Capítulo 23
Derek estaba nervioso, decir eso era poco, Stiles había desaparecido con Lydia y nadie sabía donde estaban. Cuando fue a buscarle a casa de Lydia la madre de esta le dijo que ambos jóvenes zorros se habían ido a buscar a Scott, pero cuando veinte minutos después Scott regresó con un pequeño grupo de caza y dijo que en ningún momento se había cruzado con Stiles o con Lydia al lobo de ojos verdes se le dispararon los latidos. Estaba aterrado, horrorizado con el solo pensamiento de que a su pareja o a sus cachorros podría pasarles algo malo; caminaba de un lado al otro cual animal enjaulado intentando pensar en dónde podrían estar ambos adolescentes. Scott estaba igual, puesto que el desaparecido era su mejor amigo y la chica con la que este iba era demasiado joven y débil como para protegerlo de los peligros que acechaban el bosque. Desde cazadores hasta lobos renegados que podrían estar en busca de una matanza por diversión, y una joven chica zorro junto con un zorro preñado eran una opción tentadora para cualquier psicópata.
- Tranquilo, sobrino -Le decía Peter a un muy nervioso Derek.- Lo vamos a encontrar.
- ¡Pues vamos a buscarlo! -Gritó colérico el Hale.- ¡No podemos quedarnos aquí papando moscas! ¿¡Y si les pasa algo!?
- Derek, escúchame por una vez en tu vida -Peter ya se estaba cansando.- Stiles y los cachorros estarán bien, y ya te dije que no saldremos hasta que te calmes y razones como un ser humano.
Derek respiró profundo, reprimiendo las ganas de romperle la cara a su tío e ir en busca de su pareja ¡Que el no era un humano, joder! Era un lobo, un lobo que había perdido a su familia una vez y no quería que eso mismo volviera a ocurrirle con su compañero de alma y a sus cachorros que ni siquiera habían nacido aun. El pensamiento de que podía perderles sin siquiera haber visto sus caras aun, le provocaba una sensación de vació en el pecho; él quería ver a sus cachorros, quería poder acariciar sus rostros por primera vez y protegerlos de cualquier cosa que pudiera lastimarlos, lo mismo quería con Stiles. Anhelaba poder tener a su compañero entre sus brazos lo antes posible.
Respiró profundo de nuevo y se obligó a calmarse, relajando sus músculos y retrayendo sus garras, miró fijamente a su tío con el ceño fruncido. Dejándole bien en claro que eso era lo mas calmado que podía estar y que si no se iban a buscar a su familia en ese mismo momento iba a arrancarle la cabeza de cuajo.
- Está bien... -Murmuró Peter, un poco intimidado por la mirada asesina que le dedicaba su sobrino.- ...Vamos a buscarlo.
(...)
- ¡BAJEN DE AHÍ! -Gritaba aquel lobo enloquecido mientras intentaba trepar sin éxito.- ¡Bajen ahora mismo!
Lydia estaba frente a Stiles, el chico se había dejado caer de culo en el suelo y respiraba pesadamente, la pelirroja entendió instantáneamente que la forma en la que el chico se movía erráticamente era por las contracciones que estaba sufriendo. Lo cual le provocó pánico porque significaba que los bebés ya venían.
- Stiles, Stiles mírame -Lydia le levantó la mirada.- Concéntrate en mí ¿Sí? Respira.
El chico intentó calmar su respiración, al igual que el latido de su corazón, pero no lograba hacerlo. Su zorro se revolvía inquieto porque no estaba con su compañero, estaba sufriendo y Derek no estaba allí para acariciarle la cabeza y decirle que todo estaría bien, que él y los bebés estarían en perfectas condiciones.
El joven alfa de los zorros se quería obligar a aguantar, no quería que sus cachorros nacieran en esas peligrosas condiciones y mucho menos en un lugar tan frío y desprotegido como ese, además de que justo debajo de ellos había un lobo con sed de sangre que le buscaba para arrancarle la garganta.
Stiles se quitó su sudadera y la dejó a un lado, para luego levantarse la camiseta y dejar al descubierto su vientre notablemente hinchado, la pelirroja colocó dos de sus manos encima del vientre de su amigo y presionó ligeramente; provocando que el ojimiel gruñera adolorido.
- Uno de los bebés ya está en posición -Dijo la joven chica zorro.
- Tendrán que nacer aquí -Admitió Stiles muy a su pesar.- Lydia, vas a tener que ayudarme.
- ¿¡Q-qué!? --La chica reaccionó con miedo.- ¡Estás loco! Y-yo no sé que hacer.
- Coge esto... -Stiles sacó una pequeña navaja del bolsillo de su pantalón.- Vas a tener que hacerlo tú, yo no puedo.
La chica cogió la navaja con ambas manos y el ojimiel temió por su vida y la de sus cachorros al ver como el pulso de la chica zorro sobre la afilada cuchilla temblaba exageradamente, Lydia de verdad estaba aterrada con la sola idea de pensar en que ella iba a tener que sacar a dos bebés de su amigo, por muy mal que sonara la frase.
- Aquí -Stiles señaló su bajo vientre - Tienes que clavar aquí y hacer una linea, como si estuvieras dibujando una sonrisa debajo de mi ombligo ¿Entendido?
- S-sí...
- Y Lydia... -La chica le miró con expectación.- Clávala hasta la mitad, si lo clavas aun mas podrías lastimar a los bebés.
- Está bien, puedo hacerlo.
