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Capítulo 1

Querido Dios:

Ya estoy cansada de ser tu mejor guerrera, trata de buscar a otra persona y a mí déjame en paz.

Garabateé en mi libreta, sin prestarle tanta atención a la maestra de Dirección de ventas. Hoy se cumplía tres meses de mi último año estudiando marketing y estaba muy emocionada, sin embargo, mi jefe me despidió. Así, sin ningún motivo.

Ya no quiero ser adulto, no es divertido. ¿Qué voy a hacer ahora?

—Señorita Vitale, ¡Señorita Vitale! —Di un pequeño salto en mi lugar al escuchar a la profesora Rosse gritar mi apellido —. ¿Has escuchado algo de lo que dije? —inquirió, molesta. Agarré con fuerza mi lápiz, sintiendo mis mejillas calientes al ver que todos tenían su atención en mí.

—N-no, lo siento —murmuré sintiéndome apenada.

—Si a usted no le interesa mi clase, se puede ir —dijo irritada. Estuve tentada a irme, sin embargo, no me podía dar el lujo de perderme una clase si quiero mantener mi buen promedio. Al ver que no me levanté para salir, siguió con su lección sobre las ventas.

Pude sentir la mirada de algunos de mis compañeros en mí y deseé tener el cabello largo para poder ocultar mi rostro. Yo y mis ganas de cortarme el pelo todos los meses.

Fingí prestar atención, no obstante, me lamentaba la perdida de mi trabajo. ¿Qué voy a hacer ahora? En mi cuenta solo había unos cientos de euros que apenas me alcanzaría para este mes, ya que pagué mi matrícula.

Y me daba vergüenza pedirles dinero a mis padres o decirle a mi novio que perdí mi empleo. Tendré que llevar mi currículum a varias empresas para ver si tengo la suerte de quedar para una entrevista y conseguir un trabajo que se ajuste a mi horario.

Luego de dos horas de escuchar a la señorita Rosse y de tomar notas, al fin se acabó su clase. Recogí mis cosas y salí del salón para dirigirme a una cafetería que se encontraba a cinco minutos del edificio de donde me encontraba.

Llegué y me senté en mi sitio habitual cerca de la ventana, el lugar no se hallaba lleno, solo tres mesas estaban ocupadas. Saqué mi laptop para ir buscando alguna empresa que tuviera vacantes en el puesto de marketing. En eso se acerca Bruno, el camarero que siempre me atiende.

—Hola, preciosa. ¿Lo mismo de siempre? —cuestionó, con una sonrisa amable.

—Sí, por favor. —Apuntó mi orden, que ya se sabía de memoria. Un espresso macchiato y un pedazo de tarta de limón. En esta cafetería hacían la mejor tarta del mundo a un buen precio.

Tenía una hora libre antes de mi última clase del día y podría irme a casa. A lo que llegaba mi pedido fui revisando algunas páginas y anotando compañías que no quedaran muy lejos de mi departamento y se acomodara a mi horario académico.

Bruno volvió con mi pedido y lo dejó en la mesa, tomé un sorbo de mi café y vi la gloria. La verdad es que soy una adicta, puedo beberme más de tres tazas por día, además de que me mantiene con energía, cosa que siempre necesito.

Apunté la información de las empresas que se acomodaban a mi horario y puse un recordatorio para luego concertar una cita. Guardé mis cosas y me dispuse a disfrutar mi tarta antes de tener que volver a mi clase.

El día estaba bonito, pero el calor que hacía era insoportable. Por eso no me gustaba mucho el verano, prefería el clima frío, sin embargo, a veces nevaba tanto que no podíamos salir de nuestras casas.

Cuando terminé, cogí mi bolso y dejé el dinero en la mesa.

—Adiós, Bruno. —Me despedí antes de  salír del local.

—¡Adiós, Fiorella!

