Capítulo 17
Escuchen "Lose control" de Teddy Swims mientras leen el capítulo.
Desde el primer momento supe que era una mala idea, mi mente no paraba de decírmelo mientras sostenía su mano y él nos guiaba a la salida del club. Me había despedido de mis amigas y D'Angelo me aseguró de que uno de su hombre las llevase a su casa sana y salvas cuando estén listas para irse.
No era la mejor decisión, acostarme con mi jefe era la cosa más estúpida que haría en mi vida, por mil razones diferentes. Sin embargo, no sería mi empleador por mucho tiempo. Solo follaríamos para sacarlo de mi sistema y luego cada uno seguiría su camino. Nada complicado, ¿cierto?
Abrió la puerta de una limusina negra y la sostuvo para permitirme entrar y luego se deslizó a mi lado. Estaba un poco nerviosa, sin saber qué esperar. Nos deseábamos y de eso no hay duda. La limusina se puso en marcha y él presionó un botón para subir la pantalla que separa la cabina del conductor y darnos privacidad.
—¿A dónde irem...? —Emití un ligero grito de sorpresa, Enzo en un rápido movimiento me atrajo a su regazo. La tela de mi vestido se deslizó por mis muslos y estaba segura de que él podía ver mis bragas. Puse mis manos en sus hombros para evitar caer, aunque D'Angelo me sostenía con firmeza —. ¿Qué haces?
—Reclamar lo que es mío.
Su boca tomó posesión de la mía y jadeé por su intensidad, no dude en responder su beso con la misma desesperación y necesidad. Nuestras lenguas se encontraron, ambas buscando dominar a la otras. La mano de D'Angelo acarició mi pierna hasta llegar a mi trasero.
—Antes de follarte, voy a dejar tu culo rojo. —Para demostrar su punto dejó caer su mano con fuerza, azotándome.
El placer recorrió mi cuerpo y necesitaba desesperadamente sentirlo dentro de mí. Me moví sobre él y percibí su dureza. Dios, se sentía enorme. Con un gruñido, profundizó el beso, dejándome sin aliento. Su mano rodeó mi cuello mientras seguía devorándome y yo me entregaba a él.
Padre celestial, este hombre sabe cómo dar un beso para hacerte olvidar hasta de tu existencia.
Mis caderas se movieron por voluntad propia, buscando crear fricción y calmar mi necesitado coño, podía notar como mi humedad mojaba mis bragas.
Enzo dejó de besarme y observó como buscaba mi propio placer, sus ojos se hallaban oscuros y la lujuria en ellos era igual a la mía. Su mano acarició el interior de mis muslos, dirigiéndose a mi centro, pero sin llegar a tocarlo. Solo burlándose de mí y volviéndome loca.
—Tócame.
—Súplica por ello. —Al ver mi expresión de molestia, sonrió. El jodido imbécil sonrió.
No iba a suplicarle y él notó mi desafío, su mano se aferró a mi cadera, deteniendo mis movimientos y dejé escapar un gemido de frustración, D'Angelo se divertía con mi desesperación. Su otra mano hizo a un lado mi braga y tocó mi coño, deslizando su dedo por mi humedad. Cerré los ojos por un breve momento, su toque se sentía muy bien.
—Súplica o no te correrás. —Su dedo no dejaba de tocarme, no obstante, no era suficiente para hacerme llegar, solo se estaba burlando de mí. Abrí los ojos, fijándome en él, su polla se sentía aún más dura que antes.
Rocé mis labios con los suyos, sintiendo su barba en mi piel.
—Entonces buscaré a otro que si me dé lo que necesito, D'Angelo.
Grité cuando su dedo entró en mí sin previo aviso y azotó mi trasero con furia.
—Hazlo y jodidamente lo mataré y luego te follaré al lado de su cadáver.
No pude decir nada, su toque no me dejaba formular nada coherente.
—Te odio —murmuré y añadió otro dedo a mi interior que me hizo gemir.
Acercó su boca a mi cuello, repartiendo besos húmedos y mordiscos. Ladeé la cabeza para que tuviera mejor acceso. El aire dentro de la limosina se sentía caliente y mi piel ardía por su toque.
—Estás tan húmeda, pajarito. Eso es, cabalga mis dedos —ordenó y no dudé en hacerlo; buscando mi placer. Sentía el orgasmo construyéndose, mis paredes se aferraban a sus dedos mientras lo montaba con mayor rapidez —. Te ves tan hermosa.
—Oh, Dios —jadeé. Su pulgar frotaba mi clítoris y estaba a punto de correrme, pero me detuvo —. Enzo...
—¿Sí, cariño?
Sabía lo que el bastardo quería y yo estaba tan desesperada que lo hice.
—Por favor, por favor. Permíteme correrme —supliqué sin ningún pudor.
