Único
— Son las nueve treinta. —mencionó el pelinegro, mirando en su muñeca el reloj de pulsera.
Suspiró justo antes de acomodarse en su banquillo frente a la barra de aquel bar y tomar el cristalino vaso con hielo, bebiéndolo de golpe y hasta el fondo. A su lado, el chico rubio le sonrió y repitió la acción, bebiendo su cóctel sin un respiro para después, aún con la boca llena, pedir otro igual al barman.
— Nos dejaron plantados hyung... —volvió a decir, algo decaído mientras veía el hielo de su bebida girando una y otra vez al mover el vaso. — Creo, que me iré dormir ya. —dijo luego de unos segundos. Decidido, sacó su billetera y se levantó dispuesto a pagar para retirarse. Pero fue detenido por la mano del rubio a su lado.
— ¿A dormir tan temprano en sábado, Jimin? —resopló. — Quedate. ¿A caso me dejarás beber solo? —le preguntó.
Aunque más era un chantaje al hacer una cara dulce que sabía funciona con su amigo. El nombrado rascó su nuca observando el lugar. Definitivamente no tenía sueño, ni ganas de estar solo en su departamento. Quizá podía ver un maratón de películas de zombies pero igual estaría solo. Y de nuevo, no tenía ganas de estar solo. Que mejor que pasar el rato con su mejor amigo y compañero de bebida.
— Bien. Me quedo otro rato. —dijo sonriente. Jimin levantó su mano para pedir otro trago.
— Así que habla. —le celebró, palmeando leve la espalda del pelinegro. Alcanzó su nueva bebida y la levantó con la intención de hacer un brindis. — Jimin, brindemos, por seguir siendo solteros...
— Por seguir siendo, eternamente solteros hyung. —dijo entre sonriendo y desganado.
Se preguntaran, ¿por que celebrar tal cosa? No, no es que fueran eternos solteros empedernidos, no. Digamos que solo han tenido algo de mala suerte.
Min YoonGi y Park Jimin tenían todo a favor en la vida. Ambos se conocían desde el primer año en secundaría cuando Jimin fue transferido. Ambos formaron parte de los chicos más populares de la escuela tanto por su carisma, talentos y físicos. No era de extrañarse que fueran de los que más citas habían tenido, o más cartas y regalos recibían en día de los enamorados. Todas las chicas, he incluso algunos chicos deseaban salir con ellos. Muchos, o casi la mayoría tuvieron suerte de ocupar un momento a su lado, pero, eso era todo. Un momento.
Los años pasaron, y aunque su popularidad continuó hasta la universidad, con el tiempo ambos se dieron cuenta de que ninguna relación los llenaba por completo. Ninguno había tenido una historia romántica real, con sentimientos de por medio. Solo era atracción física y fría sin más intereses. Al principio eso estaba bien, funcionaba genial, pues no tenían tanto tiempo para entrar en amoríos durante la facultad. Sus horarios de dividían entre difíciles exámenes, exposiciones, trabajos, practicas, sus tesis, sus empleos de medio tiempo, y si acaso, sus salidas a beber los fines de semana.
Realmente no había tiempo para conocer a alguien tan profundamente como para enamorarse de algo más que no fuera el físico.
Pero ahora que se habían graduado oficialmente y que gozaban en una aparente calma luego de tanto esfuerzo. Ambos se habían propuesto tomarse un tiempo de descanso para conocer a ese alguien especial. Es por eso que se encontraban ese día, en ese mismo bar. YoonGi había tenido la idea de concertar citas a ciegas a través de esas redes sociales que servían para flirtear y encontrar personas cercanas con los mismos gustos. Llevaban haciéndolo un par de semanas pero hasta ahora ningún encuentro había resultado de su agrado. Cosa, que solo pudo empeorar cuando sus citas decidieron no llegar.
— Hyung... Estamos salados... —dijo dramatizando el menor. El pálido rió mientras bebía otro Shot.
— No estamos salados, somos un par de bacalaos. —dijo gracioso. Provocando que el menor espurreteara todo su trago de la risa y casi se ahogara. YoonGi golpeó su espalda de nuevo levemente.
— Eso... —tosió más y se repuso. — No entiendo por que es tan difícil encontrar a alguien. ¿No somos feos o sí? —vaciló el pelinegro.
— No creo que sea eso. —respondió el mayor.
