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Capítulo 18

Capítulo dedicado a: Moon_thestars y @GabiiSO


Observé como desabrochaba con destreza las hebillas de mis tacones, cuando estos cayeron al suelo con un suave sonido, él no se detuvo ahí. Sus dedos siguieron un camino por mis piernas, mostrándose fascinado por mi piel. Una punzada de anticipación recorrió mi cuerpo cuando sus labios presionaron el interior de mis muslos. Mis ojos se cerraron y mi cuerpo se dejó llevar por las sensaciones que D'Angelo me provocaba.

Debería detenerlo, no era buena idea seguir aquí, sin embargo, era demasiado adictivo para dejarlo.

Solo es una noche y todo volvería a la normalidad.

—¿Qué haces? —murmuré, abriendo los ojos cuando sentí su aliento en mi entrepierna. Traté de cerrarla, pero lo impidió poniendo mis piernas encima de sus hombros.

—Voy a probarte. —Sus ojos se encontraron con los míos y los de él ardían en lujuria. Quise negarme, era un desastre y todavía tenía su semen, aunque a él no pareció importarle.

—No... oh —gemí al sentir su lengua entrar en contacto con mi coño. Sus manos sujetaron con firmeza mis piernas mientras me devoraba —. Enzo —grité, agarrando su cabello entre mis dedos. Mi espalda se arqueó al sentirlo penetrarme con su lengua.

—Deliciosa —murmuró, lamiendo y chupando hasta que me estremecí bajo su hábil lengua. Me devoró como si mi coño fuera su única comida en mucho tiempo. Su lengua rodea mi entrada, absorbiendo los jugos que gotean de mí —Eres jodidamente perfecta —gimió con aprobación.

—Enzo. —Tiré de su cabello con más fuerza.

—Eso es, grita mi nombre, cariño.

Separó los labios de mi coño para dejar expuesto mi clítoris hinchado, sus ojos no se apartaron de los míos cuando lo chupó, mi cabeza cayó sobre la almohada y gemí de manera ruidosa. Metió dos dedos dentro de mí mientras no dejaba de mover su lengua, su barba arañaba mis muslos y solo incrementaba mi placer.

Sus gruesos dedos me follaron con brusquedad y la humedad de mi coño empapaba sus dedos y boca. En otro momento me hubiera dado vergüenza mis altos gemidos, no obstante, estaba demasiado perdida en las sensaciones que despertaba Enzo.

—Mía —gruñó y se notó la posesividad en su tono. Quise decirle que no era suya, pero cuando volvió a chuparme y lamerme me olvidé de mi queja. Sus dedos encontraron mi punto g y mis paredes se apretaron alrededor de sus dedos. Oh, Dios, voy a correrme.

No podía respirar, cada músculo de mi cuerpo se tensó y el placer solo aumentó, se sentía tan bien. Enrosqué mis dedos en su cabello al punto de ser doloroso, aunque él no se quejó.

—Sé una buena chica y córrete en mi boca, Fiorella.

—¡Oh, Dios!

El mundo desapareció y no pude concentrarme en otra cosa que no fuera la sensación palpitante entre mis piernas temblorosa, el orgasmo explotó de una forma deliciosa que me dejó sin aliento.

Apenas salía de la bruma de placer cuando su mano rodeó mi cuello y su boca tomó la mía, dejándome probar mi propio sabor. Un gruñido sale de su boca mientras sus labios se mueven contra los míos.

—Eres jodidamente deliciosa. —Tomó mi labio inferior entre sus dientes y mordió hasta sacar sangre. Jadeé, saboreando el sabor metálico y a pesar de que me acababa de correr, mi centro palpitó deseoso. Mis piernas estaban abiertas y su pene rozaba mi coño. Estaba duro y lo necesitaba dentro de mí.

—Por favor.

—¿Qué deseas, Fiorella?

—Fóllame.

—Tus deseos son órdenes, pajarito.

No tuve tiempo de procesar nada cuando se hundió en mí de un solo empujón, mi espalda se arqueó y mis uñas se clavaron en la piel de su espalda, aferrándome a él mientras recibía sus brutales estocadas.

