
27. No volveré a caer
Creíamos que juntos podíamos manejar cualquier cosa. Y de alguna manera esa inexplicable creencia, súpero todas las señales de advertencia.
Pero poco sabíamos...
Que algo más grande, que nos era imposible manejar llegaría sin previo aviso.
Era una tormenta...
Creímos que por fin podríamos ser felices, nos merecíamos un descanso, de tal tormenta que por fin se había marchado, y el sol por fin habría salido.
Pero lamentablemente fuimos muy codiciosos a desear algo así.
La tormenta que creímos que se había marchado también fue, nada más una señal de advertencia.
Lo que realmente venía hacia nosotros era...
Una tremenda tormenta, aún más fuerte que la anterior.
Frente a la tormenta, lo único que podíamos hacer era...tomarnos de la mano para que no nos perdamos.
Inclusive creímos que podíamos lograr esquivarla, y cubrirnos de ella a la espera del sol.
Pero qué ingenuos fuimos...
TATIANA
— ¿Qué haces aquí?
— Buscándote. -Dijo en seco.
— Bien. - sonríe fríamente. —Felicidades ya me encontraste, me voy. -Rodé los ojos y me di la vuelta.
—Espera. -Tomo de mi brazo. —No te vayas.
Vi nuestras manos sujetadas, y de alguna manera me sentía incómoda esta vez aquellos nervios se habían ido.
Me solté de su agarré y me di la vuelta para verlo. —Eros, ¿qué quieres? -No demostré ninguna expresión al verlo a los ojos.
—Solo hablar contigo. - dijo pacíficamente, casi sonriendo.
— No entiendo ¿qué quieres que hablemos tú y yo?
—Sobre lo que viste esta tarde. -Su expresión se tornó preocupada, por lo que podría pensar.
Reí fríamente. —Eros. -Exhalé tranquilamente. —No tienes que darme ninguna explicación a mí.
—¿Por qué actúas como si no te importara? -Dijo frunciendo el ceño.
—Fácil, no me importa.
—¿Qué? -Dijo confundido.
—Si no me importa nada de lo que tenga que ver contigo y esa chica.
— Deja de ser tan indiferente conmigo y hablemos. -Se acerco a mí.
Estábamos a unos centímetros de distancia, me sentía nerviosa por el hecho de tenerlo tan cerca de mí que podía escuchar su respiración.
Decidí retroceder. — Si soy indiferente contigo es porque no tengo nada que ver con lo que te pase. Hace bastante tiempo que no nos vemos, no debería de extrañarte que actúe de esta manera.
—Tú no eres así Tati. - Dijo acercándose de nuevo a mí.
—Es la primera vez que me dices Tati. -Dije extrañada.
—Lo siento. -Retrocedió y se pasó su mano por la cabeza. —Fui un idiota contigo durante estos meses.
—Si. -Me cruce de brazos.
—Y sé que no tengo motivos para venir como si nada y hostigarte. - bajo sus cejas. —Pero solo te pido que me des la oportunidad de explicarte todo, ¿Puedes?
No respondí nada por unos segundos y miré hacia la nada. —No. -Sonreí y me di la vuelta empezando a irme sin la oportunidad de dejarle hablar.
— Es falso. -Dijo atrás de mí, provocando que me detuviera.
Algo dentro de mi decía que lo ignorara y que me fuera de allí, pero realmente quería saber que era falso.
— ¿Qué? -Dije sin voltearlo a ver.
—El compromiso, es falso.
Mi respiración empezó acelerarse al escuchar esas palabras, y una pequeña gota de esperanza volvió a surgir dentro de mí.
Antes de cometer el gran error de darme la vuelta e ir tras la mi dignidad me mantuvo quieta y con la fortaleza de mantenerme firme.
—No me interesa. -Dije en seco dejándolo allí sin la oportunidad de decir algo más que pudiera confundirme
********************
Entre al dormitorio cuidadosamente, para no despertar a ninguna de las chicas. Me sumergí entre mis sábanas para por fin respirar en paz.
¡Carajo! Mi primer día en el segundo año no pudo ser más horrible, jamás creí que sería capaz de enfrentarme a Eros y ser fría con él.
Creí que estaba enamorada de él, sus actitudes e inclusive su compromiso es una alerta grande que indica peligro.