— ¿Entonces? Hemos salido con media universidad hasta este punto...
— Las chicas eran hermosas, no entiendo de que te quejas, saliste con las más guapas y...
— Cabezas huecas, remilgosas, mimadas, engreídas, arrogantes, pervertidas... —completó el menor, bebiendo la segunda ronda de shots de vodka.
— Y los chicos... —prosiguió.
— Unos completos idiotas. —volvió a decir.
— Cierto. —concordó el mayor. Pidió ahora una ronda de margaritas. — Por cierto, hablando de idiotas. ¿Que pasó con Taehyung? —preguntó.
— No funcionó... Resulta que en realidad solo le gustaba como amigo. —susurró Jimin, decaído nuevamente. Recargó su mejilla de su mano haciéndolo ver y hablar gracioso.
— Con razón... —pensó en voz alta. YoonGi tomó su nueva bebida, sorbiendo de la pajilla mientras se recargaba de espaldas a la barra mirando a la gente.
— ¿Y Jungkook? —preguntó el menor. Ambos muchachos a los que habían conocido la semana pasada en una de sus citas dobles.
— Se fue con Taehyung a la salida de nuestra cita. —murmuró desinteresado.
Jimin abrió la boca medio sorprendido. Medio. Pues considerando su mala suerte, solo les había faltado reunir personas de sus citas fallidas.
El lugar estaba lleno, muchas personas disfrutaban la noche. La mayoría podía verse con sus respectivas parejas o bebiendo entre amigos. ¿Que más daba? Ya llegaría su oportunidad. YoonGi miró a Jimin recargándose con sus brazos en la barra y su cabeza sobre ellos.
— Venga que todos son unos idiotas, pero aún me tienes a mi. —le dijo con una sonrisa.
Jimin lo miró pensando un momento. Era cierto. YoonGi era su mejor amigo, siempre podía contar con él para cualquier cosa que necesitara. Eso lo tenía bien claro.
Siguieron bebiendo un rato más, entres vodkas y margaritas, piñas coladas y tequilas hasta hacerlos olvidarse del mal día. Para el final de la noche ya ni recordaban los nombres de sus supuestas citas y que les habían dejado plantados. Bailaron entre las demás gente que también bailaba bajo la uterina luz que iluminaba la pista de baile con eufórica música electrónica. Riendo, saltando, bailando, bebiendo. YoonGi solo necesitaba a su mejor amigo para divertirse, y Jimin solo necesitaba a YoonGi para pasarla genial. Así llegaron hasta la una y media de la madrugada cuando el lugar pronto cerraría y debían pagar la cuenta para irse. Ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos para conducir, así que mientras esperaban a que el encargado del bar les llamara un taxi, bebieron su última copa. Justo la del camino, sirvió para que una idea se le ocurriera al ebrio pelinegro.
Jimin bebió su trago y limpió su boca mientras miraba a su hyung. Una mirada más allá de las casuales. YoonGi tenía un rostro hermoso, una personalidad fascinante y una amistad incondicional. YoonGi lo conocía tan bien, y Jimin lo conocía bien a él. ¿Por qué no?
— Hyung...
— ¿Hmm? —masculló. Jimin le miró con sus ojos vidriosos, su boca se sintió pastosa y relamió sus labios antes de hablar, juntando algo de valor de paso.
— Si, ninguno se compromete en diez años... si no encontramos una hermo-sa persona con la cual llegar a viejos... Case-se conmigo hyung... —apenas pudo hablar bien. Su cara estaba algo roja pero tal vez era por la ebriedad y no por lo que acababa de pedirle al mayor.
— Estás loco, Jiminnie. —murmuró divertido, revolviendo los cabellos del menor.
— ¡N-noo! ¡Lo digo en se-rio! —exclamó indignado.
El encargado de conseguir su transporte les avisó que ya estaba el taxi en la puerta, y YoonGi, quien estaba un poco más cuerdo, ayudó al menor a caminar, recargándoselo en el hombro para hacerlo caminar hasta la salida.
— ¡Casate conmigo hyung! —berreo el ebrio muchacho haciendo pucheros y lloriqueando fingidamente.
— Jimin... Se te pasaron las copas, no sabes lo que dices. —le decía para calmarlo.
