo azulado.

—Annett ¿estas bien? —aparece Azucena en mi campo de visión, ella de pie mientras se toca la espalda— déjame ayudarte.

Le extiendo mi mano y con su ayuda me levanto con una mueca. Siento todos mis huesos rotos.

—¡Weil! ¡Weil! ¡Mira lo que hiciste! —Bianca viene corriendo hasta mí— ¡Me fracturarse el cuello!

—Tanner, fue tu culpa. Ann no soportó el peso de todas.

—No te metas Shein —fija la vista en mí— fue la última vez Annett, la próxima vez estás fuera —me apunta— ¡Largo de aquí! ¡Se acabó el entrenamiento para ti!

Bufa y se da la vuelta

Soy la burla de todas, la atención

Sin decir nada, me guardo lo que pienso. Veo alrededor sin ver a esa mujer.

—¡Ya vete Weil! ¡No quiero seguir viéndote!

Veo a Bianca, Azucena está por intervenir cuando se lo niego. Le doy una última mirada de odio a la pelinegra y me doy la vuelta. A zancadas me alejo de ellas sin evitar maldecirla y desearle la muerte en cada paso que doy.

...

Furiosa entro a los casilleros. Abro el mío y saco mi suéter mientras me lo pongo sin cambiarme. Cojo mi mochila, cierro el casillero con fuerza y saco mi celular.

—Anni, ven por mi. No quiero estar más aquí —le mando un audio— date prisa hermana, luego te explico.

Suspiro y guardo mi celular. Me cuelgo la mochila, estoy por irme cuando Azucena me llama.

—¡Annett espera! —bufo y me doy la vuelta— quería saber como estás. Bianca no debió hablarte así.

—Ya no importa Azu —me encojo de hombros— ya me voy, no tengo nada que hacer aquí. Tú regresa con las demás, Bianca es histérica que se molestará porque estás aquí.

—La princesa se fue al estacionamiento, dijo que iría por unas pastillas para el dolor de cabeza porque dejó su bolso allá. Nos dió 5 minutos de descanso.

Asiento

—Aun así, nos vemos Azu

—Adiós Annett

Me doy la vuelta y avanzo por el pasillo hasta doblar al siguiente y seguir avanzando. En corto tramo llego al estacionamiento, pues el campo se encuentra cerca.

Avanzo mientras vuelvo a mandarle un mensaje a Anni.

—¿Ya vienes? De verdad me urge que estés aquí —meto una mano en mi bolsillo delantero del suéter. Me detengo al llegar al estacionamiento esperando ver su auto. Vuelvo a insistirle. Se me hace extraño que Anni no vea los mensajes cuando siempre está atenta al celular— Anni, ven rápido o dime si tienes un percance. Ya me las arreglaré para irme sola —el audio lo envío pero ella no lo mira así que opto por llamarle tres veces y esas veces me manda al buzón.

A la distancia veo a Bianca bajar de su auto, cierra la puerta, se acomoda la falda más arriba y avanza en dirección al campo. Aún sostengo mi celular en mi oído esperando escuchar la voz de Anni cuando todo sucede tan rápido frente a mis ojos.

Un auto aparece tan cerca de Bianca, no se detiene, ella no se da cuenta cuando es atropellada con brusquedad. La veo caer al suelo y al auto pasar de largo e irse.

Entonces hay gritos y tan pronto hay alumnos rodeándola. Muchos comienzan a grabar, otros tal vez piden ayuda.

Reacciono, me obligo a salir de shock y con temblor le hablo al buzón de Anni.

—Sister, acaba de.... haber un accidente... lo ví... Bianca fue atropellada... y .. ella... Anni ven rápido.

Bajo mi celular, cuelgo y mis pies se mueven por si solos hasta la multitud. Cuando me acerco veo a Bianca tirada en el suelo, en una mala posición, los ojos abiertos con sangre en su rostro y una herida abierta en su frente.