Mi teléfono de repente vibró asustándome.
Lo revisé y había olvidado por completo a Crotalus, tenía un mensaje de él.
Crotalus: ¿Hey, todo bien?
Yo: Si.
Le respondí y luego apagué mi celular, y no nada estaba bien, el chico que me gusta se va a casar y si comprometida es mi compañera de cuarto ¿Algo más jodido que eso?
Pero sigo sintiéndome incómoda, por lo que dijo antes. ¿A qué se refería con falso? ¿Por qué sería falso si compromiso?
—Como sea. -Murmure, cerrando los ojos para perderme en mi mundo.
***********************
—¡Vamos Tati! no puede ser que nunca lo hayas escuchado.
—Pues, no soy mucho de escuchar música de ese estilo. —me encogí de hombros.
Se quedó boquiabierto. —Basta, esto es mucho para mi hoy. -Se empezó aparar del suelo.
Lo jale del brazo haciendo que se volviera asentar. —Ya, perdón Thiago. -Me reí.
—No puedo juntarme con alguien como tú que no aprecia la verdadera música. -Se cruzo de brazos. —Pero no puedo dejarte que te vayas d este mundo sin a ver escuchado a Green Day.
—Y ¿qué planeas hacer? -Entrecerré los ojos curiosa.
Empezó a buscar algo dentro de su mochila. —Ashh, no traje mi teléfono, préstame el tuyo. -Estiro su mano para recibir mi teléfono.
Tome mi teléfono y lleve a mi pecho cubriéndolo con mi mano. —¿Por qué? -Levante una ceja.
—Tranquila, solo quiero tú YouTube, no es como que te vaya a revisar tu celular. -Frunció sus labios.
—Bien. -Se lo di forzadamente, no es que esconda algo, pero mi teléfono es mi vida.
Tomo mi celular y rápidamente puso sus manos en él. — A ver, YouTube donde estas. —Sabes jamás creí que serías de esas. -Dijo empezando a reír.
Fruncí el ceño en duda. — ¿De qué hablas?
—De que ahora acabo de descubrir que eres de esas chicas que están tan obsesionadas con alguna película que hasta tienen un fondo de pantalla de ella. -Sonrío mostrando mi celular.
Mi rostro empezó a ponerse caliente y probablemente rojo por la vergüenza que me abordaba, de solo pensar que Thiago sabe que mi fondo de pantalla es de Harry Potter.
—Dámelo. -Dije acercándome a él.
Quito el teléfono ante que pudiera tomarlo. —Nop. —Dijo sacándome la lengua.
—¡Thiago! -Dije en seco, frunciendo el ceño levantándome. —Dámelo. -Estiré mi mano hacia él, mirándolo desde arriba.
—Y ¿qué consigo a cambio?
—¿Es una broma verdad? Te burlas de mi fondo de pantalla, me quitas mi celular y ¿aún quieres algo a cambio por devolvérmelo?
—Nada es gratis en este mundo mi Tati. -Dijo en tono burlón.
—Está bien. —Me cruce de brazos. —Piensa primero lo que quieres, pero antes dame mi celular. -Dije tomando de su brazo donde estaba mi celular.
—No...
Empezamos a forcejearnos el uno al otro, trataba con todas mis fuerzas mantener el equilibrio.
—¡Thiago!, Deja de molestar.
—Ya dije, que...
De un jalón de él, hace que pierna el equilibrio por completo provocando que cayeran encima de él.
No es por nada peor caer encima de él fue la cosa más dolorosa, bendito sea el gimnasio al que va, para tener ese abdomen tan duro.
Quejosa estire mis manos para intentar levantarme.
Abrí mis ojos, y mi rostro estaba a sólo centímetros del suyo.
El abrió sus ojos mostrando ese color verde de ellos.
De alguna manera sentir su cuerpo junto al mío y tenerlo tan cerca provoco que me pusiera nerviosa. Así que de alguna manera me intente parar, pero el tomo de mi brazo haciendo que nos acercáramos aún más.
No podía dejar de ver su rostro, sus ojos verdes y brillosos, no me dejaban de ver a mí.
Hace mucho tiempo, que no me había fijado en lo lindo que es Thiago.
Durante unos segundos sin decir nada de solo mirarnos, pude admirar ese rostro tan lindo como la porcelana, esos labios como si hubieran sido delineados perfectamente,
El solo era...
