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CAPÍTULO 97

CAPÍTULO 97


Las personas comenzaron a movilizarse, cada quien por su lado, para ir al baño o simplemente tomar aire. Por mi lado liberé un suspiro pesado, tomando mi cabeza entre las manos y mantenerme así por unos segundos.

—Hija, ¿Te sientes bien? —sentí la mano de mi padre sobre mi hombro y lo miré para asentir.

—¿Quieres tomar un poco de aire? —escuché a Ryan, quien estaba de pie, a mi lado.

—Es buena idea, ve con él. —agregó mi padre y lo miré extrañada.

Al salir al pasillo, Lucio se acercó con una leve sonrisa.

—Vaya remontada, definitivamente eres una abogada excepcional. En caso de no recibir un veredicto favorable, sabes que tomaré el asunto. —dijo, produciendo una sonrisa en mi rostro.

En ese momento Ryan me tomó de la mano para entrelazarla con la suya, dando a conocer su lugar y llevarme con él para alejarnos un poco de la tensión.

—¿Puedes dejar de ser tan celoso? —cuestioné con agotamiento.

—No, algo me dice que ese tipo es peligroso...

Entonces lo abracé para que guardara silencio, y la verdad, necesitaba un abrazo suyo.

—Piensas que lo es, pero no en el sentido que imaginas. De eso puedes estar seguro. —cerré los ojos al sentir sus brazos rodearme, y poder sentirme contenida, aplicando fuerza en el mío.

—¿Estás bien? No tienes que fingir conmigo.

—Mis manos están temblando en esta espera... —confesé, presionando mi rostro en su pecho. —Temo no poder ganar apesar de las pruebas, temo a la corrupción y temo no ser la abogada que todos creen.

—Lily, mirame... —me separó para tomar mi rostro y así, poder mirarme. —En caso de suceder eso, no habrás perdido, eso está claro porque hiciste tu mejor esfuerzo. —sonrió con tranquilidad. —Pero estoy seguro de que lo conseguirás, porque confío en tí, cariño.

No pude responder, solo sonreí sintiendo mis mejillas calentarse por la última palabra mientas me acariciaba con el pulgar y finalmente besarme de una manera dulce y tierna.

—¿Estarás conmigo hasta el final? —susurré sobre sus labios.

—Claro que lo haré. —sonrió.

Luego de unos minutos, regresamos a la sala para tomar mi lugar a la espera del juez.

—Es momento de dar a conocer el veredicto. —mencionó, observando a ambas partes. —Tomando en cuenta las pruebas presentadas en ambas audiencias, y corroborando su veracidad para dar este veredicto. He decidido...

Hizo una pausa de unos segundos que parecieron eternos para cualquiera que estuviera allí.

—Conceder la propiedad intelectual del producto en cuestión a Jeremy Walker, como creador original qué en ausencia física de su persona, le es lagada a su padre Adam Walker y Walker Corporation. Como así también todos los derechos de la misma. —expresó con seriedad y un alivio recorrió mi interior. —No obstante, compartió ese conocimiento de forma consciente con George Walker, quién, usó la información de forma  deliberada. Pudo haber un veredicto compartido, pero en este caso, George Walker...

Lo miró directamente.

—Infringió leyes importantes, en el ámbito corporativo y legal, agravado por el vínculo familiar; por ese motivo, se le ordena devolver absolutamente toda la información tomada y pagar una multa de 200 millones de dolares por los daños ocasionados. Con esto, el juicio llega a su fin. —dió el golpe final y miré a mi padre que liberó un suspiro que había contenido varios minutos.

—¡Felicidades señor Walker! Recibió todo lo que le corresponde. —hablé, extendiendo la mano.

—No, todo esto es tuyo, hija. —me abrazó con fuerza y sonreí.

Por su parte, George Walker parecía abatido, sin intenciones de levantar la mirada y alguien se acercaba a él, totalmente furioso.

—Solo debías hacer una cosa... —entonces me acerqué con rapidez.

—¿Que intentas hacer? Recuerda que esto es un tribunal. —lo detuve y me miró, sin calmar sus ánimos.

—¿Lo defenderás luego de dejarlo en las ruinas? —cuestionó.

—Recibió su castigo, no hay necesidad de hacer más. Como así también, recibirás el tuyo, aún tengo una promesa que cumplir. —sonreí levemente para mirar a Micaela que me asintió y muchos policías no tardaron en entrar al lugar.

Tomé unos documentos que me habían entregado la noche anterior, con información importante para acercarme al juez ante la sorpresa del momento.

—Su señoría, agradezco inmensamente la transparencia de este juicio. —me miró un momento. —Quizá deba ver esto.

Lo abrió para leer la información correspondiente y ordenar el inmediato cierre de las puertas, sorprendiendo a la mayoría, aún más de lo que estaban.

—Sebastia Sharp, queda detenido. —ordenó para que los policías presentes hicieran su trabajo.

Sin nada que hacer, fue llevado y por lo que sabía de él, sería deportado y arrestado de por vida en Italia.

—Ambos cayeron... —mencioné, acercándome a los abogados. —creo que desde este momento el Bufete Milano queda sin dueño y dudo mucho que alguien quiera apostar en la corrupción luego de esto. Hasta creo que les será difícil conseguir empleo, les aconsejo regresar a Italia.

—Resurgiremos, como siempre. El dinero es lo que mueve al mundo, y también lo hará con las leyes. —mencionó el mayor, negándose a la derrota.