La pelirroja asintió con la cabeza y frunció el ceño, mostrando una expresión de decisión, seriedad y determinación en su aun aniñado rostro. Apretando el agarre sobre el mango de la navaja, la chica comenzó a acercarla hacia el bajo vientre de Stiles, el cual al sentir la proximidad de el objeto punzante cerró los ojos con fuerza y apretó sus puños.
El sentir como aquella navaja perforaba piel y músculo fue algo que el chico no esperó fuera tan doloroso, pero se obligó a sí mismo a resistir aquel dolor, una vez su madre le había dicho que el dolor era necesario para ser feliz. Él estaba sintiendo muchísimo dolor, por lo que esperaba que luego de eso pudiera sentir verdadera felicidad, como la que no había sentido desde que sus madre y su padre habían fallecido. Quería recuperar aquella felicidad.
La navaja recorrió un camino apenas circular cinco pulgadas debajo de su ombligo, Stiles jadeó ante el dolor, dejando sus pulmones vacíos y abriendo los ojos de forma que parecía como si estos fueran a salirse de sus cuencas. Quiso gritar, pero no se sentía ni siquiera en condiciones de hacerlo. La navaja fue rápidamente remplazada por las manos de Lydia, las cuales agrandaban la herida e impedían que esta se regenerara, porque si eso ocurría deberían repetir el proceso de nuevo hasta que pudieran sacar a los bebés.
- Oh Dios... Siento las cabezas de ambos, Stiles -Dijo la chica sin dejar de mirar hacia aquel agujero que había hecho en su amigo.- Los sacaré a los dos ¿Sí? Tú respira e intenta relajar los músculos.
El chico de cabellos castaños se obligó a relajar los músculos de su abdomen, ya que si no lo hacía podría herir a alguno de sus cachorros gravemente. Cogió todo el aire que pudo y lo soltó, momento que Lydia aprovechó para coger a ambos bebés y comenzar a sacarlos lentamente, procurando no lastimar a ninguno de ellos. Las cabezas de los bebés le cabían una en cada mano, lo cual le permitió sacarlos con mas facilidad, aunque era algo resbaloso y difícil de conseguir.
Cuando su amiga sacó a ambos bebés de su interior, el chico se sintió vacío por alrededor de quince segundos. Como pudo, destrozó su camiseta y se llevó los trozos de tela hacia la herida, comenzando a limpiar la sangre que le salía mientras esta se curaba.
- ¡Stiles! -Una voz le llegó desde afuera.
El ojimiel por poco y salta de la alegría al escuchar la voz de su amado lobo, su pareja estaba allí y ni siquiera le había escuchado llegar. Aunque había estado muy ocupado pariendo a sus hijos como para concentrarse en lo que ocurriera afuera.
Stiles estuvo a punto de abrazarse a Derek, pero se quedó quieto en seco porque su zorro le gritaba que algo andaba mal con sus cachorros, observó a Lydia, la cual le estaba dando la espalda y mantenía las manos hacia adelante sujetando a ambos bebés en sus brazos pero en un ángulo en el que Stiles no podía verlos. Lo que estaba aterrando a Stiles era que los bebés no lloraban, sus hijos no habían comenzado a llorar como lo hacen todos los bebés apenas nacen, eso es lo que demuestra que están vivos. Pero sus niños no lloraban.
- Derek... -Murmuró mientras el mayor le abrazaba.- Los bebés no lloran...
Entonces el lobo giró su cabeza hacia la pelirroja de tal forma que su cuello tronó dolorosamente, pero al pelinegro no pareció importarle en lo mas mínimo, ya que en ese momento le importaban mas sus hijos.
- Lydia -La llamaron ambos al mismo tiempo.
- No lloran, Stiles -Murmuró la chica mientras volteaba.- Son dos pequeños, valientes y hermosos niños.
La pelirroja se volteó y le acercó a ambos bebés a sus padres, la pareja se quedó mirándolos como si fueran lo mas hermoso que existía en el mundo. Y es que para ellos lo eran, eran sus cachorros y eran perfectos.
Dos niños con el cabello castaño les miraban fijamente, el cabello de ambos era de un color castaño y sus ojos, los cuales habían enamorado a ambos de sus padres, eran de dos colores diferentes.
- Heterocromía -Fue lo que murmuró Stiles mientras cogía a sus dos hijos, a los cuales Lydia había envuelto en su sudadera roja.
Los dos niños miraban a sus padres con unos enormes y hermosos ojos, el pequeño de la izquierda tenía su ojo derecho de color marrón mientras que el izquierdo era verde; el pequeño de la derecha tenía su ojo izquierdo de color marrón y el derecho verde. Eso era lo único que les diferenciaba, fuera de eso eran totalmente iguales.
- Son hermosos -Murmuró Derek mientras se abrazaba a su pareja como si temiera que todo eso que tenía frente a él le fuera arrebatado de un segundo a otro.
Stiles levantó su vista de sus hijos y observó a Derek, el cual se acercó para plantar un dulce beso en los labios de su amado compañero; este sonrió durante el beso y lo mismo hizo su amado lobo. Entonces el joven alfa de los zorros comprendió que todo ese dolor había valido la pena, cada segundo de los últimos meses había valido la pena solo para llegar a ese momento.
NOTA DE LA AUTORA:
¡Ya nacieron los bebés! Mis vidas son hermosos, me los quiero comer a besos a los dos.
En fin, sin mas que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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