—Creo que ya sé que es lo que quiero. -Su voz profunda apoderó el momento.
Sin dejarlo de ver y tratando de encontrar las palabras. —Y... ¿qué es lo que quieres? -Dije nerviosa.
— Lo que quiero está conmigo en este momento... Lo que quiero es a...
Dilo...
— ¿Los interrumpimos tórtolos? -Dijo una voz femenina.
Esa voz provocó que viéramos hacia arriba. —Samantha. -Dijo Thiago, confundido.
Mis ojos no voltearon a ver a Samantha si no a las personas con la que venía acompañada.
Thiago y yo nos separamos me separé de él tan rápido como pude sentándome un poco lejos de él.
—Los interrumpimos ¿no? -Sonrió Samantha mordiéndose el labio.
—Ha.... no. -Dije tartamudeando.
—Siéntense chicos. -Dijo Thiago señalándoles el suelo.
—Normalmente no me sentaría en el suelo, pero solo porque ustedes están aquí lo haré. -Se agacho Samantha para luego sentarse. —Siéntate Eros que esperas. -Dijo viéndolo a él parado sin pronunciar ni una palabra.
Mi visión estaba simplemente concentrada en él, no se veía contento al parecer y creo que fue provocado por la escena que vio entre Thiago y yo.
—Está bien. -dijo en seco fríamente.
Y allí estábamos los cuatro sentados sobre el césped recién podado, Samantha se sentó junto a mí, manteniendo a Eros con Thiago.
Nadie se veía feliz a excepción de Samantha la cara sonriente. Me pasaba la mano frecuentemente sobre mi cuello, estaba nerviosa maldición, y simplemente no sabía el porqué.
Tal vez por el hecho que Eros me encontró en una situación bastante confusa con Thiago.
Si serás tonta Tatiana obvio que si está molesto Eros por cómo los encontró.
Los segundos de silencio más incómodos se mi vida, Thiago se veía incómodo y no lo culpo.
— Y bueno... ¿qué hacían aquí? -Dijo Samantha, terminando con el silencio incómodo.
Mire a Thiago para ver si el respondería, pero no, se veía que no respondería así que tenía que responder yo. —Estábamos tomando un descanso de las clases de hoy. -Fruncí mis labios con una sonrisa.
—Si claro. -Dijo en voz baja con tono burlón.
—¿Hay algo que te moleste Eros? -Pregunté en seco levantando una ceja.
—No solo que me parece absurdo. —Se cruzo de brazos. —Que un descanso para ustedes es estar encima del otro en público. -dijo lanzándome una mirada jocosa, como el simple hecho de verme lo divirtiera.
No dije nada solo me dispuse a verlo y lancé una sonrisa de lado.
No sabía que decir tenía miles de palabras que podría decirle a este idiota en este momento. Cuando por fin había encontrado las palabras correctas fui detenida.
—Y ¿Qué estás celoso? -Dijo Thiago en tono burlón mirando a Eros con una sonrisa de lado.
—Y ¿por qué debería tener celos de un par de perdedores como ustedes? -Miro a Thiago sonriendo de manera frívola que hasta mí me provoca miedo.
—Mmm.-Dijo levantando los labios. —Tal vez ¿por qué a este par de perdedores les prestas tanta atención que tienes la necesidad de burlarte?
Carajo, Thiago tienes un gran coraje. Esas miradas que se lanzan mutuamente no parecían como la de dos mejores amigos.
— Y ¿Por qué deberían de importarme? -Levantó su ceja Eros.
—Tal vez yo no te importe mucho, pero yo sé quién te importa. -Thiago se acercó a él y lo vio sonriéndole fríamente.
Yo volteé a ver a Samantha y al igual que yo se veía completamente confundida, pero en ella podía ver cierta tristeza.
Para evitar que estos dos se molerán a golpes tenía que intervenir de alguna forma.
—Debe...
—Parecen idiotas peleando como niños. —Dijo Samantha sin dejarme hablar.
— Como sea. -Se puso de pie Eros poniendo sus manos dentro de sus bolsillos. —Dejen de actuar así, se ven ridículos, pero mejor consigan un cuarto. -Dijo alejándose de allí.
