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Capítulo 11

Capítulo dedicado a: MajoRojas7

Enzo D'Angelo

Hoy se dio a conocer que el jefe de la mafia irlandesa acaba de morir, todos sabían quién fue el responsable de esto, sin embargo, enviaba un mensaje claro; no se jode con la mafia italiana sin pagar las consecuencias. Estaba seguro de que no tomarían represalias, ya que me encargué de que todos sus aliados se enteraran de los desleales que son los irlandeses. Se encargaron de vender las informaciones de sus socios a sus enemigos. No se puede confiar en ellos sin terminar traicionados.

No tenían poder para iniciar una guerra porque sabían que lo poco que les quedaba lo perderían si se atrevían a poner un pie en mi territorio.

—El primer cargamento llegó a su destino sin ningún problema —informó, Luka —. King y su club se encargaron eso y ya recibieron el primer pago.

—Infórmale que en la otra semana llegará un cargamento más grande y pasará por el norte de su territorio.

Asintió y se quedó atrás mientras yo entraba en uno de los almacenes que tengo a las afueras de la ciudad. No solía venir por aquí, no obstante, mis hombres trajeron al que se atrevió a tocar a Fiorella en mi propia empresa.

A pesar de que soy un mafioso, odiaba cuando alguien quería forzar a una mujer. Los violadores en la famiglia solo tenían un destino y era la muerte.

Desde aquí podía escuchar los gritos de a... Adriano y me irritaron. Hace unas horas estaba muy valiente intimidando a una mujer y ahora que él se hallaba en la misma situación, chillaba como un cerdo.

Al verme llegar, detuvo sus gritos y suspiró aliviado. En ese momento quise sonreír, alivio es lo último que debe de sentir en mi presencia, pero lo dejaría sentir tranquilo por ahora.

—S-señor D'Angelo —habló con dificultad y me detuve a unos pasos de distancia. Le hice un gesto a Vlad para que se alejara y se puso en posición como los otros soldados que estaban en la habitación —. Qué bueno que llegó, díganle que me suelten, p-por favor.

—Hiciste algo que no me gustó, Adriano. Pensé que eras un mejor empleado —expresé, caminando a su alrededor. Tiró de sus cuerdas, intentando soltarse, aunque era inevitable.

—Es por ella, ¿cierto?

—¿Quién? —Me hice el desentendido.

—Fiorella. Por ella estoy aquí —escupió con rencor —. Nada de lo que te dijo esa put...

Gritó, cuando impacté mi puño en su boca. Sujeté su cabello e incliné su cabeza hacia atrás. Sus ojos se fijaron en los míos, su mirada era asustada y su respiración agitada. La sangre de su boca resbalaba por su barbilla, hasta su cuello.

—Cuidado en cómo te diriges a la señorita Vitale, de eso depende tu vida —advertí, apretando mi agarre, no obstante, él deseaba morir porque no me hizo caso.

—¿Te la estas follando? Esa estúpida se hizo la difícil conmigo. —Se río, como si esto fuera un chiste —. Supongo que le prometiste dinero y un mejor puesto, las mujeres son unas malditas interesadas y Fiorella es la principal perr...

Se quedó sin aire, mirándome con incredulidad.

—Te dije que cuidaras tu boca. —Retorcí la navaja que saqué de mi chaqueta justo debajo de sus costillas.

—S-señor...

—No me gusta que acosen sexualmente a mis empleadas, Adriano. Fiorella no es la primera que acosas.

Hice que Marco investigara y encontró que tres de mis antiguas empleadas fueron acosadas por Adriano y luego este hizo que las echaran cuando no logró lo que quería.

Mandé a Marco que buscara sus direcciones y luego que le hicieran llegar un cheque por cualquier daño ocasionado.

—Ellas q-querían, no las obligué —chilló con fuerza al sentir la navaja siendo enterrada en su abdomen.

—Esa no es la respuesta correcta, Adriano.

—Usted es un hombre decente, no arruine su vida por un pedazo de coño —lloriqueó, respirando con dificultad.

¿Decente? ¿Yo? He asesinado a personas a sangre fría desde mis ocho años, la decencia y yo no combinamos en una misma oración.

—Adriano, no me gusta que toquen a mis pertenencias y la señorita Vitale es de mi propiedad. Lo que has hecho me ha molestado demasiado.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! No la volveré a tocar.

—No estoy seguro de tus palabras. —Saqué la navaja de su abdomen y me alejé unos pasos —. Es mejor si mueres, así estoy seguro de que no volverás a intentarlo.

—¡No puedes matarme por una puta! ¡Ella no vale nada! —dijo histérico.

—Adriano, Adriano —negué, fingiendo decepción —. No aprendes nada.

Le hice una seña a Vlad y a Nico para que le sujetaran la cara.

—Abran su boca —ordené. Lo hicieron sin titubear y él comenzó a alterarse —. Tu lengua solo te está metiendo en problemas, así que te la quitaré. Deberías de darme las gracias, te estoy haciendo un favor y yo no hago favores.