—¡Está muerta! —gritan una voz a mi alrededor.

—Bi...Bianca —balbuceo sin nadie tocarla

Cuando alzo la vista, veo a esa mujer verme. Y es extraño que pase desapercibido para todos.

—Tú culpa —niego cuando por primera vez la escucho hablarme, retrocedo un paso— era lo que querías.

—¡Déjenme.... en paz! —grito ignorando las miradas de todos.

—Vine por ti Annett

—¡Nooo!

Me volteo, empujo y corro lo más rápido que puedo hasta salir de la instalación.

—¡Anni ven por mí! ¡Hay una loca mujer que me está siguiendo! —le digo al buzón— ¡Anni!

Cuelgo y observo la pantalla hasta que entra su llamada y gracias a Dios la aceptó.

—¡Ann! ¡No vengas a casa! ¡No sé que pasa pero estoy encerrada, hay alguien aquí! —no me da tiempo de hablar— ¡No vengas Ann!

Cuelga la llamada, confundida observo la pantalla. No lo dudo un instante, guardo mi celular y corro en dirección a casa.

...

Al menos tengo buena condición física pero no quita que estoy exhausta al llegar a la puerta de la casa. Empapada de sudor, sin aire y cansada.

Con mi llave entro, apenas cierro la puerta cuando le grito a mi hermana. Lanzo la mochila al suelo. Avanzo con cautela sin escuchar ruidos, sin ver a nadie.

—¿Anni? ¿Dónde estás? —me detengo cuando veo cuchillos clavados en la mesa. Mi corazón se acelera cada vez más —Anni— susurro mientras la busco con la mirada sin soltar mi celular en mi mano— ¿Hola?

Me detengo frente a las escaleras

—Annebett

Me paralizo al escuchar una voz detrás de mí. Paso saliva y lentamente me doy la vuelta.

Hay un hombre frente a mí, vestido completamente de negro aunque luce joven. Cabello largo y lacio, demasiado pálido que parece muerto, hay algo en su mirada. Hay algo raro en él.

—¿Quién es? ¿Cómo entró aquí?

—Es lo de menos Annebett—entre abro mis ojos sorprendida cuando lo escucho hablar y más porque veo que le sale humo de la boca al hacerlo —vengo por ti— extiende su mano en mi dirección— tú eres la clave Annebett.

—Mi nombre es Annett, no soy quién nombra —subo un escalón sin darle la espalda— váyase de mí casa oh —me callo cuando lo veo ladear la cabeza, ver garras sobresalir de cada dedo de sus mano— no, no es cierto.

Me volteo y corro escaleras arriba

—¡Anni! ¡¿dónde estás?! —la busco desesperada, me dirijo a su habitación y golpeo la puerta— ¡Anni soy yo, Ann! ¿Estás aquí?

Entonces la puerta se abre y siento un jalón que me obliga a entrar. Tan pronto la veo y cierra la puerta con seguro.

—¡Hermana! —decimos al unísono trás un fuerte abrazo.

—¿Qué sucede Anni?

Me alejo un poco de ella, por suerte la veo nada herida.

—No lo sé —tiembla llena de miedo— vi tú mensaje, estaba por salir de la casa cuando noté que estaba encerrada. No podía salir. Escuché ruidos adentro. Hay alguien... aquí Ann. Me asusté mucho, quise llamar a la policía, pedir ayuda pero después de que te llamé, mi celular explotó y después fuí atacada por cuchillos. Grité, corrí y me encerré aquí... Tengo mucho miedo Ann.

—Tranquila, vamos a salir de aquí —trato de pedir ayuda pero mi celular no enciende. Resoplo y lo lanzo al suelo —no hay que perder la calma.

Pego mi oído a la pared

—No es momento para preguntarte porque tan pronto regresaste a casa ¿cierto?

—Hubo un accidente, Bianca está muerta y fue mi culpa.

—¿Qué dices Ann?

