Capítulo 25
Ya son 400k de lecturas, muchas gracias por leerme y gustarle lo que escribo.❤
Enzo me observaba desde su lugar, analizando mis palabras. Mantuve mi expresión seria sin dejarme intimidar por su intensa mirada. Después de que me haya obligado a volver a su expresa amenazando a mi familia, necesitaba algún tipo de acuerdo que protegiera a las personas que me importan.
—¿Un contrato? —su voz fría resonó por toda la oficina —. ¿Por qué quieres un contrato?
—Porque no dejaré que cada vez que deseas algo de mí y yo no estoy de acuerdo amenaces a las personas cercanas a mí —comenté recordando como me amenazó sin ningún tipo de remordimiento —. Así que quiero un contrato firmado en el que estás de acuerdo en mantener a mi familia fuera de nuestros asuntos y no podrás hacerles nada, en cambio, yo terminaré la pasantía en tu empresa y luego me iré.
—No, puedes salir de mi oficina —dijo tajante antes de volver a prestarle atención a su laptop.
Enderecé la espalda y me acomodé en la silla, sabía que no aceptaría y me preparé para eso. Sacudí una paja imaginaria de mi falda y esperé que volviera a prestarme atención cuando no salí de su oficina.
—Parece que no nos estamos entendiendo, D'Angelo —sonreí amigablemente —. No es una sugerencia, te lo estoy exigiendo.
—¿Tú exigiéndome algo a mí, pajarito? ¿Por qué crees que lo haré?
—Porque si no lo haces, estaré encantada en contarle a todos los medios de comunicación que el gran empresario Enzo D'Angelo es también la imagen del narcotráfico, específicamente el Capo di tutti capi de la mafia, como mencionó la nonna en la cena.
A pesar de aparentar serenidad, los latidos de mi corazón era un desastre. Limpié el sudor de mis palmas disimuladamente, sentía que en cualquier momento me daría un infarto.
Mis palabras colgaban en el aire como una espada afilada y por un segundo, me permití observar la reacción en su rostro. Él seguía sentado en su silla al otro lado del escritorio, con la espalda recta y las manos entrelazadas sobre la mesa, pero algo en su expresión corporal había cambiado.
—¿Te acuerdas de lo que te dije cuando empezaste a trabajar en esta empresa? No juegues con el diablo, pajarito.
—¿Y te acuerdas lo que te respondí? —Por su postura diría que sí —. No te tengo miedo.
—¿Sabes lo fácil que es para mí asesinarte a ti y a toda tu familia por atreverte a amenazar mi organización?
Pude ver la oscuridad en sus ojos, un abismo que prometía consecuencias si no manejaba bien la situación, sin embargo, no me retiraré. No podía mostrar debilidad ahora.
—Lo sé, pero eso ya lo prevenía, así que cuando me dejaste esta mañana en la universidad pensé en toda esta situación, por lo que redacté un comunicado en donde se revela tu verdadera identidad como mafioso. También incluí la dirección exacta de tu mansión, que supongo si tienes enemigos le gustará ese dato e incluí que, si mi familia o yo desaparecíamos o nos encontraban muertos, tú serías el único culpable. —El silencio entre nosotros se volvió denso, casi asfixiante. Su mandíbula se tensó, marcando cada línea de su rostro con una amenaza silenciosa —. Y antes de que me asesines ahora mismo, ya he hecho varias copias y se la envié a alguien de confianza para que la publique en caso de que me suceda algo.
Si he hecho las copias y la subí a mi nube, no obstante, no la he compartido con nadie. No deseo que otra persona se meta en problemas por mi culpa.
—¿Piensas que le creerán a una simple empleada antes que a mí, Enzo D'Angelo?
—Tal vez algunos no lo crean, pero si yo y mi familia desaparecemos de la nada justo después de ese anuncio, tú y todos tus negocios tendrán la atención de los medios y puede que las autoridades locales no hagan nada, sin embargo, los federales se involucraran y se verán obligados a abrir una investigación que te envolverá en otro escándalo. —Mi sonrisa se hizo más amplia —. ¿Tenemos un trato, señor D'Angelo?