Una vez estuvieron afuera, con el aire fresco, a Jimin se le revolvió el estómago y terminó corriendo a vomitar en la esquina del establecimiento. Solo así, se le bajó un poco la borrachera y logró subir al taxi. YoonGi decidió que lo llevaría a su casa, Jimin podía quedarse a dormir en su departamento sin problema puesto que era algo amplio y su anterior compañero había dejado una habitación vacía.
Apenas llegaron, YoonGi depositó al menor en su sofá puesto que estaba medio dormido, susurrando incoherencias todavía. Jimin se dejó hacer como un pequeño, sonriendo soñoliento mientras el rubio le desataba los cordones de sus botas y luego le quitaba la chaqueta incómoda. YoonGi lo dejó allí descansando mientras iba a la habitación por una almohada y un par de mantas.
Sin embargo, Jimin se levantó medio atontado en búsqueda de algo que sabía, había en casa de su mejor amigo. Abrió los gabinetes de la cocina y encontró lo que buscaba.
— Bin-go. —murmuró risueño. Tomando la botella de vodka, buscó un par de copas y se las llevó de vuelta a la sala.
Cuándo YoonGi volvió con las mantas y la almohada, se sorprendió al encontrar al muchacho siguiendo en la parranda. Se acercó a él y le arrebató la copa justo antes de que volviera a beber.
— Jimin, ya has bebido demasiado. —le regañó. Definitivamente ya no era normal. Tomó las copas y la botella, llevándoselas lejos. — Te prepararé un café. —le dijo desde la cocina.
— ¡No quiero café! —le gritó, acostado en el sofá, cruzado de brazos. Suspiró y luego se levantó a buscar su celular. Seguro estaba en su chaqueta. ¿Pero dónde estaba su chaqueta? — ¡YOONGI HYUNG MI CHAQUETA DESAPARECIÓ! —entró en pánico. El nombrado rió mientras preparaba con algo de azúcar las tazas con café.
— ¡Está en el respaldo del sofá! —le gritó indicándole.
Jimin miró atrás y la encontró. La tomó y buscó entre los bolsillos su celular perdiéndose en internet un rato. YoonGi volvió a la sala con un par de tazas humeantes con el líquido negro. Las puso en la mesita de centro y miró al muchacho hecho bolita con sus piernas flexionadas hasta juntar sus rodillas con su pecho mientras veía entretenido su teléfono. Miró el reloj de pared en lo alto. Iban a dar las dos de la madrugada. A pesar de la hora y de haber bebido también, todavía no tenía sueño, así que se sentó en el otro extremo del sofá.
— ¿Que ves? —le preguntó curioso al pelinegro. Jimin asomó sus ojos.
— Estoy buscando tests confiables.
— ¿Tests? ¿Para que quieres un test? —quiso saber.
— Para saber que tan compatible debe ser tu pareja perfecta. —dijo tranquilamente.
— ¿Hablas en serio? Esas cosas nunca son confiables. —le dijo escéptico. YoonGi alcanzó la taza que le pertenecía y bebió un sorbo.
— Esta tiene un índice de 75% de certificación. Dice que si aciertas todas las preguntas tienes probabilidad de saber quien es tu media naranja. —Jimin le mostró la pantalla del celular al mayor, sin embargo, apenas YoonGi afinó su mirada para ver, Jimin lo quitó de su vista.
— Patrañas. Solo puedes saber cosas de alguien a quien conoces bien, no por que casualmente tengan las mismas respuestas. —dijo él.
— Exactamente. —susurró, Jimin para sí mismo. — Hagamos el test hyung. —le dijo, acercándose a YoonGi.
— ¿Yo? ¿Por qué debería hacerlo? —inquirió.
— Por qué... Te amaré más si lo haces. —le dijo sonriendo coqueto, aleteando sus pestañas.
— Eres un chantajista...
— Vamos, si nos quedamos solterones será tu culpa.
— ¿Mi culpa por qué?
— Porque no quisiste casarte conmigo. Será tu culpa si muero solo, en una casa para ansianitos llorando tu muerte. —dramatizó.
— Oh, ¿yo moriré primero? —le siguió el juego. Jimin asintió convencido.
— De amargado. Porque nadie se casó contigo por amor, y la única que se casó contigo a los cuarenta, fue una jovencita interesada que se llevó tu pensión, tu casa, tu coche y hasta tu apellido para disfrutarlo con su amante, un tipo brasileño veinte años menor que tú, de 1,88 de altura. Tu tumba dirá en el epitafio, "En memoria del cornudo y amargado YoonGi" —contó imaginativo. Jimin estaba bastante ebrio aún.