Giro a verla

—Yo le deseé la muerte y no es la primera vez Anni. Fue lo mismo con papá y mamá.

—No fue así Ann, su muerte fue un accidente.

—Ya no lo creo hermana —dejo de verla

—Ay Ann —se pega a la puerta— ¿Viste algo?

—Si, es un hombre muy raro

—¿Peligroso? —asiento— hay que salir de aquí. Creo que si salimos juntas, podemos escapar.

Anni me aparta de la puerta y la abre. Se asoma. Siento esa sensación de ser observada y cuando me volteo lo veo con nosotras en la habitación.

—Anni... esta aquí

—¿Qué?

—¡Aquí está y nos está viendo!

—No lo veo

La tomo de la mano y la empujo hasta salir ambas de la habitación. Enseguida corro con ella por las escaleras.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué no veo nada? No es una broma ¿verdad?

—No jugaría con algo así Anni

Apenas bajamos el último escalón cuando me detengo con ella. Él está otra vez frente a nosotras, esta vez que con esa mujer que ví.

—Annett ven con nosotros

—¡No! ¡¿Quienes... son?! —para Anni debo estar loca al gritarle a algo que ella no ve.

Entonces esa mujer levanta su brazo, Anni es alejada de mi y es lanzada a la pared.

—¡Hermana! —grito al verla caer al suelo. Corro a ayudarla y me arrodillo mientras la ayudo a incorporarse entre quejas.

—¿Qué pasó? ¿Qué....? ¡Ahhhh! —grita cuando extiende los brazos y por sí solos e inexplicablemente hay rasguños en sus brazos. Lineas de sangre brotan mientras sea lo que sea rasga su piel.

—¡Anni! ¡Nooo! —las lágrimas se acumulan en mis ojos sin saber como ayudarla y parar esto.

—Ven con nosotros —repiten esas voces.

Giro a verlos y siento el mismo dolor de Anni pero en mi mano, cuando reviso mi palma tengo el #18 grabado en mi piel.

—Donovan, llévatela. Hazte cargo de ella —le indica la mujer y sin poder hacer algo, Anni es alejada de mí. La jalan sin ninguno moverse mientras la sostengo de las manos.

—¡Ann, no me sueltes!

—¡¡Anni!!

Con todas mis fuerzas la sostengo pero al último instante, nos soltamos. Ella choca contra la pared, queda inconciente en el suelo o eso espero. Sin moverme veo a esa mujer acercarse a ella, la levanta con una mano y entonces sorprendentemente le salen alas negras que extiende, rodea y cubre a Anni con ellas y ante mis ojos desaparecen.

Con la boca abierta al igual que mis ojos desvío lentamente la vista en él que se acerca.

—Annebett, no me lo compliques y ven...  conmigo —su voz sale siniestra.

Retrocedo lo más que puedo hasta chocar con las escaleras. Estoy por levantarme cuando lo veo detenerse a unos pasos de mí. Le sobresalen largos colmillos, una sonrisa tan antinatural. Comienza a reír de forma siniestra, a moverse que solo escucho sus huesos ser rotos. Se deshace de su túnica, el mismo con sus garras se rasga la piel de sus brazos y rostro borrando toda apareciencia humana.

Después comienza a crecer, crecer cada vez más mientras le salen cuernos de la cabeza, ojos color fuego y alas negras más grandes que las de ella.

Grito con todas mis fuerzas hasta que mi garganta arde y no hay más sonido.

Por más que quiero, no puedo despertar de esta pesadilla tan real si estoy despierta.

Al instante me volteo, apenas logro sostenerme del barandal de las escaleras cuando su mano rodea mi tobillo, su agarre me quema la piel y siento que me jala. Mis dedos se aferran tanto que me duelen, cada vez se resbalan hasta que mis manos tocan el suelo, con mis uñas araño el piso de madera sin poder sostenerme de algo.

Sin evitar ser arrastrada por el demonio de mis pesadillas.

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