—Bien jugado, Fiorella. —Pude jurar que escuché un atisbo de admiración, pero debo de estar imaginándomelo —. Tendrá su contrato al finalizar el día, señorita Vitale.
—Me alegra haber llegado a un acuerdo. —Me paré de la silla manteniendo mi barbilla firme y la espalda recta —. En una hora tiene una reunión por videollamada con los accionistas de Alemania y en la noche una cena con el señor Meyer,
—Agregué a la agenda un viaje a Las vegas el viernes, tengo una nueva reunión con un futuro socio. Haga las reservaciones hasta el domingo y usted viajará conmigo.
—No puedo perderme mi clase de los viernes, señor.
Esperaba que eso lo hiciera cambiar de opinión y se llevara a Alice con él, aunque el destino me odia y Dios solo escucha mis plegarias cuando quiere.
—Viajaremos una hora después de su clase. Ahora puede retirarse. —Su atención volvió a la laptop. Claramente, esperando a que me retire.
Salí de la oficina y solté un suspiro tembloroso, no podía creer lo que hice. He perdido completamente el juicio, no obstante, odiaba que se metieran con las personas que amo y que me controlaran como si yo no tuviera decisión sobre mi propia vida. No hay algo peor que una persona que piensa que puede hacer lo que quiera con la vida de otro y me negaba a que eso me sucediera a mí.
Lo que me consolaba era que una vez terminada mi pasantía no volvería a ver a Enzo.
Anoche llevé a Roma a la casa de mis padres porque no pensaba dejar sola a mi gata durante todo un fin de semana. Ellos estuvieron encantados porque amaban a mi bebé.
Mi padre se encontró extraño que una pasante acompañara a su jefe de viaje de negocios y tuve que mentirle. No es algo que me gusta hacer, pero no le diría en todos los problemas en los que me metí desde mi primer día de trabajo y que por culpa de esos problemas soy también su secretaria.
Terminé de revisar que no se me quedara nada importante justo cuando tocaron mi puerta. Arrastré mi maleta y fui a abrir la puerta, del otro lado se hallaba el chico de los tatuajes que descubrí que se llama Luka.
—Señorita Vitale —inclinó de forma breve la cabeza en modo de saludo —. El auto nos está esperando.
—Claro —dije antes de cerrar muy bien mi puerta y dejar la llave debajo de una pequeña maceta. Si la llevaba conmigo estaba segura de que la perdería. Cuando quise darme cuenta, Luka ya tenía mi maleta en su mano —. Yo puedo llevarla, no es nada pesada.
—Insisto en llevarla, señorita Vitale. Vamos o llegaremos tarde.
—Gracias y dime solo Fiorella, por favor.
Asintió y ambos empezamos a bajar las escaleras de mi apartamento en silencio. Al salir vi la limusina y a Marco que esperaba pacientemente. Le sonreí y él me devolvió la sonrisa, las pocas veces que interactuamos él siempre ha sido amable conmigo. Luka fue a la parte del maletero a guardar mi maleta y Marco me abrió la puerta.
—Gracias.
Adentro se encontraba D'Angelo y Chiara, ambos sentados frente a mí. D'Angelo con su postura erguida y un impecable traje negro, concentrado en lo que sea que esté haciendo en su teléfono y Chiara vestida con un vestido sencillo, pero que la hacía ver elegante. Me dedicó una sonrisa que irradiaba calidez y me saludó con entusiasmo.
—Qué bueno verte, me alegra que hagas este viaje con nosotros. Así tendré una amiga con la que pasar tiempo y no solo a mi hermano, que por lo que vez, siempre está sumergido en el trabajo.