— Mejor toma tu café. Estas diciendo estupideces. —le ordenó. Jimin bebió un trago rápido de café y volvió con su celular.
— La primera pregunta menciona: "Tu amor verdadero sabrá todas estas preguntas y complementará sus recuerdos, para dictaminar que tan compatibles son"
— No creo en eso... —canturreo YoonGi.
— ¿Cual es su color favorito? —leyó Jimin ignorándolo. — Esa es fácil, blanco y negro. —el menor esperó la respuesta de YoonGi. El rubio suspiró fuerte, realmente no tenía muchas salidas ni nada mejor que hacer a esa hora.
— Naranja y azul son tus colores favoritos.
— ¡Correcto! ... ¿Su género y película favorita?
— Terror, Zombies, Resident the evil 4.
— Tu película favorita, es El extraño mundo de Jack. Y todas las de Tim Burton. Lo vez, te conozco bien.
— Eso no significa nada Jimin, somos amigos desde hace demasiados años, es obvio que sabemos todo de los dos. —concientizo. Jimin lo ignoró para no variar.
— Anime o animación favorita. Obviamente, Kumamon. —presumió. YoonGi rió.
— One piece.
— ¿Cual es su pasatiempo favorito? Diría, que componer música que a nadie muestras. Eres un egoísta. —le dijo sonriendo. El rubio no pudo evitar sonreír contagiado. Poco a poco entraba en confianza, incluso le estaba agradando el juego.
— Tan egoísta como lo eres tu con tus prácticas de danza que no has dejado que las vea. —contraatacó.
— Touché. ¿Días soleados o tardes lluviosas? Definitivamente tardes lluviosas.
— ¿Que puedo decir? No me gusta mucho el sol, ni a ti tampoco. —ambos sonrieron mientras Jimin asentía.
— ¿Cual ha sido su momento más memorable el cual ames? —Jimin pensó bien antes de responder.
— Tengo uno. —se adelantó YoonGi. — Fue en tu segundo año de secundaria. Te avanzaron un grado por tu enorme cerebrito.
— Oh, ¿el año en que reprobaste dos materias y repetiste? —completó Jimin con algo de burla. YoonGi rió.
— Ese mismo. ¿Recuerdas, el día de entrega de libros? Teníamos que ir hasta la oficina del director para recogerlos.
— Si, lo recuerdo. Era un largo camino, y tu caminabas como una tortuga.
— Apostamos que el que llegara primero a nuestra nueva aula haría las tareas del otro por una semana.
— Si, no sé en que estaba pensando, dejar que tu hicieras mi tarea no me ayudaría de mucho, considerando que reprobaste matemáticas y ciencia... Incluso reprobaste educación física, ¿quien reprueba en educación física? —recordó burlón mientras se recargaba contra el respaldo del sofá, cerca del mayor.
— Si, bueno, en mi defensa, la maestra me odiaba. Como sea. Recuerdo que apostamos eso, y con nuestros libros en brazos salimos corriendo por el pasillo donde teníamos prohibido correr. Como siempre fuiste más veloz que yo y entraste al aula. Pero, al entrar te resbalaste y caíste a suelo en medio de todos los alumnos. —contó entre risas. Jimin cubrió su cara avergonzado.
— ¡Oh sí, lo recuerdo! —YoonGi intentó quitarle las manos para reírse de él en su cara.
— ¿Oh si? ¿Recuerdas lo peor? ¡Te equivocaste de aula! —dijo entre risas. — La maestra Yeo se te quedó mirando y dijo, ¡jovencito se ha equivocado usted! ¡Este ya no es su aula! Y todos se rieron.
— ¡No me lo recuerdes! ¡Fue horrible! —siguió avergonzado.
— Por alardear de tu velocidad resultó que te gané.
— Olvidemos eso por favor. —continuó, tratando de que su sonrojo no se notase. — Menciona su comida favorita.
— Por algún motivo, te encanta la comida de mar. A mi no me gusta.
— Lo sé, prefieres la carne de cordero. Mm... —Jimin miró la siguiente pregunta.
— ¿Que pasa?
— Esta parece importante... ¿Fecha de cumpleaños de sus padres y él? Sencillo, tu padre cumple el catorce de septiembre, y tu madre el dos de mayo, tu cumpleaños es el nueve de marzo. —enumeró.