Me dirigí al mismo edificio de mi anterior clase, solo que ahora tenía que ir al segundo nivel. Al llegar, me senté en la tercera fila en una de las sillas vacías. Aurora, una de mis compañeras se puso a mi lado.

Tuvimos una breve conversación antes de que la maestra llegara e iniciara nuestra clase de marketing relacional.

Me gustaba la materia, la idea de crear estrategias para conseguir nuevos clientes y que estos se interesaran por el producto era satisfactoria y me hacía sentir que estaba haciendo bien mi trabajo. Además de que con una buena campaña se suele aumentar las ventas y el estatus de la empresa, por lo cual, mi currículo mejoraba.

—Antes de irse, tengo algo que decirles —comentó —. Como saben, este es su último año y por lo cual, deben de iniciar con sus pasantías. La universidad tuvo el amable placer conseguir vacantes en el departamento de marketing para algunos de ustedes. Los demás deberán de buscarlo por ustedes mismos. —Se escucharon varias quejas y ella lo mandó a callar —. Será de medio tiempo y sus horas serán pagadas. Deben tener en cuenta de que los jefes de marketing nos estarán pasando reportes de su desempeño en la empresa y eso influenciará en sus calificaciones. —Nos miró con expresión seria —. Si lo hacen bien, pueden tener un puesto permanente, así que espero lo mejor de ustedes.

—Ojalá ser una de las elegidas —dijo, Aurora.

—Yo también lo espero, es una oportunidad muy buena.

Comenzó a mencionar a nombres y a ellos le entregaba un sobre blanco, empecé a mordisquearme el labio al no escuchar mi apellido, lo más probable es que no me elijan y yo tendré que estresarme buscando vacantes.

Aurora sostuvo mi mano, ella también se notaba nerviosa.

—Fiorella Vitale. —Al escuchar mi nombre, tuve que contener un grito emocionado, al fin algo bueno me sucede en este día.

—¡Felicidades! —Me dio un corto abrazo antes de tener que dirigirme a buscar el sobre.

—Espero buenas cosas de ti, Fiorella —asentí. Daría lo mejor de mí.

Lastimosamente, el nombre de Aurora no fue mencionado.

—No pasa nada, le pediré ayuda a mi padre. —Se encogió de hombros —. ¿A cuál empresa tendrás que ir?

Rasgué el sobre y comencé a leer lo que decía. Mi nombre y datos estudiantiles aparecía en las primeras líneas, más abajo junto al nombre de la empresa, me daban un cordial saludo y una bienvenida a su equipo de marketing.

—Oh, Dios. No te lo vas a creer. —Miré la hoja sin poder creerlo, creo que Dios escucho mis súplicas de ya no ser su mejor guerrera.

—Habla ya, Fior. Moriré de suspenso. —Solté una pequeña risa por su dramatismo.

—A la empresa Vinícola D'Angelo.

—No, debes de estar bromeando. —Me arrebató el sobre para poder leerlo y sus ojos se abrieron con asombro —. Trabajarás en la compañía de vino más importante de toda Italia y gran parte del mundo.

Vinícola D'Angelo se encontraba entre las mejores marcas de vino alrededor de la tierra. Una botella de esas te costaba una pequeña fortuna, era lo mejor de lo mejor. Tenían varias sucursales y viñedos en todos los continentes. El principal se encontraba aquí, en la capital de Sicilia y yo iba a trabajar con ellos.

—Te envidio, estar con ellos mejorará tu currículo y si tienes suerte, podrás tener un empleo permanente.

—Espero que todo salga bien.

Luego de un rato me despedí de ella y fui a la parada de autobuses que se hallaba a tres cuadras de la universidad. Tuve que aguardar unos minutos bajo el sol antes de que el transporte llegara. El viaje fue tranquilo y como no tenía que trabajar, no estaba apurada ni desesperada por llegar a tiempo.

Una vez llegué mi destino, subí las escaleras, ya que en el edificio no había ascensor. Por suerte, vivía en el tercer nivel.

