Capítulo 7
Me removí, intentando alejarme de los besos que estaba sintiendo en el cuello y que me provocaban cosquilla e interrumpía mi dulce sueño.
—Roma, déjame dormir —murmuré, con el rostro enterrado en la almohada. Mi gata tenía la costumbre de lamerme cuando necesitaba comida.
—No soy Roma, solnyshko.
Al escuchar la voz de Nikolay, giré mi cuerpo, quedando boca arriba. El movimiento provocó que mi cabeza doliera.
—Maldición. —Me quejé del dolor, cerrando los ojos por un breve momento, no debí de tomar tanto alcohol.
—¿Te encuentras bien, solnyshko? —inquirió, preocupado. Quitando algunos mechones que estorbaba mi vista.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, confundida. Mi voz salió rasposa y sentía mis labios secos —. ¿No te hallabas en América?
—Primero responde mi pregunta —frunció el ceño.
—Solo me duele la cabeza. Ayer bebí unas copas con las chicas —susurré, todavía tenía sueño y mi cerebro no estaba procesando la información.
—Voy a buscarte una pastilla —dijo, antes de pararse de la cama y salir de la habitación.
Observé el techo, como si fuera lo más interesante de mi vida. A mi mente llegaron los recuerdos del señor D'Angelo golpeando a ese hombre y a sus guardias apuntándome con sus armas. Sus manos llenas de sangre y la brutalidad de sus golpes me causan escalofríos. ¿Qué le habrá hecho para que le hiciera eso? ¿Estará vivo?
No, no voy a pensar en eso. No son mis problemas, posiblemente luego terminaría muerta. Los millonarios ocultaban muchas cosas turbias.
—Aquí tienes. —Volvió a sentarse en la cama, trayendo un vaso de agua y dos pastillas.
Me acomodé y la puse en mi boca, tragándomela con un sorbo de agua. Dejé el vaso en la mesita de noche. Me di cuenta de que la sabana se desplazó de mi cuerpo, dejando mis senos al descubierto.
Anoche, luego de que mi jefe me dejara en mi casa, llamé a mis amigas. Me aseguré de que en verdad llegaron a sus departamentos a salvo. Me gritaron algunas cosas, que no le preste mucha atención y fui a darme una ducha. No quise ponerme ropa porque estaba cansada, así que me fui a dormir desnuda.
No esperaba que nadie viniera a mi hogar. Por suerte era mi novio.
Sus ojos se desviaron y noté como se oscurecieron. Mis labios se estiraron en una sonrisa, me gusta sentirme desea por él.
—¿Te encanta tentarme? —Se inclinó, acortando la distancia.
—¿No? —pestañeé, haciéndome la inocente. Intentó besarme, sin embargo, lo detuve —. ¿Qué haces aquí? —repetí.
—No deseaba seguir peleado contigo, admito que no actué de la mejor manera al enterarme de tu trabajo. No debo prohibirte nada. —Lo miré fijamente, distrayéndome en su mirada. Sus ojos parecían tener el color exacto del cielo.
—Pudiste llamarme, no viajar desde la otra punta del mundo. —Aunque no me quejaba de tenerlo conmigo.
—Lo sé, pero no es lo mismo. Sabes que no me gusta estar peleado contigo y extraño tenerte conmigo. La última vez solo me comporté como un idiota. —Su mano acaricio mi mejilla.
—Yo también me disculpo, no fue la mejor reacción —admití. Tal vez me alteré un poco.
—Problema resuelto, ahora puedo pasar el día junto a ti, antes de tener que irme.
—¿Irte? —Formé un puchero.
—Sí. —Hizo una mueca —. Me tomé el día libre para arreglar las cosas contigo.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo más a mí.
—No quiero que te vayas —murmuré.
—Yo tampoco deseo irme, sin embargo, tengo mucho trabajo que hacer. Prometo que pronto tendré más tiempo para ti, solnyshko.
Asentí, entendía que tenía sus responsabilidades. Y tuvo el gesto de viajar solo para arreglar las cosas entre nosotros.
—¿Por qué no querías que trabajara en esa empresa? —Algo pasó por sus ojos, aunque no pude descifrarlo.
—Hay rumores de que los D'Angelo son una familia peligrosa, es mejor mantenerse alejados de ellos.
—¿Peligrosa? ¿Qué tiene de peligroso manejar una empresa de vino?
—Que quizá sus negocios no sean tan legales —respondió, serio y tenso —. Dejemos ese tema de lado.
No me dio más oportunidades de pensar, sus labios se unieron con los míos con suavidad, mientras su mano se movía por mi abdomen, hasta llegar a mis senos.
—Extrañaba besarte —jadeé en su boca cuando masajeó mi duro pezón. Nikolay solía tratarme con delicadeza durante el sexo, y lo disfrutaba, solo que a veces me gustaría que fuera más... rudo. No que me tratara como una frágil flor.
—Más... —arqueé la espalda, mis uñas se clavaron en su espalda y mis ojos se cerraron. Fue dejando un recorrido de besos húmedos por todo mi cuello, me estremecí al sentir como se introducía mi pezón a su cálida boca, antes de tirar de el con sus dientes —. Nikolay —gemí e intenté quitar su camisa, quería sentir su cuerpo junto al mío.
—¿Qué desea mi kison'ka? —preguntó en voz baja, separándose unos centímetros para permitir que quitara su camiseta. Quedé embobada admirando su perfecto torso, una sonrisa arrogante se dibujó en su rostro —. ¿No me vas a responder, kison'ka? —Apartó la sabana de mi cuerpo, admirando mi desnudes y tocándome con la yema de sus dedos; dejé escapar una respiración entre cortada.
—A ti, te quiero a ti...
—Ya me tienes, solnyshko. —Se inclinó, tomando mi boca. Su lengua no pidió permiso para reclamar la mía, rodeé su cadera con mi pierna, para atraerlo más cerca. La costura de su pantalón rozó mi zona sensible y no pude evitar gemir.
—Nikolay —gimoteé, tirando de su cabello. Sentí la vibración de su risa.
—Me encanta el sonido de mi nombre cuando lo gimes. Maldición. —El sonido de su teléfono nos interrumpió.
Me quejé, ¿por qué tiene que sonar justo en este momento?
—No atiendas —supliqué, aferrándome a él. Sin embargo, su celular no dejaba de sonar.
—Lo siento, debe de ser importante. —Se separó y salió de la habitación para atender la llamada.
Me quedé en la cama. Desnuda, frustrada y necesitada. Maldigo a la persona que llamó por interrumpir la sección de sexo con mi novio.
Esperaba que una ducha de agua fría ayude con mi frustración sexual, aunque lo dudo. Me levanté como mi madre me trajo al mundo y me dirigí al baño.
Luego de un largo y refrescante baño, me cambié con una ropa cómoda. El calor cada día era más asfixiante, moriré con esta temperatura.
En la cocina, Nikolay sacaba el desayuno de la bolsa. Me acerqué para observar que compró.
—Te amo —dije, cuando vi mi expreso macchiato y varios cornetto espolvoreados con azúcar —. Eres el mejor novio, ¿lo sabías? —Me olvidé de mi frustración al dar un sorbo a mi café, era mi fuente de energía y felicidad.
—Soy consciente de eso. —Se movió por la cocina, para botar la bolsa. Ya se había puesto la camiseta, por lo que no pude seguir viendo el espectáculo de sus músculos.
—¿Quién te llamaba? —gemí al morder el cornetto, el sabor a chocolate explotó en mi boca. Una maravilla.
—Mi padre, quería saber por qué dejé américa si aún no termino mi trabajo.
Hice una mueca.
—Espero que no te metas en ningún problema por mi culpa.
—No, él sabe lo importante que eres para mí. —Se agachó, llenando el cuenco de comida para Roma. Mi gata fue directa a sus brazos, esperando que él la acariciara. Les juro que trata de robarme a mi novio, le gusta estar pegada a Nikolay, pero no la culpo. Ni yo puedo resistirme.
—¿Desayunaste?
—Sí, cuando llegué al hotel hace unas horas.
—¿Descánsate? —Él solía tener problemas para dormir y cuando viajaba no dormía absolutamente nada. Me preocupaba su salud.
—Sí, preciosa. —Se aproximó y dejó un beso en mi frente —. Termina, te llevaré a un lugar.
—¿A dónde? —Cogí otro cornetto, pero este era de crema pastelera.
—Lo descubrirá cuando lleguemos. —Sonrió al ver mi expresión, no soy fanática de las sorpresas.
Volví a lavarme los dientes al acabar mi desayuno, busqué mi bolso y besé a Roma antes de salir. Nikolay sostuvo mi mano mientras bajábamos los escalones del edificio.
Me pongo unas gafas de sol, ya que este se encuentra en su máximo esplendor. Las personas llenaban las calles al igual que los carros y el sonido de estos. Nos dirigimos a su auto, cuando nos acomodamos en nuestros asientos, me pasó una venda.
—¿Puedes ponértela, por favor?
—¿Por qué no puedo saber a dónde vamos?
—Porque es una sorpresa, sin embargo, iremos a un lugar que te gusta.
Dudé, no obstante, tapé mis ojos con la venda.
Sentí como el coche se puso en marcha y Nikolay encendió la radio, poniendo la música que siempre coloco cuando estoy con él.
—Don't blame me, love made me crazy If it doesn't, you ain't doin' it right —canté, las canciones de Taylor son unas de mis favoritas —. Oh, Lord, save me, my drug is my baby I'll be usin' for the rest of my life. Canta conmigo. —Le pedí a mi novio y solo lo escuché reírse.
—No soy bueno en esto, solnyshko.
No insistí y seguí desafinando cada nota. El viaje se hizo corto y me ayudó a salir del carro. Caminamos unos pasos y lo sentí ponerse a mi espalda para quitarme la venda.
Delante de mí tenía el sueño de toda lectora obsesionada con los libros.
—¿Te gusta? Sé que amas este lugar y no todo el tiempo puedes venir.
Estábamos en mi librería favorita, sin embargo, por lo lejos que era y mi falta de tiempo, no podía venir.
Me giré y me puse de puntillas para dejar un casto beso en sus labios.
—Te quiero, gracias por traerme —hablé, emocionada.
—Lo que te haga feliz. Ahora, puedes elegir todos los libros que quieras.
—¿En serio? ¿Sin ningún límite?
—Sin ningún límite —afirmó y yo volví a besarlo. Algunas personas nos miraron, aunque en ese momento no me importó.
Lo arrastré conmigo por el pasillo de fantasía. Muchos de los libros que deseaba se encontraban en inglés, ya que todavía no lo traducían al italiano. Fue uno de los principales motivos por el que aprendí el idioma.
—Lo quiero todos, no sé cuál elegir —murmuré, leyendo algunas sinopsis.
—Son tuyos, entonces. —Se encogió de hombros.
Dos chicas que se hallaban cerca de nosotros lo miraron cuando él dijo eso. Creo que también deseaban tener mi suerte.
Durante una hora, lo arrastré por diferentes pasillos y en ningún momento se quejó, al contrario, me daba su opinión. Un empleado iba añadiendo los libros que elegía en una canasta.
—¿Marco? —Al escucharme, el chofer de mi jefe se volteó. De repente, el aire se puso tenso y Nikolay puso su mano en mi cintura, acercándome a su cuerpo.
—Señorita Vitale, qué coincidencia encontrarla aquí —comentó, sin dejar de mirar a mi novio con seriedad.
—¿Se conocen? —inquirí al notar la tensión de ambos.
—No —dijeron al unísono.