Sostuve su lengua entre mis dedos y comencé a cortarla. Su desesperación se hizo presente y las lágrimas rodaban por sus mejillas. La sangre manchó mi mano y eso casi me provoca sonreír. Torturar es algo que disfruto y mejora mi humor, es algo que pudiera hacer todos los días y no aburrirme.

Dejé caer el pedazo de carne al piso y admiré mi obra.

—¿Cómo te sientes, Adriano? —cuestioné, sin esperar repuesta —Disculpa mi estupidez, ya no puedes hablar.

—Creo que ya no le quedará ganas de conversar, jefe —se carcajeó Vlad junto con los otros hombres.

Cuando Luka entró, observó con indiferencia el desastre que era Adriano.

—jefe, necesito hablar con usted. Es urgente. —No me gustaba su tono, significaba que algo malo acaba de suceder y eso me puso de mal humor.

Le pasé la navaja a Vlad y limpié mi mano con la toalla que me pasó. Una vez que quité la mayor cantidad posible, me dispuse a salir.

—Señor, ¿qué haremos con él?

—Desháganse de él —Fue lo único que comenté.

Marco nos esperaba junto al auto. Este nos abrió la puerta y entramos, cuando el auto se puso en marcha, Luka empezó a hablar.

—Los rusos atacaron uno de nuestros almacenes.

—¿Cuál? —inquirí con calma.

Sabía que Nikolay y su Dmitry atacarían, no se quedarían tranquilos luego de lo que sucedió en la biblioteca.

—Una de las principales. Quemaron todo, no quedó nada y varios de los soldados perdieron la vida. Los otros tienen quemaduras y fueron llevados al hospital.

Apreté la mandíbula con rabia y traté de que mi furia no estallara. Soy un hombre con un gran autocontrol y conocido por mi carácter frío, no le doy el poder a nadie de tratar con mis emociones porque podrían tomarlo como debilidad y e ir por mi cabeza.

Que atacaran uno de los almacenes principales significaba que el infiltrado es mi círculo cercano. Pocas personas saben en donde están distribuidos. Millones de dólares se acaba de perder esta noche, pero Nikolay lo pagaría peor de lo que cree.

—¿Atacaremos?

—Por ahora no. Probaré algo diferente.

—¿Eso involucra a Fiorella Vitale?

—Sí. Necesitó que vigilen cada uno de sus pasos y me lo informen.

—¿Qué harás con ella?

—Utilizarla en contra de Nikolay. Esa es su principal debilidad y pienso acabar con él a través de ella.

—No creo que ella colabore para destruirlo, debe de estar enamorada.

Luka tenía razón, sin embargo, una mujer traicionada puede ser capaz de muchas cosas y yo era perfecto creando caos y destruyendo todo a mi paso.

—De eso me encargo yo. Tú ocúpate de buscar al traidor lo antes posible, no quiero otra perdida porque las calles se llenarán de sangre si vuelve a suceder. ¿Entendido? —demandé, haciéndole saber que habría consecuencias.

—Sí.

Las puertas del ascensor se cerraron, mis guardaespaldas impidieron que otras personas subieran conmigo. Odiaba compartir el ascensor con otras personas, sin embargo, esta no era mi empresa.

—¿Está seguro de lo que hará, señor? —habló, Marco cuando llegamos al nivel donde me esperaban.

Le lancé una mirada sin contestarle. La dueña de la revista se aproximó a mí junto a otras dos jóvenes.

—Señor D'Angelo, es un honor tenerlo aquí —Expresó con una gran sonrisa, mostrándose emocionada.

Este lugar no me interesa, ni siquiera habría venido si no es por la señorita Vitale que se llevará sorpresa al verme aquí. Le doy un asentimiento y la sigo mientras ella sigue parloteando cosas a la que no le presté atención.

Entiendo que no todos los días pueda recibir a alguien tan importante en su pequeña empresa, no obstante, es irritante.

—Aquí lo arreglarán antes de comenzar la sección de fotos —dice, mientras entramos a una habitación con un chico en ella y varios productos esparcidos en una mesa.

Luka me informó de esta actividad en la que participaría Fiorella un día antes e hice que consiguiera un trato con esta empresa para que yo pudiera participar de esta sección privada. No fue difícil, ya que nadie suele negarme algo. Al contrario, les gustan tener un poco de la atención del gran empresario D'Angelo, cosa que me facilita muchas cosas cuando lo requiero.

Las fotos le llegarían a Nikolay y le daría un mensaje. Ella está en mi territorio y me pertenece, si la quiere lejos de mi atención, tendrá que venir y enfrentarse a mí.

Alice salió de la habitación y me dejó aquí junto al chico de nombre desconocido, aunque ni me molesté en preguntárselo porque no me interesa.