Su mano áspera se aferró a mi seno, estrujándolo, pellizcándolo sin dejar de penetrarme más profundo. Nuestros jadeos se escuchaban por toda la habitación, al igual que el sonido de nuestro cuerpo chocando.

—Joder, este es mi nuevo lugar favorito.

—Enzo —gemí.

—Voy a llenar este dulce coño con mi semen y tú lo vas a aceptar como la buena chica que eres.

—¡Sí!

Sus palabras no deberían de provocarme, en todo caso estamos siendo unos irresponsables, sin embargo, no puedo evitar correrme. Mi coño aprieta su polla con fuerza y sentí el calor de su semen derramarse dentro de mí.

Mi respiración es agitada y los músculos de mi cuerpo están flácidos. Una mirada a su cara y muestra la satisfacción que siente. Dios, estoy jodida literal y figuradamente.

Aún se encuentra encima de mí, pero tienen cuidado en no aplastarme con su peso. Sigue dentro de mí e inclina su cabeza y la sitúa en mi cuello... ¿Oliendo mi piel?

—Hueles tan bien, Fiorella —murmuró.

—Huelo a sexo y sudor.

—Sexo a recién y la mejor follada de tu vida.

—Esa afirmación es muy arrogante, D'Angelo.

Sacó su cabeza de mi cuello y me observo con esos penetrantes ojos, su cabello se había desatado y los risos enmarcaba su cara. No parecía tan serio con este aspecto.

—¿Alguien te ha follado mejor que yo? —Su ceño se frunció esperando mi repuesta.

No, no obstante, no se lo diría.

—Eso no es de tu incumbencia, D'Angelo. ¿Qué me dirías si te pregunto si yo soy la mejor follada de tu vida?

—Te diría que sí.

Ahora soy yo la que frunce el ceño, no esperaba esa afirmación.

—Solo lo dices por decirlo, no creo... oh, mierda —jadeé cuando empezó a moverse dentro de mí, callando mi réplica.

—¿Crees que miento? —cuestionó empuñando mi cabello —. Solo tienes que respirar a mi alrededor para tenerme malditamente duro. Así que si te digo que eres la mejor follada que he tenido, lo crees sin cuestionarme. ¿Entendido?

Mi pobre coño está adolorido y estirado alrededor de su pene, pero eso no me impide retorcerme debajo de él en busca de más.

—No.

Sé cuánto odia cuando alguien le lleva la contraria, así que no puedo evitarlo en cada oportunidad que tengo.

En su rostro se dibuja una sonrisa cruel y sale de mi interior, estoy a punto de protestar, pero terminé gritando cuando azotó mi sensible coño. El dolor se disparó por mi cuerpo y mi respiración se detuvo. Su dedo se arrastra por mi hinchado clítoris, calmando la sensación. Temblé bajo su contacto y volvió a azotarme, mis caderas se levantaron, sin embargo, me sostuvo con su gran mano para que no pudiera moverme.

—¿Seguirá cuestionándome?

—Jódete —lloriqueé al sentirlo volver a abofetear mi coño. Mi cuerpo se sacudió y quise alejarme, aunque no lo permitió.

—Me gusta joderte a ti, pajarito.

Y para demostrar su punto volvió a hundirse en mi coño, su polla estirándome hasta un punto donde el dolor se mezclaba con el placer. No necesité mucho para correrme y sentirlo llenándome.

Mi visión se oscureció y ya no supe lo que ocurrió después de llegar al orgasmo.

Enterré mi cara en la almohada suspirando, hoy mi cama se sentía más cómoda de lo normal y deseaba estar todo el día durmiendo. No obstante, el dolor de cabeza era molesto y tenía la garganta reseca.

Abrí los ojos y lo primero que vi fue la sabana negra que cubría mi cuerpo. ¿Sabana negra? Yo no teng... Oh, mierda. Esta no es mi habitación. Los recuerdos de anoche me llegan de golpe y quiero morirme.

Me acosté con mi jefe y ahora me encontraba en su cama. ¿Dios, por qué me hiciste tan estúpida?