Busqué la llave en mi bolso para luego abrir la puerta. El maullido de mi gata fue lo primero que me recibió. Dejé mi llave en la pequeña mesa que se encontraba al lado de la puerta.

Roma acarició mis piernas con su cuerpo, maullando. Me agaché para recogerla.

—Hola, preciosa. —La abracé para luego besar su cabeza —. ¿Me extrañaste? —Maulló y acaricié su pelaje negro —Yo también te extrañé.

Solté mi bolso en el sofá y me fui a la cocina con mi gata aún en brazo. Verifiqué si ya se había comido toda su comida y efectivamente lo hizo. A Roma solo le gustaba su comida de gato si le echaba atún o de lo contrario, no comía. Mi mamá decía que la tenía muy mimada, sin embargo, no podía evitarlo.

La solté para poder lavar su plato y echarle nueva comida y agua. Una vez listo, me dirigí a mi habitación, necesitaba una ducha urgente.

Apenas son las 13:00 de la tarde, pero me pondré un pijama para estar cómoda. Busqué cuál ponerme y elegí uno de flores que mi madre me había regalado hace un tiempo.

En el baño, lavé mi cabello e hice mi rutina de siempre. Me puse la ropa que saqué y luego encendí el secador para secar mi pelo. Lo bueno de tenerlo corto es que no tardaba mucho en secarlo y hacerlo ver presentable.

Cuando volví a mi habitación mi gata estaba durmiendo encima de mi cama. Era su lugar favorito de toda la casa, parecía más de ella que mía, pero no me importaba. Roma era mi bebé consentida.

Volví a la cocina para prepararme un bocadillo, que consistió en un sándwich de jamón, queso y tomate con un poco de aceite de oliva; una delicia. Lo puse en un plato para luego servirme juego de naranja.

Fui a la sala y coloqué mi merienda en la mesa que se encontraba frente al sofá. Regresé a mi habitación para buscar el libro que estaba leyendo anoche.

Una vez acomodada en mi mueble, me puse a disfrutar mi lectura. Era de una chica que se mudó a un pueblo de Canadá para estudiar y terminó secuestrada por un lobo. Después, ella descubrió que era una híbrida y que toda su vida fue un engaño.

Justo ahora odio a Alexander, ¿cómo puede tratar de matar a su alma gemela? Ella no tiene la culpa de que su padre sea el enemigo de él.

—Llévenla al calabozo, estará ahí hasta que yo decida.

—Te odio, juro que te odio.

—El sentimiento es mutuo, Kaela.

¡Aaah! Sei un figlio di puttana —grité de frustración, antes de continuar la lectura. Espero que se muera el maldito.

—¿¡Qué?! No, no, no... —sollocé, todo fue una falsa. ¿Por qué me hacen sufrir así?

No es justo, él no tenía la culpa de nada.

Tuve que dejar el libro cuando tocaron la puerta, sequé mis lágrimas y abrí. Al otro lado se encontraba mi novio, su rostro se arrugó de preocupación al ver mis ojos llorosos. Yo lo único que hice fue lazarme a sus brazos y él me cargó sin ningún esfuerzo.

—Te extrañé —dije con la cabeza enterrada en su cuello. Escuché como cerró la puerta y nos llevó al sofá.

—Yo también te extrañé. Ahora dime por qué estás llorando, solnyshko. —Levanté el rostro y mi mirada quedó atrapada en sus ojos azules que tanto me encantaba.

—Mataron a un personaje en el libro que estoy leyendo, ya no quiero leer. Cada historia destruye mi estabilidad emocional.

Su expresión se relajó y se transformó en una divertida. Él ya estaba acostumbrado a mis dramas.

—Y yo que te traje estos libros, supongo que lo tendré que regalar. —Me enseñó la bolsa de regalo que tenía en su mano y en la que no me había fijado.

