CAPÍTULO 95
CAPÍTULO 95
Ignoré por completo las llamadas que llegaban mientras preparaba todo lo necesario para el juicio, qué sin más, sería al día siguiente y aún debía buscar al testigo.
Fui abrir la puerta luego de un insistente llamado, esperando que no fuera nada malo.
—¡Lily! ¿Alguna vez te dije que te amo? —Vanessa entró como una desquisiada para abrazarme con fuerza.
—¿Y eso por qué? —la miré sin comprender.
—¡Me llamaron directamente desde Paris! —continuó gritando. —¡Mi sueño era Milan, pero Paris no tiene precio! Gracias, sé que tú lo hiciste. —se calmó un poco.
—No fui exactamente yo, te lo mereces y eres una gran diseñadora. Es hora de soñar alto. —le sonreí. —Y no te preocupes por nada, solo fue una llamada de Micaela, pero está completamente fuera. Todo lo demás dependerá de ti, haz lo mejor que sabes.
—No tengo palabras, estaré eternamente agradecida y haré lo que sea por ti. Hasta me uniría a la mafia por ti. —hizo un puño convincente y reí.
—Vanessa... —continué acomodando mis cosas y ella se colocó delante para observarme.
—No te ves bien, ¿Sucedió algo?
—No, creo que es ansiedad. Mañana es el juicio, necesito hablar con el testigo aunque no sé si aceptará. Tengo la certeza de ganar sin él, pero aumentaría la causa si da su declaración. —suspiré, intentando sonar convincente.
—¿Donde está el testigo?
—Se mudó a otra cuidad, está a dos horas. —fruncí el ceño.
—¿Alguna vez te dije que haría cualquier cosa por ti? —me detuve sin comprender. —Tienes razón, necesitas descansar y no deberías hacer un viaje como ese. Iré con Benjamín. —extendió su mano, pidiendo la dirección.
—No es necesario...
—Claro que si, confía en mí tanto como todos confiamos en tí. —me sonrió y luego de dudar le entregué lo pedido.
No estaba segura de que pudiera conseguir algo, pero debido a su insistencia acepté y debía admitir que me sentía un poco abrumada y agotada por todo.
—Vayan con cuidado y llámame ante cualquier cosa. —pedí antes de que se fuera.
—No te preocupes. —me abrazó.
Cuando quedé sola tomé el móvil encontrando muchas llamadas perdidas de parte de Ryan, las cuales llevaba ignorando desde muy temprano.
—En este momento no puedo. —murmuré para mí misma tomando las llaves de mi automóvil para ir a casa de mis padres.
—¿Lily? —mi madre parecía sorprendida de verme.
—Hola. —sonreí levemente y la abracé. Ella correspondió, dejándome pasar y mirarme.
—¿Sucede algo?
—¿Debe suceder algo para que viniera? —busqué a mi padre con la mirada hasta que lo vi salir de la cocina.
—Hola hija. —se acercó para abrazarme. —Estoy cocinando algo delicioso, espero que quedes a almorzar. —me tomó de los hombros.
—¿Tú estás cocinando? —reí levemente y él asintió. —Bien, quedaré.
—¿Ryan no vino contigo? —observó hacia la puerta. —¿Está todo bien?
—Está todo bien, y él no vino. De hecho, no lo vi. Estoy completamente centrada en el juicio de mañana, por eso quiero que se mantengan fuertes ¿De acuerdo? —los miré a ambos.
Pasamos a comer y solo crucé algunas palabras, mi mente estaba en otro lugar creando un caos que pronto saldría a la luz.
Luego de finalizar el almuerzo y ayudar a mi madre a lavar los trastes, los miré un momento.
—Quiero que me acompañen a un lugar, por favor.
—¿A donde? —preguntó mi madre con confusión.
—Solo vamos. Es importante.
Ambos se miraron sin comprender, tomaron un abrigo y me siguieron a mi automóvil. De ese modo no podrían escapar.
Conduje en silencio y tranquilidad hasta un lugar que estaba segura que no habían visitado desde su partida y me culpaba por no haberlo notado antes.
—¿Por qué nos traes aquí? —preguntó mi padre con seriedad.
—Parte de tu sufrimiento, parte de tu dolor, parte de tu debilidad se debe a qué nunca volviste a visitar la tumba de Jeremy. Papá, jamás podrás superarlo hasta que asimiles la realidad. —respondí con calma y voz entrecortada, amenazada por mis propios sentimientos.
—Sabré cuando será el momento indicado. —levantó un poco la voz.
—Ha pasado un año, ¿Cuanto más? Por favor, baja. —abrí la puerta y fui acompañada por mi madre aunque sabía perfectamente que ninguno de los dos había regresado a ese lugar. Tanto era su dolor que aún no aceptaban la realidad, esa misma realidad que me costó aceptar, esa misma realidad que dolía cada día. Esa realidad era qué, mi hermano ya no estaba con nosotros.
Sentía tener que obligarlos a dar ese paso, pero lo que más lamentaba era no haber visto su realidad, tanto me había concentrado en la mía y me había alejado tanto que no supe verlo.
Los acompañé hasta cierto punto y dejé que se acercaran a la tumba ellos mismos, mantuve mi distancia dándoles su espacio para llorar y decir todo aquello que se habían guardado por tanto tiempo. No pude mantener la mirada al frente y la desvié con un suspiro controlado.
Esperé en silencio por varios minutos hasta que se sintieron lo suficientemente liberados y se acercaron, pero antes escuché un “Regresaremos pronto” en un tono liberador. Por mi parte solo observé la tumba a la distancia y era la primera vez que no diría algo, solo me limité en mi silencio para regresar con mi padres.
—¿Como lo supiste? —preguntó mi padre, una vez que me estacioné delante de la casa.
—No fue muy difícil, siempre estaban las flores de mis visitas. El motivo era más que claro. —respondí con tranquilidad, desviando la mirada.
—No es que no hayamos querido ir, no podíamos. Lily... —intentó decir mi madre con dolor y la detuve.
—Está bien, no me deben explicaciones. Me interesa que se sientan bien, y que ahora descansen para mañana. Será un largo día. —mencioné, con la intención de despedirlos.
—Tambien descansa, cariño. —ambos me abrazaron para bajar y así poder regresar a mi departamento.
—Al fin llegas. —su voz me sacó de los pensamientos que me llevaban con la mirada baja y lo encontré en la puerta.
—¿Ryan? —fruncí levemente el ceño mientras me acercaba y sin que pudiera anticiparlo, lo abracé con fuerza.
—¿Sucedió algo? —no respondí, solo negué con la cabeza para después abrir la puerta y poder entrar. —Lily.
—Llevé a mis padres que visitaran a Jeremy, y pudieron aliviarse. —confesé con lágrimas en los ojos.
—¿Te sientes bien? —presionó mi mano y asentí. —Sabes que puedes hablarlo conmigo.
—Mañana será el juicio, ¿Estarás conmigo? —pregunté con notable quebranto.
—Claro que si, ¿Por qué lo preguntas? —la preocupación se vió reflejada en su rostro.
—Por favor no te alejes, no hasta que termine. Es lo único que pido. —susurré.
—No me alejaré mañana, y tampoco luego. Pretendo estar contigo por mucho tiempo. —se inclinó para mirarme, como si mirara a una niña. —¿Estamos de acuerdo, pequeña Lily?
—Si... Maldito Ryan. —nos besamos con suavidad y lentitud, despejando los tormentosos y dolorosos sentimientos que amenazaban con mostrarse.
El día había llegado y me preparaba con respiraciones profundas mientras peinaba mi cabello y adquiría mi postura profesional, calmando el nervisismo. Tomé lo necesario y bajé para encontrarme con el automóvil que me llevaría con mi padre y posteriormente llegar juntos lugar.
Al llegar, la prensa hacia muchas preguntas referidas al caso y algunas en particular.
—¿Es usted la segunda hija del señor Walker? —preguntó una reportera.
—¿Se hará cargo de la empresa de su padre? —preguntó otro, pero los ignoré. Limitando mi concentración en el juicio.
Estando en el pasillo observé el móvil y no encontré nada, como así, tampoco pude contactar a Vanessa y esperaba que todo estuviera bien.
Mientras esperábamos unos minutos para entrar, Ryan llegó dedicándome una mirada alentadora y por detrás, alguien que no pensaba encontrar.
—¿Luca? —me sorprendí en cuanto se acercó.
—Buenos días, abogada estrella. Es un buen día para ganar un caso como este. —me sonrió.
—Ha pasado tiempo desde que alguien me llamó así. —le devolví el gesto. —¿Cuando llegaste?
—Anoche, y no podía perderme esto. Espero que tu propuesta siga en pie.
—Claro que si.
En ese momento llegó Dimarco, saludándome y Luca se sorprendió enormemente.
—¿Aún mantienes contacto con Dimarco? —preguntó sin ocultar su sorpresa. —¿Que hace aquí?
—Como puedes ver, y es de gran ayuda ahora.
—Él podría ganar esta guerra si quisiera, pero ¿Como? ¿Acaso los rumores de ustedes....?
—Llevé su caso por más de un año y medio, claramente tenemos una buena relación. Una de respeto... —aclaré. —Y ofreció si ayuda en este momento.
—Claramente, eres su protegida. —agregó en un tono bajo, pero no respondí.
Observé mi reloj y después a mi padre que parecía un poco tenso.
—Es hora, vamos.
Comienza la hora de la verdad... *Suspenso*
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