Sus palabras hicieron que me enfureciera, y sin meditarlo antes me levante alejándome de allí siguiendo a Eros.
Cuando me di cuenta de lo que están haciendo ya era muy tarde para retroceder.
—¿Me estás siguiendo acaso? -Dijo Eros dándose la vuelta.
—Deberías de regresar y disculparte con Thiago por lo que dijiste. -Dije frunciendo el ceño.
Eros se acercó a mí, tan cerca que me hizo sentirme incómoda. —¿Por qué me debería de disculpar con él? -Pregunto con una voz demasiado baja, demasiado ronca y sonrió de lado.
—Porque fuiste demasiado grosero con él y conmigo. -le digo frustrada, mirándolo.
—Claro que no, solo fui honesto. ¿Te crees acaso tan importante como para que me disculpe con ustedes?
—Claro que soy lo suficiente importante para ti, como para que fueras hace una semana en medio de la noche a buscarme.
Soltó una bocanada de aire y levantó sus cejas. —Bien, lo siento Tatiana. -Frunció los labios.
—Y ¿Qué hay de Thiago?
— Lo haré si me dices ¿qué pasa con él?
Sonreír de lado y no pude evitar reír. — ¿Acaso el gran Eros esta celoso? -Me cruce de hombros.
—Si.
—¿Qué...?
—Me provoca celos de solo ver que le sonreís, y me hierve la sangre cuando te vi encima de él.
— No te debería de importar de encima de quien estoy.
— Claro que sí. De la única persona de quién tienes permitido estar encima es de mí. -dijo con toda tranquilidad.
Trague saliva trabado de procesar lo que acaba de ocurrir. — Deja de jugar así, tienes prometida Eros.
—No estoy jugando. Y te lo he dicho lo de Samantha lo resolveré. Así que solo espérame.
— No volveré a caer. -Dije, cruzándome de brazos. — Además ¿qué te da el derecho de estar celoso?
— Niña tonta, es obvio porque me gustas.
Sus palabras salieron así sin más, lo dijo tan tranquilo como si estuviera tan seguro de ello, estaba totalmente absorta de sus palabras.
—Tienes...Prometida —Tartamudeé, empezando a sentirme caliente de mi rostro.
—¿Y qué? Tener prometida no me impide que me guste alguien. -Sonrío de lado, mostrándome a su resplandor esos ojos azules.
—Claro que sí.
—¿Por?
—No te puede gustar alguien teniendo a otra persona en tu vida.
—¿Acaso son celos que veo? - se acercó a mi lanzándome una cara, como si le diera risa.
Ladea la cabeza— Quisieras.
—Si quiero. -Me lanzó una sonrisa de lado.
—Está bien sí. -Retrocedí-Estoy celosa, me vuelve celosa verte con la dulce Samantha a tu lado y no soporto el hecho que me guste un chico que tiene prometida. -dije frustrada, mirándolo.
Me cubrí con mi mano rápidamente mi boca. Mierda, ¿lo dije? o ¿lo pensé? Acaso acabo de confesar que me gusta Eros, maldición, tantos meses por intentar olvidarlo y fracase rotundamente.
Eros no decía absolutamente nada, vamos Eros di algo, no te quedes mirándome sin decir nada.
—Me tengo que ir. -Dijo empezando a irse de allí.
— ¿Adónde vas Eros? -Dije confundida de su reacción.
—A hacer las cosas bien. -Dijo dejándome allí completamente confundida.
¿Qué demonios significa eso? Me acabo de confesar y lo único que dice es que se tiene que ir.
Me quede durante unos minutos tratando de procesar el ridículo que acabo de hacer, esperando qué tal vez volviera, pero no lo hizo
Regrese a donde se supone que estaba Samantha y Thiago, desde de la desgracia que me ocurrió. pero al ver alrededor no había absolutamente nada, ni si quiera mi mochila.
—¡Qué demonios!, a ¿dónde se fueron? – di vueltas tratando de buscarlos.
—¡Pequeña! -Escuche un grito de lejos de una voz masculina.
Vi hacia el frente y allí está Thiago corriendo hacia mí con dos Starbucks.
Yo solo lo saluden con mi mano sonriendo, esperando a que viniera hacia mí.
—Tú café. -Dijo llegando hacia mí con una con una sonrisa.
