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Capítulo 14

Enzo D'Angelo.

Todo estaba saliendo según lo planeado, Nikolay se encontraba justo en la situación en la que quería y no podía entrar a mi territorio por más que lo quisiera. No dudaba de lo que sentía por Fiorella, sin embargo, mantenerse vivo era más importante para él. No lo culpaba, él sabía cuáles son mis métodos y su muerte sería algo que disfrutaría, pero siempre me gusta jugar con mis presas antes de cazarlas.

En la sección de fotos no solo vi la oportunidad para aquel beso, sino para hacer que unos de mis hombres manipularan e instalaran un sistema en el teléfono de Fiorella. Las llamadas de desconocidos están bloqueadas y los mensajes que ella cree que le llegan a su novio en realidad me llegan a un teléfono que tengo especialmente para este caso, por eso ella nunca podrá comunicarse con él al menos que yo así lo quiera.

Luego de la publicación del beso, estuvo mandándole mensajes y llamándolo compulsivamente, no respondí ningunos, quería que creyera que él estaba dolido por lo sucedido, no obstante, ya puse en marcha mi otro plan.

—Todo sucederá esta noche, no fue difícil sobornar al chico. Solo tuve que mencionar a su familia y estuvo dispuesto a cualquier cosa —dijo, Luka a mi lado.

—¿Y la mujer?

—Ya sabe lo que tiene que hacer.

A pesar de que Estados Unidos lo controla otro capo, algunos de ellos me deben favores y permitieron que varios de mis soldados hicieran algunas cosas por mí.

Asentí, conforme con el curso de las cosas.

Al entrar a mi casino el lugar estaba tan lleno como siempre, muchos de los que vienen aquí no es solo por el juego, sino para hacer nuevos contactos y socios comerciales.

Subí al segundo nivel sin detenerme a establecer conversación con algunos de ellos. Mi oficina me permitía tener una vista de todo el espacio de juego, además de las pantallas mostrándome lo que sucede en cada rincón de este lugar. A veces las cosas se ponían fea entre los jugadores, algunos de ellos hacían apuestas que no podían pagar o se negaban a perder.

Otros de ellos se endeudaban con el casino, pero tenían muy en claro en saber las consecuencias de no pagar sus deudas. No daba segundas oportunidades ni misericordia a nadie.

Hoy estaba aquí porque uno de ellos se atrevió a distribuir la droga de los putos rusos en mi territorio y han estado usando la droga en varios de mis bares con extranjeras y mis empleadas.

Desabroché la chaqueta de mi traje, me serví un poco de whiskey y me senté en el mueble delante del cristal, desde aquí podía ver lo que sucedía, sin embargo, ellos no podían verme a mí.

Luka siguió mi ejemplo, sentándose a mi lado.

Observé como algunos de los hombres se distraían con las mujeres que trabajan aquí, muchos de ellos se dejaban seducir y trataban de impresionar a las chicas. Todas ellas eran profesionales y a ellos no se le permitía tocar más de la cuenta, aquel que rompía mis reglas era echado del casino y no podría tener acceso a ningunos de mis otros establecimientos.

—Javier Gonzales está interesado en nuestras armas y drogas.

—No es algo nuevo y sabes que no me interesa.

—Sí, pero ahora no deja de insistir —suspiró, bebiendo un sorbo de su trago.

Javier pertenece a unos de los carteles de México, durante un gran tiempo ha intentado convertirse en uno de mis socios, sin embargo, no quiero que mi nombre esté involucrado con el suyo. Es un jodido traficante de mujeres y niños. En el sur de México se conoce por su brutalidad para los negocios, no obstante, solo es un patético hombre con hambre de poder.

Muchas de mis mercancías se distribuían por todo México, aun así, me aseguraba de que ningunos de mis socios estuvieran involucrados en la trata blanca. Mi madre fue víctima de esa red y no pienso contribuir uniéndome.

La mayoría de las personas dirán que soy un monstruo y no lo niego, pero hasta yo tengo mis límites.

—Que busque a alguien más para hacer negocios, no me hace falta su dinero ni conexiones. Si insiste, elimínalo.

—Si por ti fuera eliminarías a todo el mundo.

—Si las personas no fueran tan incompetentes, no sentiría deseos de eliminar a nadie.

—Hablando de incompetencia, todavía no resolvemos lo del infiltrado. Tengo a varios en la mira, sin embargo, no podemos actuar sin alertarlo.

Bebí un trago de mi whiskey, sintiendo el familiar ardor. Tener una rata entre mis filas me ponía de mal humor. Tendría que ser extremadamente cuidadoso con la información que compartía sobre mis negocios y cargamentos.

No solo eso, ponía en peligro a mi familia y a los hombres que trabajan para mí y que son leales.

—Ya tenemos un mes en eso, Luka. Inventa algo, crea una maldita trampa o lo que se te ocurra.

—Tengo algo planeado, le daré información falsa sobre alguna misión a los hombres de los que sospecho, si esa información se filtra ya tendremos en donde buscar.

