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Capítulo 13


El resto del camino al restaurante fue en silencio, yo pensando en lo que acababa de pasar y en lo que haría para evitarlo y él concentrando en su teléfono, luciendo tan sereno y seguro como siempre. No sé qué habrá motivado al señor D'Angelo para besarme o intentar volver a repetirlo, pero no volvería a ocurrir.

No entiendo lo que vio en mí que despertó su interés, sin embargo, no deseaba su atención. No quería nada que me involucrara con él. Era mi jefe, por amor a cristo. Además, ya bastantes rumores había en la empresa de que me acostaba con él, no deseaba que se pusiera en duda mi empeño en el trabajo.

Al llegar al restaurante, la amable recepcionista nos guio a nuestra mesa, donde ya se encontraba el señor Meyer. Se levantó de su asiento para saludarnos.

—Veo que estás muy bien acompañado Enzo. —Su sonrisa coqueta no pasó desapercibida. El señor Meyer era bastante atractivo, debo admitir que esperaba a alguien bastante mayor.

—Soy su secretaria, Fiorella Vitale. —Me presenté con una sonrisa cortes y él tomó mi mano entre la suya y besó mi nudillo, sin dejar de observarme.

—Es un placer conocerte, para lo que necesites estoy disponible para ti.

—Deja de coquetear con mi secretaria, Klaus. —La demanda de mi jefe solo lo hizo sonreír, no obstante, se alejó y los tres tomamos asiento.

Un mesero nos trae una botella de vino que identifico como una de las que produce el señor D'Angelo. A dar un sorbo de mi bebida entiendo por qué la gente paga miles de euros por una botella. Mi jefe y el señor Meyer se adentran rápidamente en una conversación sobre una futura alianza y productos.

Siendo sincera, no sé por qué estoy aquí. No es que esté muy familiarizada siendo secretaria, pero estoy casi segura de que mi presencia no es importante en esta reunión. Aun así, tomé notas en la tablet sobre algunos puntos importantes.

Luego llegó la cena y se pusieron a hablar sobre cosas triviales. Donde casi no me involucré a pesar de que el señor Meyer intentaba involucrarme en la conversación.

El resto de la cena pasó rápido y ya nos hallábamos fuera del restaurante, despidiéndonos.

—Si algún día quieres trabajar conmigo, me aseguraré de tenerme un buen puesto en mi empresa, Fiorella.

—Es muy amable de su parte, aunque no me veo mudándome a Alemania por un puesto de trabajo, ya que ni siquiera manejo el idioma.

—Es algo que podemos resolver.

—Klaus. —La voz de mi jefe voz de mi jefe sonó en advertencia y la sonrisa burlona del señor Meyer se hizo más grande dándole aspecto de un adolescente a punto de hacer una travesura.

—Ya entendí, te pertenece. —Levantó la mano en señal de paz.

—No le pertenezco —murmuré, frunciendo el ceño.

Antes de que el señor Meyer tuviera la oportunidad de decir otra cosa, Marco llegó y suspiré aliviada. Deseaba llegar a mi casa y dormir durante largas horas.

Esta era la tercera vez que D'Angelo me llevaba a mi casa. A diferencia de los otros viajes en que no me callé en ningún momento, en esta estuve en total silencio. Marco miró varias veces por el espejo, a pesar de eso, también se mantuvo en silencio. A llegar a mi hogar, me despedí de ambos sin mirar dos veces.

Han pasado tres largas semanas en donde solo me he enfocado en la universidad y en el trabajo, pero manteniendo una larga distancia entre mi jefe y yo. Me he concentrado en mi relación, aunque los mensajes entre Nikolay y yo eran escasos. Primero porque me sentía culpable y segundo por la diferencia de horario y su trabajo, a pesar de eso, sentía sus mensajes diferentes o tal vez sea yo y mi paranoia.

Todo en mi vida seguía lo más normal posible, pasaba tiempo con mis amigas, llamaba a mis padres y todas las noches leía un libro o a veces veía una serie de criminales en serie que la verdad son muy interesantes.

Creo que Dios pensó que mi vida estaba demasiado tranquila e hizo lo mismo de siempre, darme batallas con las que no podía lidiar. Mi teléfono comenzó a vibrar como loco, sin embargo, antes de tener la oportunidad de contestar, el sonido del ascensor me distrajo. De allí salió la misma mujer que había visto al lado de D'Angelo en la reunión con el equipo de marketing.

—¿Hola, podrías avisarle a mi hermano que estoy aquí? —preguntó y yo me quedé como estúpida. ¿Hermana? Son tan diferente físicamente que nunca me habría imaginado que son familia. Mientras ella tenía el cabello rubio y ojos azules tan intensos el cielo, mi jefe era castaño oscuro y ojos marrones claros.