—No lo creo, desde este momento soy el nuevo dueño. —mencionó Lucio, con una sonrisa. —Y están despedidos, lo primero que haré al regresar a Italia será demoler ese horrible edificio. Es momento de que todos conozcan sus lugares.

Entonces miré al señor Walker, que continuaba sin mover un músculo y luego a mi padre, que parecía compadecerse de él.

—Debido a su edad, omitimos el pedido de cárcel. Por favor, viva el resto de su vida bajo la ley. —hice que me mirara. —No haga nada más en contra de su sobrino, porque como puede ver, no está solo. Intente vivir lo mejor que pueda.

Encaminé a mi padre para que se alejara de él.

—Adam... —lo llamó. —Perdoname, perdoname por todo lo que hice. Estoy orgulloso de ti, de la persona que te convertiste y los hijos que criaste, ambos adquiriendo valores importantes. —parecía estar apunto de quebrarse. —Pero más importante, estoy orgulloso porque no te convertiste en alguien como yo.

—Te perdono, tío. —respondió, después de un minuto. —Esta es la última vez que nos veremos, así que, te perdono.

Finalmente pudimos salir de aquella sala y mientras caminábamos por el pasillo encontré a Xavier, intentando escabullirse entre la multitud.

—Me preguntaba dónde estabas. —mis palabras lo detuvieron y me miró.

—Ya obtuviste lo que querías, ¿Que quieres de mí?

—¿De tí? —sonreí. —Creo que ahora mismo tú cuenta está en cero, ¿Que podría querer de tí? Solo te daré un consejo, regresa a Italia lo antes posible. No quiero nada de ti, y a la vez, ambos sabemos que no he terminado contigo. —dije lo último en tono bajo y lo escuché tragar grueso.

Al salir, la prensa nos esperaba y para mí fortuna mi padre se encargó de ellos para dar aviso del fallo.

—¡Eso fue bestial! —exclamó mi amiga en la puerta de mi departamento ya que me había perseguido. —Ahora entiendo porque trabajaste para la mafia. —susurró lo último y la miré.

—¡Shhhhh! —sonreí abriendo la puerta. —Por cierto, muchas gracias por el testigo, no sé cómo lo convenciste, pero te lo agradezco. —la abracé.

—Soy muy buena en muchas cosas, como por ejemplo, hablar. Le conté tantas historias que terminó aceptando solo para guardara silencio. —rió y la miré incrédula.

—¿Hablas en serio?

—No... —rió con ganas. —Le hablé de la excelente persona que eres, y así aceptó. Por cierto, ¿A quien llevaron preso?

—Sebastian Sharp. —solté mi cabello para suspirar.

—¿Ese mismo hombre de Italia? ¿Ese al que le ganaste el juicio? —se sorprendió y asentí.

—Ese mismo, la causa era por la muerte del cuñado de Lucio y Sebastián era el dueño de la farmacéutica. Y potencial traficante de drogas. —murmuré lo último para que no escuchara.

—Creí que estaba en prisión.

—También nosotros, pero se involucró con el Milano y George Walker, curioso ¿No? —bostecé. —Y aquí lo pudiste ver, claro que adquirió una identidad falsa.

—Es una locura, pero estás tan tranquila. En otra vida quisiera ser como tú. —me abrazó.

—De que hablas. —reí.

—Solo mírate, con o sin Dimarco te puedes considerar una mujer extremadamente peligrosa. Nadie puede intimidarte.

—Quizas debas saber que estaba muy nerviosa y me temblaban las manos en el juicio, eso no es nada genial. —moví las manos.

—No, ¡Tú eres genial!

Entonces recibí una llamada, justamente de Dimarco y me levanté para responder.

—¿Si?

“No pude saludarte como se debía, felicitaciones. Eres alguien excepcional.”

Lo escuché del otro lado y sonreí.

—Gracias, aunque no lo habría logrado sin ustedes.

“Te subestimas demasiado, Lily.”

Suspiró, y hubo un momento de silencio.

“Nos iremos ésta misma noche. Solo llamé para despedirme, creo que será difícil vernos de nuevo.”

—¿Que? ¿Se irán tan rápido?

“Hay que regresar a la rutina, y debo atender mis asuntos.”

—Ya veo, dime dónde y a que hora. Quiero verlos.

“¿Estás segura?”

—Si. —miré a mi amiga que me observaba con curiosidad.

“En el aeropuerto, tomaremos un vuelo privado a las nueve de la noche.”

—Allí estaré.

“Nos vemos”.

Colgué y Vanessa me miró con cierta extrañeza.

—Lily, ¿Tú y él, tuvieron algo? —preguntó sin rodeos y solo pude escoger los hombros, sin dar una respuesta clara. —¿Ryan lo sabe?

—Ryan sabe las cosas que debe saber. —fui por un vaso con agua.

—Me pregunto que planeas y cuál es el siguiente paso, porque definitivamente no eres la misma. Sinceramente, siento que te volviste fría nuevamente.

—Por favor, Vanessa ¿Que cosas dices? —reí sin mirarla mientas recibía un mensaje de mi padre.

Papá: ¿Cena para festejar el triunfo?

Yo: ¿Puede ser mañana? Hoy estaré ocupada.

Papá: Está bien 🙂 ✓✓

Guardé el móvil, liberando un suspiro pesado, con la misma pesadez que sentía en mi interior.








Ujummm...

Por un lado, el caso está ¡Cerrado! Y Lily triunfa... Wiii *tira papelitos*

Por otro, ¿Alguien piensa igual a Vanessa?

No se pierdan los siguientes capítulos, donde se sabrá una gran verdad *se va corriendo*

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