
CAPÍTULO 98
CAPÍTULO 98
Había tomado una ducha y terminaba de cambiarme, me senté un momento en la cama para liberar el milésimo suspiro, esperando que eso me ayudara a respirar mejor, pero no funcionaba.
Tomé mis llaves dispuesta a irme, pero alguien tocó la puerta de manera repentina y al abrir encontré a Ryan, con el cabello húmedo.
—¿Tomaste una ducha y corriste hasta aquí? —sonreí saliendo y cerrando la puerta.
—En la mañana tenía prisa por Max, y no pudimos hablar. Felicitaciones. —me abrazó, besando mi frente.
—Gracias.
—¿Vas a algún lado? —me miró sin soltarme.
—Micaela y Lucio se van ésta noche, iré a despedirlos. —me separé, encaminándome al elevador. —¿Quieres venir?
—¿Puedo? —me siguió con una sonrisa.
—Si, posiblemente jamás los vuelvas a ver. Sería bueno para ambos despedirse. —contuve mi risa por su expresión.
—Tienes razón, hay que darle una buena despedida.
Conduje mientras platicábamos de algunas cosas hasta llegar al aeropuerto donde pude reconocer a ambas personas.
—Creí que no llegaría a tiempo. —mencioné acercándome con mi compañía.
—Te estábamos esperando. —Micaela me sonrió para después abrazarme. —Felicidades por el caso.
—Gracias, y gracias por el apoyo. —miré a Lucio que sonrió mirando a Ryan y así halarme para abrazarme. No podía rechazarlo y correspondí, más aún al notar sus intenciones.
—¿Nos volveremos a ver? —susurró en mi oído mientras se separaba.
—Si, aún debo resolver algo importante. Así que, muy pronto estaré ahí. —los miré a ambos.
—Bien, ¿Llevarás a tu novio contigo? —preguntó Micaela con una sonrisa y miré al mencionado.
—No lo sé, estará ocupado. —deduje ante su silencio, pero también respondió.
—Quien sabe, la verdad, me gustaría conocer el lugar donde Lily estuvo tanto tiempo. —sonrió levemente.
—Sería bueno que supieras algunas cosas. —respondió Lucio.
—Bueno, que tengan buen viaje. —saludé con prisa antes de que comenzaran a discutir, porque claramente él quería molestarlo y Ryan caería a la provocación.
—Nos vemos pronto. —nuevamente abracé a Micaela y luego a su hermano, quien estrechó las manos con Ryan y se dirigieron al avión. Sin embargo, se detuvieron al escuchar como se acercaba una patrulla.
—Lucio y Micaela Dimarco. —uno de los policías se bajó para apuntarlos con un arma.
—¿Los podemos ayudar en algo? —preguntó, sin inmutarse.
—Quedan arrestados bajo la sospecha de estar relacionados con la mafia italiana. —respondió el policía, aunque parecía tenso.
—¿Me puede decir quién impartió esa información equivocada? —pregunté, caminado hacia ellos. Luego de que Micaela me entregara una carpeta.
—La información es anónima, solo hacemos nuestro trabajo por la seguridad de los ciudadanos.
—¿Seguridad de los ciudadanos? Estamos en un aeropuerto, y no hay civiles aquí. ¿De que habla? —sonreí levemente.
—Señorita, estamos haciendo nuestro trabajo.
—¿Bajo la orden de quién? —no obtuve respuesta y continué. —En caso de ser una información verificada, este lugar estaría rodeados por patrullas, pero solo veo una. ¿Quieren perder su empleo por algo tan absurdo?
—¿Quien es usted?
—Soy la abogada de la familia Dimarco, quien están aquí por el reciente evento de moda porque son muy importantes en Italia. Son influyentes, y no es por mafia, sino por sastrería Dimarco. La mejor sastrería del país. —mostré los documentos y guardaron sus armas. —Si son inteligentes, se irán de aquí inmediatamente o me quejaré por negligencia.
Ellos solo se miraron entre sí, devolviéndome los documentos y Lucio habló.
—Podemos ir a la estación si así lo desean, pero mis asuntos son más importantes. En caso de ser una perdida de tiempo, ¿Asumirán la responsabilidad?
En ese momento recibieron una llamada a la patrulla debido a un robo y no tuvieron más opción que retirarse. Finalmente los hermanos pudieron irse y Ryan liberó un suspiro pesado.
—Tú y yo hablaremos seriamente. —caminó hasta el automóvil donde subió dispuesto a conducir.
—¿Serás mi chófer? Esto si me gusta. —sonreí subiendo.
—Luego de hablar podremos jugar a lo que quieras, mientras tanto no bromees.
—¿Quien te crees para hablarme así? —lo miré, esperando su respuesta y suspiró con pesadez.
—Soy tu novio, futuro prometido y también, futuro esposo. ¿Te agrada eso? —me miró con seriedad y no supe cómo responder. Me había tomado desprevenida.
—Solo conduce. —señalé al frente y sonrió satisfecho.
El camino fue silencioso hasta que llegamos y lo primero que hice fue encender la televisión para evadirlo.
—Deja de jugar. —la volvió a apagar, sentándose a mi lado y lo miré.
—¿Que quieres exactamente? —me acerqué para besarlo.
—Quiero muchas cosas. —respondió sobre mi labios. —Pero ahora, necesito una explicación, ¿Que sucedió entre tú y ese hombre?
—¿Lucio? —sonreí por sus celos. —¿Es por lo que dijo Luca al llegar?
—¿Es con quien siempre hablabas por teléfono? —frunció levemente el ceño.
—Exactamente, y es quien habría tomado el caso de Max en caso de haber llegado antes, pero las certificaciones no lo permitían. Es el mejor abogado de familia que conozco, y te aseguro que habría ganado en la primera audiencia.