D'Angelo ni siquiera se inmutó al comentario de su hermana y siguió concentrado en el teléfono. Ni una sola vez levantó la mirada para mirarme, lo cual me parecía bien. Desde el lunes, luego de que me diera el contrato hemos mantenido la distancia y nuestros acercamientos fueron solo profesionales.
No lo firmé hasta el otro día porque primero tenía que asegurarme de que no hubiera ningún hueco legal en la que después yo pudiera terminar hundida. El favor se lo pedí a Alessandro que me hizo un millón de preguntas, desde lo sucedido en el restaurante hasta el acuerdo legal que protege a mi familia.
También tuve que mentirle y advertirle que se mantuviera alejado de D'Angelo porque es un hombre muy poderoso y con demasiadas influencias que podía hundir su carrera.
Leyó el acuerdo y no encontró nada extraño o algo que pudiera meterme en problemas, así que lo firmé y al día siguiente se lo entregué a mi jefe y este me dio una copia. Desde entonces, solo hago mi trabajo y espero que las semanas pasen rápido.
Sí, es excelente en el sexo, pero él es demasiado intenso y peligroso. No es un riesgo que valga la pena, al final del día la que terminará mal seré yo.
—No creo que tengamos mucho tiempo juntas, aunque también me alegra que estés aquí, nunca he viajado a otro país.
Y era cierto, solo he visitado algunas ciudades de Italia. Esperaba tener un poco de tiempo y ver Las Vegas antes de tener que irnos. Siempre he escuchado que es la ciudad del pecado y anécdotas demasiadas locas que sucedían ahí.
—Te gustará estar en Las Vegas si te encanta el ruido y las fiestas, la ciudad parece no dormir nunca.
Me encogí de hombros, yo solo era fiestera si me encontraba junto a mis amigas. De lo contrario, si podía ser un poco tímida.
Chiara es bastante agradable, para ser la vicepresidenta de la empresa, una princesa de la mafia y multimillonaria no era para nada arrogante como su hermano.
Tampoco era como en los libros que leo, en donde ellas siempre son mimadas y groseras con todo el mundo. A decir verdad, la familia D'Angelo parecían buenas personas para ser mafiosos.
El resto del camino nos sumergimos en una conversación sin tener un tema en específico, iniciábamos un tema y a los minutos estábamos opinando de otro. ¿D'Angelo fue el único de su familia que sacó lo de amargado? Porque su hermana es todo lo contrario a él, al igual que su nonna y su madre.
Cerca de una hora después llegamos a un lugar cerrado rodeado de algunos guardias, la limusina avanzó al interior y me encontré con lo que parecía ser un hangar. A través de la ventana observé los aviones privados que brillaban bajo las luces del techo, cada uno era más imponente que el anterior, como si compitieran por ser el más lujoso.
Debí suponer que D'Angelo no viajaría en un vuelo comercial y tendría su propio avión privado. ¿Cuál de estos será?
—Los dueños de estos jets tienen buen gusto y mucho dinero —mencioné y Chiara esbozó una sonrisa.
—Enzo es el dueño de todo este lugar, incluido los aviones.
—¿En serio?
D'Angelo al escuchar mi tono sorprendido levantó la mirada y me miró con una ceja arqueada.
—¿De verdad le sorprende, señorita Vitale?
—Bueno, no todos somos billonarios, señor D'Angelo. Así que sí, me sorprende.
—Cierto, ustedes usan vuelos comerciales —habló en su típico tono seco.
Puse los ojos en blanco, D'Angelo era la persona más arrogante y clasista que conocido en mi corta vida.
—Enzo, ahórrate esos comentarios —dijo Chiara.
—¿Por qué? —miró a su hermana y luego a mí nuevamente —. ¿Su clase no usa aviones públicos?
Por suerte el auto se detuvo y D'Angelo fue el primero en salir, luego Chiara y yo le seguí. Luka ya se encontraba esperándonos en el inicio de las escaleras del jet que estaba listo para ser volado en cualquier momento. Unos empleados subieron nuestros equipajes y los guardias se encontraban preparados con sus armas por cualquier posible ataque, supongo.