Después de mi último orgasmo, ¿me desmayé? Creo que sí, porque luego de eso no logró recordar nada. ¿Alguien se puede desmayar por orgasmos? Nunca me había pasado.

Salgo de la cama dándome cuenta de que sigo desnuda y mis muslos se encuentra pegajosos. También tengo algunos moretones y mi centro está demasiado sensible.

Muerdo mis labios pensando en todas las cosas que hice con mi jefe, me encuentro adolorida y satisfecha. A pesar de que gran parte del tiempo me cae mal, debo admitir que es un buen follador.

Buscó con la vista mi ropa y hallé mi vestido doblado encima de un mueble gris, sin embargo, mis bragas no estaban en ningún lugar. Tuve que abrir dos puertas para encontrar el baño y el lugar era más grande que mi apartamento.

Al mirarme en el espejo me di cuenta de que soy un total desastre, tengo el maquillaje corrido y mi corto cabello parece un nido de pájaro. No solo eso, también tengo chupones por todo mi cuello y bajan por mis pechos. El estúpido de D'Angelo me marcó toda.

Rebusqué en los cajones del lavamanos tratando de encontrar un cepillo de dientes. Al encontrarlo me los lavo y luego con una pequeña toalla quité los residuos del maquillaje de mi rostro.

¿Le importará si uso su ducha? Bueno, no importa, igual la voy a usar. No saldré de esta casa con semen seco entre mis piernas.

Me tomé una ducha corta, usé sus productos y ahora olía como él, con razón siempre huele tan bien. Tuve que ponerme el vestido sin bragas y dejar mi cabello húmedo. Me puse los tacones, agarré mi cartera y salí de la habitación.

Este lugar es enorme y me perdí varias veces. ¿Por qué alguien necesitaría un lugar tan grande para vivir?

Solo quería irme sin ver a mi jefe y hacer como si nunca hubiera sucedido lo de ayer, no obstante, la suerte nunca estaba de mi lado. Entre a un gran espacio que resultó ser la cocina, un espacio que sin duda sería el espacio favorito de cualquier persona que le encante cocinar.

Mi atención fue al hombre sin camiseta y en pantalones de chándal. ¿Por qué D'Angelo tiene que ser tan atractivo? Al igual que en su pecho, tenía tatuajes en su espalda, aunque más grande.

Sostenía una taza de café y un periódico en su mano libre, concentrado en su lectura. Debió de haber sentido mi mirada porque levantó la vista y sus ojos se fijaron en mí.

—Buenos días, pajarito. ¿Dormiste bien? —preguntó dejando el periódico a un lado.

—D'Angelo. —Fue lo único que dije, ignorando su pregunta. Arqueó una de sus cejas y su mirada recorrió mi cuerpo —. Ya me iba, solo estaba buscando la salida.

—Ven a desayunar, mi chef preparó una gran variedad de comida.

Mi estómago protestó con hambre al oler el delicioso desayuno y el café, pero no quería pasar más tiempo con mi jefe sin que la situación fuera incómoda.

—No creo que... —Lo que iba a decir fue interrumpido por un rugido a mi espalda. Me giré y quedé sorprendida al ver una pantera observándome con sus intensos ojos dorados y grandes colmillos.

Instintivamente, retrocedí y la pantera también se movió viéndome como su propia comida.

—Ébano, siediti. —Al escuchar la potente voz de Enzo, la pantera siguió su orden sin dejar de verme —. Ella no te hará nada.

Creo que eso me lo dice a mí, pero aún no puedo dejar de ver a la pantera que ahora sé que se llama Ébano.

—No me digas que eres de esos locos millonarios que tienen mascotas exóticas que deberían de estar con profesionales —susurré. Sentí a Enzo pegarse a mi espalda y posar su mano en mi cintura.

—No, rescaté a Ébano.

—¿Y protección animal?

—La iban a dormir porque se hallaba muy grave, no tenían esperanza para ella.

—¿Por qué estaba tan herida, que le hicieron?

—Te lo contaré si desayunas conmigo —giré la cabeza para observarlo.

—Eso es chantaje. —Se encogió de hombros.

—Tú eres la que deseas saber la historia.

