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Capítulo 2:

Park
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Me reí un poco sin poder contenerlo.

Desde mi ventana podía ver como mi vecino se peleaba con su pequeño cachorrito. No estaba seguro de si se suponía debía bañarlo a él o era el perrito quien le bañaba al moreno.

Pero era tierno.

Siempre me había parecido un chico tierno. Desde que nos mudamos cuando tenía nueve, me había aparecido un chico lindo, uno que despertaba mi curiosidad, pero que nunca pude saciar. Sin importar que intentara; parecía que simplemente no le agradaba.

Y eso era triste.

Me recoste contra la ventana observando como sonreía de esa forma bonita y como su piel toda lechosa se teñía en rosita.

Tan bonito.

Mi nombre sonó de la baca de mi madre desde la palabra baja y casi me clave el lápiz que tenía en mi mano en el ojo. Maldije en voz alta moviéndome bruscamente y termine probocando que uno de mis cuadernos se callera por el borde de la ventana, y terminará en el patio del vecino. Me quejé en voz audible y corrí escaleras abajo cuando note que era mi cuaderno de bocetos.

Mi madre me esperaba a inicios de la escalera diciendo algo que no escuche; la esquive y salí por la puerta trasera directo a la balla que dividía nuestro patio, justo debajo de mi ventana, con el del vecino.

Me quedé mirando la cerca marrón por un rato. El ruido que se escuchaba hacia rato siendo inexistente en esos momentos. Intenté mirar por alguna rejilla, pero no encontré un hueco y como pude salte para intentar ver al otro lado. Mis pantuflas ensuciandose en el procesó.

Di un último salto antes de terminar callando mal contra mis pies por el susto de un ladrido. Mi suéter amarillo se engancho a la cerca y se rasgo por la fuerza de mi caída.

Mire desde el piso al perro que me ladraba desde la entrada del callejón, ese que daba a la calle, y unos minutos después, caminando de espaldas, mi vecino, con una camisa a cuadros atada a su cinturita, me miró.

Me observó en silencio desde esa distancia en el suelo y yo solo sentí mis mejillas llenarse de rojo.

Con cuidado y apoyándome de la pared me puse de pié; sacudí mi pelo, ignorando el desastre que era, y le sonreí.

—Yo J-justo iba a llamarte—. Confesé mientras dirigía mi mano a la parte trasera de mi cuello. El pequeño perrito aún mojado se removió ansioso hacia mí y yo me agache para saludarlo sin dejar de ver al chico que aún se mantenía en silencio desde esa posición.

A sus pies, a solo centímetros del suelo.

Su ojos no dejaron de verme en ningún momento; desde ese lugar el sonrojo en su mejillas era aún más potente, sentí un cosquilleo en mi nariz de repente y temiendo un accidente aparte la mirada. Terminé viendo sus rodillas rosa que sobresalían por los agujeros de sus Jean's.

Sin poder evitarlo mire esas piernas tan blancas y delgadas desde abajo; levantando mi vista a él en el proceso, pero mis ojos dieron contra mi cuaderno que era extendido desde sus manos. Su vista estaba en otro lado, su boca era tapada por el dorso de su mano derecha.

Lo tome despacio y me puse de pié, pero no pude decir algo cuando él ya se estaba marchando, a paso rápido, a su casa, una vez más.

Frente a mí solo quedo un borrón de ropas negras y cuadros.

No supe cuanto tiempo me quedé con la mano aún extendida y el cuaderno apenas en las puntas de los dedos, ni siquiera pensé mucho en ello, el martilleo de mis latidos era tanto, que intimido cualquier otro ruido en el lugar.

Abrí mi boca en busca de aire, cuando note como contenía la respiración, y volví a saltar asustado cuando la voz de mi madre llegó alfin a mis oídos.

Di una mirada rápida a la cerca al otro lado y me adentré a mi casa para cenar. Sin poder sacarme de la cabeza lo cerca que habíamos estado.

Para cuando me desperté esa mañana, el reflejó de la noche anterior seguía intacto, repitiéndose en bucle y cosquilleando.