—Si eso no funciona, empieza a destriparlos uno por uno, no me importa como tengas la información del traidor —ordené y Luka asintió.

—¿Cómo vas con Fiorella? Los medios de comunicación siguen buscando detalles jugosos sobre ustedes dos.

—No encontrarán nada que yo no quiera que ellos sepan.

—¿Entonces las cosas van de acuerdo tu plan? No te culparía si disfrutas el tiempo con ella, es hermosa y tiene un cuerpo...

—No sigas con esa frase si no quieres perder la lengua, Luka —gruñí, molesto con la idea de que alguien más viera lo que es mío y tengan algún tipo de fantasía con ella. Lo cual no era lógico porque ella solo es parte de mi plan, a pesar de eso, no podía detener mis pensamientos alrededor de Fiorella.

La estruendosa carcajada de Luka llena la habitación y si no fuera mi consigliere y mano derecha le hubiera metido una bala en su maldita cabeza.

—Ya veo, andas de posesivo con la mujer de Nikolay. —La sonrisa de su rostro era burlona.

—No es su mujer.

La obsesión que había desarrollado por Fiorella Vitale no era algo que vi venir. Me decía a mí mismo que cuando la follara la sacaría de mi sistema, pero no estoy tan seguro. Hice que instalaran cámaras en su casa y constantemente revisaba lo que ella estaba haciendo. Me sabía cada una de sus rutinas, las cosas que le gustaba u odiaba. Con quien pasaba su tiempo libre y hasta el color de la ropa interior que usaba cada día antes de ir al trabajo.

No sé qué despertó esta obsesión, tal vez fue saber que era importante para el ruso o la actitud desafiante de ella. Había matado hombres por menos, sin embargo, ella cruzaba cada uno de mis límites y eso solo despertaba mi deseo de follarla en cada superficie de mi oficina.

En ocasiones me molestaba su presencia, pero solo porque aún no la reclamaba como mía.

Quería tener total control sobre ella, que su mundo solo girara a mi alrededor y tenerla en una jaula dorada. Dulce, dulce, pajarito.

—Esa expresión tuya no promete nada bueno. No te vayas a obsesionar con ella, es un peón en tu juego y nada más.

Demasiado tarde para su advertencia, Fiorella era más que un peón en mi juego. Se iba a convertir en la reina del tablero.

Ignoré su comentario porque de todos modos haría lo que quisiera, todos en esta ciudad cumplían cada una de mis órdenes. Si yo les decía que saltaran, ellos preguntaran que tan alto.

Anhelaba a Fiorella con una intensidad casi dolorosa, deseando que se obsesionara conmigo como yo lo estaba con ella. Que solo pudiera pensar y respirar por mí, no obstante, no deseaba apagar su fuego; al contrario, quería alimentarlo hasta que fuera una llama inextinguible. Ansiaba su lucha, su poder y la audacia de su rebelde boca.

Pensar en ella despertaba el instinto posesivo que no sabía que tenía, aquel monstruo interior que ansiaba reclamarla para que todos se enteraran de que ella me pertenece a mí y no al ruso.

—Ahora no sé si sentir pena por la mujer, un D'Angelo obsesionado no es algo bueno para el mundo.

Tenía razón, el claro ejemplo de eso fue mi difunto padre y mi abuelo. Eran capaz de cualquier cosa por su mujer.

Nuestra conversación sobre Fiorella quedó en segundo plano cuando mi objetivo de esta noche entró al casino, mis hombres sabían qué hacer, así que uno de ellos se acercó y le dijo algo al oído. El imbécil sonrió y lo acompañó a otra habitación menos concurrida, cayendo en la trampa.

Dejé el vaso sobre la mesita a mi derecha antes de levantarme del mueble, abroché mi chaqueta y le hice una seña a Luka para que saliéramos de la oficina.

El casino tenía una mazmorra en donde a veces la utilizaba para la tortura y encerrar a algunos hombres que se creyeron demasiados astutos. Ingresé el código en el panel y bajamos a la última planta, donde me esperaba el traficante y algunos de mis guardias.

Al verme les hice una seña para que salgan de la habitación, hoy estoy de humor para torturarlo yo solo. Luka se quedó en un rincón mientras yo me quitaba la chaqueta del traje y la dejé en una silla.

Cuando me acerqué unos pasos a Leo se pone a gimotear, tratando de liberarse de sus ataduras. No le presté mucha atención y me concentré en buscar con que lo torturaré. Me decidí por el bate con clavos, es bueno para alargar el dolor.

—En-Enzo, no he hecho nada...

—Esta noche estoy de humor para una agradable tortura, pero si colaboras, prometo no alargarlo tanto —interrumpí su patético llanto. Él no pareció escucharme porque se puso a llorar y balbucear cosas sin sentido.

Moví el bate con un fuerte movimiento que conectó en su cara y los clavos se quedaron clavados en su rostro. Lo saqué, observando con fascinación como la sangre comenzaba a fluir.

Sonreí al escuchar sus gritos, la euforia fluyó por mis venas y me deleité con su agonía.

—¿Quién es tu proveedor de la droga Smaad?

—No sé de qué habl...

No lo dejé terminar cuando volví a golpearlo, esta vez en su costilla.

—Repuesta incorrecta, Leo. Dime lo que quiero saber —negó rápidamente, sin dejar de sollozar.

—Te lo juro, no sé quién...

Cuando más se negaba a decirme la información que deseaba, lo golpeaba con más fuerza. Un golpe tras otro.

—Pa...para po-por favor. —Su voz era débil, la sangre salía de su boca y de otras partes de su cuerpo.

No me detuve hasta que estuvo inconsciente, mi respiración era acelerada, pero aún tenía muchas ganas de sangre. Me fijé en mi camisa ahora manchada y maldije.

Ahora está arruinada por un maldito traficante que no vale ni la mitad de lo que me costó este traje. Luka se mostró divertido al ver mi reacción, sabía que odiaba arruinar mi ropa.

—Inyéctale adrenalina —ordené, ansioso por volver a ver la desesperación de Leo.

Luka se alejó de la pared y se acercó a la mesa donde se hallaba varias jeringuillas con adrenalina. Sin ninguna contemplación se la inyectó en el cuello y Leo tardó un segundo en despertar desorientado. Al enfocar sus ojos en mí volvió a sollozar y el olor a orina llenó el aire.

—No solo arruinas mi camisa, sino que te orinas en mi piso. —Se puso nervioso y empezó a pedir disculpas cuando vio que balanceaba el bate.

—Te diré to-todo lo que sé, por favor, por favor.

—¿Vez que no es tan difícil hablar? —asintió energéticamente.

—Es alguien que se hace llamar Ottavio, no sé su apellido y solo nos hemos visto en pocas ocasiones en territorio neutral.

—¿Por qué lo están distribuyendo en mis bares?

—No lo sé, lo juro. Yo solo la distribuyo, necesitaba más dinero y era un trabajo fácil —lloriqueó y se me acabó la paciencia.

Él ya no me servía para nada, así que no dudé en golpear su cabeza hasta que dejó de respirar. Era un puto desastre, las paredes se mancharon con su sangre y restos de su cerebro. Dejé caer el bate y me limpié las manos antes de coger mi chaqueta y ponérmela, ocultando la mancha de mi camisa.

—Limpien este desastre —exigí, saliendo de la habitación.

—Sí, jefe.

Necesitaba liberar la energía acumulada, pero por hoy me tendría que conformar. Usualmente, después de un asesinato me gustaba descargar toda la tensión con una buena follada, no obstante, la única mujer que deseo en estos momentos es Fiorella y justo ahora no puedo tenerla.

Luka me siguió en silencio, sabía que en estos momentos no me encontraba de muy buen humor.

—Quiero que busquen a ese tal Ottavio y me lo traigan, tienes una semana para conseguirlo.

—Entendido.

Saludé a algunas personas que se cruzaron en mi camino con asentimiento de cabeza. Trataron de mantener una conversación, no obstante, los ignoré. No necesitaba a gente tratando de alabarme para tratar de conseguir algo de mí.

—¡Enzo! —La voz de una mujer me detuve y me giré para ver de quien se trataba —. ¿Por qué no me avisaste que vendrías? —Enarqué una ceja ante la interrogativa de Francesca y su sonrisa flaqueó un poco —. He estado deseando volver a verte, querido. —Su mano se aferró a mí y tensé la mandíbula antes de apartarla. Odiaba que me tocaran y ella lo sabía.

—Estoy ocupado, Francesca —comenté, retirando su mano de mi cuerpo.

Francesca es una mujer que lleva trabajando años para mi casino, he tenido una aventura de sexo casual con ella durante un tiempo, pero he terminado con eso.

—Lo sé, querido. —Se ríe como si algo fuera divertido —. ¿Necesitas compañía? Sabes que ambos lo disfrutamos.

—No estoy interesado, Francesca. Hablaremos luego. —No le di la oportunidad de decir otra cosa y seguí mi camino.

—¿Sabes que ella está enamorada de ti? —inquirió, Luka.

—Está enamorada del poder que tengo, no de mí. —Verifiqué la hora en mi Rolex y decidí que ya me iría a mi mansión.

No quiero estar rodeado de gente, deseo estar solo y verificar que se encuentra haciendo mi pajarito. Me despedí de Luka y entré a mi auto con Marco en el volante.

Saqué mi teléfono y fui a la aplicación de cámara, donde podía ver la transmisión en vivo de Fiorella. Se encontraba en el mueble de su sala, con una manta tapando su pierna y concentrada en un libro. En su abdomen se hallaba su gata durmiendo.

Durante todo el camino me concentré en ella, fascinado con cada pequeño gesto que hacía y memorizando sus rasgos.

Fiorella Vitale pronto será mía y ni ella podrá evitarlo. Estaba ansioso por tenerla entre mis brazos y en mi cama.


Hola, criaturas pecadoras. Espero que se encuentren bien.

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Cómo creen que será la relación de Enzo y Fiorella?

¿Preparadas para los dramas que se vienen?

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Les quiere, March.

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