CAPÍTULO 94
CAPÍTULO 94
La brevedad de mis recuerdos y la confesión a mi amiga produjo el silencio de la misma.
—¿La... Mafia? —preguntó, de manera entrecortada por la impresión. —Lily.
—Lo que escuchaste Vanessa, por esa razón jamás te dije nada al respecto. Naturalmente son personas muy peligrosas, pero no me harían daño y tampoco a ti, sabiendo que eres importante para mí. Sin embargo, tienen enemigos y lo mejor es no involucrarse o terminarás lastimada. —tomé sus manos para que reaccionara.
—¿Como? ¿Que demonios sucedió en Italia? ¿Que es todo esto? —parecía a punto de llegar a un colapso.
—Pasaron muchas cosas, pero no hagas preguntas y te pediré que no se lo menciones a nadie. Absolutamente nadie puede saber de esto, ¿Prometes guardar el secreto?
—¿Quieres decir que Ryan tampoco sabe de esto? —negué como respuesta y se levantó de su lugar para caminar de un lado a otro, con impaciencia. —¡Maldición Lily! Realmente eres mafiosa... —susurró lo último.
—Trabajé para la mafia, son cosas diferentes. —intenté aclarar.
—Pero...
Justo en ese momento tocaron la puerta, le hice una seña para que se calmara y abrí para encontrarme con Benjamín totalmente preocupado.
—Hola, ¿Está aquí?
—Adelante. —señalé para que la viera y entró para hablar con ella.
—Sabía que estarás aquí, cariño no te pongas así. Lily debió tener sus razones, ¿Verdad? —me miró y asumí que se refería al tema por el cual me reclamaba mi amiga momentos antes.
—Asi es, y ya se lo expliqué. Deberías llevarla a tomar un poco de aíre, y un helado, eso la animará.
—Si, eso haremos. —la tomó de la mano para dirigirse a la puerta y hablé.
—Vanessa.
—Está bien, no te preocupes. Lo entiendo. —me miró con una leve sonrisa, pero su mirada reflejaba preocupación.
Cuando finalmente quedé sola, me dejé caer en sillón con cierto agotamiento porque los recuerdos comenzaban a salir a flote. Una parte de mi vida que deseaba tener guardada hasta mis últimos días, pero parecía que nada podía guardarse de tal modo, y tampoco para siempre.
Comencé a sentir culpa por el reclamo de mi amiga, porque realmente pude ayudarla, pero no quería colocarla en una situación difícil o peligrosa por quien era Lucio e inevitablemente pensé en él y un recuerdo particular. La frase de Vanessa giró en mi cabeza, provocando un suspiro pesado.
—¿Soy de la mafia? —me pregunté a mí misma, bajando la mirada. —Realmente pude serlo.
Respondí en un susurro imperceptible mientras frotaba mi cabello para calmar mis ánimos.
Ryan: Buenos días mi hermosa novia, ¿Como te sientes hoy?
Sonreí al leer su mensaje, disipando las preocupaciones y calmarme completamente.
Yo: Buenos días, ¿Novia? 🙄
Ryan: Dijiste que éramos pareja. En conclusión, novios.
Yo: ¿Cuando me lo propusiste?
Ryan: Tu lo hiciste anoche y acepté gustoso ❤️
Yo: Maldito arrogante.
Ryan: No puedes vivir sin este arrogante ✓✓
Entonces marqué para llamarlo y respondió de inmediato.
—¿Que dijiste? —sonreí.
“No puedes vivir sin mí.”
—¿Que te hace pensar eso? —me levanté para acomodar algunas cosas.
“Respondes mis mensajes de inmediato y hasta me llamaste. Eres tan tierna.”
—¿Tierna? Entonces, calcula mi ternura. —acto seguido le colgué y dejé el móvil sobre la mesa ignorando sus llamada sin evitar mi risa.
Por la tarde tomé una ducha temprana y mientras secaba mi cabello observé la caja que me había entregado Eve. Liberé un largo suspiro, buscando entre mis cosas hasta que encontré la llave, no podía posponerlo más y pretendía abrirla cuando recibí una llamada de Micaela.
—¿Si? —observé la llave.
“Buenas noche, estás cordialmente invitada a cenar con nosotros en nuestro hotel y no recibiré un no como respuesta.”
—¿Por qué todos tienen la costumbre de decir lo mismo? —sonreí.
“Bueno, también puedes tomarlo como una cena de negocios. El juicio es en dos días y tenemos algo que puede interesarte.”
—No dije que no iría. —me levanté para buscar mi ropa. —Nos vemos en una hora.
Colgué para prepararme y guardar nuevamente la llave. Al bajar me encontré con Ryan bajando de su automóvil y lo miré curiosa.
—¿Que haces aquí? —me acerqué.
—Me colgaste, y somos pareja. Creo que ya no necesito permiso para venir. —sonrió, tomando mi mano.
—Era eso. —le devolví el gesto. —Pero lamento informarte que voy da salida y no creo regresar pronto. Cenaré con Lucio y Micaela.
Borró su sonrisa al escuchar su nombre y reí.
—¿Por qué ahora? ¿Puedo ir? —frunció el ceño.
—Definitivamente no, lo siento, pero debemos tratar algunas cosas. —fuera lo que fuera, no podia involucrarlo y tampoco saber quiénes eran de verdad.
—¿Puedo esperarte arriba? —miró el edificio.
—No. Te llamaré luego, o nos vemos mañana. —besé su mejilla dirigiéndome a mi automóvil cuando me detuvo para besarme como se debía.
—Está bien, será mañana. —sonrió retirándose.
No pude borrar mi sonrisa boba de mis labios hasta llegar al hotel y reconocer de inmediato a los hermanos Dimarco.
—Buenas noches dama y caballero. —saludé tomando mi lugar.
—Buenas noches bella dama. —respondió Lucio com una sonrisa y escuché un “oh, por dios” de parte de su hermana.
Luego de hacer nuestros pedidos, Micaela me miró un momento, como si intentara decirme algo.
—¿Si? —dudé ante su mirada.
—¿Tuviste problemas con tu amiga? Siento que hablé de más, y solo lo noté cuando se fue totalmente histérica. —sonrió con incomodidad.
—Vanessa es así, incluso se sintió traicionada y recibí su reclamo en la mañana, pero todo está bien. —bebí de mi copa, observando el plato.
—¿Por qué nunca me hablaste de ella? Con mi influencia pude hacer mucho. —me miró con atención y dudé en mi respuesta.
—Bueno... —hice una mueca pensativa.
—Por protección, claramente no quería ponerla en peligro con nosotros. —respondió Lucio por mí.
—No quiero que suene así y tampoco mal. —intenté explicar.
—Tranquila, jamás pensaríamos mal de ti. —me sonrió.
—Es verdad, además tengo contactos e influencia fuera de nuestro “circulo peligroso”. —agregó su hermana y la miré con curiosidad. —Si tu amiga quiere ser exitosa solo debo levantar el móvil y estará en la ciudad de la moda ¿En qué? ¿Menos de un mes? Ella tiene un gran talento, triunfará con o sin mi influencia. Prometo recomendarla y desvincularme por completo para que no exista ningún riesgo, pero la decisión solo dependerá de ti.
—¿Por qué de mi? ¿Tengo ese derecho? Vanessa más que una amiga es como una hermana, una que abandone al irme a Italia y al regresar seguía ahí. No puedo evitar pensar que muchas veces soy injusta y cruel con ella, siento que no la merezco y que haría cualquier cosa por ayudarla, como lo hace conmigo, pero...
—No existen peros. —me interrumpió Lucio. —Esa es tu respuesta y Micaela se hará cargo.
—Asi es, jamás olvidaré la satisfacción que sentí al escuchar la sentencia de Sebastián cuando ganaste el juicio. Aunque ahora esté libre no es tu culpa. —me sonrió. —Y por eso, conseguimos para ti la ubicación del testigo que necesitas. El resto estará a tu cargo, como siempre. No podemos involucrarnos tanto en este territorio que no es nuestro.
No supe que decir, solo sonreí levemente.
—¿Por qué no se lo pediste al informante? —preguntó Lucio, sin quitarme la vista de encima.
—Sentí que lo estaba utilizando demasiado y no debía, también necesitaba hacer cosas por cuenta propia, aunque no salieron tan bien. —Hice una mueca y sonrió.
—Lily, mi abogada favorita, coloqué al informante a tú disposición, ¿Por qué la duda? No te sientas mal al pedirle lo que sea. Ese es su trabajo. —bebió de su copa.
—Siempre hacen más de la cuenta y me siento una abogada inútil. —negué con una sonrisa. —Siempre estaré agradecida con ustedes.
—No hacemos más de la cuenta y no eres inútil, eres excelente. No lo vuelvas a decir o me enfadaré. —agregó Micaela y asentí con una sonrisa.
Luego de varias horas de pláticas en las que no solo nos centramos en lo “laboral”, sino también en lo cotidiano, regresé a mi departamento.
Lo primero que hice al entrar a la habitación fue observar la caja y con prisa tomé la llave para abrirla.
—Realmente espero que sea un tesoro, tonto. —murmuré encontrando algunas cosas, entre ellas muchos papales y dos cartas.
Eran dos cartas que las observé por un momento, una tenía mi nombre y la otra estaba vacía. Decidí dejar la personal para luego y abrir la otra mientras me acomodaba para leer.
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Hoy, 15 de abril, tuve una reunión con George Walker, tío de mi padre y, por ende, mi tío también. El propósito de nuestro encuentro fue presentarle un acuerdo para la fabricación de un producto y solicitar su apoyo. A pesar de su situación actual poco alentadora, mi principal interés radica en su participación y en la posibilidad de reconciliarse con mi padre. Aunque George aceptó el trato, siento cierta desconfianza hacia sus intenciones y su receptividad. Como empresario, debo considerar todas las posibilidades, y como hijo, debo encontrar una manera de aliviar la carga que mi padre lleva.
Mi objetivo nunca ha sido buscar confrontaciones, sino fomentar la unión familiar. Sin embargo, temo que este ideal no se materialice, y mi mayor preocupación es no poder resolver las posibles discordias que puedan surgir. Me invade la sensación de haber cometido un error, y escribo estas líneas como un testimonio de mis pensamientos y temores en este momento.
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Tragué grueso al leer aquella nota y aliviarme por la declaración, mientras me debatía en leer la segunda. Con temblor en las manos la tomé, leí lentamente, derramando lágrimas por sus palabras, despertando el vacío en mi interior haciendo caso a la posdata final.
Rebusqué entre los papeles que contenía y en efecto allí estaban los planos originales del producto, algo que sería la prueba más fuerte y con la cual podría ganar sin problemas, pero las palabras de la segunda carta gritaban sin piedad en lo profundo de mi persona.
—Maldición... Maldición... —repetí, frotándome los ojos con resentimiento, dejándome caer en la cama y del mismo modo caían muchas cosas que pretendían que estarían bien.
Chan Chan Chan.... *Suspenso*
¿Que creen que decía la otra carta? ಠ_ಠ
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