Mis piernas temblaron de lo rápido que me levante y el hormigueo en mis mejillas me hizo notar que estaba avergonzado. Los sucesos de mis sueños que se vieron influenciados por lo pasado esa noche me hicieron sentir tonto

Solté una risita y me adentré a tomar una ducha rápida que enfriara mi piel. Para cuando baje listo, no pude evitar detenerme  frente al callejón donde hacía apenas horas estábamos; sonreí y lance mi patinete al suelo, montando en ella luego, y no pude evitar observar el pórtico del vecino, como si esperara que Min Yoongi se materializará de repente a esa hora de la mañana.

Me reí y le devolví el saludo a su madre frente a su auto, algo avergonzado, y me apure a llegar más rápido a la escuela.

Ansioso de contarle a mi amigo secreto, tal vez con algun dibujo, como había sido mi día y si tenía suerte, quizá él me escribiera un poema de eso.

Pasaba aveces, por alguna extraña razón sus poemas terminaban siendo muy parecidos a mis sentimientos. Como si yo dibujara y el pusiera en letras toda la situación.

Una dinámica preciosa.

El pequeño poema que me recibió en el final del escritorio me hizo sonreír.

┌────°❅•❀•❅°────┐
"Cuando pasas por mi lado.
¿Me notas?

¿Piensas un segundo en mi?
¿O solo soy un simple y pasajero adorno en tu visión?
Me gustaría no ser un simple adorno.
Es demasiado,
La forma en la que me haces sentir, me abruma.

¿Enamorarse es estúpido?

¿O somos nosotros estúpidos por enamorarnos?

No estoy seguro de cuando paso,
ni como.
Pero es demasiado.
Me haces sentir demasiado
y eso no es justo.
Pero para que lo notes
primero debería hablarte
y tiemblo de solo pensarlo.

Cuando pasas por mi lado.
¿Me notas?"

────°❅•❀•❅°────┘

Eso era todo, sin contexto. Sin una explicación, sin añadir nada más.

Siempre era eso.

Quise reirme, pero estaba más maravillado que eso.

Habían veces donde solo hacía eso, ponía algo totalmente extraño, pero que se sentía tan correcto y yo solo intentaba adaptarme al momento.

Eso era lo que había puesto hoy.

Sabía que era un chico porqué esta era una escuela solo de chicos, pero esa era toda la información que tenía. 

Y no te desanimes, eso estaba bien. No habían ataduras, no había vergüenza, existía esa pequeña confianza entre nosotros.

- Y bueno, tampoco quería espantarlo y que dejara de escribirme por mi estupida curiodad-.

Pero habían momentos en los que deseaba saber que pensaba.

¿Quién es esa persona que te llena de tantas palabras?

¿Para quién eran tus silencios tan atentos?

¿Quien se llena de tus suspiros?

Y ¿Cómo es que ese alguien es tan tonto como para no notarte?

Eran esas algunas de las cosas que quería preguntar:

"Dime quien es y te prometo ser tu voz y gritarle."

Pero terminaba poniendo cosas totalmente diferentes.

Para no incomodarle.

Porqué no me correspondía.

Solo éramos dos chicos compartiendo sus pensamientos de forma extraña pero anónimo.

Y eso debía ser suficiente.

Debía.

Aunque en algún punto eso había cambiado, para mi.

Suspirando sin más escribí una pequeña nota, en respuesta, en el reverso del dibujo y lo pegue con cuidado debajo de la silla, con mi dedos algo temblorosos porqué era la salida y deseaba con fuerza que me esperara mi vecino a los laterales del mural.

Pero aunque mi deseo se cumplió a medias, cuando pise su acera para llegar a mi hogar, perdí cualquier oportunidad de dialogar, ni siquiera pude darle los buenos días cuando el chico ya estaba de nuevo escondido en el refugio de su hogar.

Como siempre.

Sin importar que tanto intentara Min Yoongi siempre terminaba escapando de mi y eso era tan fustrante.

Suspire, rendido, viendo partir, así de rápido, lo que creí sería mi boleto para poder escuchar la voz de Min Yoongi  por primera vez; desganado me encamine a mi lado de la acera.

Lo intentaría en otra ocasión.

Supongo.

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