Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

FINAL ALTERNATIVO

FINAL ALTERNATIVO:
PARTE II


Luego de almorzar dormí unas cuantas horas para descansar. Cuando desperté tomé una ducha y me cambié lo más cómoda posible para bajar encontrándome con quien sería mi chófer aquella noche.

—Buenas noches André. —le sonreí y me devolvió el gesto.

—Buenas noches señorita. Por favor. —abrió la puerta para que subiera y agradecí.

El camino fue silencioso y en él debatía algunos pensamientos acerca de mi futuro. En un momento regresé a la realidad observando que las ventanas comenzaban a empañarse con algunas gotas.

—¿Está lloviendo? —pregunté observando el trayecto y estábamos prontos a llegar en las puertas de la casa.

—Si, señorita. El pronóstico dice que toda la semana estará así. —informó y asentí.

Al llegar, alguien abrió la puerta desde afuera y para cuando me bajé encontré a Lucio, parado y sosteniendo un paraguas para que no me mojara.

—Bienvenida. —me ofreció la mano y la tomé, notando la calidez que emanaba, muy diferentes a las mías que habían sido embargadas por el frío de la lluvia.

—Buenas noches. —sonreí, acompañándolo adentro donde Micaela me recibió.

—Bienvenida. —me abrazó con una sonrisa muy animada.

—Gracias. —le devolví el gesto y me miró de pies a cabeza.

—No sé por qué te imaginaba abatida, pero te ves espléndida. —tomó mi mano para que girara y me avergoncé un poco, ya que su hermano no me quitaba la mirada de encima.

—Quizas sea porque me siento libre. —abrí un poco los brazos.

—Libre... —repitió mirándolo. —¿Escuchaste eso hermano?

—Lo hice, fuerte y claro. —respondió dirigiéndose al comedor y me extrañó esa actitud.

Por un momento sentí tristeza, pero sabía la razón. La verdad era qué no me creía especial en su vida, pero sabía que lo había lastimado de algún modo.

—¿Y bien? —pregunté tomando mi lugar en la mesa. —¿Cual es el motivo de ésta cena?

—¿Es una broma? —Micaela sonrió. —Para celebrar tu triunfo, tanto a tu favor como por haber derrotado al desgraciado de Sebastián, una vez más. —levantó su copa de vino. —Tambien concluiste la historia de tu ex, en resumen, un brindis por la venganza.

—¿Por la venganza? —cuestionó su hermano con una sonrisa y me miró. —¿Te agrada ese término?

—No hay otro modo de llamarlo, así qué sí, por la venganza. —me uní al brindis.

—¿Que harás ahora? —preguntó Micaela y no supe cómo responder.

—Buena pregunta, y me gustaría tener la respuesta. —desvié la mirada haciendo un bocado.

—¿No pretendes regresar a Londres? —me preguntó Lucio y lo miré, hice una mueca de no conocer la respuesta y sonreí levemente sintiendo qué no tenía lugar a donde ir.

—No lo sé, lo pensaré. Tomaré mi tiempo. —desvié la mirada y su hermana dibujó una sonrisa en su rostro.

—¿Que más da? —cuestionó. —Te quedarás en Italia el tiempo que quieras, no importa, sabes que cuentas con nuestra absoluta protección.

Escuchar eso me aliviaba y tranquilizaba mi inquietud por un momento, pero sabía que no era suficiente para sentirme a gusto.

A la hora de retirarme la tormenta había ganado fuerza e intensidad, impidiendo que me marchara.

—No te irás. —mencionó Micaela, colocándose en medio de su hermano para tomar su brazo y el mío. —Te quedarás aquí, ¿Verdad? —lo miró y él hizo lo mismo.

—Claro, no puede irse así. Además, la habitación continúa intacta. —me miró y sonreí levemente.

—Está bien.

—Perfecto, acompañame. —soltó a su hermano para halarme con ella, escaleras arriba para ir a la habitación. Aquella misma que había utilizado tiempo atrás. —Como lo dijo, está intacta, hasta tú ropa. —señaló el guardarropa.

—Gracias. —le sonreí sentándome en la cama.

—¿De que hablas? Alegrarás un poco la vida de mi hermano, soy la agradecida. —abrió la puerta. —Descansa, sabes que estás en tu casa.

En cuanto cerró la puerta me tumbé en la cama, cerrando los ojos para respirar profundo y sentir el aroma de aquella habitación. Curiosamente tenía un aroma muy particular y lo había vinculado justamente con “aroma a hogar”.

Al día siguiente desperté totalmente arropada y estaba segura de qué no había dormido de tal modo, incluso llevaba la misma ropa. Bostecé y encogí los hombros para levantarme, tomar una ducha y abrir la ventana, encontrándome con un sol radiante, pero algunas nubes se veían amenazadoras.