—¿Dónde estabas? ¿Y Samantha? -Tome el café y empezamos a caminar.
— Sam fue a buscar algo de beber para Eros.
—Ho. -Dije en voz baja.
— Pero creo que soy yo el que te debería de preguntar por qué te fuiste corriendo hacia Eros dejándome con Sam? -Se detuvo y me miró con una ceja levantada.
Ni si quiera yo sé por qué lo hice.
—Porque quería que se disculpara contigo, me pareció grosero lo que dijo. -Dije jugando con el borde del vaso.
—Ya deberías de saber de cómo es el. -Empezamos a caminar de nuevo. —El jamás va a pedir disculpas por algo.
—Si no sé porque creí que sería diferente.
—No todas las personas son tan gentiles como tú. -Dijo dándome un golpecito en la nariz.
—Si...pero un momento. -De repente me acorde de algo. - ¿Dónde está mi mochila y mi celular?
—Boba, tu mochila la cargo aquí. -Señalo su espalda mostrando que cargaba mi mochila y la suya.
—¿Y mi teléfono?
—Eres muy quejosa ¿sabías eso?
—Si, me lo han dicho. -adujé soltando una pequeña sonrisa acordarme de Eros repentinamente.
Saco mi celular de su bolsillo de su pantalón. —Aquí esta bella dama. -Me dio mi celular, con una sonrisa.
—¿No lo revisaste o sí? -Entrecerré los ojos.
—¿Por quién me tomas?
— Está bien lo siento. -Rodé los ojos aguardando mi celular.
—En teoría yo...
Volteé a verlo furiosa levantando una ceja. —Mentiroso.
—Es que en teoría yo no lo revisé mientras apreciaba tu querido fondo de pantalla, cayó un mensaje, pero no lo revisé lo juro. -Levantó sus brazos en forma de defensa.
—Y ¿qué viste?
—Nada, solo tengo una pregunta.
—Bien ya que...
— ¿Quién es Crotalus? -Preguntó dándose la vuelta para ponerse enfrente de mí.
— Un amigo del internet. -Confesé bajando la cabeza.
—No. -Pausó— Amigos, son personas como María José, tus compañeras de habitación y Edward, no un completo desconocido con el que hablas sin saber quién está del otro lado de la pantalla.
— No entiendes. - dije en voz baja sin mirarlo.
—No tu no entiendes, que no deberías de tener a gente desconocida en tus redes sociales.
— No es un desconocido Thiago. -Pause —Lo conozco hace un par de meses, él me cuenta sus problemas y yo los míos con él. -Sonríe sin mostrar los dientes. —Se siente bien tener con quien charlar sin que te juzgue o que tenga la menor idea quién eres. -Argumente.
— Tatiana.
— ¿Sí? -Me detuve mirándolo a los ojos.
— Tú siempre has tenido muchas personas con quien charlar no necesitas la compañía de desconocidos. -De revolvió el cabello. —Además me tienes a mí, y con eso es suficiente.
Por más que quiera contarte todo Thiago, no puedo contarte de tu mejor amigo.
—Gracias. -Confesé.
— ¿Por qué?
— Por estar.
—Siempre estaré a tu lado pequeña.
Continuamos caminando en silencio durante unos minutos.
—Pero, tienes que prometerme algo ¿sí?
—¿Qué cosa?
—Que jamás irás a conocerlo sin avisarme antes, yo iré contigo.
—¿Serás mi fiel Escudero?
—Por ti hasta aparezco un caballo.
Empecé a reírme, gracias a Thiago que trato de subirme el ánimo.
—Lo prometo.
—Bien, vámonos, te invitaré a una hamburguesa, estás muy delgada.
Le sonreí, ladeando la cabeza. —Vamos.
********************
Después de un par de hamburguesas devoradas gracias a Thiago y a mí. Regrese a mi dormitorio.
Lo único que quería hacer era ir a mi cama y cubrirme entre las sábanas, ahogarme u morir.
¿Cómo pude decir así de fácil que me gusta e irse así? Lo detesto a él y así cara preciosa.
Entre a mi dormitorio por fin y mi vista se centró solo en mi cómoda y preciosa cama. Tire mi mochila al suelo y tire boca abajo a mi cama.
—Te extrañe. -adujé revolviendo mi cada cintra mi almohada.