—No le hagas casos a sus comentarios, Enzo puede ser un poco...
—¿Arrogante? No te preocupes, lo sé.
Subí los pocos escalones del jet y al cruzar la puerta todo a mi alrededor irradiaba elegancia y lujo. Era una combinación de blanco y negro, desde las paredes hasta los muebles de cuero.
Una bonita azafata nos recibió con una sonrisa profesional y nos llevó a nuestros asientos. Elegí el más alejado de Enzo y Chiara se sentó en el sillón frente a mí. Me acomodé, sintiendo la suavidad del cuero bajo mis manos y suspiré. Qué cómodo es, ya entendía por qué los millonarios prefieren tener su propio avión. Si algún día me hago millonaria, compraré uno.
Era un vuelo de catorce horas y cuando aterrizáramos en Las Vegas iríamos directo a la reunión con los socios americanos que empezaba a la cinco, por lo que teníamos un margen de una hora para llegar al hotel donde nos instalaríamos y en donde también se hará la junta.
"Estamos a punto de despegar. Por favor, abróchense los cinturones."
—¿Así que en la mafia todavía se sigue concertando matrimonios por conveniencia? Pensé que en pleno siglo XXI eso solo existía en los libros —dejé la taza de café vacía en la mesa de cristal.
Me mantuve durmiendo durante gran parte del vuelo y estábamos a menos de media hora en aterrizar. Hace unos minutos fui a la habitación trasera y me puse un traje para estar presentable cuando llegáramos a la reunión.
—Sí, la mafia no ha avanzado mucho. Las mujeres solo servimos para ser intercambiadas al cumplir la mayoría de edad, ser una buena esposa y madre. No te olvides de ser sumisa y hacer todo lo que tu esposo quiere.
Hice una mueca sin poder creer como muchas mujeres alrededor del mundo son tratadas como si no tuviéramos derechos. Como si fuéramos menos por el simple hecho de ser mujer.
—Para mi suerte, la posición de poder de mi hermano me permitió que pudiera seguir mis estudios y tener una carrera antes de que algún día tenga que elegir unos de los candidatos y casarme. Algunas familias no estuvieron de acuerdo, sin embargo, Enzo es el jefe y todos lo respetan.
—¿Y deseas casarte?
—Sí, aunque con la persona que me quiero casar no está interesado en mí.
Me incliné en su dirección y ella hizo lo mismo para escucharme, dándose cuenta de que no deseaba decirlo en voz alta.
—¿Ese hombre del que hablas es Luka, cierto? —Su boca se abrió y se cerró varias veces, como si fuera un pez. Quise reírme por la sorpresa de su rostro.
—¿Cómo lo supiste? ¿No me diga que es muy notorio?
—No, solo que soy buena observadora y varias veces lo miraste con esa mirada ilusionada y esperanzada.
Se recostó del asiento e hizo un mohín adorable.
—Es el consigliere de mi hermano, así que nunca me verá como algo más que la hermana pequeña de su capo y mi hermano es muy sobre protector.
—¿Cómo lo sabes? ¿Les has dicho que tienes sentimientos por él? —negó —. Pues hazlo y olvídate de tu hermano.
—No lo sé, es muy arriesgado. ¿Y si me rechaza?
—Entonces él se lo pierde. Pronto estaremos en la ciudad del pecado y lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas.
La reunión fue un éxito, aunque mañana se terminarán de firmar los documentos finales para esta asociación. El cambio tan grande de horario me tiene un poco estresada y deseaba dormir un poco, sin embargo, le prometí a Chiara que saldría de fiesta con ella.
—¡Señorita Fiorella! —Una voz masculina con un fuerte acento americano me hizo detener. Me volteé sobre mis talones encontrándome con un hombre que estuvo en la reunión y del que no recordaba su nombre —. Esto será muy directo, pero no puedo evitarlo. Usted es muy hermosa y me encantaría invitarla a tomarse una copa conmigo.
—Me encantaría, sin embargo, no salgo de citas en un viaje de negocios. Lo siento mucho —dije en inglés, pude ver la desilusión en su rostro, aunque rápidamente se recompuso.
—Es una verdadera lástima, espero que nos encontremos en otro momento. Ten —me extendió una tarjeta que sacó de su saco —. Este es mi número por si algún día regresas y quieres salir.
La tarjeta decía su nombre, Oliver Harper y como él dijo, su número de teléfono.
—Hasta luego, Oliver —Lo saludé antes de ir al ascensor. Necesitaba una ducha, a pesar de que ya inició el otoño, Las Vagas se siente muy caliente.
Una mano me detuvo y cuando volví a voltearme, D'Angelo miraba mi mano en donde sostenía la tarjeta. Antes de que pudiera reaccionar, me arrebató la tarjeta. Ni siquiera tuve tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo antes de verlo rasgarla en trozos.
Mis ojos se abrieron de par en par, mientras observaba como se deshacía de los pedazos. ¿Realmente acababa de hacer eso?
—¿Qué demonios, D'Angelo? ¿Qué te sucede?
—¿Qué te sucede a ti aceptando esa tarjeta de un extraño?
—Lo que hago o deje de hacer no es de su incumbencia. ¿No deseas seguir ignorándome? Te lo agradecería —estiré los labios en una sonrisa falsa y su frente se arrugó.
—No vuelvas a recibir números de ningún hombre, Fiorella.
—¿Sabes qué, D'Angelo? Deberías de conseguirte una mujer y controlarla a ella.
Algo que no pude identificar brilló en sus ojos, pero no perdería el tiempo en analizarlo. Solo Dios o el diablo lo entienden.
—Estoy seguro de que conseguiré una esta noche.
—Genial, rezaré por el alma de la pobre desafortunada.
La música vibraba en el aire y Chiara y yos nos balanceábamos al ritmo con movimientos un poco torpes y despreocupados. No pudimos evitar reírnos a carcajada cuando casi nos caemos por tropezar en la pista de baile con otras personas.
La noche con ella ha sido muy divertida, fuimos a jugar póker y terminamos perdiendo cada partida, claramente no éramos muy buena en ese juego, no obstante, nos hicimos amigas del repartidor de fichas y este nos dejó jugar gratis... creo.
—¡Deberíamos subir al mostrador y bailar ahí! —le grité por encima de la música.
En Las Vegas hay muchas mujeres con atuendos extravagantes y sexy haciendo espectáculos realmente fascinantes.
—No, estamos muy borrachas y mi hermano me matará —hipó.
Cierto, estuvimos rodeadas de guardaespaldas y luego D'Angelo y Luka se unieron al club y se mantuvieron en un rincón, observando cada uno de nuestros movimientos.
—Entonces deberías de acercarte a Luka y decirle que quieres que él sea tu hombre.
No sé por qué lo hacemos, pero volvemos a reírnos.
—Enzo está ahí...
—¡No te preocupes, yo lo distraigo!
La arrastré conmigo por la pista para llegar al mueble donde se hallaban ellos. Estoy segura de que mañana me arrepentiré de esto, sin embargo, ahora no me importa.
D'Angelo me observó con su cara malhumorada y yo sin ningún tipo de pena, me senté en su regazo, envolviendo mi brazo alrededor de su cuello. Esperaba que Chiara aprovechara el momento y se llevara a Luka lejos. Si el plan funcionaba, me consideraría la próxima casamentera.
—¿Qué haces, dolcezza? —Su gran mano sujetó mi cintura y me atrajo más a su cuerpo.
¿Era mi imaginación o D'Angelo se veía muy guapo?
—¿Yo? Nada —acerqué mi rostro, rozando mis labios con los suyos. Me gustaba la sensación de su barba contra mi piel.
—Me dijiste que me mantuviera alejado de ti.