—Bien —dije, extrañada —. Nunca pensé verlo en una librería.
—Vine a buscar unos libros para la señora D'Angelo.
¿El jefe se encontraba casado? Pobre víctima, tener que vivir con el amargado de D'Angelo tenía que ser un sacrificio.
—Tenemos que irnos, Fiorella —Aunque su actitud era rara, asentí.
—Adiós, Marco. —Me despedí.
—No vemos pronto, señorita.
—¿Seguro que no se conocen?
—Sí —expresó con seriedad.
Nos estábamos dirigiendo a la caja, cuando escuchamos el sonido de las balas impactando contra el cristal. El grito de terror de las personas inundó el lugar, el cuerpo de Nikolay cubrió el mío, al tiempo de que sacaba un arma.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, todo lo que podía distinguir era los gritos y gente aterrada.
Nikolay Ivanov.
Reconocí el hombre de D'Angelo desde que lo vi, no era ninguna coincidencia que se encontrara aquí y tampoco era algo bueno de que me viera con Fiorella, podría ponerla en riesgo ahora que trabajaba en la empresa que ellos manejan.
Cuando comenzó el tiroteo, no dude en proteger a Fiorella. Mataría a cada sucio italiano si ella salía con un rasguño. Saqué mi arma y disparé al hombre que venía por mí. Fiorella se hallaba paralizada y no podía culparla, sin embargo, no era el tiempo para calmarla.
—No te despegues de mí ni por un segundo, ¿entendido? —Asintió, sin cuestionar nada.
Mis hombres debieron de abrir fuego contra los italianos, a ellos lo mantenía fuera de la vista de mi mujer, ya que ella no sabía a lo que en realidad me dedicaba. No era algo que debiera de saber por ahora.
El boss de la Bratva no dejaría que su heredero entrara a territorio enemigo sin un ejército que lo acompañara. El lugar se volvió un caos en cuestión, disparé a todo italiano que se cruzara en mi camino y sostuviera un arma.
Enzo debe de saber que estoy en su territorio y que su última mercancía fue interceptada por mi gente. Ambos teníamos cuentas que pendientes y el día en que nos tengamos frente a frente, uno de los dos va a morir.
—Босс, мы должны вытащить его отсюда —gritó mi guardia. (Jefe, tenemos que sacarlo de aquí).
Sostuve con firmeza la mano de Fiorella, estaba temblando y el miedo empañaba sus ojos. Joder, yo mismo mataría a D'Angelo por asustar a mi mujer.
—Отведи ее в безопасное место и защити —ordené. (Llévatela a un lugar seguro y protégela).
—Сэр, вы наш приоритет. Его отец убьет нас, если с ним что-нибудь случится —(Señor, usted es nuestra prioridad, su padre nos matará si le sucede algo).
—Ты будешь трупом, если с ней что-нибудь случится, делай, что я приказал —espeté, con frialdad. (Serás hombre muerto si a ella le sucede algo, cumple con lo que te ordené).
—да сэр —(Sí, señor).
—Nikolay, ¿qué está sucediendo? —susurró.
—Tienes que ir con él, te llevará a casa.
—¿Qué hay de ti?
—Yo iré después, debes de mantenerte a salvo.
—Nikolay... —La interrumpí besando sus labios de manera breve, antes de entregársela a Yuri.
—Я убью тебя, если ты не защитишь мою жену —advertí. (Te mataré si no proteges a mi mujer).
Hola, criaturas pecadoras. Espero que se encuentren bien y feliz San Valentin.
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Creen que fue Enzo quien planeó el tiroteo?
Por cierto, las actualizaciones son una vez a la semana (lunes o martes en la noche). Sé que desean más, sin embargo, estudio, trabajo y trato de mantener una vida social.
Pronto habrá un maratón, quizá a finales de mes. En mi instagram les diré o en el grupo de lectoras.
Sus votos y comentarios me motivan, gracias por leer.
Les quiere, March.
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