—Yo también querida.
La voz de Majo me hizo volver en sí. —Ha, hola. -Dije cerrando los ojos.
—¿Dónde está? -se sentó en mi cama majo sacudiéndome.
—¿Qué cosa? -Pregunté dudosa.
—La harina.
—¿Que harina? ¿Te estás drogado Majó?
—Aún no.
Me di la vuelta para verla. —No te entiendo.
—Revisaste, tu celular ¿verdad? -Se cruzó de brazos, levantando una ceja.
Saqué mi celular de mi bolsillo del pantalón, encendiéndolo, y la luz del celular me cegó por un momento.
Y en efecto allí está el mensaje de Majó.
—Upss. -Sonreí
—Mira te interrogaría ahora del por qué estás con esa actitud, pero necesito la harina.
—¿Para qué quieres harina? -Pregunté.
—Es que... cómo sabes Edward y yo estamos cumpliendo mese...
—Espera...-La detuve. —¿Que acaso ustedes dos no son nada porque dijiste que no lo serias hasta que te hiciera la pregunta?
—Mentí. -Se sentó a mi lado. —Lo he considerado mi novio desde. -Soltó una pequeña sonrisa. —Que nos dimos el primer beso.
—Wao, pero que romántica María José. - dije en tono burlón.
—Cállate, no te burles. -Exhaló. -En fin, últimamente ha estado muy distante conmigo desde que entramos, quería hacerle algo para demostrarle que me importa, y de paso decirle que somos novios.
—Que tierna eres a veces. -Empecé a reír. -Pero ¿cómo harás brownies?
—Pues Rebecca se ofreció ayudarme, pero tenía que darle una bandeja a ella para su grupo de estudios.
—Ha, bueno pues mucha suerte. -Dije tirándome a la cama de nuevo.
—Ayúdameeee. -Empezó a jalonarme el brazo. —Solo ve a la bodega del conserje, allí verás dos bolsas de harina.
—No si quiera sé dónde está esa bodega Majó.
—Esta en el sótano del edifico.
—Espera. -Pause y analice un poco. —¿Tenemos sótano?
—Sí, pero ve ya.
Renegué un poco sobre la cama hasta que tomé una gran respiración y decidí levantarme de mi amada cama. —Bien, iré, pero quiero uno de esos brownies. -La señale.
Salí de mi dormitorio para dirigirme hacia el último piso, lo cual no tenía la menor idea que existía un sótano.
******************
Después de 10 ministros merodeando el sótano el cual era más grande que mi casa por fin encontré la bodega del conserje.
Entre al cuarto, que estaba completamente a oscuras y no había ningún interruptor, así que encendí la linterna de mi celular.
—A ver harina ¿dónde estás?
Había varias cosas en este lugar, productos de cocina y limpieza lo cual me era imposible encontrarlas.
—Oh, aquí estás. -Dije encontrándolas en la repisa más alta.
Traté de estirarme para alcanzarlas, pero me es imposible por lo con unas cajas de madera que encontré las puse una sobre otras para luego pararme en ellas.
Empecé a estirarme lo más que pude para alcanzarlas.
—Es enserio ¿qué te importo tan poco?
Me di la vuelta para ver la puerta detrás de mí, escuchando una voz de una chica, la cual me parecía conocida.
Bajé con cuidado para no caerme y me acerqué a la puerta para abrirla un poco para ver quien era.
—Muchas veces te lo he dicho.
La voz de un chico apareció por lo que la chica no estaba sola. Por más que intentaba ver quiénes eran me era imposible.
—Yo te amo, ¿acaso eso no es suficiente para ti? -La voz de esa chica se acercó lo suficiente desde donde estaba para visualizarla mejor.
—¡Samantha! -Murmuré en voz baja, sorprendiéndome.
—No, no lo es.
Dijo la voz masculina, acercándose lo suficiente para por fin ver quien era.
¡Eros! ¿Qué demonios hace aquí con ella?
—Eros, escucha yo te necesito.
—Yo no, así que por favor dile a tu padre que lo siento mucho pero nuestro compromiso se cancela.
Se dio la vuelta a punto de irse.
—Es por ella ¿no?