—¡Dios! ¿Sabes que eres el mejor novio del mundo? —Besé sus labios antes de tomar mi regalo.

—Solo me quieres por los libros.

—Qué bueno que lo sabes. —Le sonreí con ternura.

El primer libro que saqué fue los siete maridos de Evelyn Hugo, luego el reino maldito y, por último, solo mía.

—Me encantan, muchas gracias. —Le di un beso más profundo, sin querer separarme.

—Lo que haga feliz a mi solnyshko —acarició mis piernas con suaves movimientos.

Amaba como sonaba su fuerte acento ruso hablando italiano.

—Pensaba que llegabas en unos días —comenté.

Nikolay solía viajar a Rusia unas cuantas veces al mes para ayudar a su padre con la empresa familiar. Nos conocimos cuando fui a una exposición de arte con mi amiga Beatrice, él se acercó cuando estaba viendo una pintura que despertó mi interés y comenzamos a hablar. A pesar de que se encontraba de vacaciones en el país, me invitó a una cita, sin embargo, no acepté. Apenas lo conocía. Fue una coincidencia el habernos encontrado nuevamente, aunque en esa ocasión en un bar.

Acabamos teniendo una aventura, le di mi número de teléfono y desde ahí empezó todo.

—Sí, pero en unos días viajaré a América y no podré verte por unas semanas.

Fruncí el ceño, en los últimos meses tres meses lo he estado viendo con menos frecuencia.

—Casi no nos vemos, Nikolay. —Me quejé, sé que no es su culpa, aun así, no pude evitarlo.

—Oye —Sostuvo mi barbilla entre sus dedos —, te llamaré todos los días.

—La diferencia horaria es demasiada.

—Lo sé, pero haremos que funcione, solo será unas semanas.

No me gustaba, pero terminé asintiendo. Su boca buscó la mía en un tierno y delicado beso.

—Por cierto —empecé a decir cuando nos separamos con la respiración agitada —, tengo un nuevo trabajo. En realidad, haré mis pasantías ahí.

—Es buena noticia, nena. ¿Cómo se llama la empresa?

—Vinícola D'Angelo. Todavía no puedo creer que voy a trabajar con ellos. Es una gran oportunidad... —me callé al sentir como todo su cuerpo se tensó —. ¿No te alegras por mí? —pregunté confundida por su actitud.

—No puedes trabajar en ese lugar, Fiorella.

—¿Por qué no?

—Los D'Angelo son una familia muy peligrosa.

—Solo hacen vinos, no le veo el peligro a eso. —Su actitud era muy extraña y un poco exagerada-

—No lo entenderías. Te prohíbo trabajar en ese lugar, no te acerque a ellos.

—No me vas a prohibir nada. —Bajé de su regazo comenzándome a sentir molesta. Él se levantó, la ira brillaba en sus ojos.

—Esto no es un juego, Fiorella.

—¡No estoy jugando a nada! Dame una razón para no trabajar ahí. —Apretó su mandíbula, pasando su mano por su corto cabello.

—Solo hazme caso, no vas a trabajar en esa empresa —advirtió.

—¿Sabes qué, Nikolay? Si no puedes darme una razón, no puedo hacerte caso. Estamos hablando de una gran oportunidad para mi carrera.

—Fiorella, no te comportes como una niña...

¿Yo comportarme como una niña? Es él que está actuando como un idiota.

—¡Sal de mi casa! —grité, enfurecida. Trató de acercarse, pero lo detuve. No quiero verlo ni estar cerca de él.

—No digas que no te lo advertí, Fiorella —habló, antes de salir dando un portazo.

Nikolay Ivanov se podía ir al infierno.


Hola, criaturas pecadoras. Espero que se encuentren bien.

Nikolay Ivanov tiene la cara...

¿Qué les pareció el capítulo?

En mis redes pueden ver spoiler y adelantos de la novela.

Les quiere, March.

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