Volví a mirar a Ébano y mordí mis labios indecisa, la verdad es que si deseaba escuchar lo que le sucedió.

—Bien —dije, pero ya me estaba arrepintiendo.

Me giró para que yo pudiera quedar frente a él, levanté la mirada para poder mirarlo. Agarró mi cuello y unió nuestros labios, jadeé sorprendida, sin embargo, le seguí el beso, sosteniéndome de su pecho cuando su lengua buscó la mía.

Su boca sabía a mi bebida favorita y no pude evitar gemir.

—Buenos días, pajarito.

—Ya me dijiste buenos días —murmuré tontamente. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa.

—Sí, pero todavía no me habías dado mi beso.

—¿Sabes que esto fue solo una noche? Todavía eres mi amargado jefe.

—Eso no me impedirá conseguir lo que es mío.

Quise protestar, pero por su mirada supe que era un caso perdido. Sostuvo mi mano y me ayudó a sentarme en uno de los taburetes. Me acercó un plato y una taza con mi café. Bebí un sorbo y gemí, el café siempre me sabía a gloria.

Me sorprendí al ver cornetto en el desayuno, D'Angelo no se ve como una persona que coma algo dulce tan temprano, aunque no me iba a quejar, amo el cornetto. También me serví un poco de fruta fresca.

—¿Te gusta?

—Mmm, sí. Creo que los cornetto de tu chef son los mejores que he probado. —Le di otra mordida saboreando el relleno de chocolate —. Ahora cuéntame la historia de Ébano.

La pantera al escuchar su nombre se acercó y se sentó a los pies de Enzo y no pude evitar compararla con mi gata. Solo que la mía no era un animal salvaje que me comería en el más mínimo descuido.

La mano de Enzo se posó en mi muslo desnudo, acariciando la piel expuesta y tuve que concentrarme en el desayuno. El toque de este hombre tiene algo que hace estremecer mi cuerpo, él debe de notarlo porque sonríe. Es algo extraño verlo sonreír tan seguido. Siempre tiene su cara de amargado y de que asesinaría a todos.

—Estaba en un viaje de negocios en Las Vegas y en unos de los casinos el dueño tenía enjaulado a varios animales en la mazmorra del lugar, entre ellos Ébano. Su forma de diversión era torturarlos y dejarlos malheridos cuando ganaban alguna apuesta. Ébano estaba embarazada cuando le dispararon y mataron a sus crías. Tuvo suerte en sobrevivir aquella noche.

Dios, ¿cómo alguien podía estar tan enfermo para hacerle tanto daño a un animal por diversión? ¿Por qué los humanos somos tan crueles?

Sentí su mano limpiar las lágrimas que caían por mi mejilla.

—¿Por qué lloras, pajarito? Ella ya está bien —Su ceño estaba fruncido.

—Sí, pero aun así sufrió y es triste. La sacaron de su habitad simplemente por el placer de maltratarla y perdió a sus cachorros. Lo siento mucho, Ébano —dije, mirándola. Ella levantó la cabeza por unos segundos antes de ignorarme.

Perdí el apetito y dejé mi desayuno de lado.

—Ya me tengo que ir, debo llegar a mi casa y alimentar a mi gata —asintió.

—Voy a cambiarme y te llevaré.

—No, pediré un taxi.

—No te irás en taxi, yo te llevaré —abrí la boca a punto de replicar, no obstante, él volvió a besarme para callarme —. Yo te llevaré, no hay discusión sobre esto, Fiorella.

—Siempre eres un idiota mandón.

—Eso no es lo que decías anoche, creo recordar que durante toda la noche gritaste mi nombre tan alto que mis empleados te escucharon.

—Oh, Dios mío, cállate —chillé antes de taparle la boca. Sentí mis mejillas arder y solo agradecí porque no tendría que pisar este lugar nunca más en mi vida.

A él le pareció gracioso porque el idiota se río y deseé asesinarlo.

—No digas nada o si no te asesinaré y alimentaré a los cerdos con tu cuerpo.


Hola, criaturas pecadoras. Espero que se encuentren bien.

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¡Ya somos 300K de lectura! Muchas gracias por todo.

Les quiere, March.

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