—¿Lo conoces tan bien? —hizo un gesto molesto.
—Era mi colega en el Bufete Milano, no éramos amigos, pero si excelentes colegas. Él abandonó su trabajo cuando sospechó de corrupción y le ofrecí empleo en el estudio de mi madre, por eso mismo está aquí. —reí levemente. —Y antes de escuchar tu queja, te contaré un resumen de mi paso por Italia, como conocí a Dimarco y como llegamos a la instancia del juicio.
—¿Está relacionado? —asentí. —De acuerdo, cuéntamelo todo. Prometo no interrumpir.
—¿Todo comenzó cuando llegué a Italia? No eso sería demasiado, ¿Recuerdas cuando nos vimos en la boda? —él confirmó. —Allí me acompañó Xavier, quien en ese entonces era mi novio aunque no estábamos en buenos términos. Discutimos días antes, pero igualmente me siguió. Mi encuentro contigo no estaba planeado, pero inevitablemente lo haríamos ya que se casaban nuestros hermanos. Sin embargo, no esperaba cruzar palabras y fue lo que más me molestó.
—¿Por qué?
—Por muchas razones, aunque no sentía otra cosa. —evité mirarlo. —Al regresar a Italia tenía dos opciones, una era terminar con Xavier o, comenzar a trabajar con él en el restaurante. Ese mismo restaurante que fuimos cuando tuvieron la reunión.
—Lo recuerdo y lo sospechaba.
—Opté por la segunda, aún sabiendo que me engañaba con la secretaria y mi decisión no era por hacer oídos sordos, o por el poder del amor. —lo miré. —Fue para que supiera qué conmigo no se juega y debía pagar caro por eso. Hasta entonces había invertido en su restaurante y gracias a eso era quien era, de otro modo seguiría siendo un simple cocinero.
—¿Lo... Destruiste? —dudó, como si fuera una pregunta equivocada.
—Sabía de las faltas que había en el lugar y fui quien llamó a los de salubridad. Ellos clausuraron el lugar e iría a la corte por numerosas demandas que justamente tomé. En el proceso convencí a todos mis clientes que no pudieran una pena de prisión y sí, una compensación. De ese modo, lo dejé completamente en la calle, ¿Puedes creerlo?
—La verdad no. —lo miré sorprendida. —Se oye cómo una Lily totalmente vengativa y diferente, una que no conozco.
—Es que es verdad que no me conoces, Ryan. —desvié la mirada. —En ese entonces, mi jefe alardeaba de mi talento y fue como llegó a oídos de la familia Dimarco. Tomé el caso de la muerte del prometido de Micaela, en contra de Sebastián, a quien conociste como Harry, el inversionista. Él era el poderoso dueño de la farmacéutica ApexBio, reconocido y respetado, pero no se sabía que se convertiría en un potencial traficante de drogas mediante sus fármacos. Aquella fue una guerra de aproximadamente un año y medio, hasta que conseguí un testigo vivo. —hice una breve pausa debido al recuerdo, había algo detrás de eso que me dolía. —Gané el caso luego de que el Milano se pusiera en mi contra, pero no podía darle la espalda a Micaela. Gané y gané mucho prestigio, reconocimiento y también dinero, aunque nada de eso se sabría, antes de ir a prisión Sebastián movió todos sus contactos para ocultar el caso para que no se supiera en el país y tampoco fuera.
—De otro modo, también habríamos sabido la noticia. —asentí en confirmación.
—Exactamente. En ese momento me sentía tan bien conmigo misma que no me importaba no salir en periódicos, pero quería que mis padres lo supieran. Sin embargo, lo oculté e inconscientemente también oculté las posibilidades del resurgimiento de Sebastián. Claramente la farmacéutica fue cerrada y pagó millones por tantos daños. Él prometió vengarse, y no fue hasta que lo tuve de nuevo delante que entendí su objetivo. Evitó que el caso se supiera, evitó mi reconocimiento para que tampoco lo reconocieran y debo admitir que fue muy inteligente de su parte. Tomó ventajas con el apoyo del Milano y de George Walker, como así también de Xavier, pero no esperaban que estuviera respaldada por Lucio Dimarco.
Él asintió, comprendiendo mis palabras y continué.
—Dimarco es tan reconocido como Sebastián, y en la caída, fue Lucio quien tiene el poder. Y ese es el resumen de mi gran cruzada por Italia. —finalicé con una sonrisa.
—No esperaba saber tantas cosas. —suspiró. —Me alegra ver que finalmente confías lo suficiente en mí, y que también comiences a expresarte de nuevo.
—Lo sé, y también sé que quieres saber que sucedió entre nosotros. —me acerqué para sentarme en sus piernas. —La relación con Lucio es cercana, pero no es lo que piensas, ¿Puedes confiar en mi?
—¿Tuvieron algo?
No respondí, sólo sonreí y rocé nuestros labios.
—Te creo.
Me separé para mirarlo y sonreí con amplitud.
—Lo sé, y eso es porque me amas. —reí perdiéndome en sus besos. —Mañana habrá una cena, pero ¿te quedas ésta noche?
—Claro que si. —deslizó sus manos por mi espalda.
—Esta noche quiero mucho amor, ¿Puedes darme amor? —susurré.
—Te daré mucho amor. —respondió del mismo modo, levantándose y llevándome a la habitación.
Y como lo pedí, fue una noche de amor, donde callamos la pasión y dimos voces a los sentimientos que se habían callado por mucho tiempo. Sin embargo, había otros que pedían a gritos ser liberados.
Actualización y con un poco de recuerdos, desde la perspectiva de Lily ¿Que creen?
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