Mis ojos se abrieron creyendo, que estaba hablando sobre mí
—Es por Tatiana ¿no? Crees ¿que no me he dado cuenta como la vez? Una semana en esta universidad bastó para darme cuenta de que ella es por la cual no me dejabas venir aquí.
Él se dio la vuelta y se acercó a ella. —Ni se te ocurra hacerle algo o...
—Ho ¿qué? El grandioso e invencible Eros me ¿hará algo? Tú me conociste primero antes que a ella por lo tanto tienes que darme una oportunidad a mi para que me ames de nuevo.
Ella lo tomo del brazo.
—Te equivocas. -Soltó una sonrisa de lado. —La conocí mucho antes que a ti.
Esperen, eso no es así nos conocimos hace un año, apenas ¿por qué miente?
—Deja de mentir Eros, a parte ella no sabe lo mucho que sufriste y yo sí, es todo lo que has pasado y estoy aquí para ayudarte.
—Tú, no puedes ayudarme, ella sí.
—¿Dame una maldita explicación? Mi corazón duele por tu maldita culpa así que deja de mentirme y dame una explicación. -Alzo la voz
—Te digo que la conozco mucho antes que a ti. Y ella sabe lo mucho que sufrí más que nadie por qué. -Pausó. —Ella fue la niña con la que me secuestraron.
—¿Qué? -adujé murmurando, dando salir las primeras lágrimas.
¿Quién se cree ese cretino? Ese momento muchos recuerdo pasaron mi cabeza. Jamás le vi el rostro a ese niño. Aquí estuvo todo este tiempo.
—Me voy. -Dijo Samantha alejándose de allí.
Yo seguía absorta por mis pensamientos y emociones por lo que retrocedí de la puerta, dejando caer por accidente un frasco de vidrio.
—Mierda.
—Quien anda allí.-Dijo en seco Eros.—Quien seas sal de allí.
Rápidamente tome los sobres de harina, tomando el picaporte de la puerta, tome unas largas respiraciones tratando de calmarme, seque mis lágrimas y por fin me arme de valor para salir y abrir esa puerta.
Lo primero que vi fue el rostro de Eros completamente sorprendido. No sabía ahora de qué forma verlo
—Tatiana. -Dijo con la cara completamente pálida como si hubiera visto un fantasma.
Quite mi mirada de él y mire hacia el piso. —Yo...Vine a buscar un poco de harina. -adujé señalando la puerta. —Me tengo que ir. - súbete fermenté las bolsas de harina y empecé a irme de allí.
—Espera...
Eros corrió hacia mi tomándome de los hombres, acercándome a la pared fuertemente, provocando que tirar al suelo las bolsas de harina, me tenía completamente rodeada.
—¿Qué escuchaste? -Dijo alzando la voz.
—Nada. -dije sin subir la cara.
No quería verlo, no quería...
—Tatiana, mírame a los ojos y dime ¿qué escuchaste? Por favor. -Me dijo en voz baja.
Tome una fuerte respiración, y levante mi rostro para por fin verlo.
Al ver esos azules no pude evitar verlo de una manera dolida, de mis ojos empezaron a brotar lágrimas.
—Tatiana, responde.
El definitivamente se me quedó viendo entre a mí y solo a mí, cuando se acercó a un más a mí me di cuenta de que mi corazón empezó a doler un poco.
Mi mano se deslizó hacia arriba, posando en su suave mejilla y con mi pulgar empecé acariciarla. Y deje caer unas cuantas lagrimas al ver sus ojos de nuevo.
Retuve mi suspiro. —Ha pasado mucho tiempo.
—De ¿Qué hablas?
—Hola, compañero de secuestro. -Solté una sonrisa dolorosa.
—Tatiana...
Y si sale mal, serán anécdotas...
Quien habría imaginado, que siempre estuviste aquí a mi lado. Tú la persona que más odiaba, pero ¿por qué no me sorprende?
Nota autora: No creerían que los dejaría sin nuevo capítulo ¿verdad?
Espero que disfruten este capítulo, tanto como yo, por fin una verdad ha sido descubierta, pero ¿por qué esto no se siente tan bien?
Pronto nueva actualización <3
También quería contarles que hace poco publiqué mi nuevo libro "Tus ojos color miel" me está encantando esta nueva historia, espero que la pasen a ver en mi perfil y me hagan saber que les está pareciendo... por ahora nos vemos pronto, muy pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro