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FINAL ALTERNATIVO

FINAL ALTERNATIVO:
PARTE X

El tiempo pasó rápidamente, tanto que se realizó la inauguración de la nueva tienda:

[Dimarco Legacy/
Dimarco Eredità]


En la cual mi amiga se lucía con prendas excepcionales, por su parte la sastrería quedaría inhabilitada y avanzarían al compás de la moda moderna.

Mientras tanto, colgaba una llamada después de haber hablado con mi padre.

—¿Sucedió algo? —preguntó mi prometido, abrazandome por detrás y suspiré.

—Era mi padre. —giré el rostro para miralo y depositó un beso sobre mi mejilla para luego descansar el mentón sobre mi hombro.

Hubo un momento de silencio en el que uní mis mano, jugando con el anillo en mi dedo.

—¿Quieres quitártelo?

—¿Eh? —fruncí el ceño y noté a lo que se refería. —No, jugar con esto me ayuda a tranquilizarme. —sonreí levemente.

—¿Está enfadado?

—Podría decirse... —me solté para poder sentarme en el sillón y acomodar la camisa que llevaba, mejor dicho su camisa mientras él vestía solo los pantalones. —Me quiere en Londres lo antes posible, caso contrario me desheredará. —sonreí sin ganas al imaginar tal situación. Él suspiró para arrodillarse, y así, abrazar mis piernas para poder mirarme de ese modo, aquella pose se había convertido en una costumbre muy personal de su parte. Como si en ese acto me encadenara, impidiéndome irme a algún sitio.

—¿Y eso te preocupa? —solo negué con la cabeza y llevó una mano a mi mejilla para detenerla. —En caso de ser así, no lo pienses demasiado, recuerda que tengo una fortuna multimillonaria. —sonrió y reí divertida.

—Ninguna de esas opciones pasó por mi mente, después de todo, llevo años sin utilizar su dinero. Aunque, de nuevo pienso que no quiero decepcionarlo, pero a la vez, quiero seguir mi camino. —fruncí el ceño con preocupación. —¿Comprendes lo que intento decir?

—Claro que te comprendo. Dime, ¿Que más te preocupa? Estoy para escucharte.

—Otro punto importante es Amy, temo alejarme cuando prometí no hacerlo, cuando prometí cuidarla... —entonces me detuve al creer que estaba siendo demasiado quejosa y que eso podría lastimarlo de algún modo.

—Eso es porque así es Lily... —me dedicó una sonrisa serena para sentarse a mí lado y tomar mi mano con seguridad. —No me molesta que digas lo que piensas, y tampoco quiero que pienses que me molesta, porque eso no cambiará lo que siento por ti y que te tomaré como esposa. No tengo el valor de alejarte de tu familia, pero tampoco para dejarte ir, esa no es una opción. Quizás suene sádico, pero no te dejaré ir Lily, aunque eso signifique tenerte como prisionera.

Sonreí ante su declaración y negué mientras me acercaba lentamente.

—Es increíble que uno de los hombres más peligrosos diga eso y no le tema. Contigo siento todo lo contrario, ¿Por qué me haces sentir tan segura? —besé levemente sus labios. —Tampoco pretendo dejarte o irme, Aunque no creo que mi familia esté de acuerdo con nuestra unión. —liberé una risa contagiosa.

—¿Que más da? Me casaré contigo, no con ellos y aunque no se involucren conmigo, no sepan quién soy en realidad y no me acepten... —lo miré con atención. —Les brindaré la protección necesaria para que tú no debas preocuparte por nada, incluida tu sobrina. Esa niña es muy importante para ti, y lo es para mi, y puedes estar segura de que jamás le sucederá nada.

Sus palabras me emocionaron y brindaron la seguridad que solo él me podía dar. La seguridad, confianza y tranquilidad que no podía conseguir en otro lado y con absolutamente nadie más.

—Jamás me arrepentiré de haberte escogido. —confesé perdiéndome en su abrazo tan cálido y reconfortante que apartaba cualquier signo de temor.

Al día siguiente lo encontré probando su puntería en el lugar de siempre, hasta que notó mi presencia.

—Lo siento. —me disculpé mientras me acercaba.

—¿Por qué? —me sonrió, cargando el arma nuevamente.

—Creo que te desconcentré... —me acerqué para tomar su mano y tomar el arma. Ese mismo objeto que alguna vez me produjo tantos miedos y traumas.

—En realidad me motivas. —me tomó de los hombros para ayudarme a que me colocara en dirección al blanco. —¿Quieres intentarlo?

—Puede ser... —sonreí levemente mientras seguía sus movimientos hasta quedar en el ángulo y así disparar, aunque no di en el blanco y él rió.

—Algún día podrás. —la tomó de nuevo, pero para guardarla. —Es casi mediodía, el día es perfecto y quisiera tener una cita contigo, ¿Aceptas? —extendió su mano y la tomé.

—Acepto gustosamente, pero primero tomaremos una ducha. —caminamos en dirección a la casa.

—Leíste mi mente.

Al salir de la casa subimos a su automóvil para ir a la ciudad, creyendo que tendríamos un almuerzo en algún restaurante o que había reservado algo especial, pero no esperaba que fuéramos a la tienda de su hermana donde fuimos recibidos por ambas mujeres.

—Muy buenos días, adelante por favor. —saludó Micaela con una gran sonrisa, siendo muy amable.

—Buenos días. —no pude evitar reír por lo formal que se portaba.

—Por favor, síganme. La diseñadora ya tiene listo sus pedidos, unas piezas excepcionales. —caminó delante y Lucio me llevó de la mano, ignorando por completo mis preguntas al no comprender nada de lo que sucedía.

—Es una sorpresa. —fue lo único que dijo y lo seguí hasta donde estaba Vanessa con una enorme sonrisa al igual que Micaela.

—Buenos días. Su pedido se encuentra en esa puerta... —le señaló a mi acompañante. Él asintió y me miró.

—Nos vemos en unos minutos.

Cuando se fue observé a ambas mujeres que parecían cómplices de algo y justamente cuando quise preguntar, Vanessa abrió un vestidor dejando ver un maravilloso vestido de novia.

—Llegó el día. —aplaudió con emoción.

Solo pude asentir y me vestí con su ayuda, sin decir una palabra debido a la conmoción del momento, derramando algunas lágrimas cuando me peinaban y maquillaban. Intentaba asimilar la situación, mientras dibujaba una sonrisa y ambas me miraron del mismo modo.

—No los acompañaremos, pero estaremos esperando. —dijo Micaela con lágrimas en sus ojos y me confundió.

—¿Como que no?

—Ya lo sabrás, solo mi hermano hace estas cosas. —amplió su sonrisa.

—Solo basta con saber que serás feliz mi querida Lily. Mira lo hermosa que estás. —Vanessa tomó mis manos para me levantara y pudiera verme al espejo. —Estoy tan feliz por tí, y sé que él también lo estaría. Él te apoyaría en todas tus decisiones, ¿Verdad?

—Lo haría. —confirmé, intentando no llorar al recordar a mi hermano y desvié la mirada del espejo al ver a alguien detrás.

Era mi prometido quien estaba totalmente listo y me observaba de pies a cabeza. Parecía no encontrar palabras, solo se acercó para tomar mi mano y depositar un beso en ella, para finalmente hablar.

—Simplemente perfecta. —susurró mirándome a los ojos y sonreí.

—Tú también. —sentí mi corazón acelerarse y debía disipar mis dudas. —¿Nos casaremos hoy? —Él asintió, tomando mi mano con seguridad. —¿Por qué ellas no irán?

—Sorpresa. —se despidió y salimos del lugar con velocidad. Con esa misma velocidad condujo fuera de la ciudad. Me mantuve en silencio, y no era por temor o inseguridad, sino por la ansiedad que me producía el hecho de que estábamos camino al altar.

Quedé aún más sorprendida y maravillada cuando llegamos a una iglesia solitaria en medio de la nada, pero sus estructura parecían antiguas y al entrar de la mano nos esperaba un sacerdote.

—Ya no hay tiempo de huir. —sonrió entrelazando nuestras manos y sonreí con amplitud para acompañarlo.

El momento fue muy emotivo, no importaba que solo estuviéramos nosotros y no era que los demás no importaran, sino qué, era nuestra vida y felicidad. Solo necesitabamos estar nosotros y lo demás quedaba en segundo lugar.

Cuando el sacerdote me hizo la pregunta, miré a Lucio a los ojos y respondí.

—Claro que acepto.

Él amplió su sonrisa para responder del mismo modo y al colocarnos las alianzas me emocioné como no tenía idea.

—Hoy nace Lily Dimarco. Bienvenida, esposa mía. —acarició mi rostro e intenté calmarme, pero sus palabras no ayudaban. —Desde hoy, no solo eres mi protegida, sino también mi debilidad. Prometo no hacerte llorar en vano, jamás nadie te hará daño y estoy completamente a tu disposición. Lily, haría cualquier cosa por ti, asesinaría por ti, moriría por tí, tu solo pide y se hará... —al escuchar lo último, el sacerdote huyó y reí.

—No quiero que asesines y tampoco que mueras por mí, solo vive conmigo. —tomé su rostro entre mis manos. —Ahora eres mi esposo, y mi mejor decisión, simplemente pido que no me dejes, porque te amo demasiado.

Y sin más lo abracé con fuerza, él respondió del mismo modo.

—Tambien te amo. —susurró. —Por eso demostraré a todos aquellos que dudaban de nostros que estaban equivocados. Tomaré la oportunidad que me das para hacerte feliz, y aunque no te agrade la idea, me sacrificaría por ti. Es una promesa.

—Ya basta. —me separé, imposible de parar el llanto.

—¿Por qué estás así? ¿Dije algo malo? —preguntó con preocupación.

—Dijiste muchas cosas, pero estoy llorando de felicidad, nos casamos a escondidas. Lucio, estás son las acciones con las que me enamoraste y haces que mi corazón de acelere como un loco. Eres único.

—Me alegra saberlo... —limpió mi rostro. —Y debo ser alguien único y especial, para poder merecer a alguien única y especial como tú.

Nos besamos una vez más y al salir de allí nos fuimos directamente a tomar un avión privado para arribar a la hermosa Venecia, cuidad en la cual pasamos una semana de luna de miel, disfrutando que sus vistas únicas, con su romance desbordante y, también, por ser una ciudad discreta.
Durante una semana, exploramos los rincones más íntimos de la ciudad, navegando en góndola por los canales iluminados por la luz de las velas, deleitándonos con la exquisita gastronomía veneciana y perdiéndonos en sus callejones empedrados llenos de historia y misterio. Algo único y acorde con nuestras personalidades, según mi esposo.

Todo marchaba maravillosamente, y al cumplir nuestro primer aniversario viajamos a Mónaco donde quedé maravillada por el lugar y todo lo que brindaba. La deslumbrante ciudad dejaba maravillado a cualquiera, con el glamour que envolvía cada rincón de ese principado, donde el lujo se fusionaba con la belleza natural de la Riviera Francesa. Las noches estrelladas en Monte Carlo, los paseos por el puerto repleto de yates de ensueño y las cenas en restaurantes con vistas panorámicas fueron solo algunas de las experiencias que nos regaló Mónaco.

Sin notarlo mucho el tiempo pasaba y disfrutaba de cada momento que tenía con mi esposo, algo que no podía hacer siempre y no era algo que me preocupaba, ya que lo había escogido conociendo sus tiempos y vida, así como él me aceptó tal cual era. Sin embargo, no significaba que siempre se iba solo, al regresar como abogada retomé las cuestiones familiares y del mismo modo obtenían otra ventaja, siendo amparados por la ley. De ese modo, la familia Dimarco continuó creciendo, fortaleciendo su Imperio y sin notarlo, también crecí, al punto de ser llamada La segunda al mando, La Consigliere, Capodecina, etc...

Jamás creí que tomar un caso me llevaría a involucrarme con la Mafia, donde las lealtades se entrelazaban con el peligro y la seducción. Trabajar para ellos y del mismo modo relacionarme con el siguiente al mando, y que posteriormente nos casaríamos a escondidas, como si se tratara de un juego de adolescentes.

Jamás creí que en medio de la oscuridad que me encontraba, conocería a Lucio y con él encontré luz. En la incertidumbre, encontré certezas; y en el caos, descubrí un amor profundo y sincero que me llevó a tomar decisiones inesperadas pero liberadoras.
Comenzando una vida que jamás creí tener, pero me sentía liberada de muchas cosas, me sentía entendida, protegida y amada. Finalmente sentía que había tomado mi mejor decisión y no me arrepentía de nada.


Fin







Ahora si, muchísimas gracias por leer esta historia que nació... No sé cómo, pero se convirtió en algo muy especial... *Se emociona*

Muchísimas gracias personita que le de una oportunidad y por favor no olvides presionar la estrellita para saber que te gustó, o dejar un comentario para saber qué te pareció *guiño, guiño*

Sin más que decir, me retiro y nos estaremos leyendo en cualquier momento con algún nuevo proyecto o en la «Trilogía» que la pueden encontrar en mi perfil.

Se me cuidan, por aquí estuvo Kiseki haciendo de las suyas... *Sube a su bicicleta y se va*

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