—Claro. —Marqué la línea directa a la oficina de mi jefe y este no tardó en responder —. Señor, su hermana se encuentra aquí. ¿La hago pasar?

—Sí —contestó e inmediatamente cortó la llamada.

Le regalé una sonrisa y le dije que podía entrar, no obstante, me miró de manera fija por unos segundos.

—¿Sucede algo, señorita D'Angelo?

—Tú eres la chica de la foto.

—¿Cuál foto?

—La foto en la que sale con mi hermano besándote, la portada de la revista se ha hecho viral a tan solo minutos de ser revelada. —Dios, dime que esto es mentira —. Se ven muy bien juntos.

No respondí su comentario, no podía. Me concentré en respirar y no perder la cabeza.

Inhala, exhala, inhal...

¡Maldición! Esto no podría estar pasándome a mí.

Revisé mi teléfono, viendo los mensajes de mis amigas y hasta de mis padres. Los ignoré y busqué la foto que no tardé nada en encontrar, está en todos los malditos sitios de internet.

La portada era él y yo besándonos. Él sin camisa, yo en lencería roja y aferrándome a él como si mi vida dependiera de ello. A pesar de que era una revista de moda, la gente en internet ya andaba especulando sobre una posible relación entre nosotros. Debajo se hallaban otras fotos de nosotras y cada una era peor que la anterior. Nos veíamos como si nos... deseáramos. Cosa que no era cierta.

Respiré aliviada al no ver mensajes de Nikolay, eso significaba que todavía no ha visto las fotos y tendré tiempo para explicarle todo.

Le escribí a Aurora, ya que a través de ella me comunicó con su jefa y le pregunté por qué publicaron esa foto si yo no la aprobé.

Hace unos días me envió las fotos ya editadas que se publicarían para la revista, sin embargo, en ningún momento me mostraron esa jodida foto.

Aurora tardó unos minutos y respondió mi mensaje diciendo que las fotos también se la enviaron a mi jefe y que él fue el que dio el visto bueno para esa publicación.

¿Por qué demonios lo hizo? Creo que hoy si cometeré un asesinato, no me importará estar encerrada si él se encuentra cientos de metros bajo tierra.

Esperé de manera paciente a que su hermana salga de su oficina, no voy a reclamarle delante de otras personas, ya es bastante malo de que los medios de comunicación estén hablando de ese tema.

La señorita D'Angelo luego de un largo rato sale de la oficina de su hermano, antes de irse se despide con una sonrisa que oculta cosas y se sube al ascensor.

No dudé ni un segundo en entrar sin tocar a la oficina de mi imbécil jefe. Al escuchar la puerta cerrarse con brusquedad levanta la vista de su laptop y me observó sin parecer sorprendido por mi entrada.

—Señorita Vitale...

—Voy a matarte lentamente y tu cuerpo se lo daré de comer a los cerdos, Enzo. —Pongo mis manos en su escritorio y él no parece preocupado por mis palabras.

—No hagas amenazas que no puedas cumplir, pajarito. —La indiferencia en su tono solo me provoca a tirarle cualquier cosa a la cabeza.

—Oh, claro que cumpliré y deja de llamarme así.

—Pajarito, no sabes a quién estás amenazando —advirtió, pero yo estaba demasiado furiosa.

—¿Por qué hiciste que publicaran esa foto?

—¿Por qué no publicarla? Es una excelente foto y te ves hermosa entre mis brazos, pajarito. —Su mirada recorre mi cuerpo y se detuvo en mi boca.

Aprieto mis labios con molestia, no solo con él, sino conmigo misma. Este hombre no debería de despertar ningún tipo de deseo en mi cuerpo y, aun así, lo hace.

—Tengo novio, D'Angelo —dije entre dientes. Este hombre es exasperante.

—Demostrando tu mal gusto por los hombres.

¿Cómo se atreve?

—Mal gusto tendría si me gustara un hombre como tú.

—¿Un hombre como yo? —Se levantó de su silla, rodeando el escritorio hasta tenerme acorralada con su enorme cuerpo —. ¿Guapo, billonario, poderoso...?

—Imbécil, egocéntrico e insensible. Un hombre que carece de la más mínima empatía y que su única virtud es la capacidad para humillar a los demás —interrumpí, levantando la cabeza para poder ver sus ojos. Sus labios se tuercen en una sonrisa que no es para nada agradable.

—Esa boca insolente solo te meterá en muchos problemas. —Pasa su pulgar sobre ellos e inclina la cabeza —. Y no querrás conocer mi lado malo.

—No te tengo miedo, D'Angelo. —Temblé al sentir su pecho vibrar en una baja y oscura risa.

Debe de haber algo malo y jodido dentro de mí como para que mi cuerpo reaccione al suyo. Tal vez sea su aroma o lo bien que se siente su cuerpo junto al mío. Sea lo que sea, me estaba volviendo loca.