YoonGi se le quedó mirando asombrado. Realmente, ¿Jimin había pasado tanto tiempo cerca de su familia? Ni siquiera él recordaba a veces el cumpleaños de su padre. Pero lo aún más asombroso era que, YoonGi, también lo sabía.
— Tu cumpleaños es el trece de octubre... Tu mamá, cumple el quince de enero y tu padre, él cumpliría el treinta de abril. —susurró reticente. Jimin lo miró, mordiendo sus labios asintió. — Siempre compras flores ese día para llevarlas a su tumba. —añadió.
De un momento a otro su conversación se volvió más seria y nostálgica. Si en algún instante estuvieron ebrios, ahora estaban cuerdos que nunca. Jimin bebió el resto de su café antes de seguir con la próxima pregunta.
— ¿Que cualidades amas, o lo vuelven alguien especial ante tus ojos? —susurro. YoonGi lo miró unos segundos antes de beber por completo su café también.
— El ser, alguien inteligente, con el que puedo hablar de casi cualquier cosa. Amo, cuanto empeño le pones a algo que de por sí ya es bueno. El seas, divertido y rías cada oportunidad con tanta sinceridad. El que seas confiable, fuerte y valiente pero también sensible, tierno. Son cualidades que me gustan de ti. —le contó.
Jimin trató de esconder su rostro pues estaba seguro que notaría su sonrojo antes de continuar. Por alguna razón no podía sostenerle la mirada como en todos esos años de buena amistad.
— ¿Has... sentido celos de sus parejas románticas? —Jimin se detuvo nuevamente a pensar. ¿Celos? ¿Había sentido alguna vez celos?
Quizás, sí. O tal vez no. Definitivamente, no todas las personas con las que YoonGi salió le agradaron. Ahora que lo notaba, quizá y sí.
— No. —dijo confiado. Jimin se sintió ligeramente decepcionado.
— Yo tampoco. —mintió.
— Te dije, estás cosas no son para nosotros. —le dijo, restándole importancia. Jimin miró la última pregunta con una leve esperanza de despejar sus dudas.
— ¿En que momento te diste cuenta que estabas enamorado de esa persona? —vaciló un poco. YoonGi rió mientras se acomodaba en el sofá. Con una de sus piernas flexionada arriba y su brazo en el respaldo para recargar su cabeza de su mano.
— Ni siquiera respondiste la anterior pregunta. —le recordó. Jimin tragó saliva dudando.
— Amo... Que seas tan serio por fuera pero cálido por dentro. El que pueda ser yo mismo estando a tu lado. Tu forma honesta de decir las cosas cuando algo no te convence. El que siempre estés allí para apoyarme. —musitó.
Jimin esperó que al terminar de hablar, él respondiera la pregunta anterior, pero YoonGi solo rió y negó con la cabeza.
— No estoy enamorado de ti Jimin. —confesó muy seguro.
Y esas palabras dolieron más de lo que esperaba ahora que estaba sobrio. Porque era ahora que se daba cuenta que el test había despejado sus dudas. Dudas que eran mejor no haber aclarado.
— ¿Se acabaron las preguntas? —indagó el rubio. Jimin solo asintió, apagando la pantalla de su celular. — Bien. Ya es muy tarde, hay que dormir.
Dicho eso, YoonGi se levantó, tomó las tazas y las llevó hasta el fregadero de la cocina. Ya se encargaría de lavarlas por la mañana. Jimin acomodó la almohada en el sofá y extendió la manta para después acostarse mirando al techo del departamento. Realmente no tenía nada de sueño pero se obligó a ocupar su mente en algo mientras el sueño llegaba, fue así, que empezó a cantar bajito.
YoonGi se detuvo un momento escuchándolo cantar. Algo que quizá no confesó entre las cualidades que le gustaban de Jimin era su voz. Adoraba cuando inconscientemente comenzaba a cantar para pasar el rato o distraerse de algo. YoonGi fue a su habitación y regresó a los pocos minutos con otra almohada y otra manta. Jimin miró como el mayor tendía la manta en el suelo, al lado del sofá donde él estaba.
— ¿Hyung que haces? ¿No prefieres dormir en tu cama? —murmuró el pelinegro.
— ¿Y perderme de tu canción? No gracias. Ahora sigue cantando. —le dijo mientras se acomodaba.