Volvió a tomar mi boca, callando mis gemidos cuando me penetró con más fuerza. Señor, voy a correrme. Es demasiado, no tengo fuerza ni siquiera para sostenerme.
—Córrete —exigió.
Una sola palabra y el orgasmo estalló dentro de mí. Me aferré a él y grité sin importar que el chofer pudiera escucharme. Mi pecho sube y baja de manera incontrolable, me estremecí por la oleada de placer y mi cuerpo se relajó contra el suyo.
Sacó sus dedos de mi interior y observé fascinada como se los llevó a la boca, probando mi esencia hasta que ya no había nada en ellos.
—Tan deliciosa, pajarito —gruñó, con una sonrisa perversa.
Santo padre celestial, este hombre será mi perdición. A penas tuve un orgasmo y ya lo deseaba nuevamente.
Arregló mi braga y me bajó de su regazo, ni siquiera me di cuenta de que la limusina se detuvo. Me ayudó a salir y no me soltó en ningún momento. Al traspasar la puerta de su casa y antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, me atrae a su cuerpo y sus labios devoran los míos en un beso hambriento.
Todavía podía sentir el sabor de mi esencia en su boca; la presión de sus manos en mi espalda y la deliciosa sensación de sus besos se mezclaba con el torbellino de deseo y el anhelo de que me follara.
Ahuecó mi trasero y de repente me encontré en el aire, mis piernas se enredaron instintivamente de su cintura y una corta risa escapó de mis labios. Su lengua se adentró a mi boca, atrapándola en un baile de poder; buscando dominarme. Mordí su labio inferior y lo escuché gruñir.
Nos movimos, sin despegar nuestras bocas y con su mano tocando cada centímetro de mi piel descubierta. Dios, es tan adictivo. Necesito su toque sin que ninguna prenda se interponga entre nosotros.
Sin darme cuenta, caemos juntos sobre la suavidad de la cama, aun así, nuestros labios continúan buscándose con ansias y desesperación. Cada roce, cada caricia, parece aumentar la atmosfera de lujuria que hay entre nosotros. Abrió mis piernas con sus manos y se colocó entre ellas, haciéndome sentir su miembro duro.
Mis dedos se mueven con un poco de torpeza al intentar desabrochar los botones de su camisa, al no hacerlo con la rapidez que deseo me frustré y la rompí. Los botones salen disparados y él se ríe mientras hace lo mismo con mis bragas.
—Mi pajarito está necesitada. —Su voz se convirtió en un susurro ronco. Se apartó unos centímetros de mí para poder quitarme el vestido. Al no llevar sostén, quedé totalmente expuesta a su mirada.
Su atención se hallaba en mis senos y una de sus manos tomó el pezón entre sus dedos, masajeándolo y provocándome escalofríos antes de tirar de el y que el dolor se extendiera. Calmó la sensación al cubrirlo con su húmeda boca y chuparlo.
—Caben perfectamente en mi mano.
Gemí, enterrando mis uñas en su espalda, sin embargo, se apartó y en un ágil movimiento manejó mi cuerpo, poniéndome boca abajo y dejando mi trasero a su disposición.
Agarró un puñado de mi cabello, sujetándome y haciendo que mi espalda se arqueara.
—Enzo...
—Silencio. —Repartió ligeros besos en mi piel sensible, manteniéndome expectante sobre lo que haría —. Desde el primer día he estado deseando azotar este insolente culo. Me pone duro de solo pensarlo, pajarito.
El primer azote cayó con fuerza sobre mi trasero, provocando un gemido ahogado que se escapó de mis labios. El dolor se mezcló con el placer y por un breve momento me dejó sin aliento.
—Du lässt mich die kontrolle verlieren. —Repitió la acción y mis manos se aferran a la sabana mientras me entrego completamente a la experiencia —. Du hast mich besessen.
No comprendí nada de lo que dijo y mi mente no estaba concentrada en buscarle un significado a sus palabras. Gimoteé al sentirlo golpear la piel sensible de mi trasero, estoy segura de que mi trasero se encontraba rojo.
Cada azote me hace perder la cabeza, mi centro palpita necesitado y como si escuchara mis pensamientos desliza un dedo en mi coño. Cerré los ojos, perdida en la mezcla de sensaciones que son demasiadas abrumadoras; mi cuerpo se arqueó hacia él en un silencioso ruego por más.
—Oh, Dios.
—Joder, tu coño está tan mojado y caliente. ¿A mi pajarito le gusta que la azote? —asentí, sintiendo sus labios recorriendo lentamente mi espalda, cada roce despierta una sensación eléctrica que recorre mi columna vertebral —. Possederò ogni centimetro del tuo corpo, Fiorella.
Protesté cuando su cuerpo se apartó del mío, pero luego me encontré boca arriba en la cama. Al percibir el sonido de su cinturón desabrochándose, me incorporé un poco deseando captar cada detalle de su figura.