—Una mujer puede cambiar de opinión, D'Angelo. ¿Quieres bailar?
—No —apartó un mechón de mi cabello del rostro —. Deberías de volver al hotel, estás borracha.
—Solo quiero divertirme, hagamos algo divertido como follar.
Me removí sobre él solo para sentir su erección y no pude evitar sonreír. D'Angelo me desea.
—Basta, pajarito. No haremos nada esta noche —pestañeé, sin poder creer que me rechazara —. No me mires así, te encuentras borracha.
Me quejé exasperada. ¿Quién entiende a los hombres?
—Hagamos otra cosa divertida, vamos.
—¿Dónde está, Luka y Chiara?
—Ella me dijo que se sentía muy mal y que le diría a Luka que la llevara al hotel, no te preocupes —Me inventé una mentira con facilidad.
Lo vi sacar su teléfono y enviar un mensaje y luego de un minuto cuando recibió la repuesta que quería, lo guardó. Salimos del club y el ruido de la ciudad nos recibió. D'Angelo sostuvo mi mano y me mantuvo pegada a su costado en todo momento.
Las luces de la ciudad me encantaban, espero volver algún día con mis amigas.
—¿Qué locura podemos hacer en Las Vegas, D'Angelo? —pregunté con alegría, el alcohol siempre me ponía feliz.
—Casarnos.
Dios mío, nunca volveré a tocar una botella de alcohol en mi vida. Fue lo primero en lo que pensé al despertar con la cabeza palpitando como si estuviera a punto de estallar. Sentía un dolor sordo y constante y cuando abrí los ojos, la luz de la habitación me golpeó como un martillo, obligándome a cerrarlos de nuevo.
Respiré hondo, intentando controlar la náusea que me revolvía el estómago. Entreabrí los ojos con cuidado para adaptarme a la luz. Me quedé inmóvil cuando estuve completamente despierta porque esta no era mi habitación.
Espero no haberme acostado con un extraño, te lo pido universo.
Me incorporé despacio, sintiendo como el mundo daba vueltas a mi alrededor y me senté al borde de la cama. Me pasé la mano por la cara, intentando despejar el sueño y la confusión, pero en cuanto mis dedos rozaron mi mejilla, algo frío y metálico me detuvo.
Bajé la vista hacia mi mano y juro que mi corazón se detuvo por un segundo eterno. Un anillo de boda brillaba en mi dedo anular y sentí como la sangre se me congelaba en las venas, mientras el pánico comenzaba a abrirse camino en mi mente.
No, no, no. Esto no es real, solo sigo muy borracha y estoy imaginando cosas. Sí, eso es. Sin embargo, cuando la puerta del baño se abrió y salió un Enzo recién duchado, mi alma se salió de mi cuerpo.
Todavía seguía con el vestido rojo de anoche, lo que me indicaba que no tuvimos sexo y pude respirar tranquila. Esa tranquilidad se volvió a evaporar cuando vi que él también llevaba un anillo de boda en su dedo anular.
—Por favor dime que no cometimos esa locura, D'Angelo. —El pánico era muy evidente en mi voz.
—¿Casarnos? —asentí, viéndolo como se acercaba y yo permanecía paralizada —. No, parece que estamos felizmente casados. En la sala se halla nuestra acta de matrimonio —dice con serenidad, como si no estuviera enloqueciendo con la idea.
—¿Por qué te encuentras tan tranquilo? ¿Por qué no estás enloqueciendo como yo?
—Porque la idea no me molesta, pajarito.
—¿Qué? ¿Por qué no? —Su mano tomó mi barbilla y se inclinó hacía a mí, hasta que sus labios rozaron los míos.
—Ora sei la signora D'Angelo. Mia moglie, la mia donna.
Hola, criaturas pecadoras. Espero que se encuentren bien.
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó?
¿Qué creen que sucederá ahora que Fiorella es una D'Angelo?
En mis redes sociales les suelo dejar spoiler.
Les quiere, March.
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