Me pide que me quite la ropa y que solo conserve los pantalones. Una vez que lo hago, me siento en una silla frente al espejo y él se deshace de la coleta para dejar mi cabello suelto.

Lo hace todo con manos temblorosa y evita mirarme a los ojos.

—Si no vas a hacer bien tu trabajo, ve a buscar a otra persona. No tengo todo el día para esto —gruñí y comenzó a balbucear.

Gente incompetente.

—L-lo siento, señor. Y-ya casi termino —murmuró, con la mirada baja.

Pude escuchar la risa de Marco que trató de disimular con una tos.

—Perderás tu empleo, Marco.

—No he hecho nada, jefe.

Varios minutos después nos dirigimos al estudio, mi torso se encontraba descubierto, mostrando algunos de los tatuajes que marcan mi piel y con el cabello cayéndome por encima del hombro.

Al entrar al lugar, todos quedaron en silencio y me observaron, pero yo solo le presté atención a la única que tiene la osadía de desafiarme. Mentiría si dijera que ella no me atraía sexualmente porque sin duda Fiorella Vitale es el sueño húmedo de cualquier hombre.

Repasé su cuerpo sin ningún tipo de vergüenza y deseé que estuviéramos solo. Llevaba un conjunto de lencería rojo, dejando gran parte de sus curvas expuestas. Algunos lunares salpicaban en su piel y tuve que controlarme para no tocarla. Sus labios pintados de rojo tampoco fueron de ayuda, esa boca se ha convertido en parte de mis fantasías, aparte de escucharla gemir mi nombre.

Me observaba con incredulidad y con la boca ligeramente abierta, no perdí detalle al verla mirándome, aunque de manera disimulada.

—Si no cierra la boca, le entrarán moscas, señorita Vitale.

—¿Qué? —sacudió la cabeza — ¿Qué hace usted aquí?

—Voy a modelar —contesté, con un ligero movimiento de mi mano.

—No puede hacer eso —negó, viéndose horrorizada —. Usted no es modelo.

Arqueé una ceja y Alice se acercó con una sonrisa tensa.

—¿Se conocen? —inquirió, confundida.

—No.

—Sí —respondimos al mismo tiempo y esto resulto divertido.

—¿Sí o no?

—Es mi secretaria. Solo que a la señorita Vitale le da vergüenza relacionarse conmigo.

—¡Oh, querida! Debiste de decirme que trabajabas con el señor D'Angelo —agarró su mano —. No todo el mundo tiene el honor de trabajar con él y...

—No puedo continuar con la sección de fotos —La interrumpió y la sonrisa de Alice se borró.

—Solo serán algunas fotos y firmaste un contrato, querida —Volvió a poner esa sonrisa falsa y no se me pasó desapercibido el toque de amenaza que había en su voz.

—No muerdo, señorita Vitale. —Me acerqué, invadiendo su espacio —. Al menos de que me lo pidas. —Su cuerpo se tensó y creo que si pudiera matarme lo haría —. Mientras más rápido se hagan las fotos acabaremos con esto.

Me miró molesta, con ese fuego ardiente tan característico de ella. Me dio la espalda, mostrándome una vista maravillosa de su trasero. Mi miembro se tensó dentro de mis pantalones, tan ansioso de ella como lo estaba yo.

Comenzamos la con las fotografías, pero era lo que menos me importaba.

—Acérquense más —pidió el fotógrafo —. Fiorella, relájate. Estás demasiado tensa. Apoya tus manos en el pecho de él e inclínate un poco. —Hizo lo que le pidieron, pero con un poco de resistencia —. Enzo, tú rodea su cintura con una mano y con la otra toca sus labios.

No me gusta que me den órdenes, no obstante, esta fue de mi agrado. Su piel era suave y tersa. Su cabello negro olía a rosas, nada fuera de lo común, pero en ella era adictivo.

La sentí temblar cuando acaricié su labio, olvidándome de las personas a nuestro alrededor. La diferencia de estatura era grande, así que incliné la cabeza para estar más cerca.

—¿La pongo nerviosa, señorita Vitale? —cuestioné, a escasos centímetros de sus labios y observando como su respiración se aceleraba.

—N-no —dijo, pero sabía que mentía.

—Eres una pésima mentirosa, ¿lo sabías? —Me deleité con el ligero temblor que recorrió en su cuerpo cuando sintió mi mano acariciado su espalda.

—No miento, usted no me pone nerviosa, señor D'Angelo.

—Y si le dijera que la quiero besar, ¿se pondría nerviosa?

—¿Qué? —murmuró en un suave jadeo y aproveché su sorpresa para hacer lo que quería y besarla.

¡Hola! Espero que se encuentren bien. Y antes de que me maten, las actualizaciones semanales vuelven.

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó?

¿Cómo creen que reaccionará Fiorella con ese beso?

Si les gustó el capítulo, voten y comenten. Eso me motiva a seguir escribiendo.

Les quiere, March.

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