Mi trasero arde por el roce de la sabana, aunque eso no me impide contemplarlo mientras se quita el pantalón, revelando su cuerpo musculoso y esculpido. Cada movimiento es fluido y seguro, sus músculos tensos y su piel bronceada me hipnotizan. Tragué saliva al verlo quitarse el bóxer y su polla saltar a la vista.
Mordí mi labio sin dejar de observarlo y me miró con una expresión satisfecha, él debe de saber lo que provoca en la población femenina.
Se acercó y abrió mis piernas para encajarse entre mis muslos.
—Mis tacones...
—Te voy a follar con ellos puestos, pajarito.
Rodeé su cintura y con un gruñido deslizó su polla de una sola embestida en mi interior, mis paredes se estiraron alrededor de su miembro tratando de acostumbrarse a su tamaño. Padre misericordioso, es muy grande.
Grité cuando salió y volvió a entrar de una sola estocada, me aferré a su cuello recibiendo su longitud.
—Merda, la tua figa è la mia nuova ossessione. —Su rostro se contrae de placer y sus ojos están totalmente oscuros —. Tómalo todo, Fiorella, toma cada jodido centímetro.
Rotó sus caderas entrando más profundo y estoy segura de que por un breve momento toqué las puertas del cielo. Mis senos rebotan con cada uno de sus movimientos.
—Enzo —gemí, arqueando la espalda y clavando mis uñas en la suya.
—Tu coño está tan apretado. —Sus manos se sostienen con fuerza mi cintura y estoy segura de que mañana tendré moretones, aunque en este momento no me importa.
Su cabeza bajó y tomó uno de mis pechos en su boca, deslizando su lengua por mis pezones y mordiéndolos.
—Enzo, por favor. —Mis dedos se enredaron en su cabello, para evitar que se apartara y sentí su risa ronca.
Le dio la misma atención a mi otro seno, sin dejar de follarme. En la habitación solo se escuchaba el sonido de nuestra piel chocando y mis gemidos, mi cuerpo se sentía en llamas y quería más de él.
Se separó de ellos y unió nuestros labios con ferocidad, aumentando el ritmo y llevándome al límite.
—Eso es, cariño. Me tomas tan bien.
—Ne-necesito correrme —gimoteé.
—¿Quieres correrte sobre mi polla, pajarito? —jadeé al sentirlo follarme con brusquedad, su mano rodeó mi cuello y apretó su agarre cortándome la respiración y mi visión se volvió borrosa, sin embargo, solo deseaba que siguiera follándome con más fuerza.
—Por favor —supliqué.
—Mírame cuando estoy dentro de ti —gruñó, apretando su agarre e hice lo que me ordenó —. ¿Has sido una chica buena, pajarito? ¿Mereces tu orgasmo? —asentí desesperada, demasiada abrumada por el placer como para decir algo. Sus músculos se contrajeron y su mandíbula se tensó, como si estuviera luchando contra su propio orgasmo —. Puedes correrte —rugió.
—Enzo.
Fue lo último que dije antes de dejarme llevar por presión de mi orgasmo y correrme alrededor de su polla. Mis paredes se aprietan contra su miembro y lo escuché gruñir ronco, sus estocadas se volvieron rápidas y profundas mientras se corría en mi interior. Mi mente quedó completamente en blanco, nunca había tenido un orgasmo tan intenso.
—Buena chica —Besó mis labios antes de salir de mi interior. Su semen se deslizó por mis muslos y... Oh, Dios mío. No usamos protección —. ¿Qué sucede, Fiorella?
—No usaste condón.
Su mirada recorrió mi cuerpo y se detuvo en mi entrepierna, observando el desastre que hizo.
—Estoy limpio.
—Yo también y uso anticonceptivo, no obstante, eso fue muy imprudente. Enzo... —jadeé al sentirlo introducir su dedo en mi coño para que el resto de su semen no se escape e hizo un sonido de satisfacción. ¿Este hombre está loco?
—La próxima vez usaremos protección, o no, me gustó estar enterrado en tu apretado coño sin ninguna barrera.
—Primero, eso es muy irresponsable y segundo, no habrá próxima vez.
Jesús, no podía concentrarme.
Arqueó una de sus cejas, como si no creyera lo que digo, pero esto debe ser algo de una sola vez; no podíamos repetirlo.
—Dulce pajarito, estoy seguro de que te follaré en cada rincón esta casa.
Hola, criaturas pecadoras. Espero que de encuentren bien.
Si llegaron hasta aquí, vayan a la iglesia.
¿Les gustó el capítulo?
Por cierto, siempre me están preguntando cuándo subiré capítulos y esa información siempre la doy en mi canal de instagram (Lectoras de March), además subo adenlantos y spoilers.
Instagram: March_libros.
Les quiere, March.
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