—Dulce, dulce, pajarito. Estaré encantado de destruirte.

Me pica tanto la mano por querer abofetear su arrogante rostro.

Inhala, exhala. Contrólate, Fiorella y no hagas nada estúpido. Me repito una y otra vez.

—Pero no te preocupes, cuido lo que es mío.

—No soy tuya —dije, poniendo mi mano en su pecho e intentando alejarlo, pero no sirvió de nada. Colocó un mechón detrás de mi oreja y dejó un casto beso en mis labios.

—Me perteneces desde el primer día en que entraste a mi empresa, pajarito.

La entrada de la empresa era una locura, se hallaba repleta de reporteros ansiosos por cualquier primicia. El destello de las cámaras era constante, como si esperaran a que en cualquier momento apareciera el señor D'Angelo o yo. Algunos empleados de la empresa me miraban y murmuraban cuando me veían, no obstante, traté de no darle importancia. Sus opiniones sobre mí no deberían de importar.

Como la entrada principal estaba repleta, fui al estacionamiento subterráneo y desde ahí pedí un taxi que no tardó mucho en llegar. Por suerte, mi casa estaba despejada de reporteros, así que pude entrar con tranquilidad.

Roma me recibió como siempre y la sostuve en mis brazos mientras le daba mimos.

—¿Me extrañaste? —maullido —. Yo también te extrañé. —Todos los días le decía lo mismo.

Luego, como si ella me comprendiera, me puse a contarle todo lo que hoy había sucedido. Ella me mira con desinterés y vuelve a maullar.

—Exacto, los hombres son unos idiotas. Nunca te involucres con uno. —Juro que me observó como si estuviera loca y luego me dio la espalda, dejándome sola.

Estaba en la cocina pensando si responder los mensajes cuando mi teléfono empezó a sonar.

—¡Fiorella Elisa Vitale! —La voz de mi madre es lo primero que escuché al responder la llamada.

—Hola, mami —saludé tratando de sonar inocente porque sabía que me regañaría.

—¿Por qué hay una foto tuya en todas partes besándote con tu jefe cuando tienes un novio? Esos no fueron los valores que te enseñé, jovencita.

—Lo sé, pero todo es un malentendido...

—Un beso no es un malentendido —Me interrumpió y escuché una voz de fondo que seguro era mi padre.

—Fue parte de la campaña publicitaria de la revista, no fue real. —Mentí y esto segura de que me iría al infierno.

—Pues entonces no debías aceptar, estás en una relación y el hombre que besaste es tu jefe. Per l'amor di Dio, Fiorella!

Sí, mi madre me sigue regañando a pesar de que soy una adulta independiente.

—Lo siento, mamma —murmuré, sabiendo que ella tenía toda la razón.

Cuando terminé la llamada respondí los mensajes de Bea y luego llamé a Nikolay, preparándome mentalmente para lo que diría. Sin embargo, no contestó ningunas de mis llamadas. Por lo que supuse que se enteró de ese beso.

Dios, estoy jodida.

Nikolay Ivanov.

En un estallido de ira estrellé mi teléfono contra la pared, pero no me detuve ahí. Destruí cada cosa que encontré en esta maldita oficina, mis manos golpearon con fuerza la mesa y los pocos objectos que había temblaron. Con cada golpe, me imaginaba que era el rostro del sucio italiano.

Lo mataría, joder. Lenta y dolorosamente. ¿Cómo se atrevió a tocar a mi mujer?

Cuando pensaba en esa foto, la rabia volvía a nublar mis sentidos con pensamientos oscuros y retorcidos. El deseo de acabar con su miserable vida aumentaba con cada segundo. Mis nudillos sangraban, pero apenas podía sentir el dolor.

Antes de eso, intenté llamarla, no obstante, su número estaba bloqueado. La llamé de otro teléfono, sin embargo, sucedía lo mismo; no importaba de donde lo hiciera.

Estoy seguro de que Enzo tenía que ver con eso.

—Jefe, el guardaespaldas que le puso a la señorita Vitale acaba de ser entregado muerto hace una hora.

Mi puño volvió a impactar contra el escritorio, me sentía atado de manos porque por ahora no podía ingresar a Italia sin acabar muerto. Enzo planeó cada uno de sus ataques mejor de lo que pensaba.

—Envía a dos nuevos hombres con mi mujer.

—Su padre nos ordenó que no hiciéramos eso, jefe...

Saqué mi arma y no dudé en dispararle en la cabeza. Quería hombres leales a mí, no marionetas de Dmitry. Pronto mi padre y yo tendríamos una conversación y si se interponía en mi camino tendré que matarlo a él también.

Hola, criaturas pecadoras. Espero que se encuentren bien.

¿Qué creen que haga Nikolay?

¿Qué sucederá con Enzo y Fiorella?

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Les quiere, March.

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