Jimin rió haciendo desaparecer sus ojos. Regresó a su posición boca arriba y comenzó de nuevo a cantar mientras YoonGi le escuchaba encantado.
El podía recordar un día de lluvia parecido al que letra de la melodía que se hallaba cantando justo en ese instante. YoonGi recordaba el día en que Jimin llegó a su casa empapado de pies a cabeza y llorando porque aparentemente había arruinado una importante audición al caer y lastimar su muñeca. YoonGi corrió por toallas limpias para ayudarle a secarse. Su corazón recordaba aquel momento en que le abrazó y le dijo, que todo estaría bien. YoonGi pudo recordar lo hermosos que eran los ojos de Jimin, y lo tierna que lucía la piel de sus mejillas o sus labios al llorar. Tan hermoso, que pudo dudar si un amigo podría reconfortar a otro besando sus labios. Jimin se veía como un ángel triste ese día y YoonGi juró que no deseaba verlo llorar jamás.
Jimin dejó de cantar al comenzar a quedarse dormido y su celular cayó de su mano. YoonGi alcanzó el aparato y lo encendió curioso para volver a repasar las supuestas preguntas del test, pero su sorpresa fue, que ese, no era un examen de que tanto sabías del otro, sino más bien, el título decía.
— ¿Cómo saber si me enamoré de mi mejor amigo? —leyó.
Todas las preguntas eran para un solo individuo indagando que tanto sabia y sentía por esa persona. YoonGi se detuvo en una pregunta que Jimin no hizo:
¿se han besado? ¿Que sentiste?
Un sentimiento amoroso a veces puede confundirse con la amistad, pero, puedes darte cuenta si existe algo más ante el roce físico. Tu corazón late, tus manos sudan, tus ojos no pueden apartarse.
¿Te has detenido a pensar que sientes cuando lo miras?
¿Sientes alivio al estar a su lado?
YoonGi se levantó del suelo observando el rostro de Jimin muy de cerca. ¿Podía estar enamorado de Jimin? YoonGi podía recordar lo agradable que siempre había sido estar a su lado, lo mucho que lo admiraba y, algo que sin duda era innegable, Jimin era sumamente atractivo. Lo conocía como a la palma de su mano, sabía que lo hacía reír y lo que le hacía llorar. Sabía sus defectos y sus virtudes. Conocía sus buenos y malos momentos como él lo conocía también. ¿El realmente no estaba enamorado de Jimin?
Entonces por qué estaba dudando. ¿Había alguien mejor? Alguien que pudiera conocerlo de igual forma, que respetara y apreciara sus gustos como él lo hacía? ¿Y sí no habían podido encontrar a alguien porque ese alguien ya estaba en sus vidas desde la infancia? El había mencionado algo sobre celos, pero para él, solo era protección. Cuando Jimin salía con alguien al que YoonGi no le agradaba, el solo le diría que no le convenía. ¿Eso contaba como celos?
Tal vez sí, o tal vez no.
Pero si ese test servía, entonces, ¿podría saber si amaba a Jimin al besarlo?
YoonGi se acercó al chico dormido. A tan solo unos centímetros de su rostro. Sus ojos examinando esa jugosa boca e imaginando, ¿como se sentirían?
YoonGi inclinó su cabeza lentamente hasta que sus labios rozaron los de Jimin. Realmente no estaba seguro de lo que estaba haciendo pero no cabía duda, deseaba averiguar, que se sentía besar a su mejor amigo y si así podría saber si algo más había. Sus bocas se unieron con suavidad. Jimin, despertó a medias, creyendo que tal vez se trataba de un sueño, reaccionó y besó equitativamente. Quizá eran los nervios, pero su estómago se tensó cuando Jimin subió sus manos y atrapó su rostro, besándolo más profundamente.
Si sólo era amistad la que sentían, ¿por que besarse se sentía tan bien?
¿Por qué sus ojos se veían brillantes en la oscuridad de la habitación?
¿Por qué se sonrieron uno al otro mientras volvían a unir sus labios?
Por qué ninguno pudo detener la calidez que sus cuerpos sintieron al rozarse. ¿Era eso muestra de que eran más que amigos uno del otro?
Quizá, aún debían averiguarlo luego de esa noche. Una noche que comenzó solitaria. Una propuesta que se hizo, y una duda que nació, entre vodka, margaritas y café.
MIN∆BRIL
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