Bajé al comedor donde estaba todo servido para el desayuno aunque, no había nadie allí.

—María... —llamé a la empleada que estaba en la cocina. Una mujer de unos cincuenta años y había trabajado toda su vida para la familia. 

—Buenos días señorita. —saludó amablemente y asentí.

—¿Donde están Lucio y Micaela? 

—La señorita Micaela salió temprano y el joven salió para el patio trasero. —señaló en su dirección.

—Bien, gracias.

Salí para buscarlo con la mirada y lo distinguí a una distancia, con arma en mano en su habitual “entrenamiento.”

—Buenos días... —detuvo sus movimientos al escuchar mi saludo, ya que estaba de espaldas.

—Buenos días. —volteó para mirarme, dibujando una sonrisa. —¿Dormiste bien?

—Si. —asentí señalando el arma. —¿Esa cosa te hace sudar de ese modo?

—No, salí a correr al amanecer. Regresé hace poco y estaba probando puntería. —la movió con una mano.

—Entiendo. —miré el cielo. —La tormenta pasó, pero puede regresar. Debería irme ya.

—¿Ya desayunaste? —ignoró lo que dije y negué con la cabeza. —¿Desayunamos juntos? —descargó el arma para guardarla.

Observé cada uno de sus movimientos y no podía negar que se veía extremadamente atractivo con su cabello húmedo por el sudor, algunas gotas que se deslizaban por su rostro y su camiseta en el mismo estado, aunque hacía un poco de frío parecía no importarle.

—¿Aceptas? —preguntó para sacarme de mis pensamientos y lo miré.

—Pero puede llover de nuevo.

—¿Que más da? —se acercó para tomarme de los hombros y que girara para dirigirnos a la casa.

—Siento que me tratas como a una niña. —murmuré, y no esperaba que lo escuchara.

—¿Una niña? —se detuvo para rodearme y poder mirarme. —¿Es lo que crees? Porque hasta donde recuerdo, estoy seguro de que en ningún momento te traté como tal.  —se inclinó un poco para quedar a mi altura y no supe cómo responder.

—Solo era un decir. —desvié la mirada y él suspiró.

—¿Como tratarte como una niña, cuando eres una hermosa mujer? —dijo con seguridad, volví a mirarlo y no había apartado la mirada, tampoco la distancia, y sentí mis mejillas arder. —Me disculpo si en algún momento te hice sentir como tal, pero lo bueno es que puedo arreglarlo. —tomó mi mano para depositar un beso en ella, sin apartar la mirada y sonrió, para luego entrelazarla con la mía e ingresar de ese modo a la casa.

Fuimos hasta el comedor donde tomó mi asiento para que me sentara, comportándose como todo un caballero, pero luego subió para tomar una ducha y decidí esperarlo.

—¿Me esperaste? —preguntó luego de varios minutos y lo miré.

—Si, no quería desayunar sola. —sonreí levemente y me devolvió el gesto, tomando su lugar. —Ademas, dijiste que lo haríamos juntos.

—Lo sé...

Platicamos sobre algunas cosas, disfrutando de la compañía del otro, hasta que recordé nuestro primer encuentro “normal”.

—Verte así me recuerda al día que estuve en esta casa por primera vez. —sonreí, dejando los cubiertos de lado.

—Tambien lo recuerdo, fue mucha osadía venir hasta aquí con esa actitud tan particular. —me devolvió el gesto y decidí preguntar algo.

—Me pregunto si ese día también te estabas ejercitando, recuerdo que vestías casual.

—No exactamente... —dudó un momento. —En realidad regresaba de torturar a alguien y no estaba de humor.

—Torturar. —repetí sin borrar mi sonrisa. Era increíble que aquellas cosas ya no me causaran ningún tipo de repulsión a la idea, y solo mantenía la fobia.

—¿Te molesta escuchar las cosas de ese modo? —preguntó, sin apartar la mirada y respondí sin temor.

—No, es parte de tu vida y tú oficio. No tiene que molestarme. —hubo un momento de silencio y no supe la razón. —¿A dónde fue Micaela?

—Se encargará de un nuevo negocio... —bebió su jugo. —Hablará con una constructora para el nuevo edificio en donde fue el Milano.

—Vaya, eso es bueno. Tiene nuevos proyectos. —observé en dirección a una ventana para notar que las nubes cubrían nuevamente. —Ahora si, debería irme o lloverá de nuevo.

Para cuando me levanté la lluvia se hizo presente y la observé desde la puerta, mientras él se acercaba.

—Demasiado tarde, te quedarás aquí. Estás en tu casa. —sonrió una vez más para luego dirigirse al estudio y supuse que debía trabajar.

Sin mucho por hacer, subí a la habitación y encontré mi móvil, recibiendo una llamada insistente de mi amiga, pero aún así, no pretendía responder.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro